Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

jueves, 21 de junio de 2012

INOLVIDABLE


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Capítulo 20: Primer antojo.

Bella pov.

Habíamos hecho el amor dos veces y yo cada vez tenía más hambre de él…
Además de que estaba sensible de cojones… Lo sentía más duro cada vez y eso me ponía al límite…
-Te amo- me dijo mi esposo besándome el cuello, aún estábamos en el agua…- ¿Vamos a estrenar la cómoda cama?- dijo mordiéndome el lóbulo de la oreja y yo me sentí desfallecer…
-Hoy estás insaciable- dije mirándolo a esos ojos casi negros por el deseo- Me encanta- dije con mi voz más seductora y él me sonrió de lado.
Me cogió de la mano y salimos al cálido ambiente. No hacia frío y eso me encantaba.
Entramos por la misma puerta que habíamos salido y me cogió de nuevo en brazos, yo enrollé mis piernas en su cintura y empujé mi sexo contra el suyo…
El sonido más maravilloso de todos se escapó de su boca…
-Bella…- gruñó y me dejó caer suavemente en la cama para colocarse encima de mí y comenzar a besar mi cuerpo mojado- Eres perfecta señora Cullen, nunca me cansaré de decírtelo- dijo con voz ronca antes de besar mis labios nuevamente y penetrarme sin ningún tipo de aviso…
Yo en vez de quedarme quieta por la sorpresa, lo apreté más contra mí y él volvió a gemir…
Sentía su sexo totalmente hundido en mí y era la cosa más deliciosa que había experimentado jamás, eso sin duda… Mis labios nunca dejaron los suyos, estaban rojos e hinchados y era muy excitante… Mis ojos se dirigieron a ese cuerpo perfecto que me volvía loca y mis manos acariciaron sus mojados pectorales, sintiendo que se tensaba ante mis caricias. Él por su parte, embistió más fuerte provocando que de mi boca salieran sonoros gemidos… Sus manos se dirigieron a mis erectos pezones y apreté más mis piernas en sus caderas, afianzándolas…
-¡¡Edward!!- grité cuando sus manos apretaron mi trasero.
-Qué bien se siente…- susurró con voz muy ronca…- Eres preciosa- me acarició el trasero y lo volvió a apretar en sincronización con sus embestidas.
Y ese fue el tercero de nuestros muchos encuentros aquella noche…
Cambiamos de posturas, lo hicimos de todas las maneras posibles y por supuesto, las palabras “te amo” jamás faltaron.
Sólo cuando los rayos del sol se reflejaron en la ancha espalda de mi esposo, fue cuando nos tumbamos los dos en la suave cama y me acurruqué en su pecho.
-Te amo- susurré con la boca pegada a su pecho.
-Y yo a ti preciosa, descansa mi vida- me susurró antes de besarme en el tope de mi cabeza.
Y su espectacular olor y su fuerte pecho, hicieron que me cayera en los brazos de Morfeo.
No sé cuánto tiempo pasó, no sabía si era de día o de noche, tan sólo me faltaba algo a mi lado…
Mis ojos se abrieron con dificultad, dándome cuenta que había dormido por varias horas, ya que eso me pasaba cuando se me pegaban las sábanas…
Miré a mi alrededor y estaba completamente sola… ¿Dónde estaba mi dios griego?
La cama estaba caliente aún en su lado, señal de que no hacía mucho que se había ido… Los ventanales, que hacían a su vez de puertas, estaban un poco abiertos, dejando pasar el suave ambiente de la playa. Era de día, aunque calculaba que fuera ya por la tarde, pues el sol ya no era tan intenso.
Me incorporé sólo un poco y la fina sábana se deslizó por mi cuerpo. Miré mi cuerpo y sonreí feliz… Me toqué los labios y los tenía ardiendo e hinchados, producto de los tantísimos besos que mi héroe me había regalado esta noche y parte del día. Sonreí de nuevo…
Me levanté y me encaminé hacia la maleta para coger un camisón. Cogí uno rojo pasión y me lo puse, dándome cuenta lo cómodo que era, me llegaba por encima de las rodillas y tenía unas finas tirantas.
Fui al baño y me lavé la cara con agua helada, como siempre, y me cepillé el pelo, con dificultad, al tener restos de arena, sonreí de nuevo al recordar ese maravilloso momento, que jamás se iría de mi mente, parecía estar grabado en fuego en mi piel.
Salí hacia la habitación y me encaminé hacia la cocina, mi bebé y yo teníamos un hambre de muerte. Mientras andaba, mis manos acariciaban mi vientre suavemente, dándole los buenos días a mi pequeño.
-Buenos días bebé- le dije acariciándolo por encima del camisón.
Llegué a la cocina y un rico olor llegó a mis fosas nasales, y fue ahí cuando vi a mi hermoso esposo cocinando de espaldas a mí. Tan sólo llevaba unos pantalones cortos…
Anduve con lentitud y en silencio hasta él y mis manos automáticamente se enrollaron en su cintura.
-Buenos días, guapo- le dije antes de besar su suave espalda desnuda.
-Buenas tardes, mi amor- me dijo con voz burlona y yo sonreí en su piel. Él se giró hacia mí y sus manos levantaron mi barbilla para besarme suavemente- Estás preciosa- dijo mirándome de arriba abajo y yo me sentí poderosa- Me está provocando con ese camisón señora Cullen- me dijo mirando a mis labios.
-Doctor Cullen, usted también me está provocando a mí con la falta de ropa- le dije mirando hacia sus pantalones. Subí mi mirada a su cara y me sonrió pícaramente.
-¿A sí?- dijo antes de besarme y posar las manos encima de mi vientre- ¿Cómo estás pequeño?- dijo agachándose a la altura de mi vientre y lo besó con dulzura- Espero que no hayas escuchado nada de lo que tu mamá y yo hemos hecho esta noche- lo besó de nuevo y subió hasta mis labios nuevamente- Te amo princesa.
-Yo más aún- le sonreí y antes de que posara mis labios sobre los suyos, mi estómago comenzó a sonar ruidosamente por el hambre.
-Al parecer mi pequeñín tiene hambre- tocó de nuevo mi vientre y me besó en la frente.
-Si- dije sonriéndole.
-He hecho varias cosas, no sé lo que te apetecería- dijo sonriente.
-Bueno… creo que me apetece un poco de todo- le sonreí de nuevo y él ensanchó más su sonrisa.
-Eso pensaba- me sacó la lengua en un gesto totalmente infantil, pero que a mí me volvía loca. Se giró y se puso delante del horno- ¿Qué tal pescado con salsa de pimienta?- dijo acertando de lleno.
-Mmmm, si, suena delicioso- dije lamiéndome los labios.
-Si no quiere que la secuestre señora Cullen para hacerle cosas indebidas, no vuelva a hacer eso- dijo indicando a mi lengua y yo sólo se la saqué, demostrándole que me encantaba jugar con fuego.
En ese momento comencé con el malestar previsto para las puñeteras náuseas…
-Necesito mis “galletas salvadoras”- dije en súplica y Edward enseguida sacó del mueble un paquete y se acercó a mí para dármelas. Las cogí con desesperación y me metí una en la boca.
-¿Estás bien?- dijo un poco asustado, seguramente por la blancura que había cogido la piel de mi cara, pero eso era lo normal cuando tenía náuseas…
-Si- dije cuando mastiqué la galleta y me la tragué- Son las náuseas de nuevo- dije tranquilizándolo mientras le tocaba la cara.
-¿Seguro? Bella si no son las náuseas, puedo revisart…- le corté.
-Mi amor, no te preocupes- le acaricié la mejilla- Ya se me están pasando- le sonreí y cogí otra galleta del paquete- No tengo culpa que mi bebé se quiera parecer tanto a su padre- le sonreí de nuevo antes de meterme una galleta en la boca.
-Lo siento- dijo agachando la mirada.
-Hey- le dije levantando su cara y dejando el paquete de galletas encima de la mesa que estaba en mi espalda- Deseo que nuestro hijo sea igualito a ti, tus precioso ojos verdes, tu hermosa boca y sobretodo que tenga tu mismo corazón- le sonreí feliz y él me levantó del suelo para besarme más fácilmente.
-Te amo.
-Eres tan adorable- le dije mirándolo a los ojos con una sonrisa. Él sólo me sonrió y me volvió a besar.
-Siéntate, no quiero que mi pequeño tenga hambre- me dijo muy sobreprotector.
-Claro, papá- le dije burlona sentándome en la mesa.
Minutos después, Edward puso delante de mí un plato lleno de pescado con salsa de pimienta, como me había dicho antes, acompañado de patatas asadas.
-¿Quién te enseñó a cocinar así?- le dije interrogante, el pescado estaba de muerte- Esto está delicioso- me metí otro trozo en la boca.
-Bueno…- se rascó la cabeza nervioso- Quizás esta mañana he llamado a mi madre para pedirle algunos consejos…- dijo mirándome con cara de niño bueno.
-¿Has molestado a Esme para que te diga una receta, Edward Cullen?- dije incrédula, pero en realidad estaba que saltaba de emoción de felicidad…
Edward estaba tomándose el matrimonio como tenía que ser y eso me encantaba.
-Si- dijo sonriéndome.
-Bueno… pero lo has hecho tú, eso es lo que cuenta- le dije guiñándole un ojo- Aunque no me gusta que molestes a tu madre para eso, ni para nada.
-Oh, vamos, sabes que está encantada por ayudar- dijo diciendo toda la verdad- Además, me ha dicho que lo que necesitemos no dudemos en llamarla, antes de repetirme unos veinte veces que te diera un beso a ti y a su nieto, de parte de ella- me sonrió y yo sólo pude sonreírle.
Edward se levantó de su asiento y se acercó a mí. Me dio un beso en la mejilla y otro a mi vientre.
-Ya he cumplido- dijo con una sonrisa y volvió a sentarse en su asiento. Yo le sonreí de nuevo.
Era perfecto.
Terminamos de comer al poco tiempo y Edward se levantó para coger el postre.
En ese momento me dieron unas ganas tremendas de comer fresas, mataría por una pequeña fresa, haría lo que fuera por una fresa…
¿Qué me estaba pasando?
-¿Qué te pasa Bella?- dijo Edward mirándome con detenimiento.
-Mataría por comerme una fresa- solté de repente, provocando su perfecta risa.
-¿Por una fresa?- dijo dejando un enorme frutero de todo tipo de frutas, menos fresas…
Joder…
-Si, tengo unas enormes ganas de comer fresas- dije con cara de perrito abandonado.
-No me lo puedo creer…- dijo burlón encaminándose a la nevera.
Lo seguí con mi mirada y vi una enorme caja de fresas en sus manos.
Oh, por Dios…
-Trae aquí- le dije levantándome y arrebatándole la caja de sus manos. Me metí una en la boca rápidamente, explotándola en mi boca- Mmmmm- me salió como un gemido y abrí los ojos para encontrarme a un Edward tragando en seco.
-Joder… ¿podrías ser menos sexy comiéndote una puta fresa?- dijo acercándose a mí y besando mis labios- Mmmm, creo que de ahora en adelante comeré las fresas de tu boca- me dijo antes de introducir su lengua de nuevo en mi boca.
-Mi amor- dije cuando nos separamos y Edward me levantó, para sentarse él, en mi silla y empujarme hacia su regazo para sentarme encima de él- Creo que he tenido mi primer antojo- dije tocando mi vientre.
-Lo sé- dijo besando mi cuello- Lo que no me puedo creer es que mi mamá tuviera razón y acertara de lleno…- lo miré interrogante.
-¿Esme sabía que tendría un antojo?- dije sorprendida.
-Si, es más, me obligó a comprar dos cajas de fresas, dos- dijo burlón- Porque decía que ella en el embarazo de Alice y mío tuvo un antojo de fresas al mes y medio de embarazo y decía que te iba a pasar lo mismo, decía que ibas a tener un embarazo igual al de ella- me dijo mirándome a los ojos.
-Increíble…- susurré sorprendida.
-Si, por eso cuando te he visto así y me has dicho que matarías por una fresa… me he quedado alucinado…
-Lo dicho, nuestro hijo será un clon de su papá- le dije poniendo mis piernas a cada lado de las suyas, quedando sentada mirándolo a él directamente- Creo que el mundo femenino se beneficiará, en unos veinte años, de una ardiente y sexy bomba sexual- dijo con voz sensual y Edward me miró entre divertido y sensual- Igualito a su papá- le dije antes de besarle.
-¿Me estas diciendo que crees que será niño? ¿Y que además será una bomba sexual?- me dijo divertido.
-Totalmente- dije segura y él quitó el pelo de mi cuello para poder tener mejor acceso a él.
-En el caso de que sea niña- me dijo subiendo por la línea de mi mandíbula- Tendré que encerrarla durante el resto de su vida para que no vaya provocando a todos los hombres como la diosa de su mamá- me dijo antes de morderme el lóbulo de la oreja.
-¿A sí?- cómo me gustaba cuando me decía esas cosas.
-Si, diosa del sexo- me dijo antes de besarme con hambre en los labios.
En pocos segundos, la temperatura de la cocina subió considerablemente, y ambos nos encontrábamos jadeando ante nuestros besos y nuestras caricias.
-Nunca tengo suficiente de ti.
-Ni yo- le dije mirándolo a los ojos- Creo que me estoy convirtiendo en una ninfómana- dije segura y él soltó una sonora carcajada.
-Me da igual si eres un ninfómana conmigo- me besó nuevamente.
Cada vez hacía más calor y su roce me quemaba.
-Edward…
-¿Si, mi amor?- dijo inocente.
-Quiero que me penetres en este mismo instante- demandé en un bajo susurró.
Él sólo me arrancó literalmente el tanga rojo que llevaba y me subió el camisón por los brazos hasta quitármelo. Su mirada se oscureció de inmediato al mirar mi cuerpo sin ningún tipo de pudor y yo me incorporé un poco para quitar esos estorbosos pantalones.
Los deslicé hasta las rodillas y cayeron al suelo junto con el bóxer, y de un empujón me metí su gran envergadura.
-Joder…- dijo cerrando los ojos y yo sonreí orgullosa, al hacerle sentir ese placer.
Mis manos se posaron en sus hombros y comencé a moverme suavemente, manteniendo un ritmo lento pero constante. El placer me estaba invadiendo por completo y aumenté el ritmo.
-Bella- gimió cuando sus manos me acariciaron la espalda baja.
-Edward, me vuelves loca- grité como una loca y aumenté el ritmo, botando como una posesa encima de él y los fuertes gemidos inundaron toda la habitación. Las manos de Edward de colocaron en mi estrecha cintura y fue ahí cuando comenzamos un delicioso ritmo.
Muy pronto para mi gusto, llegamos a nuestro desesperado orgasmo y me caí sudada encima de mi esposo.
-Joder, preciosa, eres una diosa- me susurró en el oído- Me encanta tu cuerpo- sonreí- Tus pechos son…Dios… perfectos, tu estrecha cintura me vuelve loco y ese trasero respingón… JODER- me apretó más contra su cuerpo en un delicado abrazo, mientras nuestras respiraciones se normalizaban…
-Dios… Edward no me digas eso, me enciendes de una manera que no tiene que ser normal- le dije mientras él sonreía contra la piel de mi frente.
-¿Si?
-Si, tienes un cuerpo de infarto- le dije tocando sus labios con mis dedos- Ese pecho- le dije tocándole los pectorales- Joder… y ni que hablar de tu fuerte espalda, me encanta cuando se contrae o se tensa por el placer… Joder…- dije de nuevo, pero esta vez cerrando los ojos- Y dejemos a tu miembro… no tengo palabras para describirlo, un simple “enorme y gorda” se puede acercar…
-Joder…- gimió en mi oído. De repente sentí a mi “Eddie” despertar de nuevo y me separé un poco de Edward para mirarle a la cara, mientras mi sexo se rozaba con el suyo…- Bella… como no pares no saldremos de aquí en todo el día…- dijo en una última fuerza de voluntad.
-¿Sabes? Mi pequeño Eddie y yo pensamos quedarnos encantados aquí todo el día- me acerqué a su oído ante su atenta mirada de deseo- Además, es la mejor forma de aprovechar lo que nos queda de día… y parte de la noche…
Esto fue lo que lo encendió de nuevo, ya que me cogió con una facilidad única y nos encaminamos a nuestra habitación, besándonos y tocándonos por doquier…
Y así pasamos el resto del día, hasta que el cansancio nos venció, después de haber hecho el amor en cinco ocasiones más, éramos insaciables…

Edward pov.

Joder…
Joder…
Joder…
Sólo podía decir esa puta palabra en mi mente cuando mi hermosa esposa se había dormido en mi pecho, sintiéndola respirar pausadamente.
Qué hermosa era…
La miré y me fijé en su vientre, a pesar de que era muy poco tiempo para que se le notara, noté que su vientre estaba ligeramente redondeado. Sonreí y acerqué mi mano hasta mi hijo y lo toqué suavemente.
-Bebé, eres muy afortunado al tener una mamá así- le dije emocionado- Te quiero más que a mi vida, os quiero- con esa frase me quedé dormido dejando mi mano en el vientre de Bella y la otra alrededor de su cuerpo.
Me desperté al notar un olor exquisito de comida… ¿Quién estaría cocinando?
Palpé con mi mano a mi alrededor y en vez de mi hermosa esposa, en su lugar estaba un enorme cojín…
Abrí los ojos inmediatamente, ganándome una ligera molestia por los rayos del sol que se colaban por la rendija del gran ventanal… tuve que cerrarlos y volverlos a abrir un par de veces más.
Me levanté completamente desnudo y cogí un bañador de la maleta y me lo puse.
Me dirigí hacia la cocina y pude escuchar la maravillosa voz de mi ángel cantar mientras cocinaba.
-Buenos días, preciosa- le dije mientras enrollaba mis brazos en su cintura y ponía mi cara en el hueco de su cuello, viendo lo que estaba cocinando.
-Buenos días, buenorro- sonreí ante su saludo y la giré para besarle esos labios que me volvían loco.
-Te amo- beso- Te amo- beso- Te amo- beso.
-Yo más- dijo como una niña pequeña y yo sólo pude sonreír antes de besarla de nuevo.
-¿Por qué no has esperado para que yo te haga el desayuno?
-¿De verdad piensas que puedes hacer esperar a una mujer embarazada?- dijo mirándome con incredulidad.
-La próxima vez me encargaré de levantarme antes que tú, no quiero que hagas nada en estos días, quiero que descanses.
-Edward, necesito hacer cosas, no estoy enferma, estoy embarazada- dijo su frase eterna y en realidad tenía razón, pero no quería que hiciera nada- Además, sabes que adoro cocinar y más si es para mi querido esposo- sonrió y me besó en los labios- Te he hecho tu tarta favorita- me besó de nuevo y yo la apreté contra mi pecho.
-No te deberías haber molestado.
-No digas más tonterías, por favor, eso ni nada que sea para ti es ninguna molestia, mi amor- me dijo segura y yo sólo pude asentir y besarle de nuevo- Vamos, demasiado que te he esperado para desayunar- dijo separándose de mí y poniendo huevos, beicon y salchichas en dos platos para desayunar.
-Justo lo que me apetecía- le dije llevando los dos platos a la mesa y besando su frente.
-Bueno… jamás me imaginé desayunando de esta manera, sabes que no me entra nada cuando me acabo de levantar- yo asentí- Pero tu hijo me lleva por el mal camino, haciéndome comer como una auténtica vaca… antes desayunaba un café y unos cereales, pero ahora eso es imposible con este renacuajo aquí- dijo tocándose su vientre feliz.
-Me da igual que cojas veinte o treinta kilos, como si coges cincuenta, tu siempre serás mi sexy esposa- le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.
-Sea lo que sea, ahora no me amargaré por eso… tengo tiempo para ponerme en forma de nuevo después del nacimiento de nuestro hijo- dijo segura metiéndose un trozo de salchicha en la boca.
Terminamos de comer rápidamente y recogí todos los platos y los vasos de la mesa para ponerlos en el lavavajillas.
-Mi amor- me llamó Bella- hoy quiero tomar el sol y bañarme en el mar- le sonreí y la miré con deseo al imaginármela en bikini…
Dios… aquí estaba de nuevo el animal que deseaba enterrarse en ella nuevamente…
-Claro, ve a cambiarte, yo te espero aquí- dije intentando no pensar en su cuerpo y cogerla de nuevo y hacerle el amor hasta perder la noción del tiempo…
-¿Vienes?- dijo coquetamente acercándose a mí.
-Si quieres tomar el sol y bañarte, más te vale que vayas sola, porque si te acompaño no saldremos de nuevo de esa habitación.
-Me encanta que desees hacerme el amor- dijo sensualmente en mi oído, ni siquiera me había dado cuenta de que se había acercado tanto- Hoy estrenaré el tanga de bikini que me regaló Rosalie- dijo pasando su lengua por el lóbulo de mi oreja y se de repente se fue sin más…
Dios… esta mujer sería mi muerte…
Recogí todo lo que quedaba de la cocina y metí la tarta en la nevera. Me encaminé hacia el salón y ahí estaba mi diosa sexual…
Tenía un diminuto vestido blanco que se moldeaba a su figura como una segunda piel. Sus pechos estaban liberados de cualquier ataduras del bikini… no tenía parte de arriba…
Vale… Edward Cullen tienes que respirar y relajarte para no tirarte encima de ella…
Me sonrió y se dio media vuelta para coger las toallas y el bronceador que descansaban en el sofá y sentí lo mismo que sentí, cuando la vi volverse hacia mi padre para saludarlo cuando nos acabábamos de casar, con ese vestido blanco que quitaba la respiración a cualquiera…
El maldito tanga se transparentaba con la fina tela del vestido…
-¿Le gusta lo que ve doctor Cullen?- me susurró antes de seguir su camino hacia la puerta para salir a la playa…
Me giré rápidamente para ver su suave contoneo y movimiento de caderas… sin siquiera proponérselo era la mujer más sexy del planeta…
-Ése es el problema preciosa- le dije cerca de su oído mientras pasaba mis manos por sus suaves muslos, subiendo lentamente el vestido…Ella estaba jugando con fuego y se iba a terminar quemando…- Que me gusta demasiado lo que veo…- le subí totalmente el vestido y se lo quité delicadamente, pasando mis dedos por el nacimientos de sus pechos y por sus costillas…
-Edward…- le salió más a una súplica que a una advertencia…
-¿Si?- dije inocentemente mientras la miraba con toda la lujuria que sentía en este momento… Ese maldito tanga sería mi muerte, le quedaba jodidamente bien para su propia seguridad…
Mis manos se pusieron a cada lado de su trasero y volvieron a subir por sus caderas y por sus costados…
-Dios…- gimió con voz sensual mordiendo su labio inferior y fue lo máximo que pude soportar antes de besarla con desesperación…
La tumbé en la toalla y me puse encima suya.
-Eres una tentación, señora Cullen- le susurré encima de sus labios.
-Y tú estás demasiado bueno para tu propio bien…- me dijo mirando sin ningún pudor a mi sexo…
Tiró del cordón del bañador y lo desató rápidamente de un fuerte tirón. Me miró y se lamió los labios en un gesto voraz. Yo le mordí la lengua y ella bajó mi bañador por completo, para coger mi miembro con seguridad y restregarlo en su sexo, eso había sido lo más erótico que había visto desde que habíamos venido aquí, aparte de su cuerpo… por supuesto.
Y así comenzamos una nueva sesión de sexo que acabó en una hora como mínimo…
Sentía mi espalda arder, así que me dirigí hacia el mar mientras mi diosa se ponía aceite de coco por todo el cuerpo…
Mmmmm… tuve que irme de su lado porque no la dejaría tomar el sol que quería…
Y así pasamos un buen rato hasta que salí en su búsqueda.
-Edward te has quemado- me dijo cuando me acerqué a ella.
-¿Mucho?- la verdad era que sentía la piel de mi espalda ardiendo…
-Si- dijo levantándose de la toalla, dejándome una preciosa vista de sus pechos desnudos…- No te aproveches de la situación, Edward Cullen- me dijo burlona- Si, ¿no notas el calor?
-Si, ahora que estás aquí conmigo, si.
-Tonto- me golpeó suavemente el brazo- Vamos, tengo que ponerte crema- me sonrió y me cogió la mano para encaminarnos a casa.
Nos adentramos en la casa y llegamos a la habitación. Bella se quitó el tanga completamente para dejarme una hermosa vista de su perfecto trasero…
-Joder… es normal que tenga calor…- le dije tocando su trasero.
-Venga, vamos- me dijo cogiéndome de nuevo de la mano y nos metimos en el baño- Nos bañaremos juntos y después te pondré crema, ¿vale?
-¿Qué tal si te doy yo crema?- le dije cogiéndola por la cintura.
-Edward… tengo que hacer la comida, tu hijo no atiende a razones cuando se trata de comer…- me dijo divertida y yo sonreí.
-Vale, está bien, me comportaré…
Totalmente mentira…
Sólo me bastó verla bajo la ducha para cogerla de nuevo en brazos y hacerle el amor debajo del agua…
-No puedo resistirme a tus encantos- le dije cuando la solté con cuidado y ella me miró con un brillo especial en los ojos… Sin duda, el embarazo le estaba sentando de maravilla…
Estaba absolutamente preciosa.
-Te amo- me dijo mientras me enjuagaba la espalda suavemente.
-Y yo a ti mi vida- le dije antes se rozar suavemente sus labios.
Nos salimos envueltos en una toalla del baño y nos sentamos en la cama.
-Edward túmbate- me dijo con e bote de la dichosa crema en la mano…
-A sus órdenes, ¿vas a violarme?- escuché su musical risa mientras pasaba sus suaves dedos por mi espalda delicadamente.
-Ya te gustaría, Cullen.
La verdad era que me estaba quedando totalmente dormido con sus suaves masajes en mi espalda, mentiría si dijera que no me había aliviado… Tenía unas manos mágicas…
-Mi amor- escuché a Bella de fondo…
-¿Uhmmm?- dije abriendo los ojos poco a poco…
¿En qué momento me había dormido?
-Vamos, te he dejado descansar dos horas mientras se hacía la comida- dijo antes de besarme en los labios suavemente.
-¿Dos horas?- dije incorporándome poco a poco.
-Si, vamos dormilón, tu hijo saldrá para patearte el trasero por el retraso de su comida- sonreí ante sus ocurrencias y me levanté.
Nos encaminamos hacia la cocina y dos platos de pasta nos esperaban para ser comidos.
-Mmmm, está riquísimo- le dije cuando probé un bocado.
-Gracias- me sonrió y conversamos de todo un poco.
Y así fueron los siguientes trece días…


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