Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

lunes, 20 de enero de 2014

INOLVIDABLE


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Capítulo 45: Bienvenida*

Bella pov.

-Muchas gracias por habernos dado esta oportunidad, Andrew- le sonreí ampliamente mientras Edward me ayudaba a colocarme el abrigo.
-No tienes nada que agradecer, Bella, me apasionasteis desde el principio, tanto tú como Eleazar, sois un equipo increíblemente fuerte y lleno de ideas, más pronto que tarde, seréis los arquitectos más reconocidos de todo el país- me respondió con la misma sonrisa y me cogió la mano suavemente- Sólo espero que ese bebé nazca sano y fuerte y que pronto estés con tus nuevas ideas- me besó la mano.
-Por supuesto, eso ni lo dudes- le dije con la misma sonrisa- Pero no te pienses que voy a estar los cinco meses y medio que me quedan sin hacer nada- escuché un carraspeo por parte de Edward y lo miré por el rabillo del ojo- No iré a trabajar, eso está claro- un sonoro suspiro de alivio salió de los labios de mi esposo- Pero seguiré, en la tranquilidad de mi casa, con las nuevas ideas que tengo en mente y te las iré enviando, por supuesto- el señor Andrew asintió sonriente.
-Bella, tómatelo con calma, no hace falta que me envíes nada esta semana ni la que viene ni la otra- me guiñó un ojo con complicidad- De todas formas, hablaremos muy pronto.
-Seguro- le dije convencida- Betty, ha sido un placer conocerte- me acerqué para besarle en ambas mejillas.
-El placer ha sido mío, querida- me abrazó maternalmente- Si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme- me aseguró y se separó de mí.
-Por supuesto, en poco tiempo te presentaré a mi suegra, es un verdadero amor y seguro que las dos congeniaréis a la perfección- dije segura.
-¡Oh, eso es estupendo!- estaba emocionada- No puedo esperar para el momento- me sonrió ampliamente.
-Muy pronto- le devolví la sonrisa y se despidieron los hombres y Betty de Edward.
Cuando Edward me cogió la mano, sentí otra en mi espalda.
-Adiós, parejita- nos susurró Eleazar.
-Adiós, cariño- le dije volviéndome y abrazándolo- Gracias por todo, El- le dije con cariño mientras apretaba mi abrazo.
-No me las des y gracias a ti por ser tan estupenda- me besó en la mejilla y se separó de mí- Ahora a descansar y a desconectar del trabajo, ¿entendido?
-Sí, papá…- rodé los ojos, provocando la risa de los dos hombres más importantes de mi vida.
-Tened cuidado y llámame- me apuntó con su dedo acusador y yo volví a rodar los ojos.
-Sí, papá- volví a decir.
-Bien- aseguró- Edward, tío, estamos en contacto, cualquier cosa, avísame- se estrecharon las manos y Edward le sonrió.
-No te preocupes- le aseguró.
Nos sonreímos los tres y nos despedimos con la mano.
Salimos a la fría noche, pero yo no notaba esa humedad, no al lado del ser más cálido del mundo.
-Buenas noches, ahora mismo le traen el Volvo, señor Cullen- dijo el aparcacoches de la entrada y Edward asintió.
-¿Tienes frío?- ya estaba haciendo el amago de quitarse la chaqueta y lo paré con la mano.
-No- le aseguré- No a tu lado- le susurré con una sonrisa, que me devolvió al segundo.
-Eres perfecta- me besó en la punta de la nariz y me estrechó entre sus brazos, posando mi cara en su fuerte pecho.
Esperamos poco tiempo, demasiado poco, ya que podría fundirme en su pecho para toda la eternidad…
Edward se separó de mí y, rápidamente, abrió la puerta del Volvo para mí. Entré en el cálido cubículo y suspiré de tranquila cuando mi trasero tocó el cómodo asiento de piel. Él cogió las llaves que el muchacho le tendía educadamente y se metió en el coche inmediatamente.
-Ha sido una noche increíble- susurró mientras me miraba con ojos dulces y esa sonrisa que me derretía en un nanosegundo.
-Siempre que sea a tu lado- le aseguré acercándome a él y besándole en la mejilla dulcemente- Te amo.
-Te amo- me respondió dándome un beso en la coronilla y encendiendo el motor del coche. Me separé, pero él me cogió la mano que tenía libre.
Posé mi otra mano en mi vientre y sentí una pequeña patada de mi hijo.
-¿Estás cansado, bebé?- le pregunté mientras hacía círculos en mi vientre, a lo que Edward sonrió y me besó en el dorso de la mano que tenía cogida.
-Seguro que está contento de tener la madre que tiene- me aseguró el ser más maravilloso de todos.
-¿Siempre tienes que ser tan perfecto?- murmuré mientras giraba mi cabeza para mirarlo.
-Soy sincero- me aseguro con otra sonrisa torcida.
Le devolví la sonrisa y miré hacia el frente, hacia la gran luna que se presentaba ante nosotros.
Estaba tan a gusto y tan tranquila, que el camino fue corto… o eso creo.
-Hermosa- escuché a lo lejos, pero yo estaba demasiado a gusto como para atender esa voz angelical- Tendré que hacerlo yo…- creo que escuché antes de una risilla.
-Mami, ¿esa es Megan?- me decía un niño de ojos verdes como esmeraldas y con el pelo del color cobre más hermoso de todos.
Miré hacia abajo y apreté el agarre de su pequeña manita en la mía.
-No, cariño, Megan aún está en el vientre de tía Alice…- le aclaré, pero él puso su boquita torcida.
-Pero mami, si Megan es mayor que yo…- me aseguró convencido.
Era verdad…
Me incorporé de golpe, provocando un ligero mareo al no enfocar nada de lo que aparentemente veía. Mi vista se fue adecuando a la oscuridad de la habitación y sentí el brazo de Edward escurrirse por mi costado.
Lo miré y dormía plácidamente con la boca exactamente igual a la que nuestro hijo había puesto en mi sueño.
¿De qué iba este sueño?
Mis dos manos se fueron a mi vientre, pero mi hijo no me respondió con su típica patada.
-Duerme, mi vida- le susurré bajito mientras trazaba pequeños círculos alrededor de mi ombligo.
Me levanté para refrescarme la cara. Me encaminé hacia el baño y abrí el grifo del lavabo y el agua fría me despejó de ese sueño tan raro.
-Te estás volviendo loca, Bella…- me dije mirando mi imagen en el espejo y, un momento…
¿Cómo había llegado a la cama y me había cambiado el vestido por este camisón? ¿Tan cansada estaba que no me enteré de nada?
Edward…
Sonreí como una tonta y volví al calor del cuerpo de mi hombre. Me metí bajo las sábanas con cuidado de no despertarle y en menos de un minuto, me quedé completamente dormida.
Un olor muy peculiar a gofres comenzó a espabilarme y enseguida abrí un ojo.
La habitación seguía a oscuras, pero el calor que irradiaba el cuerpo de Edward, se había esfumado. Miré a mi lado y me encontré a Yuna con su mantita completamente dormida. Me fijé que dentro de unas semanas no podría cogerla, estaba creciendo por minutos, ya podría pesar alrededor de unos diez kilos…
Sonreí, porque de igual manera, sería mi pequeña consentida, y le acaricié la cabeza, provocando que me lamiera parte de la mano.
-Hola- la saludé y ella se levantó con lentitud y posó su cabecita en mi muslo- Estás enorme, cariño- le dije con ternura antes de bajar mi cabeza y besarle en la suya-Vamos, creo que papi nos ha hecho el desayuno- le dije emocionada y nos levantamos rápidamente.
Mi bebé me dio una patadita de buenos días y me acaricié el vientre mientras me encaminaba al armario a por una bata de seda. Me la puse mientras Yuna me lamía el empeine del pie derecho, causándome cosquillas.
-Yuna, para- le decía mientras me reía.
Salimos de la habitación y ese delicioso olor me golpeó de lleno en la nariz, provocando que la boca se me hiciera agua.
Me paré en seco al igual que Yuna.
La imagen más perfecta se puso ante mí cuando me quedé parada en la puerta de la cocina.
Mi hombre, se encontraba de espaldas a mí, con tal sólo unos pantalones de franela de pijama en tono celeste muy claro y descalzo…
Su fuerte espalda, brillante por un fino sudor que le caía desde la nuca, se tensaba cada vez que cogía la sartén o batía los huevos en el cuenco, provocando que también sus brazos se tensaran deliciosamente.
Ahora sí puedo morir en paz…
No sé en qué momento se dio la vuelta, pero me cogió mirándole con un hilillo de baba cayéndome hacia la barbilla.
-Buenos días, preciosa- me sonrió arrebatadoramente y su hermoso torno se puso rígido cuando mi mirada lo repasaba una y otra vez.
-Hola- susurré y dudé si lo había escuchado…
Vale, las putas hormonas y toda la provocación de anoche me estaban pasando factura de forma bestia.
Lo próximo que pasó, pasó muy rápido.
Edward me cogió de la nuca con la fuerza justa para que mi humedad empapara mi fino tanga. Mis manos se fueron hacia su pelo, tirándolo con fuerza cada vez que su lengua entraba en mi boca como si se tratase de una maldita batalla que no estaba dispuesto a perder. Su otra mano acarició mi vientre de forma dulce, contrastando completamente con lo que me estaba haciendo su lengua y su mano en mi pelo. Rápidamente, sus dos manos abandonaron mi cuerpo para posarse en mi trasero, para así apretarlo y subirme hacia su cintura. Mi pequeño vientre nos impedía un poco la tarea, pero no por eso nos detuvimos un solo instante. Nos movimos y comenzó a besar mi cuello con besos húmedos y lametazos suaves. Me posó en la fría encimera y de lo caliente que estaba mi cuerpo, ni me inmuté.
Abrí mis piernas un poco más y quitó el nudo de mi bata, quitándomela en el proceso. Yo, le quité también el nudo del pantalón y los bajé con ayuda de mis pies, cayendo su bóxer al suelo. Su brazo izquierdo me incorporó lo justo para que su otra mano libre, me quitase el tanga de un jalón, provocando que éste se hiciera añicos.
Me excitó todavía más.
Me dejó de nuevo en la encimera y sus manos se posaron en mis rodillas, abriendo mis piernas y se fue acercando más a mí, metiéndose en mis piernas y pegando su pecho al mío. Me sonrió torcidamente, arrebatadoramente, y fue penetrándome lentamente, sintiendo esa intrusión que me volvía loca. Su boca buscó la mía y sus manos quedaron en mi baja espalda, empujándome contra su miembro en ese delicioso vaivén que se había vuelto en un vicio para mí.
Edward podría empujar más todavía y llenarme por completo, pero sabía que se reservaba por nuestro hijo y también sabía que esa vena hinchada de su cuello era toda la tensión para no darme hasta el fondo y hacerme daño. Introduje mi lengua en su boca y le besé como si fuera la última vez, como si mi vida dependiera de ello. Sentí un soplido salir de sus labios cuando me iba contrayendo a medida que mi orgasmo me invadía por completo. Sentí que un torbellino arrasaba con mi cuerpo y mi boca se pegó a su trapecio y mordió fuertemente, tanto que seguro que le haría marca, pero a él no pareció importarle. Edward gimió fuertemente contra mi pelo cuando su orgasmo atravesó su cuerpo y sus brazos se apretaron más contra mi cuerpo, dejando espacio a mi pequeño vientre.
-No tengo palabras…- dije a duras penas mientras nos recuperábamos.
-No digas nada- dijo de la misma forma que yo, pero con esa sonrisa que derretiría hasta el más frío glaciar- Simplemente, te amo- susurró y sus labios buscaron los míos para darme un beso fugaz.
-Yo sí que te amo- sonreí sobre sus labios y lo abracé- Te amo, te amo.
-Más que a mi vida- terminó por mí y nos quedamos un rato así.
Pasaron algunos segundos más y escuchamos un ladrido fuerte y nos separamos inmediatamente por el susto del momento.
-¿Nos ha visto?- le pregunté mirándolo con diversión.
-Seguramente…- se rascó la cabeza y se puso los pantalones y el bóxer, antes de bajarme con mucho cuidado de la encimera.
Me bajé el camisón y me acerqué a Yuna con cariño.
-Peque, no has visto nada, ¿entendido?- me lamió la mano y me ladró- Buena chica…
-Jajaja- rio Edward al ver la escena- No creo que la hayamos pervertido…- dijo colocando los gofres, ya fríos, encima de la mesa.
-Eso lo dices tú…- dije con diversión mientras me incorporaba y me acercaba a él- Ha sido increíble, nene- le dije sensualmente y él se volvió y me guiñó un ojo.
-A sus servicios, Señora- me hizo una reverencia que me hizo reír y me cogió para ponerme en su regazo y así desayunar- Tengo que decir que quería que te comieras todo esto caliente…- murmuró distraídamente mientras metía un trozo de gofre con chocolate en mi boca. Mastiqué lentamente.
-Y yo tengo que decir que ojalá me comiese todos los desayunos fríos…- le dije sonriente y dándole un beso dulce.
-Eres increíble- me devolvió la sonrisa y me besó en la nariz antes de meterse un trozo de tortilla en la boca.
Desayunamos tranquilamente mientras Yuna nos ayudaba a comernos todo.
Alucinantemente mis náuseas matutinas estaban desapareciendo… no quería decirlo en voz alta, pero hoy no las había sentido y eso me tenía de mejor humor todavía.
-Me debes otro tanga- demandé con sorna.
-Te debo algunos más…- me recordó y mis mejillas se calentaron enseguida- Eres tan adorable…- me acarició el rostro.
-Y espero que me debas como una tienda entera- sonrió socarronamente y cogió el tanga y lo encestó en la basura.
-¿Qué te apetece hacer hoy?- murmuró Edward levantándose conmigo y dejándome en la silla mientras recogía todo lo de la mesa.
-Para empezar, ayudarte- le dije segura mientras me levantaba, pero él tenía otros planes…
-Ah, no- cogió mi hombro con suavidad y me sentó de nuevo- Déjame consentirte por estos días- puso cara de cachorrito degollado, muy al estilo Alice.
Alice… Megan y el sueño…
-Está bien- le dije no queriendo discutir del tema- Cariño- lo llamé mientras metía todo en el lavavajillas y Yuna se acostó en mis pies- He soñado con nuestro bebé- se volvió sonriente.
-¿Enserio?- preguntó alucinado.
-Sí y me preguntaba por Megan- su ceño se frunció.
-¿Por Megan?
-Sí, le dije que estaba en el vientre de tía Alice, pero obviamente no podría nacer él antes que Megan…- él asintió- Es un poco una paranoia- aclaré.
-Es por todo, mi vida- me besó en la frente antes de terminar de fregar la última sartén- Tienes metido en la cabeza a Megan y su corto tiempo para nacer, pero ya te he dicho que no existe riesgo- me aseguró y yo me quedé más tranquila.
-¿Qué tal si vamos a Central Park?- le sugerí- Creo que me estoy volviendo adicta al sol y a los árboles- me sonrió torcidamente.
-Por supuesto, donde quieras- me cogió la mano y quité mis pies con cuidado para no despertar a nuestra “niña”.
-Nos podríamos llevar a Yuna- me levanté y le di un corto beso.
-Pues claro, necesita desfogarse y hace un día espectacular- asentí.
Nos encaminamos hacia la habitación y decidimos ducharnos antes de salir a pasear.
Cuando me estaba cepillando, Edward ya estaba listo y con la correa de Yuna en las manos.
-Un minuto- le guiñé y seguí con lo mío.
Terminé rápidamente y nos encaminamos hacia Central Park.
Pasamos un día alucinante, comimos comida italiana y Yuna se portó estupendamente. Nos hicieron fotos y no paramos de reír en todo el día.
Necesitaba un día como éste.
Mi bebé me daba patadas de vez en cuando y yo me sentía maravillosamente bien. Sobre las ocho de la tarde, ya estaba cansada, no habíamos parado en todo el día y ahora me estaba pasando factura.
-Estás cansada- demandó Edward mientras metía a Yuna en los asientos traseros del Volvo.
-Sí- asentí antes de que un bostezo me pillara por sorpresa.
-Tranquila, llegaremos pronto y podrás descansar- Edward me besó en la frente y cerró mi puerta.
Se montó en su asiento y nos encaminamos hacia nuestra casa. Tardamos cinco minutos y cuando nos bajamos del coche, vimos que Yuna estaba completamente dormida.
-Yuna, vamos- le incitó Edward  y ella le lamió el brazo.
Nos montamos en el ascensor y bostecé de nuevo.
-Ha sido un día increíble, gracias, mi vida- me apoyé en su brazo y cerré los ojos.
-Gracias a ti por estar a mi lado- declaró y me besó en el pelo.
Llegamos a casa y Yuna se fue directamente a su cama, durmiéndose en el acto.
Sonreímos y nos encaminamos hacia nuestra habitación. Nos desvestimos y nos pusimos los pijamas y nos metimos en la cama.
Estuvimos todo el día del domingo probando los sofás nuevos y viendo películas de todos los géneros con mantita encima y comiendo como dos energúmenos.
-Voy a tener que hacer cuatro clases de spinning para quemar las calorías de hoy…- murmuré divertida antes de meterme una palomita en la boca.
-No te hace falta, estás perfecta- susurró antes de besarme en el cuello.
-Te amo- le sonreí y le besé en la frente- Mañana vamos a empezar con los preparativos de la boda de Jake y Leah- le recordé y él asintió.
-Sí, están muy emocionados- sonrió recordando, seguro, las ansias de Jake- Bella, prométeme que te lo tomarás todo con mucha calma, no quiero ser pesado, pero me preocupa que te lo tomes todo muy a pecho…- me recosté en su pecho.
-Edward, de verdad, quiero que estés tranquilo, tienes que confiar en mí, no voy a hacer nada que no pueda hacer y por supuesto voy a ir con mucha tranquilidad- le aseguré besándole la mano- A propósito…- me giré para mirarle a los ojos- ¿Cuándo vas a incorporarte?- le recordé.
-¿Ya me estás echando?- dijo dolido.
-Edward, sabes mejor que nadie, que desearía que estuvieras todos los días aquí conmigo, mimándome y haciéndome el amor a todas horas- sonrió torcidamente- Pero no voy a consentir que dejes a tus pacientes por una obsesión tuya con mi salud- me giré aún más hasta ponerme frente suya- Sé lo que hemos pasado, pero ya lo hablamos en casa de tus padres, no voy a modificarle la vida a nadie, eso lo tengo muy claro- él asintió con pesar- Además, tu madre me va a acompañar todo lo que pueda, por lo que no voy a estar sola- le sonreí y me acerqué para abrazarlo.
-Está bien, te entiendo perfectamente, pero deja que esté aquí con vosotros, una semana- hizo un puchero de lo más tierno- Prometo que la semana que viene me incorporaré, pero antes déjame disfrutar de mi esposa y de mi bebé- me besó ligeramente.
-Vale, trato hecho- le sonreí emocionada- Mañana, ¿nos acompañarás o tienes algo que hacer en el hospital?
-Claro que os acompañaré- me aseguró- Pero antes iré al hospital para certificar mi incorporación para la semana que viene y así veo a mi padre.
-Perfecto, voy a llamar a Al para que desayunemos mañana juntos- le besé en la punta de la nariz y cogí mi preciado/nuevo Iphone de la mesita de café.
La idea le pareció estupenda a la enana, quedamos en ir a una cafetería que había muy cerquita del hospital, ya que la oficina de Esme nos cogía de camino.
-Dale besitos a Megan de nuestra parte, Al- Edward me miró con nostalgia.
-Sí, hoy ha estado muy tranquila, Bells- me declaró- Creo que ya se está haciendo mayor…- soltamos una carcajada los tres.
-Puede ser- le aseguré cuando me tranquilicé un poco- Bueno, nena, descansa y saluda a Jazz.
-Jazz está frito… si tuviera que llevar a Megan en su vientre creo que no se movería del sofá en todo el día- volvimos a reír.
-Bueno… pues hasta mañana, cariño, ¡te queremos!- dijimos Ed y yo al unísono.
-Y yo a vosotros, chicos- se despidió.
-Es imparable…- susurré mientras negaba con la cabeza divertida.
Pedimos comida china, antojo mío, lo admito, y estuvimos viendo Noviembre Dulce, que derramé algunas lágrimas, las cuáles, mi querido esposo, limpiaba, pero no lo podía evitar. La película era preciosa.
Nos fuimos a dormir cuando terminó y caí en los brazos de Morfeo rápidamente, totalmente agotada.
Unos suaves y cortos besos y unos lametones a partes iguales, me despertaron de mi pesado sueño y provocaron que sonriera ampliamente.
-¿Ves, Yuna? Te dije que a mamá le gustaría- dijo mi hombre con esa aterciopelada voz.
Amplié más mi sonrisa.
-Buenos días, chicos- les dije a los dos y me toqué la panza- Bebé, ¿cómo has dormido?- Edward posó su mano encima de la mía y los dos sentimos esa patadita matinal que ya se estaba convirtiendo en una costumbre- Es su forma de decir buenos días- le aclaré y me miró maravillado.
-A partir de hoy no le faltará mi saludo tampoco-me aseguró antes de besarme suavemente- Buenos días, nena- le sonreí y le besé de nuevo.
Me duché mientras Edward sacaba de paseo a Yuna y salí envuelta en mi albornoz.
-¿Qué nos ponemos hoy, peque?- le pregunté a mi hijo y me dio una pequeña patada- Es increíble lo pequeñito que tienes que ser y lo fuerte que pegas…- le dije contenta y abriendo el vestidor.
Me decanté por un vestido de punto blanco y unas botas, marrones y bajas, con tacón de madera. Dejé la ropa encima de la cama y me puse la ropa interior y unas medias marrones con detallitos en encaje, preciosas. Me puse el vestido y me calcé las botas antes de encaminarme al baño para maquillarme y peinarme. Opté por un poco de rímel y labial rosa palo y dejarme el pelo suelto.
Lista.
Cuando cogía mi abrigo y mi bolso, Edward llegaba con Yuna y me miró arrebatadoramente.
-Te pongas lo que te pongas, siempre estás perfecta- me aseguró antes de acercarse a mí y abrazarme.
Llegó a mis fosas nasales ese olor varonil que me envolvía por completo.
-Gracias, cariño- le besé debajo del lóbulo de la oreja y le guiñé- ¿Nos vamos?
-Por supuesto- me sonrió y me robó un beso inocente antes de cogerme de la mano y encaminarnos hacia el garaje.
-Bebé- lo llamé para que me prestara atención cuando se dirigía hacia el Volvo- Me apetece conducir hoy- le sonreí tranquilamente.
-Está bien…- me dijo con una lucha interna en su interior y lo abracé rápidamente antes de besarle y meterme en mi bebé.
-Cómo te he echado de menos, cariño…- acaricié el tapizado lentamente antes de que Edward se metiera en el asiento de copiloto.
Encendí el motor y me recibió con un suave rugido. Nos encaminamos hacia el hospital y muy pronto, estábamos hablando con Carliste.
-¿Os puedo acompañar a desayunar?- preguntó mi querido suegro con un poco de vergüenza.
Qué tierno era.
-Por supuesto que sí, Carliste, eso ni se pregunta- le guiñé y él me dedicó la misma sonrisa torcida que había heredado su hijo de él.
Saliendo del hospital, nos encontramos a la enana con una enorme sonrisa.
-¡Buenos días!- dijo con efusividad acercándose a cada uno- Estás más hermosa que nunca, Bells- me susurró cuando me abrazó poniendo una mano en mi vientre.
-Gracias, tú estás radiante- sonreí.
Nos encaminamos hacia la cafetería cuando Edward llamó a Esme para decirle que íbamos de camino.
-O sea que esto era un desayuno familiar y no me habíais comentado nada, ¿eh?- murmuró Carliste burlonamente.
-En realidad, era un desayuno de chicas- intervino la enana- pero viendo la tendencia al acoso que tiene mi hermano con mi querida cuñada, ha sido imposible…- dijo mirando a Edward con sorna.
-Enana, sabes que no pueden vivir sin mí- aquí el ego estaba un pelín alto, ¿no?
-Eso lo dirás tú…- Al le sacó la lengua a su hermano en un gesto completamente infantil y Carliste y yo soltamos una gran carcajada.
-Vaya dos…- murmuré yo entre risas.
Llegamos a la cafetería y ahí se encontraba mi segunda madre, mi guía y la persona más maternal de todas, perfectamente arreglada, como siempre.
-Buenos días, chicos- nos dedicó una sonrisa preciosa y se acercó a nosotros- Qué guapa estás, Bella- susurró antes de darme dos besos.
-Tú estás siempre perfecta- le sonreí ampliamente y dejé que tocara mi barriguita con sus dos manos.
-Oh, querida, estoy deseando verle la carita- me confesó emocionada.
-Y yo, Esme, y yo- me sonrió y se dirigió hacia su hija.
-Hola, mi vida- se besaron y murmuraron cosas mientras le tocaba el vientre, totalmente dulce.
-No se ha dado ni cuenta que estoy aquí…- susurró mi querido suegro, provocando que Ed y yo riéramos incontroladamente.
-¿Carliste?- murmuró Esme después de estar como diez minutos hablando con su hija.
-Hola, mi amor- le dedicó una sonrisa, que juro que si no existiera Edward, me hubiera derretido.
-¡Qué sorpresa tan agradable!- murmuró antes de besarle suavemente en sus labios- Cariño, nos estamos volviendo mayores…- susurró mirándole a los ojos-Tendremos tres nietos en los próximos meses, ¿te los imaginas correteando por toda la casa?
Mis labios formaron una sonrisa involuntariamente cuando escuché esas palabras.
-Bueno, tú siempre estarás perfecta con veinte y con cincuenta años más- le aseguró abrazándola y besándole el pelo.
Un gesto muy Cullen.
Ya sabía yo que la galantería de Edward venía de generaciones.
Nos sentamos entre risas y pedimos nuestros desayunos al camarero.
-¿No iba a venir Rose?- pregunté cuando nos trajeron el desayuno.
-Sí, pero ha ido con Em a ver cosas nuevas para la empresa, nos encontraremos en la oficina de mamá- me aclaró Alice antes de meterse un trozo de pan en la boca.
Asentí.
Hablamos de todo en general, deseando todos ver las caritas de nuestros bebés y recordándome que era la mujer más dichosa de todas.
Tenía la mejor familia del mundo.
Terminamos y nos fuimos hacia el hospital para coger los coches.
-Al, vente con nosotros- sugirió Edward.
-Por supuesto- declaró contenta.
-Chicos, yo voy en mi coche, que después tengo que hacer cosas- nos dijo Espe con una gran sonrisa en su cara.
-Vale, ten cuidado, mami- murmuró Alice antes de meterse en el Audi.
-Mamá, te quiero- dijo Edward cerrándole la puerta a su madre y besándole en la frente.
-¿Se puede ser más tierno?- pregunté en voz alta mientras arrancaba a mi bebé.
-Absolutamente sí- dijo Alice con burla y las dos nos echamos a reír.
Edward se montó en el coche y nos encaminamos a la oficina de Espe.
Leah ya nos estaba esperando allí cuando llegamos, con cara y sonrisa emocionadas.
-¡HOLA!- medio gritó medio chilló cuando nos acercamos a ella.
Todos sonreímos y la saludamos.
-¿Dónde has dejado al petardo de Jake?- le pregunté mientras subíamos al ascensor.
Soltó una risotada.
-Le han llamado de una urgencia- me aclaró- Además esto es cosa de chicas- me guiñó un ojo.
-Gracias- dijo Edward con burla y todos reímos.
Una vez en el despacho de Espe, nos quitamos los abrigos y nos pusimos cómodos para todas las opiniones que nos esperaban.
-He buscado este fin de semana los colores, que a mi parecer, son lo más elegantes y sofisticados- comenzó Espe mientas encendía su ordenador.
-No te deberías haber molestado, Espe- susurró leah avergonzada.
-Tonterías, me encanta lo que hago- le aseguró con su perfecta sonrisa.
Una media hora después, todos estábamos metidos en colores, texturas y demás…
Golpearon en la puerta suavemente.
-Pasa- murmuró Espe quitándose las gafas y mirando en esa dirección.
-Buenos días- era Rose.
-Hola, cariño- saludó Espe y se acercó a ella.
-Perdonad el retraso.
-No te preocupes, Rose- dijo Espe abrazándola y Rose sonrió.
-Hola, chicos, ¿qué tal?
Rose estaba espectacular, realmente bella.
-Estás hermosísima- le dije con ternura cuando la saludé.
-Tú tampoco te quedas atrás, estás deslumbrante.
Terminaron los saludos y nos metimos de fondo en nuestra tarea.
Hasta las dos de la tarde, Leah no decidió el color de las rosas que adornarían los centros de las mesas…
O sea, que esto iba para largo.
-Perdonad porque sea tan indecisa, pero quiero que todo esté perfecto.
-Tranquila, si nos vieses a nosotras tres… te hubiera dado un ataque al corazón- le dije para quitarle hierro al asunto.
-Voy a ir abajo, ¿queréis algo, chicas?- preguntó mi hombre con elegancia.
-Una caña de crema y un batido de vainilla- murmuré sintiendo todas las miradas sobre mí- ¿Qué?- les dije viendo por el rabillo del ojo la mirada divertida de Edward.
-Nada, nada…- dijo Alice con burla.
-Pues yo quiero lo mismo- demandó Rose con una enorme sonrisa hacia mí.
-Pues a mí me apetece un buen plato de pasta…- murmuró la enana con emoción- Con mucho queso y salsa carbonara…- su cara parecía la de Homer Simpson buscando una de sus rosquillas.
Todos reímos.
-Al, aquí no venden nada de pasta, así que tómate un tentempié y luego iremos a por tu plato de pasta favorito- le guiñó su hermano.
-¿Enserio? ¿Al Bella Italia?- asumió por supuesto.
-Pues claro- dijo convencido y Al se levantó a comérselo a besos.
-Benditas hormonas…- creo que salió de los labios de Ed.
Rose y yo nos miramos y soltamos una carcajada, seguidas de Espe y Leah.
Con todos los mandados hechos, Edward se fue del despacho y todas suspiramos.
-Mi hijo tiene la paciencia de 100 hombres…- susurró Espe con nostalgia.
-La verdad es que la tiene- aseguré.
Para cuando Edward había vuelto, ya teníamos la decoración de los manteles y las flores para el ramo de novia.
Paramos a las tres y media para ir a comer y por supuesto, nos dirigimos al Bella Italia.
-Nuestro lugar favorito- asentí cuando Al me lo dijo.
Nos divertimos mucho en la comida, bromeando que Jake no soportaría lo sensual que se vería Leah el día de la boda y se podría quedar viuda antes de ser esposa siquiera.
-Lo vas a impresionar, créeme- siguió Rose.
-Eso espero- dijo Leah con entusiasmo.
Terminamos y volvimos a la oficina de Espe.
Me lo estaba pasando realmente bien y encima estábamos ayudando a una buena amiga. ¿Qué más se podía pedir?
-Te puedo recomendar un buen catering y buen sitio para celebrarlo y por supuesto, la mejor modista de todos los EE.UU. para hacerte el vestido de novia- aseguró Espe dándonos un descanso- pero eso ya es tu elección, querida- Leah abrió mucho los ojos.
-Es demasiado, Espe- dijo agachando la mirada.
-Para nada, cariño, déjame hacer unas llamadas y lo tendremos listo para dos semanas- le guiñó el ojo y le levantó para dirigirse hacia su mesa.
-Es realmente increíble- murmuró Leah tocando la tela de la que sería el mantel de las mesas de la celebración.
-Lo es- le aseguré y le cogí ambas manos- Te ayudaremos, ya te lo dijimos, para que tu boda sea perfecta, créeme- me sonrió ampliamente.
-Vale, Leah- intervino la enana, que últimamente estaba muy callada- Ahora me tienes que hacer una descripción del vestido de tus sueños- le dijo cogiendo papel y lápiz y mirándola con entusiasmo.
Y así siguió toda la semana, de telas y colores hasta la visita de la gran modista.
-Ése es el tuyo- aseguró Rose antes de volver a meterse en la boca el chupa chups que estaba chupando.
Todas sonreímos mientras asentíamos.
El lunes, llegó la incorporación de Edward al hospital y definitivamente mi querido esposo era una pesadilla cuando se lo proponía…
Entendía su miedo, yo también lo tenía, pero teníamos que pasar página para seguir nuestra vida.
-Bella- me llamó Edward por enésima vez esa mañana.
-Sí, cariño, voy a llamarte si lo necesito, no voy a hacer esfuerzos y no me voy a estresar…- puse los ojos en blanco como una niña pequeña.
-Promételo- dijo cogiéndome la cara con ambas manos.
-Edward- le dije mirándolo a los ojos- Tranquilízate, por favor, te llamaré si necesito algo y tu madre va a venir en una hora, así que, por favor, tranquilo- asintió lentamente y posó sus labios en los míos delicadamente.
-Te amo, mi vida- susurró sobre mis labios.
-Y yo a ti, hermoso- le robé un último beso antes de separarme de él- Salva a muchos niños- le guiñé un ojo y él me dedicó mi sonrisa favorita.
-Siempre- cogió su maletín y lo acompañé a la puerta.
-Te amo- le repetí y nunca me cansaría de decírselo.
-Yo más, preciosa- me besó de nuevo y se despidió con la mano hasta que las puertas del ascensor de cerraron.
-Bueno, cariño- me dirigí a Yuna- nos quedamos solitas y en breve, vendrá Espe- la miré y ella me ladró- Sí, vamos de paseo.
Otra semana pasó increíblemente rápido y mis cuatro meses ya se hacían notar bastante.
-Madre mía… sí que va a ser grande…- murmuró Alice con una más que abultada barriga.
-Sí- asentí mientras posaba ambas manos en mi vientre.
Estábamos en la última prueba del vestido de Leah y esta vez no habían podido venir ni Espe ni Rose.
-Leah se ve muy ilusionada, me alegro muchísimo por ambos- murmuré mientras miraba la puerta del probador donde estaba Leah.
Ambas estábamos sentadas en los cómodos sofás de la tienda.
-Y que lo digas- concordó conmigo- Y Jake es un sol… no ha parado de llamarnos para agradecernos- asentí recordando las innumerables llamadas de mi amigo para darme las gracias.
En ese momento, sonó mi móvil.
Era mi hombre.
-Hola, precioso- le saludé con entusiasmo- ¿Qué tal el día?
-Hola, nena- me encantaba cuando me decía nena, de verdad que era muy sexy…- Muy bien, echándote de menos…- si es que estas cosas me podía…
-Y yo a ti, estoy deseando estar en casa y que vengas para mimarme- le aseguré con una enorme sonrisa bailando en mis labios.
-Yo también estoy deseando que sean las ocho para verte, mi vida- suspiramos los dos.
Y así eran todas nuestras conversaciones durante todo el día.
Tenía que confesar que nos llamábamos por lo menos quince veces, pero no podíamos evitarlo.
-Qué romanticismo por dios…- susurró la enana enterándose de nuestra conversación.
-Shh, calla- le dije a la enana que soltó una risilla.
-Envidiosa…- susurró Edward con burla- ¿Qué tal Leah?
-Está probándose el vestido y…
-¿QUÉ TAL, CHICAS?- gritó emocionada Leah saliendo como un torbellino del probador.
Uau…
Estaba realmente increíble.
-Estás increíble- dije en voz alta y ella me dedicó una sonrisa.
-Nena, después hablamos, que no quiero distraerte- qué tierno era.
-En todo caso sería al revés- Edward soltó una carcajada- Te amo, nos vemos pronto.
-Te amo, cuídate, pequeña- y colgamos.
-Perfecta, vuélvete, cariño- dijo Alice mientras se levantaba con un poco de esfuerzo y acercándose a Leah. Ésta le hizo caso- Perfecto, te queda como un guante, definitivamente Jake le dará un infarto- las tres soltamos una sonora carcajada.
-La verdad es que te queda como un guante, coincido con Alice- dijo Mayoret, la mejor modista de todos los EE.UU.- El novio quedará prendado- dijo con un vocabulario acorde a su edad.
Volvimos a reír.
Leah volvió al probador para quitarse el vestido y Al y yo nos encaminamos a la caja para pagar, ya que sería uno de nuestros regalos de boda.
-No lo va a aceptar- le dije cuando Alice le entregó a la simpática muchacha la tarjeta.
-Bueno… es un regalo y los regalos se aceptan todos- aseguró la enana como siempre y cuando terminamos de pagar, nos encaminamos hacia los probadores, pero algo detuvo nuestro andar…
Se escuchó como si algo se rasgara y luego caer agua.
Miré directamente a Alice y le fruncí el ceño, ella estaba tan blanca como la cal con su mirada perdida en la mía.
-Bella…- susurró Alice agarrándome el brazo con demasiada fuerza.
-¿Qué pas…?- no me dio tiempo a más nada, sentí agua mojando mis zapatos y miré hacia abajo.
No podía estar pasando esto aquí y ahora…
Pero Megan tenía otros planes para su madre y para mí…



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¡¡¡¡¡BUENÍSIMAS TARDES A TOD@!!!!!
YA ESTOY DE VUELTA, DE SÚPER VUELTA Y MIRA QUÉ REGALITO OS HE TRAÍDO!!!!
NECESITABA DE ESTE TIEMPO PARA DESPEJAR MI LOCA MENTE Y PENSAR EN MILES DE COSAS, PERO AQUÍ ESTOY, CON LAS PILAS SÚPER RECARGADAS Y ESPERANDO VUESTROS HERMOSOS COMENTARIOS, QUE COMO SIEMPRE DIGO, ES EL ALICIENTE PARA SEGUIR Y SEGUIR CON MI DROGA PERSONAL.
LAS PALABRAS YA SALEN SOLAS Y NI SIQUIERA NECESITO PENSAR MUCHO EN ESCRIBIR PARA QUE ME SALGAN LAS HISTORIAS A MI GUSTO.
SÓLO ESPERO QUE ESTÉIS ESTUPENDAMENTE Y QUE TENGÁIS UN ¡¡¡MUY FELIZ AÑOS NUEVO!!! QUE ESTE AÑO ESTÉ LLENO DE COSAS ESPECIALES PARA TOD@S VOSOTR@S Y QUE SE CUMPLAN TODOS VUESTROS DESEOS.
COMO SIEMPRE, ESPERO QUE OS GUSTE Y ESTÉ AL NIVEL REQUERIDO. LO HE ESCRITO CON TODO MI AMOR Y PASIÓN PARA TOD@S VOSOTR@S.
LO DICHO, QUE TENGÁIS UNA BUENÍSIMA SEMANA Y ESPERO, DE TODO CORAZÓN, QUE ME PERDONÉIS POR MI LARGA AUSENCIA. ESPERO RECOMPENSAROS A PARTIR DE HOY.
MILLONES DE GRACIAS A TOD@S LOS QUE HAN SEGUIDO VISITANDO EL BLOG Y DEJARME PALABRAS DE ALIENTO EN EL CHAT E INCLUSO, EN COMENTARIOS EN FANFICTION Y EN MI CORREO ELECTRÓNICO. ¡SOIS GRANDES DE TODO CORAZÓN!
VUESTRA SIEMPRE,
ROMIINA DALYN.

PD: YA TENGO EL APELLIDO QUE SIEMPRE ESTABA BUSCANDO xD