Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

jueves, 6 de febrero de 2014

MEZCLA DE SENTIMIENTOS


*******************************
****************************
Capítulo 33: Vuelta a la rutina.
Bella pov.
Nos encaminamos todos hacia el instituto.
Sería el último año de Emmett y mío.
-¿Nerviosa?- agarré la mano de Rose y la miré con una sonrisa.
Estábamos en la parte trasera del jeep, mientras que Em y Ed estaban delante, charlando del nuevo curso.
-La verdad es que sí- me confesó- Lo que más me preocupa es el qué dirán todos en el instituto…- sus ojos se cerraron momentáneamente.
-Ya hablamos de ello, Ross- la miré más profundamente- y no tienes de qué preocuparte, estoy segura que no dirán nada, más les vale con eso- me sonrió y me abrazó efusivamente.
Llegamos muy rápido.
-¿Preparadas, chicas?- Em se volvió y nos dedicó una sonrisa tierna e infantil.
-Pues claro- le contesté y le saqué la lengua, él amplió su sonrisa.
-Sí- murmuró Ross convencida.
Salimos del coche y nos encaminamos hacia la puerta principal.
-Nosotros dos tenemos que hablar con el director- nos anunció Ed cuando nos paramos en el pasillo principal.
-Vale, tranquilos, chicos- les miré- Ya lo saben, así que no tienen que prejuzgar nada.
Yo, junto con Emmett, fuimos los que acompañamos a Esme y a Carliste para hablar con el director de la situación de Ross.
-Gracias, de verdad, por ayudarnos tanto, chicos- a Ross se le escapó una lagrimilla de su ojo izquierdo y la abracé.
-Oh, vamos, ¿os abrazáis sin mí?- se escuchó la voz de la enana y todos soltamos una risilla antes de que se uniesen a nuestro abrazo.
Todos nos mirarían, pero no se extrañarían, ya que no era la primera vez que nos dábamos “nuestro abrazo”.
Estuvimos unos minutos así, los justos para que el timbre sonara, indicando que cada uno debería estar en su clase.
-Todo saldrá bien- aseguró Alice.
-Nos vemos más tarde- intervine yo mientras cogía la mano de Emmett y le sonreía feliz.
-Gracias a todos- susurró Ross con una sonrisa antes de dirigirse junto a Edward hacia el despacho del director.
Miramos nuestro curso y la clase que nos tocaría este último año y nos encaminamos hacia ella. Al tercer piso.
-¿Preparada para nuestro último año?- me susurró en el oído Em antes de dar dos golpes en la puerta de la que sería nuestra clase.
-Contigo a mi lado, siempre- le aclaré sintiendo el vello de la nuca erizarse.
-Pase- dijo una voz grave al otro lado de la puerta y Emmett abrió la puerta y dejó que yo pasase primero.
Por eso estaba enamorada de él, porque a veces era tan rudo que me volvía loca y otras veces tan dulce como el caramelo, cosa que me enloquecía también. Y por supuesto, su caballerosidad que muchos dirían que hoy en día no se llevaba…
Y una mierda no se llevaba.
Sonreí como una imbécil por mis pensamientos y miré a todos en general.
-Buenos días- dije con voz de niña buena y sentí que Emmett me seguía muy de cerca.
-Buenos días- dijo el profesor en el mismo tono que antes.
Nos presentamos y nos mandó a que nos sentáramos.
-Bien… como les estaba diciendo a sus compañeros, este curso es el final de todo este largo ciclo- puse cara de “obvio” y sentí cómo se formaba una sonrisa en los exquisitos labios de Em- Este curso será corto, pero intenso, tenemos un mes y medio menos que en todos los anteriores, pero será difícil, chicos- nos aclaró- Yo les daré historia del arte y seré vuestro tutor- intentó sonreír, pero le salió una mueca- Y les diré de entrada, soy muy exigente, pero si necesitan ayuda, no duden en pedirla.
Rodé los ojos y Emmett soltó una risilla.
¿Estaba mirándome todo el tiempo o qué?
Lo miré y efectivamente, esos dos pozos azules como el mar, me miraban intensamente, perdiéndose en mi mirada.
-Por cierto- sus ojos estaban ardiendo y yo, instintivamente, rocé mi labio inferior con la lengua- Tengo aquí la resolución de la competición de baile de fin de curso y el nombre de la reina de primavera de este año- quité la mirada de la de Emmett y volví a mirar al profesor con entusiasmo.
-Ya era hora, señor Rails- ¿no iba a cambiar esa voz de prostituta que tenía?- Ya estoy organizando todo para este año…- suspiró como si de verdad le costara planificar las reuniones con los profesores, viajes de fin de curso y fiesta del mismo.
Ridícula.
-Pues la verdad, señorita Denali, este año no va a tener que cargar con ese peso…- ahora sí que le salió una sonrisa al profesor.
Sonreí por dos cosas, la primera vaya corte para la señorita “sabelotodo” y la otra, porque parecía que al profesor le divertía que ella no fuera la reina de primavera por primera vez.
-¿Cómo dice, profesor?- se levantó de su asiento, dejando ver parte de su culo con el cinturón llamado falda que llevaba.
-Sí, este año la reina de primavera será la señorita Swan- su mirada se dirigió a mí y yo abrí mucho los ojos- Isabella, enhorabuena, usted es la reina de primavera de este año- me sonrió y yo me quedé mirándolo.
-Felicidades, nena, te lo mereces- me susurró Emmett cerca de mi oído.
-¡¿Qué?!- gritó la estúpida de Tanya.
-Por favor, siéntese- el profesor la miró severamente y la miré a ella, con mi mejor cara de “jódete, perra”.
-Eso es un insulto- me estaba tocando la moral…
-Señor Rails- lo llamé por primera vez y pude sentir el suspiro de satisfacción de Em- Si me permite- me levanté y me giré en la dirección de la zorrita- Tanya, cariño- puse mi mejor voz dulce y todos soltaron risillas, obviamente no me lo creía ni yo- No seas insolente ni malcriada- podía jurar que el señor Rails tosió para ocultar una carcajada. Bien, vamos estupendamente- Ya era hora de que no te preocuparas tanto por los demás, bonita- le sonreí con mi mejor sonrisa y su cara estaba a punto de explotar.
Me senté y Emmett se tapó la boca disimuladamente a la vez que me apretaba la rodilla.
-Eres increíble- susurró cuando sofocó la carcajada y le sonreí triunfalmente.
-Eres una insolente- susurró lo justo, pero el profesor se enteró de lleno.
Pobre…
-Señorita Denali, váyase de mi clase y dígale al director que ahora nos reuniremos los tres, no voy a dejar pasar ni una falta de educación en mi clase- le recriminó con mirada de ogro y ella se hizo la víctima.
-Pero, por favor… si yo no he…
-Me da igual lo que haga o deje de hacer, señorita, afuera, ahora- su tono de voz no se alzaba ni un poquito, pero no por eso era menos amenazante.
Ella recogió sus cosas y pasó por mi lado.
-Te haré un año imposible, señorita reina de primavera- me susurró, ahora sí bajito y le sonreí más ampliamente aún, provocando que diera un sonoro portazo cuando se fue de clase.
Y como era de esperar, los meses avanzaban y eran como el Señor Rails nos había avisado en nuestro primer día de clase, intenso…muy intenso.
-¿Qué tal estás llevando las reuniones y todo lo demás con el curso, cariño?- me preguntó Rose tocándose su tripita de seis meses.
-Muy bien, es llevadero, pero todo gracias a mi osito- giré un poco mi cara para besarle en la mejilla y él me apretó la mano que teníamos cogida- Todavía recuerdo la carita de Tanya cuando se enteró que no sería reina de primavera…
Todos soltamos una enorme carcajada recordando la escena que armó delante de todos diciendo que ella era la única reina de primavera.
Ridícula una vez más.
-Qué poquito queda para que nazca mi sobrina- declaró Em antes te tocarle el vientre y ella le sonrió.
-Sí, porque es niña, ¿verdad, Bella?- me preguntó Alice la sabionda.
-Sí, sí…- rodé los ojos, provocando la risa de todos, nuevamente- Ya no te diré que no ves el futuro nunca más…
-Así me gusta- se metió un trozo de piña en la boca y me sonrió feliz.
-La verdad es que tengo muchísimas ganas de que nazca ya y verle la carita- susurró Rose melancólica.
Cómo había cambiado mi Rose camionero…
-Sobre todo para vestirla con mil modelos todos los días…- la enana y sus sueños.
-De eso nada, no me la amaricones, ¿eh?- Em y sus rabietas con la enana de cómo tratar a la futura pequeña de la casa.
Sonreí sin poder evitarlo.
-Decid lo que queráis, pero mi niña será igual de hermosa que su madre- Edward estaba radiante con la idea y eso los hacía ver como una auténtica familia.
-Me da igual, pero su tata la enseñará a conocer los buenos motores alemanes…- murmuré yo distraídamente, pero con una sonrisa.
-¿Me los enseñas a mí primero?- dijo Emmett socarrón alzando una ceja y le tiré una patata a la cabeza.
-A ti siempre, cariño- le guiñé y todos rieron a carcajadas.
-Ya está aquí la Navidad…- giré mi cabeza bruscamente en dirección a la enana.
-Sí, Alice y ni se te ocurra hacer algo parecido a lo que hiciste por mi cumpleaños- la amenacé con mi dedo índice en su dirección.
Y todos se empezaron a descojonar.
-Oh, venga ya…- la enana era la única que no se reía lógicamente- Si fue una fiestecilla de nada…- se miró sus uñas perfectamente pintadas como si el tema no fuera con ella.
-¿Te parece una “fiestecilla de nada”- hice comillas con mis dedos mientras lo decía- con casi quinientos invitados?- abrí muchos los ojos por su reacción de total pasividad.
-Sí, una fiestecilla de nada…- aclaró como si nada.
Otra ronda de carcajadas sonó a nuestro alrededor.
Todavía me acordaba de mi cumpleaños, cómo para olvidarse…
Nos hizo a todos vestirnos como de gala y no faltó de nada, desde pista de baile profesional hasta invitados de grandes firmas de moda…
Vamos, una puta locura todo, pero no iba admitir, que me había encantado conocer a los dueños de las firmas que vestía, pero sobre todo, lo que más me había gustado lo oculto que lo habían tenido los granujillas estos para que no me diese cuenta de nada.
Se me saltaron las lágrimas cuando Emmett me regaló una pulsera en la que ponía “Siempre tuyo, Emmett Cullen.” de un finísimo oro blanco con detallitos azules, recodándome a sus ojazos que me llevaban al infinito. Tampoco faltaron las llantas de mis sueños para mi preciado TT. Ni el vestido que tanto había querido desde que lo vi hacía días atrás en unos de los días que fuimos al centro comercial para las compras de nuestra sobrina. Ni miles de cosas que tendría que pensar para acordarme de todas ellas.
Pero lo que de verdad no faltó, fue el amor y el cariño de las personas que amaba. Eso, eso no estaba pagado con nada.
-No puedes decir que no te gustó- aclaró la enana apuntándome con el mismo dedo que yo le había apuntado segundos antes.
-Sí, Alice, me encantó, lo sabes- ella sonrió triunfal- pero no puedes llevar todas las fiestas como si fueran la última- ella me miró profundamente.
-Bueno… porque quiero y porque puedo, señorita “te encantó tu fiesta”- vale, sabía que sería para nada discutir con la enana.
-Vale, haz lo que quieras, pero, por Dios- todos me miraron- Ni me raptes ni me tengas encerrada en tu habitación del dolor por días- le advertí y ella asintió rodando los ojos.
Se rieron de nuevo, contagiándonos a nosotras también la risa.
Éramos todo un caso, pero siempre sabíamos que nos querríamos por encima de todo.
-Chicos, estamos barajando nombres para nuestra nena- declaró Rose limpiándose una lágrima de las carcajadas que se había metido.
-Oh, menos mal- intervino Jazz- Pensé que no os aclararíais nunca…
-Jajaja, muy gracioso, Jazz- respondió su hermana sin dejar de hacer círculos en su abultada panza.
-Vale, hemos barajado la posibilidad de Nisdin, Esme o Rosalie- habló Ed- ¿Qué os parece?
-¿Enserio?- siempre me habían gustado los nombres raros- Nisdin me encanta, chicos, enserio- les miré con dulzura.
-Amo a mi madre y quiero a mi cuñada con todo mi ser, pero me encanta Nisdin- admitió mi grandullón antes de cogerme y ponerme en su regazo. Le sonreí arrebatadoramente y le besé suavemente en la nariz antes de mirar a los chicos.
-Yo opino igual que mi hermano- la enana le había convencido el nombre y todos las miramos con cara de “haba”- ¿Qué?
-Te hemos convencido muy fácil…- dijo Edward burlón.
-Es que el nombre es precioso- admitió y punto en boca, señores.
-El nombre que elijáis, será precioso- Jazz y su ternura.
Dicho y hecho, nuestra nena se llamaría Nisdin.
Pasó la semana trágica de exámenes para Emmett y para mí y juro por Dios que me iba a quedar sin neuronas de un momento a otro.
-Al fin…- solté un gran suspiro cuando acabé el último examen del año.
Me levanté y bajé los escalones elegantemente y con soltura, a pesar de mis taconazos de diez centímetros.
La verdad que parecíamos la típica serie de adolescentes con uniforme sexy en los institutos, pero me daba lo mismo. Me encantaban “los arreglos” que le hacíamos a nuestros uniformes entre Alice, Rose y yo.
Sentí la mirada de Em quemarme en la nuca y le entregué el examen al señor Rails.
-¿Qué tal, señorita Swan?- habíamos hecho buenas migas en estos meses.
-Estupendamente, señor Rails, el arte griego, mi favorito- le sonreí y me encaminé hacia mi asiento.
Miré hacia Em y éste se levantó con el papel en la mano y me comió, literalmente, con la mirada.
-Te como entera, nena- susurró cuando yo subía y él bajaba las escaleras y una sonrisa tonta se plantó en mis labios.
Yo sí que te comía entero.
Me senté y comencé a recoger mis cosas para meterlas en mi mochila.
Ahora sí daba por terminada esta primera evaluación y el comienzo de las vacaciones de Navidad.
-Todos los que hayan terminado el examen, pueden irse- anunció el profesor y me levanté rápidamente y miré hacia el señor Rails- Que tengan una Feliz Navidad, alumnos.
Me gustaba el grado de educación y límite que ponía este profesor a sus alumnos.
Esperé a Emmett, impacientemente, y juntos, nos fuimos de clase.
-Bien- suspiré de alivio, a lo que Emmett sonrió y me cogió de la cintura. Me impulsó y yo enrollé, casi por inercia, mis piernas en sus caderas.
-Ahora te tendré para mí solo todo el día- me sonrió y se acercó a mi oído- He estado pensando…- su aliento se coló en mi oreja y me estremecí- podemos irnos ahora mismo a comer para celebrar nuestro último examen y después nos podemos ir a Portland- sonreí porque sabía lo que significaba eso.
-Sí- ahora me tocó a mí susurrarle en su oído- y te haré vibrar, cariño- le lamí el lóbulo de la oreja y gimió bajo.
-Como te siga cogiendo así…- me apretó las nalgas con fuerza y gemí audiblemente- me temo que no voy a ser un caballero…
Oh, por favor, no necesito que lo seas y menos con esa voz tan erótica.
-No lo seas- le supliqué y busqué sus ojos para fundirme con ellos.
-Chicos, no tenéis vergüenza…- se escuchó la voz de la enana y Emmett me soltó con delicadeza y me bajé un poco la corta falda.
-Venga ya, Alice, eso es porque no has visto lo que hacemos a tus espaldas…- le dije con una sonrisa pícara.
-Qué asco- me encantaba que la enana se pusiera así.
-Enana, nos vamos, ¿dónde están los demás?
-Hola, chicos- nos giramos y saludamos a Jazz.
-Bien, ahora sí que podemos irnos- insistí ansiosa de llegar a Portland y hacer el amor hasta perder el sentido en el hotel que se había convertido en nuestro “favorito”, ya que lo solíamos frecuentar cada dos semanas. Necesitábamos un poco de intimidad…- Hola, Jazz, adiós, Jazz-provoqué la risa de los dos chicos.
-Qué ansiosa, como siempre…- me susurró Emmett cogiendo mi mochila del suelo, la cual había soltado cuando me subí a su cuerpo, y me cogió de la mano.
-¿Dónde creéis que vais?- la enana se puso en jarras.
-A follar- le dije clara en un tono moderado por si había algún espectador.
Emmett se tronchó de la risa.
-Qué fina…- la enana me sonrió con gracia- Vale, ¿para cuándo os esperamos?- Jazz se acercó a ella y se besaron tiernamente.
-No lo sé… ya os llamaremos- dijo mi osito y nos fuimos casi corriendo entre risas, escapando de las garras de la enana.
Nos montamos en el TT y arranqué el motor.
-¿Quieres que conduzca yo?- murmuró Em mirándome a los ojos.
-No, cariño, gracias- le sonreí y me acerqué para besarle.
-Te amo- me susurró sobre los labios y me lamió el labio inferior.
-Uhm…- ronroneé como una gata y sus exquisitos labios se curvaron en una sonrisa arrebatadora.
-Muévete o tendré que follarte aquí y nos denunciaran por escándalo público- ¿por qué tenía que susurrarlo con esa voz tan caliente? Se separó de mí y se puso el cinturón de seguridad.
-¿Escándalo público?- metí primera y salimos del parking del instituto, no sin hacer un enorme esfuerzo, porque de lo único que tenía ganas era de ponerme encima suya y hacerle el amor- Qué interesante…- lo miré de reojo y me dedicó mi sonrisa favorita.
-Más interesante será lo que haremos en una hora aproximadamente…- gemí audiblemente y él le causó gracia.
-Como sigas hablando de ese tema, voy a parar el coche y te voy a violar, Emmett Cullen- le amenacé quitando la mirada de la carretera.
-No sería una violación…- tuve que soltar una carcajada por la cara de pervertido sexual que puso.
-Vale… no me desconcentres- él pareció entenderlo del todo y encendió el reproductor mp3.
Comenzó a sonar nuestra canción y la cantamos de principio a fin, recordando el baile de fin de curso.
Qué caliente fue…
Llegamos a Portland rápidamente y nos encaminamos hacia el restaurante de comida española que había justo al lado de nuestro hotel.
-¿Qué tal pulpo a la gallega?- sugirió Em mirando la carta, ya sentados en nuestra mesa de siempre.
-Me parece perfecto- le sonreí y le miré con todo el deseo que floraba en todo mi cuerpo.
-Bien- hizo un gesto para llamar a Marcos, el camarero que ya nos conocía tan bien.
-Díganme, mis niños- siempre nos decía lo mismo, me encantaba su cariño y sobre todo, su acento español.
Pedimos nuestra comida y le di un sorbo a mi Coca-cola.
-Te amo, Isabella Swan- cogió su vaso y lo alzó- Por la mujer más hermosa y maravillosa de todas- sonreí como una idiota y alcé mi vaso.
-Por el hombre más educado, sexy, guapo y caliente que conozco- le guiñé un ojo y me lamí los labios.
-¿Todo eso?- alzó las cejas divertido y sonrió al ver mi asentimiento.
-Y me quedo corta…- le aseguré posando mi vaso en la mesa- Lo eres todo para mí- me fundí en su mirada azul, perdiéndome completamente en ella.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, quizás bastante, ya que Marcos nos dejó nuestros respectivos platos delante de cada uno y quité el contacto visual para agradecerle a este hombre que podría ser mi padre…
Papá…
Una solitaria lágrima rodó por mi mejilla casi sin darme cuenta y mucho menos, sin poder detenerla.
-Ey- Em se levantó y se acercó a mí. Se puso en cuclillas y me cogió ambas manos- No quiero que llores, ¿qué pasa?- me giré lo justo para abrazarle.
Necesitaba este abrazo como el aire para respirar.
-Me he acordado de mi padre…- él me apretó más contra su enorme pecho y yo puse mi cara en el hueco de su cuello.
-Tranquila, nena- esas, simples, palabras bastaron para poder tranquilizarme y no recordar esa horrible noche.
-Vale…- susurré sobre su piel y me separé de él con una pequeña sonrisa- Gracias por siempre tranquilizarme cuando lo necesito, osito- me sonrió con sus hoyuelos de niño y me besó suavemente en los labios.
-Siempre estaré para ti, preciosa- se incorporó y me besó en al frente antes de volver a su asiento.
Después de este pequeño detalle triste, que aún me costaba un poco pensar en mis padres, comimos entre risas y ocurrencias locas por parte de los dos.
-Isdin… me encanta el nombre, de verdad- susurré antes de meterme un trozo de tarta en la boca. Gemí de gusto.
Qué buena estaba.
-Es muy bonito- aseguró Em- pero más bonita eres tú, hermosa- me sonrió de esa manera que debería ser ilegal y pidió la cuenta rápidamente.
Salimos del restaurante, cogidos de la mano, y con el ambiente sexual que siempre nos caracterizaba.
-Estoy deseando hundirme en ti- me susurró en el oído y su caliente aliento entró de lleno en contacto con mi piel, provocando que el pelo de mi nuca se erizara.
Sentí su sonrisa sobre el lóbulo de mi oreja y me dio una cachetada fuerte en el trasero antes de entrar en el hotel.
Gruñí de satisfacción y él me apretó más contra su cuerpo.
Nos acercamos al mostrador, dónde estaba la misma recepcionista de siempre.
-Buenas tardes- nos sonrió- ¿En qué puedo ayudarles?
Tuve que rodar los ojos…
¿Pues en qué nos vas a ayudar? ¿A subirnos al ascensor?
-Buenas- dijo Emmett, yo estaba completamente muda por el ataque, nada decoroso, de mi novio hacía tan sólo unos segundos...- Tengo una reserva para la suite presidencial- automáticamente cogió su cartera y puso su tarjeta encima del mostrador.
Menos mal que había llamado en el coche para averiguar si estaba disponible o no.
Sonreí como una imbécil por la fantástica noche que nos esperaba.
-Estupendo- dijo la chica satisfecha mirando a la pantalla que tenía delante, y siguió los mismos pasos de siempre y le entregó a Emmett su tarjeta de crédito y la tarjeta de la habitación- Que pasen una buena noche- nos sonrió ampliamente.
-Seguro- dije en un susurró y nos encaminamos hacia los ascensores.
Nos subimos rápidamente en el que estaba en nuestra planta y Emmett marcó el último piso, antes de dirigirme una mirada ardiente, el detonante final para abalanzarme a su cuerpo.
Lo cogí por la nuca, sin dificultad ninguna, gracias benditos tacones de diez centímetros, y adentré mi lengua fuertemente en su boca, sin ningún pudor.
Él gimió ante mi agresivo ataque y cogió, fuertemente, mis muslos y me alzó sin dificultad. Enrollé mis piernas en su cintura y él pasó sus varoniles manos desde mi muslo hasta mi trasero, apretándolo fuertemente.
Gemí y me separé de él para poder respirar, pero no me dio ninguna tregua.
-Sabes tan bien, preciosa…- susurró sobre la piel de mi cuello, ronca y sexy, haciendo que mis bellos se pusieran de punta.
Demasiado rápido sonó la tan conocida melodía, indicando que habíamos llegado a nuestro destino, pero Emmett ni siquiera me bajó de su cuerpo.
Mis brazos se enrollaron en su cuello y él comenzó a caminar, sin dejar de besarme.
Pude oír el “click” de la puerta al abrirse y luego cerrarse de un portazo.
-Quiero hundirme en ti- murmuró en mi oído antes de morderme el lóbulo de la oreja y empujarme contra la puerta, lo suficientemente fuerte para hacer que mi cuerpo se calentara aún más.
Comencé a quitarle los botones de su camisa mientras él me sostenía con fuerza, devorándome los labios. Conseguí quitarle el último botón rápidamente y deslicé su camisa por su ancha espalda, pasando mis uñas por sus fuertes brazos, provocando un gruñido por su parte.
Oh, sí.
Cómo me gustaba saber, ver y oír lo que provocaba en su cuerpo.
Me posó en el suelo con delicadeza y me arrancó, literalmente, la camisa que llevaba del uniforme, haciendo que los botones estallaran por todos lados.
Lo miré ardientemente antes de cogerlo, nuevamente, por la nuca, y comenzar la guerra más ardiente de todas con nuestras lenguas.
Mis manos bajaron rápidamente hacia su bragueta y su miembro estaba más que preparado, iba a estallar en cualquier momento en el pequeño espacio del pantalón.
Son órdenes para mí, mi querido Em.
Quité la hebilla del cinturón hábilmente y le di un jalón, provocando que sus labios bajaran de la base de mi cuello hasta el nacimiento de mis pechos.
-Oh, nena…- susurró con voz caliente antes de quitarme el sujetador rápidamente y chupar un pezón.
-Oh, joder…- me arqueé facilitándole el acceso a mi erguido pezón.
Cerré los ojos, deleitándome lo que su exquisita lengua le hacía a mi cuerpo…
Cuando pude concentrarme un poco en lo que tenía que hacer, bajé de un jalón la cremallera de su pantalón, no sé si la había roto o no, pero me daba igual. Eso pareció ser la bomba final para que su instinto más animal se avivara, ya que bajó la cremallera de mi falda, que se encontraba en mi cadera y la bajó, junto con mi tanga, haciendo que las dos prendas cayeran a mis pies.
-Eres tan jodidamente sexy y caliente…- lo miré un momento antes de sacar su miembro y lamerme el labio inferior, incitándolo y provocándolo todavía más.
Me mordí el labio y me puse en cuchillas para chupar la punta de esa polla que tanto amaba.
Sonaba borde y nada bien visto en una señorita hablar así, pero me importaba un poco una mierda en este momento.
Tenía al hombre más jodidamente caliente de todo el planeta para mí solita.
-Oh…- gimió cuando me metí su miembro casi entero en mi boca, llegándome a la garganta y provocando que él bajara sus manos hacia mi cabeza, dirigiendo los movimientos a su antojo.
Subí mi cabeza y le miré directamente a la cara, ésta estaba echada hacia atrás y sus ojos estaban cerrados completamente con su boca entre abierta.
La imagen más jodidamente sexy que podría ver jamás…
Justo cuando iba a sacarla de mi boca y meterla otra vez fuertemente, cogió mis manos, que estaban apoyadas en su trasero, y me alzó fuertemente, mirándome con esa mirada de “o paras o me corro”.
Sonreí como la perra caliente que era y él sonrió provocativamente, antes de quitarse los zapatos a empujones y el resto de la ropa, cayó al suelo.
Me cogió el trasero con ambas manos y me alzó de nuevo, enrollando él mis piernas en su cintura y sintiendo la punta de su miembro contra mi húmeda entrada.
-Mía- susurró antes de dejarme en una superficie, suave al tacto, y penetrarme de una sola estocada.
-Oh, Dios…- gemí perdiéndome en las sensaciones que estaba atravesando mi cuerpo en ese instante. Necesitaba esto.
Me acercó aún más a su cuerpo y en ese momento me di cuenta que aún llevaba mis tacones puesto, por lo que con la parte del talón, empujé su trasero hacia mí, haciendo que su miembro entrara más dentro, hasta llenarme por completo.
-Em…- gemí de nuevo y él atacó mis labios fieramente.
Mis manos estaban arañando su espalda y luego sus enormes brazos, haciéndolo sisear sobre mis labios.
Noté como si un látigo me diera en el punto exacto de mi entrada y ahí supe que mi final estaría cerca.
-Mírame- susurró separándose un poco de mí y dejando su miembro quieto en mi vagina.
Le obedecí y la mirada con más amor y cariño que habría visto jamás, se interpuso en la mía.
-Te amo- susurró antes de moverse de nuevo y penetrándome fuerte, hasta el fondo, y eso bastó para que gimiera como si mi vida dependiera de ello, liberándome en un orgasmo devastador.
Él se acercó más, como si eso fuera posible, y dejó que me apoyara en su pecho antes de dejarse liberar también, derramándose en mí y terminándome de llenar por completo.
-¡Bella!- gritó antes de posar su frente en mi cabeza, sintiendo su errática respiración en su pecho y la mía zumbar en mis oídos.
Nos fuimos relajando poco a poco y de pronto, sentí un cansancio enorme, como si no hubiera dormido en días, y la verdad era que no me alejaba mucho de la realidad…
-Te amo- murmuré cuando mi respiración se había normalizado un poco y él me abrazó.
-Y yo a ti, más que a mi vida, princesa- se separó un poco de mí y me besó en la frente- Cada vez me planteo más en mandarle, al que inventó la píldora, el último modelo de Audi…- solté una carcajada, sólo Em pensaría en esas cosas en este momento.
La verdad es que yo también me alegraba de que diera el paso para tomarme la píldora anticonceptiva. Eran todo ventajas.
-Sólo tú pensarías en eso ahora- le quité un pequeño rizo que se había pegado en su frente y me besó en los labios antes de salir de mi interior muy despacio.
-Hermosa- me dijo antes de cogerme en brazos y llevarme a la habitación- Ahora a descansar- me dejó suavemente en la confortable cama antes de agacharse y quitarme los zapatos- No hay nada más caliente que follarte con éstos- me dijo sonriendo con sus dos hoyuelos de niño, mientras sostenía mis zapatos en las manos.
-Te equivocas- le dije antes de bostezar- Lo más caliente que existe en el mundo eres tú- le aseguré antes de acomodarme en la almohada.
Emmett soltó una risilla, antes de meterse en la cama conmigo y nos tapó con la sábana.
-Descansa, mi vida- me acurruqué en su pecho y me dejé influenciar por Morfeo demasiado pronto.
  



***********************************************
Buenísimas noches!!!
Espero, antes que nada, que os haya gustado el capi, la verdad es que me he divertido mucho mientras lo escribía.
Como podréis observar, he modificado el calendario de publicaciones, y de momento, habrá un capi de cada historia por semana.
Poco a poco, iré adaptando el blog a lo que era antes y espero que vuestros comentarios no se hagan esperar! Los extraño muchísimo!
¿Qué os parece qué seguirá MEZCLA DE SENTIMIENTOS? ¿SERÁ PARA SIEMPRE ESTE PERFECTO AMOR? ¿O SE MEZCLARÁN TODOS LOS SENTIMIENTOS EN UNO SÓLO?
Tengo que deciros que el fic va a tener más capítulos de lo que pensaba, por lo que calculo tendrá unos 50 capítulos en total ;)
Por cierto, ¿qué me decís del nuevo look del blog? ¿Os gustan los colores que he elegido?
Espero que estéis tod@s estupendamente bien y que tengáis una tarde buenísima.
Millones de besos y abrazos a tod@s. 
Buenas noches,
Romiina Dalyn.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!