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Capítulo
33: Vuelta a la rutina.
Bella pov.
Nos
encaminamos todos hacia el instituto.
Sería el
último año de Emmett y mío.
-¿Nerviosa?-
agarré la mano de Rose y la miré con una sonrisa.
Estábamos
en la parte trasera del jeep, mientras que Em y Ed estaban delante, charlando
del nuevo curso.
-La verdad
es que sí- me confesó- Lo que más me preocupa es el qué dirán todos en el
instituto…- sus ojos se cerraron momentáneamente.
-Ya
hablamos de ello, Ross- la miré más profundamente- y no tienes de qué
preocuparte, estoy segura que no dirán nada, más les vale con eso- me sonrió y
me abrazó efusivamente.
Llegamos
muy rápido.
-¿Preparadas,
chicas?- Em se volvió y nos dedicó una sonrisa tierna e infantil.
-Pues claro-
le contesté y le saqué la lengua, él amplió su sonrisa.
-Sí-
murmuró Ross convencida.
Salimos del
coche y nos encaminamos hacia la puerta principal.
-Nosotros
dos tenemos que hablar con el director- nos anunció Ed cuando nos paramos en el
pasillo principal.
-Vale,
tranquilos, chicos- les miré- Ya lo saben, así que no tienen que prejuzgar
nada.
Yo, junto
con Emmett, fuimos los que acompañamos a Esme y a Carliste para hablar con el
director de la situación de Ross.
-Gracias,
de verdad, por ayudarnos tanto, chicos- a Ross se le escapó una lagrimilla de
su ojo izquierdo y la abracé.
-Oh, vamos,
¿os abrazáis sin mí?- se escuchó la voz de la enana y todos soltamos una
risilla antes de que se uniesen a nuestro abrazo.
Todos nos
mirarían, pero no se extrañarían, ya que no era la primera vez que nos dábamos
“nuestro abrazo”.
Estuvimos
unos minutos así, los justos para que el timbre sonara, indicando que cada uno
debería estar en su clase.
-Todo
saldrá bien- aseguró Alice.
-Nos vemos
más tarde- intervine yo mientras cogía la mano de Emmett y le sonreía feliz.
-Gracias a
todos- susurró Ross con una sonrisa antes de dirigirse junto a Edward hacia el
despacho del director.
Miramos
nuestro curso y la clase que nos tocaría este último año y nos encaminamos
hacia ella. Al tercer piso.
-¿Preparada
para nuestro último año?- me susurró en el oído Em antes de dar dos golpes en
la puerta de la que sería nuestra clase.
-Contigo a
mi lado, siempre- le aclaré sintiendo el vello de la nuca erizarse.
-Pase- dijo
una voz grave al otro lado de la puerta y Emmett abrió la puerta y dejó que yo
pasase primero.
Por eso
estaba enamorada de él, porque a veces era tan rudo que me volvía loca y otras
veces tan dulce como el caramelo, cosa que me enloquecía también. Y por
supuesto, su caballerosidad que muchos dirían que hoy en día no se llevaba…
Y una
mierda no se llevaba.
Sonreí como
una imbécil por mis pensamientos y miré a todos en general.
-Buenos
días- dije con voz de niña buena y sentí que Emmett me seguía muy de cerca.
-Buenos
días- dijo el profesor en el mismo tono que antes.
Nos
presentamos y nos mandó a que nos sentáramos.
-Bien… como
les estaba diciendo a sus compañeros, este curso es el final de todo este largo
ciclo- puse cara de “obvio” y sentí cómo se formaba una sonrisa en los exquisitos
labios de Em- Este curso será corto, pero intenso, tenemos un mes y medio menos
que en todos los anteriores, pero será difícil, chicos- nos aclaró- Yo les daré
historia del arte y seré vuestro tutor- intentó sonreír, pero le salió una
mueca- Y les diré de entrada, soy muy exigente, pero si necesitan ayuda, no
duden en pedirla.
Rodé los
ojos y Emmett soltó una risilla.
¿Estaba
mirándome todo el tiempo o qué?
Lo miré y
efectivamente, esos dos pozos azules como el mar, me miraban intensamente, perdiéndose
en mi mirada.
-Por
cierto- sus ojos estaban ardiendo y yo, instintivamente, rocé mi labio inferior
con la lengua- Tengo aquí la resolución de la competición de baile de fin de
curso y el nombre de la reina de primavera de este año- quité la mirada de la
de Emmett y volví a mirar al profesor con entusiasmo.
-Ya era
hora, señor Rails- ¿no iba a cambiar esa voz de prostituta que tenía?- Ya estoy
organizando todo para este año…- suspiró como si de verdad le costara
planificar las reuniones con los profesores, viajes de fin de curso y fiesta
del mismo.
Ridícula.
-Pues la
verdad, señorita Denali, este año no va a tener que cargar con ese peso…- ahora
sí que le salió una sonrisa al profesor.
Sonreí por
dos cosas, la primera vaya corte para la señorita “sabelotodo” y la otra,
porque parecía que al profesor le divertía que ella no fuera la reina de
primavera por primera vez.
-¿Cómo
dice, profesor?- se levantó de su asiento, dejando ver parte de su culo con el
cinturón llamado falda que llevaba.
-Sí, este año
la reina de primavera será la señorita Swan- su mirada se dirigió a mí y yo
abrí mucho los ojos- Isabella, enhorabuena, usted es la reina de primavera de
este año- me sonrió y yo me quedé mirándolo.
-Felicidades,
nena, te lo mereces- me susurró Emmett cerca de mi oído.
-¡¿Qué?!-
gritó la estúpida de Tanya.
-Por favor,
siéntese- el profesor la miró severamente y la miré a ella, con mi mejor cara
de “jódete, perra”.
-Eso es un
insulto- me estaba tocando la moral…
-Señor
Rails- lo llamé por primera vez y pude sentir el suspiro de satisfacción de Em-
Si me permite- me levanté y me giré en la dirección de la zorrita- Tanya,
cariño- puse mi mejor voz dulce y todos soltaron risillas, obviamente no me lo
creía ni yo- No seas insolente ni malcriada- podía jurar que el señor Rails
tosió para ocultar una carcajada. Bien, vamos estupendamente- Ya era hora de
que no te preocuparas tanto por los demás, bonita- le sonreí con mi mejor
sonrisa y su cara estaba a punto de explotar.
Me senté y
Emmett se tapó la boca disimuladamente a la vez que me apretaba la rodilla.
-Eres
increíble- susurró cuando sofocó la carcajada y le sonreí triunfalmente.
-Eres una
insolente- susurró lo justo, pero el profesor se enteró de lleno.
Pobre…
-Señorita
Denali, váyase de mi clase y dígale al director que ahora nos reuniremos los
tres, no voy a dejar pasar ni una falta de educación en mi clase- le recriminó
con mirada de ogro y ella se hizo la víctima.
-Pero, por
favor… si yo no he…
-Me da
igual lo que haga o deje de hacer, señorita, afuera, ahora- su tono de voz no
se alzaba ni un poquito, pero no por eso era menos amenazante.
Ella
recogió sus cosas y pasó por mi lado.
-Te haré un
año imposible, señorita reina de primavera- me susurró, ahora sí bajito y le
sonreí más ampliamente aún, provocando que diera un sonoro portazo cuando se
fue de clase.
Y como era
de esperar, los meses avanzaban y eran como el Señor Rails nos había avisado en
nuestro primer día de clase, intenso…muy intenso.
-¿Qué tal
estás llevando las reuniones y todo lo demás con el curso, cariño?- me preguntó
Rose tocándose su tripita de seis meses.
-Muy bien,
es llevadero, pero todo gracias a mi osito- giré un poco mi cara para besarle
en la mejilla y él me apretó la mano que teníamos cogida- Todavía recuerdo la
carita de Tanya cuando se enteró que no sería reina de primavera…
Todos
soltamos una enorme carcajada recordando la escena que armó delante de todos
diciendo que ella era la única reina de primavera.
Ridícula
una vez más.
-Qué
poquito queda para que nazca mi sobrina- declaró Em antes te tocarle el vientre
y ella le sonrió.
-Sí, porque
es niña, ¿verdad, Bella?- me preguntó Alice la sabionda.
-Sí, sí…-
rodé los ojos, provocando la risa de todos, nuevamente- Ya no te diré que no
ves el futuro nunca más…
-Así me
gusta- se metió un trozo de piña en la boca y me sonrió feliz.
-La verdad
es que tengo muchísimas ganas de que nazca ya y verle la carita- susurró Rose
melancólica.
Cómo había
cambiado mi Rose camionero…
-Sobre todo
para vestirla con mil modelos todos los días…- la enana y sus sueños.
-De eso
nada, no me la amaricones, ¿eh?- Em y sus rabietas con la enana de cómo tratar
a la futura pequeña de la casa.
Sonreí sin
poder evitarlo.
-Decid lo
que queráis, pero mi niña será igual de hermosa que su madre- Edward estaba
radiante con la idea y eso los hacía ver como una auténtica familia.
-Me da
igual, pero su tata la enseñará a conocer los buenos motores alemanes…- murmuré
yo distraídamente, pero con una sonrisa.
-¿Me los
enseñas a mí primero?- dijo Emmett socarrón alzando una ceja y le tiré una
patata a la cabeza.
-A ti
siempre, cariño- le guiñé y todos rieron a carcajadas.
-Ya está
aquí la Navidad…- giré mi cabeza bruscamente en dirección a la enana.
-Sí, Alice
y ni se te ocurra hacer algo parecido a lo que hiciste por mi cumpleaños- la
amenacé con mi dedo índice en su dirección.
Y todos se
empezaron a descojonar.
-Oh, venga
ya…- la enana era la única que no se reía lógicamente- Si fue una fiestecilla
de nada…- se miró sus uñas perfectamente pintadas como si el tema no fuera con
ella.
-¿Te parece
una “fiestecilla de nada”- hice comillas con mis dedos mientras lo decía- con
casi quinientos invitados?- abrí muchos los ojos por su reacción de total
pasividad.
-Sí, una
fiestecilla de nada…- aclaró como si nada.
Otra ronda
de carcajadas sonó a nuestro alrededor.
Todavía me
acordaba de mi cumpleaños, cómo para olvidarse…
Nos hizo a
todos vestirnos como de gala y no faltó de nada, desde pista de baile
profesional hasta invitados de grandes firmas de moda…
Vamos, una
puta locura todo, pero no iba admitir, que me había encantado conocer a los
dueños de las firmas que vestía, pero sobre todo, lo que más me había gustado
lo oculto que lo habían tenido los granujillas estos para que no me diese
cuenta de nada.
Se me
saltaron las lágrimas cuando Emmett me regaló una pulsera en la que ponía “Siempre tuyo, Emmett Cullen.” de un
finísimo oro blanco con detallitos azules, recodándome a sus ojazos que me
llevaban al infinito. Tampoco faltaron las llantas de mis sueños para mi
preciado TT. Ni el vestido que tanto había querido desde que lo vi hacía días
atrás en unos de los días que fuimos al centro comercial para las compras de
nuestra sobrina. Ni miles de cosas que tendría que pensar para acordarme de
todas ellas.
Pero lo que
de verdad no faltó, fue el amor y el cariño de las personas que amaba. Eso, eso
no estaba pagado con nada.
-No puedes
decir que no te gustó- aclaró la enana apuntándome con el mismo dedo que yo le
había apuntado segundos antes.
-Sí, Alice,
me encantó, lo sabes- ella sonrió triunfal- pero no puedes llevar todas las
fiestas como si fueran la última- ella me miró profundamente.
-Bueno…
porque quiero y porque puedo, señorita “te encantó tu fiesta”- vale, sabía que
sería para nada discutir con la enana.
-Vale, haz
lo que quieras, pero, por Dios- todos me miraron- Ni me raptes ni me tengas
encerrada en tu habitación del dolor por días- le advertí y ella asintió
rodando los ojos.
Se rieron
de nuevo, contagiándonos a nosotras también la risa.
Éramos todo
un caso, pero siempre sabíamos que nos querríamos por encima de todo.
-Chicos,
estamos barajando nombres para nuestra nena- declaró Rose limpiándose una
lágrima de las carcajadas que se había metido.
-Oh, menos
mal- intervino Jazz- Pensé que no os aclararíais nunca…
-Jajaja,
muy gracioso, Jazz- respondió su hermana sin dejar de hacer círculos en su
abultada panza.
-Vale,
hemos barajado la posibilidad de Nisdin, Esme o Rosalie- habló Ed- ¿Qué os
parece?
-¿Enserio?-
siempre me habían gustado los nombres raros- Nisdin me encanta, chicos, enserio-
les miré con dulzura.
-Amo a mi
madre y quiero a mi cuñada con todo mi ser, pero me encanta Nisdin- admitió mi
grandullón antes de cogerme y ponerme en su regazo. Le sonreí arrebatadoramente
y le besé suavemente en la nariz antes de mirar a los chicos.
-Yo opino
igual que mi hermano- la enana le había convencido el nombre y todos las
miramos con cara de “haba”- ¿Qué?
-Te hemos
convencido muy fácil…- dijo Edward burlón.
-Es que el
nombre es precioso- admitió y punto en boca, señores.
-El nombre
que elijáis, será precioso- Jazz y su ternura.
Dicho y
hecho, nuestra nena se llamaría Nisdin.
Pasó la
semana trágica de exámenes para Emmett y para mí y juro por Dios que me iba a
quedar sin neuronas de un momento a otro.
-Al fin…-
solté un gran suspiro cuando acabé el último examen del año.
Me levanté
y bajé los escalones elegantemente y con soltura, a pesar de mis taconazos de
diez centímetros.
La verdad
que parecíamos la típica serie de adolescentes con uniforme sexy en los
institutos, pero me daba lo mismo. Me encantaban “los arreglos” que le hacíamos
a nuestros uniformes entre Alice, Rose y yo.
Sentí la
mirada de Em quemarme en la nuca y le entregué el examen al señor Rails.
-¿Qué tal,
señorita Swan?- habíamos hecho buenas migas en estos meses.
-Estupendamente,
señor Rails, el arte griego, mi favorito- le sonreí y me encaminé hacia mi
asiento.
Miré hacia
Em y éste se levantó con el papel en la mano y me comió, literalmente, con la
mirada.
-Te como
entera, nena- susurró cuando yo subía y él bajaba las escaleras y una sonrisa
tonta se plantó en mis labios.
Yo sí que
te comía entero.
Me senté y
comencé a recoger mis cosas para meterlas en mi mochila.
Ahora sí
daba por terminada esta primera evaluación y el comienzo de las vacaciones de
Navidad.
-Todos los
que hayan terminado el examen, pueden irse- anunció el profesor y me levanté
rápidamente y miré hacia el señor Rails- Que tengan una Feliz Navidad, alumnos.
Me gustaba
el grado de educación y límite que ponía este profesor a sus alumnos.
Esperé a
Emmett, impacientemente, y juntos, nos fuimos de clase.
-Bien-
suspiré de alivio, a lo que Emmett sonrió y me cogió de la cintura. Me impulsó
y yo enrollé, casi por inercia, mis piernas en sus caderas.
-Ahora te
tendré para mí solo todo el día- me sonrió y se acercó a mi oído- He estado
pensando…- su aliento se coló en mi oreja y me estremecí- podemos irnos ahora
mismo a comer para celebrar nuestro último examen y después nos podemos ir a
Portland- sonreí porque sabía lo que significaba eso.
-Sí- ahora
me tocó a mí susurrarle en su oído- y te haré vibrar, cariño- le lamí el lóbulo
de la oreja y gimió bajo.
-Como te
siga cogiendo así…- me apretó las nalgas con fuerza y gemí audiblemente- me
temo que no voy a ser un caballero…
Oh, por
favor, no necesito que lo seas y menos con esa voz tan erótica.
-No lo
seas- le supliqué y busqué sus ojos para fundirme con ellos.
-Chicos, no
tenéis vergüenza…- se escuchó la voz de la enana y Emmett me soltó con
delicadeza y me bajé un poco la corta falda.
-Venga ya,
Alice, eso es porque no has visto lo que hacemos a tus espaldas…- le dije con
una sonrisa pícara.
-Qué asco-
me encantaba que la enana se pusiera así.
-Enana, nos
vamos, ¿dónde están los demás?
-Hola,
chicos- nos giramos y saludamos a Jazz.
-Bien,
ahora sí que podemos irnos- insistí ansiosa de llegar a Portland y hacer el
amor hasta perder el sentido en el hotel que se había convertido en nuestro
“favorito”, ya que lo solíamos frecuentar cada dos semanas. Necesitábamos un
poco de intimidad…- Hola, Jazz, adiós, Jazz-provoqué la risa de los dos chicos.
-Qué
ansiosa, como siempre…- me susurró Emmett cogiendo mi mochila del suelo, la
cual había soltado cuando me subí a su cuerpo, y me cogió de la mano.
-¿Dónde
creéis que vais?- la enana se puso en jarras.
-A follar-
le dije clara en un tono moderado por si había algún espectador.
Emmett se
tronchó de la risa.
-Qué fina…-
la enana me sonrió con gracia- Vale, ¿para cuándo os esperamos?- Jazz se acercó
a ella y se besaron tiernamente.
-No lo sé…
ya os llamaremos- dijo mi osito y nos fuimos casi corriendo entre risas,
escapando de las garras de la enana.
Nos
montamos en el TT y arranqué el motor.
-¿Quieres
que conduzca yo?- murmuró Em mirándome a los ojos.
-No,
cariño, gracias- le sonreí y me acerqué para besarle.
-Te amo- me
susurró sobre los labios y me lamió el labio inferior.
-Uhm…-
ronroneé como una gata y sus exquisitos labios se curvaron en una sonrisa
arrebatadora.
-Muévete o
tendré que follarte aquí y nos denunciaran por escándalo público- ¿por qué
tenía que susurrarlo con esa voz tan caliente? Se separó de mí y se puso el
cinturón de seguridad.
-¿Escándalo
público?- metí primera y salimos del parking del instituto, no sin hacer un
enorme esfuerzo, porque de lo único que tenía ganas era de ponerme encima suya
y hacerle el amor- Qué interesante…- lo miré de reojo y me dedicó mi sonrisa
favorita.
-Más
interesante será lo que haremos en una hora aproximadamente…- gemí audiblemente
y él le causó gracia.
-Como sigas
hablando de ese tema, voy a parar el coche y te voy a violar, Emmett Cullen- le
amenacé quitando la mirada de la carretera.
-No sería
una violación…- tuve que soltar una carcajada por la cara de pervertido sexual
que puso.
-Vale… no
me desconcentres- él pareció entenderlo del todo y encendió el reproductor mp3.
Comenzó a
sonar nuestra canción y la cantamos de principio a fin, recordando el baile de
fin de curso.
Qué
caliente fue…
Llegamos a
Portland rápidamente y nos encaminamos hacia el restaurante de comida española
que había justo al lado de nuestro hotel.
-¿Qué tal
pulpo a la gallega?- sugirió Em mirando la carta, ya sentados en nuestra mesa
de siempre.
-Me parece
perfecto- le sonreí y le miré con todo el deseo que floraba en todo mi cuerpo.
-Bien- hizo
un gesto para llamar a Marcos, el camarero que ya nos conocía tan bien.
-Díganme,
mis niños- siempre nos decía lo mismo, me encantaba su cariño y sobre todo, su
acento español.
Pedimos
nuestra comida y le di un sorbo a mi Coca-cola.
-Te amo,
Isabella Swan- cogió su vaso y lo alzó- Por la mujer más hermosa y maravillosa
de todas- sonreí como una idiota y alcé mi vaso.
-Por el
hombre más educado, sexy, guapo y caliente que conozco- le guiñé un ojo y me
lamí los labios.
-¿Todo
eso?- alzó las cejas divertido y sonrió al ver mi asentimiento.
-Y me quedo
corta…- le aseguré posando mi vaso en la mesa- Lo eres todo para mí- me fundí
en su mirada azul, perdiéndome completamente en ella.
No sé
cuánto tiempo estuvimos así, quizás bastante, ya que Marcos nos dejó nuestros
respectivos platos delante de cada uno y quité el contacto visual para agradecerle
a este hombre que podría ser mi padre…
Papá…
Una
solitaria lágrima rodó por mi mejilla casi sin darme cuenta y mucho menos, sin
poder detenerla.
-Ey- Em se
levantó y se acercó a mí. Se puso en cuclillas y me cogió ambas manos- No
quiero que llores, ¿qué pasa?- me giré lo justo para abrazarle.
Necesitaba
este abrazo como el aire para respirar.
-Me he
acordado de mi padre…- él me apretó más contra su enorme pecho y yo puse mi
cara en el hueco de su cuello.
-Tranquila,
nena- esas, simples, palabras bastaron para poder tranquilizarme y no recordar
esa horrible noche.
-Vale…-
susurré sobre su piel y me separé de él con una pequeña sonrisa- Gracias por
siempre tranquilizarme cuando lo necesito, osito- me sonrió con sus hoyuelos de
niño y me besó suavemente en los labios.
-Siempre
estaré para ti, preciosa- se incorporó y me besó en al frente antes de volver a
su asiento.
Después de
este pequeño detalle triste, que aún me costaba un poco pensar en mis padres,
comimos entre risas y ocurrencias locas por parte de los dos.
-Isdin… me
encanta el nombre, de verdad- susurré antes de meterme un trozo de tarta en la
boca. Gemí de gusto.
Qué buena
estaba.
-Es muy
bonito- aseguró Em- pero más bonita eres tú, hermosa- me sonrió de esa manera
que debería ser ilegal y pidió la cuenta rápidamente.
Salimos del
restaurante, cogidos de la mano, y con el ambiente sexual que siempre nos
caracterizaba.
-Estoy
deseando hundirme en ti- me susurró en el oído y su caliente aliento entró de
lleno en contacto con mi piel, provocando que el pelo de mi nuca se erizara.
Sentí su
sonrisa sobre el lóbulo de mi oreja y me dio una cachetada fuerte en el trasero
antes de entrar en el hotel.
Gruñí de
satisfacción y él me apretó más contra su cuerpo.
Nos
acercamos al mostrador, dónde estaba la misma recepcionista de siempre.
-Buenas
tardes- nos sonrió- ¿En qué puedo ayudarles?
Tuve que
rodar los ojos…
¿Pues en
qué nos vas a ayudar? ¿A subirnos al ascensor?
-Buenas-
dijo Emmett, yo estaba completamente muda por el ataque, nada decoroso, de mi
novio hacía tan sólo unos segundos...- Tengo una reserva para la suite
presidencial- automáticamente cogió su cartera y puso su tarjeta encima del
mostrador.
Menos mal
que había llamado en el coche para averiguar si estaba disponible o no.
Sonreí como
una imbécil por la fantástica noche que nos esperaba.
-Estupendo-
dijo la chica satisfecha mirando a la pantalla que tenía delante, y siguió los
mismos pasos de siempre y le entregó a Emmett su tarjeta de crédito y la
tarjeta de la habitación- Que pasen una buena noche- nos sonrió ampliamente.
-Seguro-
dije en un susurró y nos encaminamos hacia los ascensores.
Nos subimos
rápidamente en el que estaba en nuestra planta y Emmett marcó el último piso,
antes de dirigirme una mirada ardiente, el detonante final para abalanzarme a
su cuerpo.
Lo cogí por
la nuca, sin dificultad ninguna, gracias benditos tacones de diez centímetros,
y adentré mi lengua fuertemente en su boca, sin ningún pudor.
Él gimió ante
mi agresivo ataque y cogió, fuertemente, mis muslos y me alzó sin dificultad.
Enrollé mis piernas en su cintura y él pasó sus varoniles manos desde mi muslo
hasta mi trasero, apretándolo fuertemente.
Gemí y me
separé de él para poder respirar, pero no me dio ninguna tregua.
-Sabes tan
bien, preciosa…- susurró sobre la piel de mi cuello, ronca y sexy, haciendo que
mis bellos se pusieran de punta.
Demasiado
rápido sonó la tan conocida melodía, indicando que habíamos llegado a nuestro
destino, pero Emmett ni siquiera me bajó de su cuerpo.
Mis brazos se
enrollaron en su cuello y él comenzó a caminar, sin dejar de besarme.
Pude oír el
“click” de la puerta al abrirse y luego cerrarse de un portazo.
-Quiero
hundirme en ti- murmuró en mi oído antes de morderme el lóbulo de la oreja y
empujarme contra la puerta, lo suficientemente fuerte para hacer que mi cuerpo
se calentara aún más.
Comencé a
quitarle los botones de su camisa mientras él me sostenía con fuerza,
devorándome los labios. Conseguí quitarle el último botón rápidamente y deslicé
su camisa por su ancha espalda, pasando mis uñas por sus fuertes brazos,
provocando un gruñido por su parte.
Oh, sí.
Cómo me
gustaba saber, ver y oír lo que provocaba en su cuerpo.
Me posó en
el suelo con delicadeza y me arrancó, literalmente, la camisa que llevaba del
uniforme, haciendo que los botones estallaran por todos lados.
Lo miré
ardientemente antes de cogerlo, nuevamente, por la nuca, y comenzar la guerra
más ardiente de todas con nuestras lenguas.
Mis manos
bajaron rápidamente hacia su bragueta y su miembro estaba más que preparado,
iba a estallar en cualquier momento en el pequeño espacio del pantalón.
Son órdenes
para mí, mi querido Em.
Quité la
hebilla del cinturón hábilmente y le di un jalón, provocando que sus labios
bajaran de la base de mi cuello hasta el nacimiento de mis pechos.
-Oh, nena…-
susurró con voz caliente antes de quitarme el sujetador rápidamente y chupar un
pezón.
-Oh, joder…-
me arqueé facilitándole el acceso a mi erguido pezón.
Cerré los
ojos, deleitándome lo que su exquisita lengua le hacía a mi cuerpo…
Cuando pude
concentrarme un poco en lo que tenía que hacer, bajé de un jalón la cremallera
de su pantalón, no sé si la había roto o no, pero me daba igual. Eso pareció
ser la bomba final para que su instinto más animal se avivara, ya que bajó la
cremallera de mi falda, que se encontraba en mi cadera y la bajó, junto con mi
tanga, haciendo que las dos prendas cayeran a mis pies.
-Eres tan
jodidamente sexy y caliente…- lo miré un momento antes de sacar su miembro y
lamerme el labio inferior, incitándolo y provocándolo todavía más.
Me mordí el
labio y me puse en cuchillas para chupar la punta de esa polla que tanto amaba.
Sonaba
borde y nada bien visto en una señorita hablar así, pero me importaba un poco
una mierda en este momento.
Tenía al
hombre más jodidamente caliente de todo el planeta para mí solita.
-Oh…- gimió
cuando me metí su miembro casi entero en mi boca, llegándome a la garganta y
provocando que él bajara sus manos hacia mi cabeza, dirigiendo los movimientos
a su antojo.
Subí mi
cabeza y le miré directamente a la cara, ésta estaba echada hacia atrás y sus
ojos estaban cerrados completamente con su boca entre abierta.
La imagen
más jodidamente sexy que podría ver jamás…
Justo
cuando iba a sacarla de mi boca y meterla otra vez fuertemente, cogió mis
manos, que estaban apoyadas en su trasero, y me alzó fuertemente, mirándome con
esa mirada de “o paras o me corro”.
Sonreí como
la perra caliente que era y él sonrió provocativamente, antes de quitarse los
zapatos a empujones y el resto de la ropa, cayó al suelo.
Me cogió el
trasero con ambas manos y me alzó de nuevo, enrollando él mis piernas en su
cintura y sintiendo la punta de su miembro contra mi húmeda entrada.
-Mía-
susurró antes de dejarme en una superficie, suave al tacto, y penetrarme de una
sola estocada.
-Oh, Dios…-
gemí perdiéndome en las sensaciones que estaba atravesando mi cuerpo en ese instante.
Necesitaba esto.
Me acercó
aún más a su cuerpo y en ese momento me di cuenta que aún llevaba mis tacones
puesto, por lo que con la parte del talón, empujé su trasero hacia mí, haciendo
que su miembro entrara más dentro, hasta llenarme por completo.
-Em…- gemí
de nuevo y él atacó mis labios fieramente.
Mis manos
estaban arañando su espalda y luego sus enormes brazos, haciéndolo sisear sobre
mis labios.
Noté como
si un látigo me diera en el punto exacto de mi entrada y ahí supe que mi final
estaría cerca.
-Mírame-
susurró separándose un poco de mí y dejando su miembro quieto en mi vagina.
Le obedecí
y la mirada con más amor y cariño que habría visto jamás, se interpuso en la
mía.
-Te amo-
susurró antes de moverse de nuevo y penetrándome fuerte, hasta el fondo, y eso
bastó para que gimiera como si mi vida dependiera de ello, liberándome en un
orgasmo devastador.
Él se
acercó más, como si eso fuera posible, y dejó que me apoyara en su pecho antes
de dejarse liberar también, derramándose en mí y terminándome de llenar por
completo.
-¡Bella!-
gritó antes de posar su frente en mi cabeza, sintiendo su errática respiración
en su pecho y la mía zumbar en mis oídos.
Nos fuimos
relajando poco a poco y de pronto, sentí un cansancio enorme, como si no
hubiera dormido en días, y la verdad era que no me alejaba mucho de la realidad…
-Te amo-
murmuré cuando mi respiración se había normalizado un poco y él me abrazó.
-Y yo a ti,
más que a mi vida, princesa- se separó un poco de mí y me besó en la frente-
Cada vez me planteo más en mandarle, al que inventó la píldora, el último
modelo de Audi…- solté una carcajada, sólo Em pensaría en esas cosas en este momento.
La verdad
es que yo también me alegraba de que diera el paso para tomarme la píldora
anticonceptiva. Eran todo ventajas.
-Sólo tú
pensarías en eso ahora- le quité un pequeño rizo que se había pegado en su
frente y me besó en los labios antes de salir de mi interior muy despacio.
-Hermosa-
me dijo antes de cogerme en brazos y llevarme a la habitación- Ahora a
descansar- me dejó suavemente en la confortable cama antes de agacharse y
quitarme los zapatos- No hay nada más caliente que follarte con éstos- me dijo
sonriendo con sus dos hoyuelos de niño, mientras sostenía mis zapatos en las
manos.
-Te
equivocas- le dije antes de bostezar- Lo más caliente que existe en el mundo
eres tú- le aseguré antes de acomodarme en la almohada.
Emmett
soltó una risilla, antes de meterse en la cama conmigo y nos tapó con la
sábana.
-Descansa,
mi vida- me acurruqué en su pecho y me dejé influenciar por Morfeo demasiado
pronto.
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Buenísimas noches!!!
Espero, antes que nada, que os haya gustado el capi, la verdad es que me he divertido mucho mientras lo escribía.
Como podréis observar, he modificado el calendario de publicaciones, y de momento, habrá un capi de cada historia por semana.
Poco a poco, iré adaptando el blog a lo que era antes y espero que vuestros comentarios no se hagan esperar! Los extraño muchísimo!
¿Qué os parece qué seguirá MEZCLA DE SENTIMIENTOS? ¿SERÁ PARA SIEMPRE ESTE PERFECTO AMOR? ¿O SE MEZCLARÁN TODOS LOS SENTIMIENTOS EN UNO SÓLO?
Tengo que deciros que el fic va a tener más capítulos de lo que pensaba, por lo que calculo tendrá unos 50 capítulos en total ;)
Por cierto, ¿qué me decís del nuevo look del blog? ¿Os gustan los colores que he elegido?
Espero que estéis tod@s estupendamente bien y que tengáis una tarde buenísima.
Millones de besos y abrazos a tod@s.
Buenas noches,
Romiina Dalyn.
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