Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

martes, 26 de junio de 2012

¿AMARTE U ODIARTE?


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Capítulo 3: Conociéndote & Chicago.

Yess pov.

Me levanté sobre las seis de la mañana, había quedado con Emmett a las seis y media para despedirnos.
Me puse de puntillas para no despertar a Romina y me dirigí hacia el baño para darme una rápida ducha.
Cuando terminé cogí la ropa de encima de la silla del tocador, que esmeradamente había preparado anoche, y me vestí rápidamente con demasiada habilidad para no ver nada.
Me acerqué a la cama de Romina y ésta descansaba como un angelito, sonreí y le besé en la frente a la vez que la arropaba. De verdad que tenía un instinto maternal demasiado grande con ella.
Era mi todo, mi hermana, mi amiga, mi confidente, mi ilusión, todo…
Cogí uno de mis bolsos y metí mi cartera, las llaves de mi querido Volvo y mi móvil.
Me encaminé hacia la puerta y cogí las llaves de casa de encima de la mesita de la entrada.
-Buenos días princesa- me sobresalté al no notar la presencia de Emmett hasta que me robó un beso apasionado.
Rocé sus labios con mi lengua y él abrió su boca para mí, jamás me cansaría de su delicioso sabor…
-Buenos días- me puse las manos en el pecho, a causa del susto y respiré con dificultad, más bien por el beso que por otra cosa…- Me has dado un susto de muerte.
-No era mi intención- pude ver sus relucientes dientes blancos sobre la oscuridad.
-Lo sé- le sonreí y me acerqué a sus labios de nuevo, era como una droga, dulce mientras la tenía, pero amarga cuando me alejaba de ella…
Podía decir que era drogadicta, drogadicta de él…
Sus manos agarraron mi cintura con suavidad y me acercó más a su cuerpo. Pude sentir su calor abrasador por todo mi cuerpo, quemándome e incitándome a la vez…
-Te amo- me susurró con respiración agitada y yo sonreí por ser la causante de ello.
-Te amo- le dije de la misma forma y lo abracé.
-Quiero que sepas que jamás me olvidaré de ti- me besó en la frente- Lo eres todo Yess, todo- me confesó y varias lágrimas rodaron por mis mejillas… quería reprimirme, pero sabía que junto a él, eso era imposible…
-Jamás podría hacerlo aunque quisiera- me separé de él y le sonreí amargamente a la vez que limpiaba mis lágrimas con sus pulgares- Tú también lo eres todo Emmett, no quiero que me olvides nunca- lo abracé de nuevo, pero esta vez más efusivamente.
No quería que se separara de mí nunca, pero lo superaría, tenía que superarlo porque sólo sería un año, un largo año…
 -Te prometo que te llamaré todos los días preciosa, será un largo año, pero verás que se pasará volando y muy pronto estaré besándote como ahora- unió nuestros labios y sonreí sobre la suave piel de sus labios.
-Eso espero- susurré y volví a besarlo.
-Vamos preciosa- me cogió de la mano y salimos del edificio.
El sol ya empezaba a brillar en el horizonte, haciendo de esta despedida cálida e inolvidable.
Nos fuimos a desayunar al bar de la Universidad y nos sentamos todo lo juntos que podíamos, sintiendo la calidez del cuerpo del otro.
-Te extrañaré mucho- me cogió la mano y me besó el dorso de la misma.
-Yo también, espero que te vaya todo muy bien, Emmett- le dije con el corazón en una mano- Espero que esa tesis te sirva para completar tu maravillosa carrera- le sonreí y él me besó en los labios dulcemente.
-Ya verás como en menos tiempo del que piensas estaré aquí besando tus labios y amándote- me besó de nuevo y yo lo abracé.
Estuvimos un tiempo así, sintiendo su delicioso perfume varonil y cálido.
-Me tengo que ir ya, preciosa- dijo mirando el reloj que había en la pared de la cafetería, que estaba solitaria totalmente a esta hora, lo cual agradecía.
-Si…- susurré y salimos, abrazados, de la cafetería.
Nos encaminamos hacia el jeep, que estaba debajo de mi edificio, y me apoyó en la puerta del copiloto.
-Jamás, escúchame bien, jamás me olvidaré de ti preciosa, jamás- susurró antes de besarme nuevamente en los labios- Te amo más que a todo Yess- yo a este tiempo ya estaba llorando como una magdalena…
-Y y… yo a ti…- dije como pude entre sollozos y sus labios limpiaron toda la extensión de mis lágrimas.
-No llores, por favor- me abrazó y puso mi cara en su ancho pecho, sintiendo los rápidos latidos de su corazón- Te amo- se separó de mi con una sonrisa triste y me besó en los labios- Intentaré venir todas las veces que pueda para verte, de eso estate completamente segura.
-Te amo- le sonreí y decidí no llorar más, ya lo haría más tarde, pero ahora sólo quería que tuviese un buen recuerdo de mí- Llámame cuando llegues, ¿vale?
-No lo dudaba- me besó de nuevo y se separó de mi- Adiós princesa, te llamaré después- me besó una última vez y se encaminó hacia la puerta del piloto del jeep.
Yo me separé del jeep y me quedé mirándolo hasta que desapareció calle abajo…
Un sonoro sollozo salió de mi cuerpo, fuerte, atronador…
No podía evitarlo… me dolía demasiado verle partir y pensar que no lo vería en un año… o al menos no más de unas cuantas veces…
Me senté en el banco que solía estar con mi amiga Romina siempre que salíamos de nuestro apartamento, y me derrumbé totalmente…
Mis manos se dirigieron a mi cara, tapando las gruesas lágrimas que se deslizaban por mis mejillas… y mis piernas se flexionaron hasta quedar con las rodillas en la frente…
-¿Por qué? ¿Por qué alguien que me importaba tenía que alejarse de mí?
-Shh, ya estoy aquí- susurró la delicada voz de Romina y me abrazó por la espalda- Vamos a casa hermosa- me ayudó a levantarme y puso casi todo mi peso en su delicado cuerpo.
Avanzamos hasta llegar a casa, no sé cómo pude subir los escalones… las lágrimas me impedían ver con claridad, pero Romina lo consiguió y me tendió en mi cama con suavidad.
Se sentó a mi lado y me abrazó, me abrazó con mucha fuerza, sintiendo un apoyo incondicional.
No sé cuánto tiempo pasó, mis sollozos ya habían aminorado y mis ojos estaban secos de tanto llorar.
-Ya… ya está bien- demandó Romina y se separó un poco de mí, seguro que le dolía todos los músculos de su cuerpo por la incómoda postura, pero jamás se quejó…- Tienes que superarlo Yess, él vendrá a verte cuando pueda- me animó y yo a miré.
-¿De verdad?
-Si, preciosa, ven- me abrazó de nuevo y me besó el tope de la cabeza- Ahora tienes que levantar ése ánimo, ahora irás a tus clases como siempre y tendrás una sonrisa radiante- se separó de mí y me sonrió.
-Gracias- susurré doliéndome la garganta al estar seca- Gracias por todo Rom, no sé qué haría sin ti hermana…- le sonreí y le abracé de nuevo.
-No tienes que dármelas, ahora te prepararé un baño aromático y te prepararé un té para que te tranquilices- yo sentí y ella me besó en la frente antes de levantarse de la cama y encaminarse hacia el baño.
Salió al cabo de cinco minutos y me sonrió.
-Ya está listo tu baño, vamos- cogió mi mano y me animó a ir hacia el delicioso baño que me estaba esperando.
-Gracias- susurré cerrando los ojos aspirando el delicioso aroma a fresias, mi favorito.
-De nada, te dejaré sola y te prepararé el té- me besó en la cabeza y se fue.
Me desvestí con rapidez y con la punta de mi pie toqué la cálida agua.
-Mmmm- cerré los ojos y me metí en la bañera poco a poco.
Cuando estuve metida completamente no pude evitar acordarme de Emmett…
Tenía que dejar pasar todo este dolor que sentía en mi cuerpo, no podía seguir así hasta que lo volviese a ver.
Decidí que ya había llorado bastante y que Emmett jamás querría que llorase por él, así que repitiendo las palabras de Romina, “Ahora tienes que levantar ése ánimo, ahora irás a tus clases como siempre y tendrás una sonrisa radiante”, dejé de llorar y levanté mi ánimo al menos cinco puntos.
Salí al cabo de una hora al menos y me enrollé en una toalla.
-Yess, tengo que agradecerte el que me hayas hecho las maletas- se acercó a mí y me abrazó- Muchas gracias preciosa- me besó en la mejilla y me sonrió separándose de mí.
-De nada, era lo menos que podía hacer- la miré a sus preciosos ojos achocolatados- ¿Cuándo te irás?
-Pues dentro de media hora, tengo que llegar a tiempo para ver mi nuevo apartamento.
-Vale- dije triste.
-No te preocupes Yess, vendré en exactamente unas treinta horas, no notarás mi ausencia, lo prometo- me sonrió y me besó en la frente.
-Serán las treinta horas más largas de mi vida…- suspiré.
-Te llamaré en cuanto llegue y esta noche- me abrazó- Y mañana por la mañana te despertaré- sonreí ante sus ocurrencias.
-Está bien- le sonreí y ella me dio mi atuendo de hoy.
-Hoy empiezas tu nueva clase, así que, ¿qué mejor excusa para estrenar ropa, también?- sonrió y yo la abracé con todas mis fuerzas.
-Gracias, hermosa, gracias- me separé de ella y le sonreí.
-Iré a prepararte el té mientras te vistes- se fue de la habitación y saqué la ropa de la bolsa que ponía “Xtreme” con letras seductoras.
El conjunto consistía en una falda blanca con un poco de vuelo y una camisa con botones en el centro, de color azul marino. Sin olvidar las preciosas manoletinas azul marino, del mismo color que la camisa, con un poco de tacón.
Me puse la falda y me llegaba a medio muslo, cogí la camisa y me la deslicé por mis brazos. Me puse los zapatos y miré mi reflejo en el espejo de pie.
Sonreí ante la imagen del espejo, estaba perfecta…
-Estás preciosa- se acercó Romina a mí y me sonrió- Pero te falta esto- cogió un precioso broche con detalles azules y me lo puso al lado derecho de mi cabeza, dejando mi pelo suelto, pero sin ser estorboso.
-Gracias- me giré y la abracé.
-De nada- se separó de mí y cogió el té que había dejado en la mesita de noche- Tómatelo, yo me ducharé antes de irme.
-¿Qué hora es, ya?- dije asustada y miré el reloj que teníamos arriba de la puerta del baño- Joder…- susurré- Llego tarde a mi primera clase.
-No te preocupes, venga vete ya- me sonrió y me besó una última vez, pero yo la miré interrogante- Si, después te llamaré- sonreí, me conocía tan bien…
-Ten mucho cuidado en la carretera Romi.
-Si, no te preocupes, ya sabes como es mi querido Audi- dijo soñadora y yo solté una carcajada a la vez que cogía mi bolso.
-Si, tiene todos los sistemas de seguridad, moda, estética, deportividad…- me aburrí de enumerar y Romina soltó una carcajada.
-Te quiero mucho, después te llamaré- me besó en la mejilla y me abrazó antes de meterse en el baño.
-Yo también te quiero- susurré antes de salir de la habitación y encaminarme hacia mi clase.
Corrí porque de verdad que ya había empezado la clase y llegué con la respiración agitada.
Llamé a la puerta y la abrí con cuidado.
-¿Se puede?- dije nerviosa y cansada por la carrera que me había dado.
-Si, pase- dijo el profesor que se encontraba en la mesa. Se levantó y avanzó hacia mí- Usted debe de ser Yess Dawson- dijo tendiéndome su mano gentilmente.
-Así es- cogí su mano y se la apreté mientras sonreía.
-Estupendo, soy el señor Spencer- se presentó educadamente y yo asentí- Debo de decirle que esta clase va con parejas, se pondrá con el señor Jasper Whitlock, los dos trabajarán estupendamente- señaló hacia donde estaban sentados todos los alumnos y vi un chico sureño sentado solo con una sonrisa pintada en su rostro.
Tenía que decir que era bastante guapo… más bien guapísimo…
Sus ojos celestes contrastaban a la perfección con su tez pálida. Su sonrisa parecía una sonrisa de ángeles y su cuerpo tenía una contextura fuerte, sin llegar a ser excesivo…
Su mandíbula era cuadrada, pero delicada, haciéndolo varonil y dulce a la vez. Y ni que decir de su precioso pelo rubio, brillante y aparentemente sedoso, muy sedoso… Y su boca… Madre mía…
¿Cómo tendría que ser besar esos labios que incitaban a ser besados?
Me golpeé mentalmente por pensar en esas barbaridades, yo sólo tenía ojos para Emmett, sólo para él…
-Siéntese, por favor- me dijo el señor Spencer con una sonrisa.
-Si- dije un poco avergonzada por haberme quedado más del tiempo necesario mirando al tal Jasper.
Me acerqué a mi asiento y Jasper me sonrió cálidamente.
-Soy Jasper Whitlock, un placer- dijo con una educación excelente, me ofreció su mano y yo se la cogí con elegancia.
Se podía ver a leguas el caballero que era.
Si su físico era perfecto, su voz era de infarto…
Era delicada, suave, con un matiz varonil increíble…
-Mucho gusto, soy Yess Dawson- le sonreí y solté su mano demasiado rápido para mi gusto.
Me senté en mi asiento y dejé mi bolso encima de la mesa.
-Al parecer seremos compañeros en esta clase…- susurró rozando mi brazo con el suyo y yo me sobresalté enseguida- Lo siento- dijo apenado retirándose un poco de mi lado.
-No te preocupes, no ha sido nada- le sonreí- Y si… al parecer seremos compañeros- me sonrió.
-Señores y señoras- dijo el señor Spencer- Está será una clase voluntaria para complementar vuestra carrera y tener más experiencia en el mundo laboral- declaró- Si alguien no está interesado, ahora es el momento para que lo decidáis y os marchéis, no os influirá en la nota.
Seis alumnos, de los veinte alumnos que había en la clase, se levantaron y se marcharon sin más.
-Puf… no saben lo que se pierden…- susurré más para mí que para alguien, pero al parecer Jasper lo escuchó y pude oír su encantadora risa.
-Si…- dijo sin más y yo miré de nuevo al señor Spencer.
 -Muy bien- sonrió el señor Spencer- Seremos menos, pero no menos eficientes.
Todos asentimos a la vez.
-Las parejas que tenéis, serán las mismas para lo que queda de año y para el año que viene, sin cambios, ya que todos los trabajos que presentéis será un índice del trabajo de final de curso, ¿entendido?- todos dijimos un unísono “si”- Bien, pues hoy comenzaremos con el primer trabajo, se titulará “La escultura clásica”- hizo una pausa- Tendréis que elegir una escultura del arte griego, la que queráis y tendréis que comentarla y argumentarla en un mínimo de diez folios- sonreí porque yo ya había hecho comentarios de todo tipo, me había encargado de adelantarme algunas materias para hacer mi carrera en tan sólo dos años.
-Vale- dijo Jasper a mi lado y mi mirada se dirigió hacia su preciosa cara- Yo iré a buscar los libros que necesitamos y tú puedes ir planteando el índice, ¿te parece bien?- sus ojos parecían penetrar los míos y yo sólo pude asentir con la cara ardiendo…
Tenía un nudo en mi garganta que no me dejaba hablar… esa mirada había sido demasiado como para poder mantener la cordura…
-Si- susurré y dudé si lo había escuchado o no…
-Está bien, ahora vuelvo- me dedicó otra de sus sonrisas y sólo cuando estuvo fuera de la clase, pude soltar un suspiro de alivio…
-Dios… ¿qué te pasa Yess?- susurré para mí misma y puse mis manos en mi cara.
Al cabo de unos minutos decidí ponerme manos a la obra, no me gustaría en absoluto que Jasper pensara que era una vaga o algo por el estilo.
Cogí un folio blanco y un bolígrafo azul y me puse manos a la obra.
No sé cuánto tiempo pasó, pero estaba escribiendo el último guion del índice cuando sentí un cálido aliento en mi oído…
-Está perfecto…- susurró Jasper justo en mi oído y todos los pelos de mi cuerpo se me pusieron de punta…
Dios…
¿Por qué tenía que sentirme así con este hombre?
Sólo había sentido ése escalofrío con él, ni siquiera con Emmett…
¿Qué me pasaba?
-Me… me alegro- tartamudeé porque fue lo único coherente que pude decir…
Sentí su risa en mis espaldas y se sentó a mi lado con una elegancia exquisita.
-¿Qué escultura deseas?- sus ojos se clavaron en los míos como un imán y yo no los pude separar…
Mi mente gritó “a ti”, desde luego el chico no podía envidiar a una de esas esculturas perfectas…
Él era perfecto…
-¿Qu… qué tal el “Doríforo” de Policleto?- dije justo cuando sus ojos se deslizaron para mirar mi boca.
-Me parece perfecto- susurró con voz muy masculina, demasiada…- Estaba pensando en la misma escultura…
-Me alegro- le dije cuando pude hablar por la intensidad de su mirada…
En ese momento sonó el timbre y yo desperté de mi burbuja personal.
-Muy bien chicos, espero veros el lunes- dijo el señor Spencer a modo de despedida y todos asentimos de nuevo.
-Espero verte el lunes, señorita- dijo con una sonrisa y dejándome anonadada por su perfecta educación…
Sin duda, era todo un caballero.
-Si, claro…- me levanté y él me siguió.
-Ha sido un placer conocerle, señorita- me cogió la mano y sentí un tacto suave como el terciopelo, y me la besó, de nuevo, con una educación excelente.
-Igualmente- me ruboricé hasta límites insospechados y salí de aquella clase sintiendo sus cálidos labios en mi mano y mi cabeza echa un lío…
 ¿De verdad podía sentir “algo” por ése ser desconocido?
No lo sabía y la respuesta que rondaba mi mente parecía totalmente irreal…


PVO ROMINA



Mi amiga Yess se había quedado un poco triste esta mañana cuando salió del apartamento rumbo a su primer clase, ya que tanto su novio como yo saldríamos de la ciudad durante un tiempo, me dolía dejarla sola…. Abandonar a Jazz ambas cosas me herían pero al menos… esta vez sólo serían 30 horas.


Cuando mi maleta estuvo lista tomé las llaves de mi precioso Audi y salí con un sonoro suspiro de mi apartamento cerrando con pestillo la puerta; caminé distraída por el estacionamiento recordando la despedida que había tenido con Jassper el día de ayer, sabía que dentro de un par de minutos mi celular timbraría y sería el, pero no estaba segura de responder… no porque no le amara, sino, porque no soy capaz de estar lejos de él y si lo escucho lo más probable sería que aventara todo por la borda y me quedara en mi casa feliz con mi amado novio.


Mi conciencia me reprochó al instante, porque después de todo el lío con la maestra Arnoldi no podía hacer eso, además… Jazz me sería fiel y yo también, así que no había por qué preocuparme…
Encendí el coche y tome rumbo a la carretera, el aeropuerto estaba 15/km delante de nuestra Universidad así que tendría que dejarlo en alguna pensión o mandar en un taxi las llaves a Yessi para que  recogiera a mi “bebé”.



La radio comenzó a sonar e inmediatamente reconocí la canción de “Hero” de Enrique Iglesias y los recuerdos de mi noche con mi amor comenzaron a atacar mi mente, todo el amor que habíamos expresado en actos, hechos… caricias… besos.



Mi corazón se oprimió en el pecho al extrañarlo y yo negué rápidamente con la cabeza tratando de deshacerme un poco de este dolor y dándome ánimos para tener fuerza de voluntad…



El ronroneo de mi motor remplazó sin que me diera cuenta el sonido de la canción por lo que me di cuenta que ya había terminado, suspiré y sonreí vagamente, de verdad que el amor me tenía embobada.



Una vez en el aparcamiento del aeropuerto bajé del coche, tomé mis maletas y bolso, y caminé con mi típico andar felino hacia el andén donde abordaría en 15 minutos, al darme cuenta que iba con el tiempo medido, caminé un poco más a prisa para alcanzar a llegar a tiempo.



-Buenos días, ¿A dónde se dirige?-. Preguntó la aeromoza con una sonrisa sincera en el rostro, una vez que mis maletas ya las habían subido al avión.



-Buen día, voy a Chicago mi vuelo sale a las 11:30, ¿En qué andén abordo?-. Cuestioné apresurada, pero manteniendo mi educación.



-Es el tercer andén señorita, permítame llevarla, ¿le hace falta algo más?-. Me dijo amablemente la jovencita.



-Gracias, de hecho si me hace falta algo, quisiera ver si podrían enviar a alguien en un taxi a la Universidad de Darmouth para que le entreguen estas llaves a mi hermana-. Dije tomando las llaves de mi auto y mostrándoselas.



-En seguida-. Murmuró una vez que estuvimos fuera de mi andén, caminando con prisa hacia un policía al cual ella la explicó un par de cosas y una vez que todo quedó claro el hombre se acercó a mí y dijo:



-¿A quién le entrego las llaves señorita?-. Preguntó cordialmente el policía a lo cual yo sonreí y le tendí las llaves al hombre.



-A la señorita Yess Dawson-. Respondí un poco más tranquila.

-Claro, con permiso-. Dijo retirándose mientras la azafata asentía con la cabeza y se iba hacia el avión, yo suspiré e imité a la muchacha ya que seguro yo sería la última en abordar.

El trayecto fue muy rápido o tal vez yo estaba tan ensimismada con mis ideas que no me di cuenta del tiempo que transcurrió, cuando menos cuenta me di estábamos despegando y en estos momentos me encontraba bajando del avión con los audífonos de mi Ipod colgando de mi cuello, mientras yo miraba todo el aeropuerto intentando localizar dónde encontrar un taxi.



-Genial, debí traerme a mi bebé-. Gruñí por lo bajo mientras caminaba al doblar la esquina de la salida del aeropuerto alguien tropezó con una de mis maletas y al trastabillar derramó café en mi falda caqui.



-Oh, genial-. Suspiré pesadamente, debía conservar el buen ánimo, pero que arruinaran mi falda nueva en una ciudad en donde no tenía a mi hermana para que me diese algo de ropa o yo tuviera mi hermoso y excelso guardarropa…


-Perdona, no era mi intención-. Se disculpó un hombre alto de espalda ancha, abdomen marcado, brazos fuertes… rostro con la barbilla partida… la nariz finamente esculpida… una cabellera negro noche que antojaba tocar y enredar entre tus dedos, mientras el beso se iba intensificando y…. ¡PARA YA ROMINA! Me grité mentalmente.


-No importa, hasta luego-. Murmuré bajando mi mirada inconscientemente hacía su boca la cual provocó un cosquilleo que pasó como corriente eléctrica por toda mi columna.



Ya me había despedido y mis pies seguían clavados al piso como si estuviera imantada o algo por el estilo, utilicé toda mi fuerza de voluntad para no tirármele encima y caminé con el pecho agitado hacia las afueras del lugar, sin darle oportunidad de hablar… si escuchaba de nuevo su aterciopelada voz, colapsaría mi corazón aquí mismo… Y eso no podía ser, Jassper era mi amor, mi hombre… ¿Cómo podía estar pensando esto?




Entré al primer taxi que me pasó por enfrente depositando las maletas a un lado mío y diciendo a donde quería ir, a lo que el chofer asintió y en silencio me llevó a la Universidad Utopía… una vez ahí le pagué, bajé y caminé hacia la ventanilla de informes para saber cómo llegar a la dirección, mi apartamento y las aulas de estudio, quería conocer todo para dentro de una semana no llegar a lo desconocido.




-Buenas tardes-. Dije con una sonrisa enorme bailoteando en mis labios, al llegar aquí la alegría me inundó junto con un buen presentimiento, tal vez fueron los verdes pastizales que me rodeaban o los enormes y viejos árboles que nos daban un maravilloso clima, no lo sabía a ciencia cierta, solo sabía que algo bueno venía.




-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarla?-. Dijo la recepcionista mientras se acomodaba sus lentes sobre el puente de la nariz.




-Soy Romina Kalisti, vengo de la Universidad de Darmouth por un intercambio de mi carrera, quería hablar con el profesor… Cabre… Cabet….-. Al final de mi oración lo dejé en el aire ya que no sabía bien su apellido e intentaba recordarlo en voz alta.




-Si claro, el profesor Hugo Cabret-. Dijo dándome una pequeña sonrisa al decirme el nombre de aquél maestro.




-Sí, justamente a él me refería, ¿dónde lo encuentro?-. Cuestioné alegremente, no podía esperar a llamarle a mi Jazz y contarle todas las nuevas que le tenía.




-Camine aquí derecho hasta dónde está ese edificio de apartamentos de estudiantes, da vuelta a la derecha y en el tercer edificio, segundo piso, en el aula B118 se encuentra el profesor, seguramente ya la espera; no tiene clases hasta las 3 de la tarde-. Me contestó la joven muchacha la cual apenas me había dado cuenta que tenía un acento Europeo… probablemente fuese Italiana o Francesa.




-Muchas gracias-. Respondí tomando mis maletas y siguiendo las instrucciones de la joven.




Una vez dentro del edificio sonreí a mis anchas al ver en vez de muros ventanales, los cuales estaban tan limpios que uno juraría que no hay ninguna división…. Llamé a la puerta un par de veces hasta que una voz cascada y conocida me invitó a la pasar, a lo que lentamente giré el pomo de la puerta y sonreí al ver al maestro Cabret.




-¡Bienvenida señorita Kalisti!, es un gusto conocerla por fin en persona-. Dijo con alegría inconmensurable, mientras estrechábamos nuestras manos y seguido de eso el profesor me daba un cordial abrazo.




-Muchas gracias profesor Cabret, me alegra a mí también mucho estar aquí-. Dije con una enorme sonrisa, no podía esperar a que fuese mañana y dar un recorrido y tomar millones de fotos.




-Bien, pues no esperemos más la llevaré a su departamento para que deje su equipaje y pueda acompañarme a la única clase que hay el día de hoy… si no tiene inconveniente de ir claro, si no gusta y se siente muy cansada  puede ser hasta la semana que entre-. Murmuró cansino el maestro.




-¡No por mi está bien el día de hoy!-. Dije entusiasmada quitándole toda duda a mi profesor.




-Ok, está bien entonces acompáñeme por favor-. Mencionó mientras caminaba fuera del aula una vez fuera mi edificio me quedé maravillada mirando sorprendida la construcción moderna, los acabados  y sobretodo la gran ventana que tenían todos los apartamentos junto con un espléndido balcón.




Dejé mi bolso y las maletas sobre el sillón de piel negra que había en media sala, tomé las llaves de mi nuevo y provisional hogar y caminé hasta el edificio de mecánica donde un sinfín de coches último modelo con el capo abierto me llamaban a gritos como cantando: “paraíso”.




Al mirar con detenimiento encontré al muchacho que me había robado el aliento en el aeropuerto, al reconocerlo me sonrojé furiosamente bajo la mirada del profesor Cabret, quien sonrío con complicidad, se despidió con un gesto de mano y salió sonriente del edificio.




Mis tacones sin querer resonaron por el piso causando que la mirada del joven se dirigiera a mí y este dijera:




-Vamos, no me jodas... ¿UNA MECÁNICA CON TACONES?-. Río altanero mirándome coqueto. Yo sonreí ladinamente y con mí típico andar felino, me acerqué a él y con una sonrisa sexy le dije mirándolo de arriba abajo: 
-¿Tienes complejo de Donkey Kong o algo así?... vamos que esté vestida bien no significa que no pueda ser mejor que tú arreglando motores-. Añadí con sorna mientras rodeaba el Porche en el cual hasta hace unos segundos él había estado recargado y contoneándome rodee todo el automóvil.




-¿Tú eres mecánica? Venga ya... si te morirás si te rompes una uña-. Dijo sin dejarse ganar, a lo que reí… Era mejor sentir rivalidad a amor… eso siempre sería así, el y yo no seríamos nada y entre más lejos lo tuviera por mi mejor… aunque eso no me impedía divertirme un poco…




-Dicen que el león no es como lo pintan-. Dije con sorna mientras sonreía ladina y caminaba con andar felino hasta el coche, me remangué las mangas de mi camisa de colección última moda y me adentré en el motor, dejándolo totalmente embobado… yo sabía que estaba jugando con fuego… pero esperaba no quemarme.




Sentí su mirada sobre mi espalda   y sonreí aún más, lo tenía donde quería, o al menos eso pensé antes que de improvisto tomará de mi cintura, me elevara, me pusiera de frente a él… todo su cuerpo me irradiaba calor y mi respiración se comenzaba a agitar, el grácilmente cerró con una mano el capo y me deposito sobre el acercándose peligrosamente a mi boca… quedando a unos centímetros de besarme…




-Soy Emmett-. Susurró antes de aproximar sus carnosos labios a mí…



Me tienes y te vas,
Me haces esperar, 
No entregas nada a cambio, 
Me ruegas y mis pies descalzos 
Otra vez se quedan por tu encanto.

Camino me llevas me elevas sin parar, 
Yo corro y tropiezo con mi ingenuidad, 
Despierto perdida, enredada 
En tu forma de involucrarme, 
¡Hay como odio amarte!.

Más que negarlo quisiera olvidarlo, 
Pero hay algo entre los dos.


Déjale sentir algo a tu corazón, 
Toma todo más en serio 
O yo… te digo adiós.
 
Te odio, te amo, te amo, te odio, 
¡Hay como odio amarte!...
Te odio, te amo, te amo, te odio, 
¡Hay como odio amarte!...
 
Sonríes y le das otra oportunidad 
A este amor viajero, 
Aunque parece ser 
Que está en tu realidad arrodillarte al miedo.
 
Te creo, te sigo, me elevo a soñar 
Me lleva hasta el suelo tu inseguridad, 
Despierto perdida, enredada 
En tu forma de involucrarme,
¡Hay como odio amarte!...
 
Más que negarlo quisiera olvidarlo, 
Pero hay algo entre los dos.
 
Déjale sentir algo a tu corazón, 
Toma todo más en serio 
O yo… te digo adiós.
Te odio, te amo, te amo, te odio, 
¡Hay como odio amarte!...
Te odio, te amo, te amo, te odio, 
¡Hay como odio amarte!...




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