Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

jueves, 21 de junio de 2012

INOLVIDABLE


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Capítulo 26: Te odio.

Bella pov.

Era Tanya…
¿Qué hacía ella aquí?
Inmediatamente mis manos fueron hacia mi vientre…
-¿Qué haces aquí?- juro que no sé de dónde saqué la voz…
No es que le tuviera miedo, en absoluto, pero si tenía miedo de que a mi bebé le pasase algo, eso simplemente no podía ser posible.
-¿Tú qué crees?- dijo con una cínica sonrisa y ahí fue cuándo me di cuenta…
No estaba embarazada ya… pero si mis cálculos no fallaban… tendría que estar de siete meses al menos, eso era ya una barriga importante… pero no… allí estaba con su escultural cuerpo de nuevo…
-No tienes nada que hacer aquí- dije con voz dura y apreté más mis manos a mi vientre.
-Vaya… ¿y tú si?- dijo acercándose y yo inmediatamente di un paso hacia atrás- Oh, no me tengas miedo, no te haré nada… de momento…- dijo con voz maquiavélica… me estaba recordando profundamente a un asesino diciendo sus últimas palabras a su víctima…
Mi cuerpo se estremeció involuntariamente.
-Vete, no tienes nada que hacer aquí.
-Te equivocas… verás… por culpa de tu adorable Edward- dijo con voz melosa- Perdí a mi bebé…- no tenía ni pizca de tristeza… de verdad que era mala… ¿cómo podía decir que había sido culpa de Edward?- Pero bueno… eso ya pasó… vengo a decirte que pagarás por todo lo que me has hecho sufrir, si no fuese por tu insignificante presencia ahora yo estaría con Edward riéndome de lo lindo a su costa…- dijo de nuevo con esa sonrisa que tan amarga se me estaba haciendo…
-Si fuese tan insignificante, Edward no se hubiera quedado conmigo, ¿no crees?- la enfrenté, estaba harta de sus sucios juegos…- Y dudo mucho que tu juego hubiera durado mucho, Edward es demasiado inteligente.
Ella me miró con cara de odio profundo y dio un paso hacia mí, yo retrocedí uno y mi espalda chocó con la puerta de mi casa…
-Escúchame bien pedazo de puta, sufrirás tanto como yo he sufrido, sé que te has casado y que estás esperando un dulce bebé…- dijo con voz melosa de nuevo e inmediatamente mis manos agarraron con fuerza mi vientre… Mis ojos estaban como platos…
¿Cómo carajo sabía ella eso? No me interesaba que supiera tantas cosas de nuestra vida… simplemente no quería…
-No te incumbe.
-Bien… yo creo que me incumbe más de lo que piensas… pero bueno, me voy- dijo poniendo su bolso de puta en su hombro- Dale un beso a tu hermoso Edward de mi parte, si supieras lo bien que nos lo pasábamos en la facultad…- dijo de modo teatral, a mí sin embargo no me afectó.
-Me pregunto como se sentirá estar con un hombre que piensa en otra…- dije con una sonrisa falsa en mi rostro y ella me volvió a mirar con odio- No creo que Edward se lo haya pasado tan bien contigo… caíste demasiado bajo embarazándote para atraparlo, eso sólo lo pueden hacer…- en un rápido movimiento se acercó tanto a mí que sentí su repugnante aliento y su inconfundible perfume de zorra…
-No vuelvas a hablarme así Isabella… o puede que tu bebé tenga la misma suerte que el mío…
-No lo tocarás- dije encarándola y ella rio de manera perversa.
-Ya veremos Isabella, ya veremos…- dicho esto se volvió a reír como una malvada en una película y corrió escaleras abajo, a pesar de sus altísimos tacones…
-Dios…- suspiré con alivio y dejé mi posesivo agarre en mi vientre…- Bebé jamás de pasará nada, de eso me encargaré yo…- varias lágrimas aparecieron rodando mis ojos… había estado en demasiada tensión y de verdad que había temido por la vida de mi bebé…
¿Qué le pasaba a esa mujer? ¿Acaso jamás nos dejaría vivir en paz?
Recordé su perversa voz y todas las cosas que me dijo para hacerme daño una y otra vez…
Lloré de nuevo… haciendo que mi cuerpo temblara por los sollozos tan fuertes…
Al cabo de unos minutos o horas… no sé exactamente sentí el sonido de mi móvil, y antes de contestar me aclaré la garganta.
-¿Si- dije con voz extraña…
-Mi vida- susurró mi hombre y yo suspiré de alivio.
-Hola- mi voz estaba grave completamente por el llanto.
-Bella, ¿qué te ha pasado?- dijo asustado y sentí cómo se movía…
¿Qué se supone que le tenía que decir?
Tenía que contarle todo, para eso éramos marido y mujer, pero su sentido sobreprotector hizo que no lo hiciese… si le dijese que esa odiosa había estado aquí, entonces sería cuando no querría que saliese de casa… y eso era algo con lo que no podía vivir… tenía que hacer cosas, distraerme y no ser una ama de casa aburrida…
Ese pensamiento coló hondo en mí y no le dije nada.
-Nada, mi vida, nada…- hice un amago de sonreír aunque no me viese…
-Tu voz está demasiado extraña, dime, ¿Qué ha pasado princesa? ¿Estás bien?
Era increíble lo bien que me conocía…
-Si, estoy bien, se me ha hecho un poco tarde sacando a Yuna y eso- dije incorporándome del frío suelo.
-¿De verdad estás bien? Bella me estás asustando…
-No, cariño, de verdad, estoy bien, no me pasa nada- de nuevo intenté sonreír aunque no me estuviera viendo…
 -Bueno…- dijo sin creerse ninguna palabra…- Te llamaba porque te hecho de menos mi vida- hizo una pausa- Hoy saldré a las ocho de la tarde, como todos los días, te llamaré después, ¿vale?
-Vale.
-Te amo con todo mi ser princesa, ten mucho cuidado, te amo.
-Te amo- colgué y de nuevo varias lágrimas bajaron por mis mejillas.
Odiaba mentirle… juro que odiaba mentirle, pero no había otra manera de que me dejara tranquila con su sentido sobreprotector, además de que no quería preocuparlo… bastante tenía con sus pacientes como también tener que lidiar conmigo…
Me moví sin ganas y me encaminé hacia el ascensor.
Miré mi reflejo en el ascensor y era horrible…
El rímel se me había corrido hasta límites insospechados y mi maquillaje estaba totalmente arruinado…
Saqué mi neceser para los casos de emergencia, según mi pequeña amiga, hermana y cuñada, ahora todas las quejas por mi parte de cargar en el bolso más de lo necesario me supieron a patéticas…
Me arreglé en tiempo record y de forma realmente bien, ahora me veía como cuando salí de casa o casi…
Decidí avisar al seguridad de que no dejara pasar a nadie que no fuese la familia Cullen, además de Edward y yo…
Total… éramos los únicos que vivíamos en los áticos de esta parte, así que no tendría que venir más nadie.
Fui con paso decidido y me apoyé en el mostrador de su oficina.
-Buenos días- le dije a una mujer de unos treinta y pocos, sería nueva…
-Buenos días señorit…- miró mi anillo y sonrió- Señora, ¿en qué puedo servirle?
-Por favor quisiera pedirle un favor y que se los dijera a los demás trabajadores de su empresa que estén contratados para este fin- la miré y ella asintió con una sonrisa.
-Por supuesto, dígame.
-¿Ha dejado pasar a una mujer rubia, muy joven, hará como…?- miré el reloj…
Joder… eran las diez y media de la mañana…
Mi primer día que llegaba tarde al trabajo…
G-E-N-I-A-L…
-Si, una mujer muy simpática- si, claro…- Dijo que su nombre era Rosalie Cullen…
¿Qué? ¿La zorrona se había hecho pasar por Rose?
-Mire, esa tipa no es Rosalie, Rosalie es mi cuñada y esa no lo es- la mujer me miró con los ojos muy abiertos.
-Peor yo pensaba que decía la verdad…- dijo apenada.
-No se preocupe, pero debe saber que esa mujer no debe entrar aquí bajo ningún concepto, ¿entendido?
-Cla… claro- tartamudeó nerviosa- Dijo que era su cuñada, como usted dice, y que quería darle una sorpresa…- dijo bajando su mirada ante la atenta mirada de mis ojos…
Puta…
No tenía más nombre que ése…
-Bien… no quiero que la deje pasar, ni usted ni ninguno de sus compañeros, comuníquelo a la empresa o a quién sea, no quiero volver a ver más a esa mujer.
-Por supuesto señora, ahora mismo haré unas llamadas- hizo el amago de coger el teléfono.
-Bien, muchísimas gracias, que tenga un buen día.
-Igual- me encaminé de nuevo al ascensor y bajé hasta el parking subterráneo.
Cuando estaba a punto de sentarme en el asiento del coche, mi móvil volvió a sonar de nuevo.
-¿Si?
-Bella- Eleazar soltó un suspiro cuando escuchó mi voz.
-Dime Eleazar.
-¿Cómo que dime? ¿Dónde coño estás? Me tenías preocupado mujer…
-Estoy saliendo, se me ha hecho un poco tarde, hablamos luego- y sin más colgué…
Sabía que estaba muy mal hecho… pero ¿qué esperaba? Estaba muy nerviosa por los acontecimientos de la mañana…
Primero Alice y luego esa zorra…
Arranqué el motor y miré por el espejo retrovisor la sillita de mi bebé, me volví ya acaricié la suave tela del forro.
-Juro que jamás te pasará nada, mi vida- me toqué el vientre y una involuntaria lágrima se deslizó por mi rostro.
Me limpié la silenciosa lágrima y me encaminé hacia la oficina más sensible y más enfadada que de costumbre…
Llegué en diez minutos, aunque pareciera increíble… El tráfico a esta hora había aminorado considerablemente…
-Buenos días señora Cullen- dijo la monótona voz de Bárbara.
-Buenos días- dije más recta de lo normal y la pobre chica bajó la mirada avergonzada porque todos los presentes habían escuchado mi voz de mala leche…
Bien Bella… de puta madre… haciendo amigos hasta en el trabajo… ya la pobre seguridad había tenido suficiente con mi carácter…
Subí por el ascensor sin importarme los metiches que estaban cuchicheando de mí y me metí sin más.
-Qué carácter…- dijo una imbécil y pulsé el botón para mantener las puertas abiertas.
-Más te vale que te guste mi carácter Sofía o verás tu despido en tu frente en unos minutos- le sonreí cínicamente y ella bajó la mirada más pálida que la leche.
Miré a los demás y éstos se enfrascaron en conversaciones de trabajo.
Bien… mucho mejor, pensé y pulsé el botón de mi piso.
Salí del ascensor y con un asentimiento de cabeza saludé a todos los presentes.
Todos se me quedaron mirando con cara de interrogación, normalmente siempre saludaba alegre, pero hoy no.
-Bella- escuché a Eleazar detrás de mí y me giré.
-Hola- hice un amago de sonrisa, pero él me miró detenidamente.
-¿Qué te ha pasado?- me besó en la mejilla y me abrazó.
-Nada, he estado liada y se me ha hecho tarde- me separé de él y me encaminé hacia mi despacho.
-Buenos días Bella- sonreí ante la inteligencia de Ángela al llamarme tan formal como “señora Cullen”, de verdad que lo agradecí.
-Buenos días Ángela- le sonreí y ella me tendió unos papeles.
-El señor Andrew dejó esto- me tendió dos carpetas azules y varios papeles sueltos- esta mañana para usted, me dijo que no te dieras prisa en hacerlo.
-Muy bien, gracias- le sonreí y me giré para adentrarme en mi despacho, sentí a Eleazar detrás de mí como una puta lapa.
-Buenos días señora Cullen- dijo la voz más repugnante que podía oír en este mismo momento.
-¿Qué haces aquí?- le escupí sin mirarlo a la vez que dejaba las carpetas y los papeles encima de la mesa.
-Pues esperarte para que me des órdenes- dijo con voz ¿sexy?
Espera, espera un momento… ¿de verdad haría esa osadía?
Al parecer sí… bien…
-Primero, antes que nada, no vuelvas a tutearme, no te he dado permiso- pude ver a Eleazar tronchado de la risa detrás del jodido James- Segundo, esta va a ser la primera y última vez que entres en mi despacho sin estar yo presente- le miré, pero él no parecía intimidarse si quiera un poquito…- Y tercero, sal de mi despacho ahora mismo y espérame afuera, me importa un carajo que seas hijo de quien seas, tú acatarás mis órdenes te guste o no te guste, ¿entendido?- le dije sin que me temblara el pulso ni un poquito… bien… ahora más que nunca me gustaban las hormonas  del embarazo.
-Entendido- me sonrió de manera perversa y se fue antes de guiñarme un ojo.
-Jodido James…- susurré después de que cerrara la puerta.
-Joder nena… qué carácter…- dijo burlón Eleazar y yo lo miré envenenada…- Ey, tranquila, yo no te he hecho nada…- dijo avanzando hacia mí y me abrazó por la espalda y me besó el tope de la cabeza- ¿Qué te pasa?- comenzó a hacerme un masaje en la espalda.
-Nada- cerré los ojos.
-Bella…- me advirtió y yo los abrí de inmediato.
Tenía que contárselo a alguien y ése alguien era Eleazar…
No podía confiar en nadie de la familia Cullen, mi familia, porque se lo dirán a Edward por mi bien y eso no lo podía permitir…
-¿Me prometes que no se lo dirás a nadie?- le dije girándome para poder mirarlo y él se puso delante de mí y me miró intensamente.
-Si, te lo prometo, sabes que no diré nada- eso fue lo que me bastó para contarle todo- Joder…- murmuró cuando se lo conté y no pude evitar derramar lágrimas de dolor.
-Eleazar tengo miedo…- sollocé y él me abrazó con dulzura.
-Tranquilízate, no es bueno para el bebé- me recordó y yo asentí intentando tranquilizarme- Ahora tienes que estar más atenta que nunca Bella, no me fío de esa tía en absoluto, es capaz de todo- sollocé y él me besó en la mejilla- Deberías de contárselo a Edward.
-No, Eleazar, no puedo- me separé de él y me levanté de mi sillón- No puedo decirle nada, ya sabes lo pesado que se pone con lo de ir a trabajar, imagínate si le digo que ha venido esa zorra… no querrá ni que vaya a la esquina de mi casa…- susurré- Esto es de locos… y lo peor de todo es que no puedo hacer nada, no tengo pruebas que la culpen de nada…
-Pero te ha amenazado Bella- me recordó y yo me giré para mirarle.
-Da igual, no hay constancia de nada, lo sabes mejor que yo- me abracé a mí misma y sentí sus brazos abrazarme desde atrás, cómo hacía tantos años me abrazaba.
-Lo sé… lo que no quiero es que te alteres por ella, no es bueno para el bebé, intenta tranquilizarte, ya haremos algo más adelante, pero ahora mismo sólo puedes no pensar y mirar por el bebé- su mano se apoyó en mi vientre y me sonrió- Tienes más panza que hace una semana- sonreí involuntariamente y lo abracé.
-Gracias Eleazar, gracias por estar aquí conmigo-lo apreté más contra mi cuerpo, aunque ya mi pequeña barriguita hacía de las suyas para impedirlo.
-De nada hermosa, sabes que siempre estaré a tu lado- me guiñó y me sonrió- Deberías tranquilizarte antes de ir a trabajar, he visto a Sofía llorando por los pasillos corriendo como una loca y los demás murmurar tu nombre…
-Ella se lo ha buscado…- me defendí.
-Pretendía lidiar con las hormonas del embarazo…- pensó- Pero veo que va a ser imposible… aunque comprendo que hoy estés así- me sonrió y me besó en la frente.
-¿Qué carajo tengo que hacer con mi pesadilla más reciente?- señalé con mi barbilla hacia la puerta.
-Pues mandarle todo el trabajo de mierda, ya lo sabes- me sonrió de manera malvada y yo le sonreí de igual manera.
-Bien…- cogí el teléfono y lo miré de manera maquiavélica- Ángela dile a James que pase- dije sin dejar su mirada traviesa.
Sentí unos golpes en la puerta y susurré un “pasa”.
Bien… iba aprendiendo las normas de educación…
-¿Me llamaba?- dijo con su interminable sonrisa asquerosa.
-Por supuesto- me levanté y no me pasó desapercibido su mirada asquerosa en mi cuerpo…- ¿Ves todos los archivos de ahí?- señalé con la barbilla la estantería de mi izquierda.
-Si- dijo por primera vez con voz temerosa…
Bien… ahora nos vamos entendiendo gilipollas…
-Quiero que los revises y que me hagas una gráfica con los beneficios de la empresa en estos últimos tres años- le miré sonriente y él puso los ojos como platos. Se quedó inmóvil mirando todos los tochos que tenía que revisar…- Los quiero para la hora de comer.
-¿Para la hora de comer? Eso es imposible y…- le corté.
-Pues vete a tu casita a jugar al chico malo y déjame en paz- me senté y esperé su retirada.
-No…- dijo en contra de su voluntad y yo lo miré interrogante- Lo haré- avanzó hasta la estantería y cogió todos los tochos a la vez.
Bien… chico listo.
-Lo tendrá a esa hora- dijo a regañadientes y desapareció de mi despacho.
-Eres mala…- dijo Eleazar con una sonrisa burlona.
-Lo sé, me hacen serlo…- miré asqueada hacia la puerta.
-Vale- se sentó enfrente de mí y me miró- Tenemos que mirar los avances de la obra del señor Andrew.
-Si, tenemos que ir la semana que viene a revisar que todo esté en su sitio.
-Así es, después tendremos que llamar a los de decoración para que podamos ver si todo concuerda con las exigencias del cliente.
-De eso me encargo yo, mi suegra es la mejor decoradora de todo Manhattan- le sonreí y él me la devolvió.
-Vale, tienes que mirar esos informes- señaló las carpetas y los papeles que me había dado Ángela- Son nuevos proyectos, están muy contentos contigo, Bella- le sonreí.
-Y contigo también, por supuesto- le guiñé un ojo- El señor Andrew dijo que somos una pareja explosiva.
-Lo seríamos más si mis gustos fueran diferentes- me guiñó y me dedicó una sonrisa burlona.
-Ya…- le sonreí y él se levantó.
-Me voy, después vendré a hacerte una visita.
-Vale- me sonrió y se fue hacia la puerta.
-¿Comes hoy conmigo?
-Claro, Alice está un poco… delicada…- pensé en mi hermosa cuñada y mi ánimo cayó como diez puntos…
-¿Qué le pasa?- Eleazar dejó el pomo de la puerta y se acercó a mí de nuevo.
-Al parecer la pequeña Megan es muy revoltosa… su cabecita está en posición para nacer, pero no se sabe si es para nacer o porque se ha movido demasiado…- lo miré preocupada- La cuestión es que puede ponerse de parto en dos o tres semanas…
-Joder…-murmuró- Pero si es muy pequeñita, ¿no?
-Bueno… ahora pesa dos kilos y medio, al parecer es bastante grande…
-Joder… pobre Alice…
-Si… así que ahora la llamaré a ver qué tal le ha ido…
-Vale, infórmame con lo que sea- me sonrió y salió de mi despacho.
Ojeé los papeles y supe que sería un buen proyecto…
Bien… me dispuse a dibujar los planos para el futuro proyecto, cuando la llamada de Ángela me distrajo, provocando que me saliera de la línea…
-Joder…- susurré y Ángela se quedó callada- Dime Ángela.
-Está aquí su cuñada Rosalie.
-Hazla pasar- me incorporé y miré hacia la puerta.
-Bella- me sonrió y avanzó hacia mí con su preciosa barriguita.
-Oh, Dios mío, cómo ha crecido- la abracé y la besé en ambas mejillas- ¿Cómo estás?- toqué su barriguita y ella hizo lo mismo con la mía.
-Muy bien- me sonrió con su sonrisa radiante- Tú también has crecido pequeñín- le dijo a mi hijo y yo sonreí- ¿Y tú cómo estás?- me dijo separándose de mí y nos fuimos al sofá que tenía delante del gran ventanal.
-Bien, muy feliz.
-Me alegro, ¿cómo se porta el pesado de Edward?
-Demasiado bien, ya sabes cómo es…- recordé a mi hombre de ojos verdes…
-Por eso te pregunto- me sonrió.
-¿Cuándo habéis vuelto?
-Ayer por la noche, Emmett se ha ido a trabajar, yo ya he cogido mi baja maternal- me sonrió y acarició su vientre.
-Yo la cogeré en un mes o así, aunque tendré que venir esporádicamente para las reuniones, Edward está que trina con mi voluntad de venir a trabajar…
-Lo apoyo…- me dijo mirándome con sinceridad- Bella, tenemos que estar nueve meses con dolores de espalda y pies, cambios de humor drásticos y engordando como una vaca- me reí por su resumen de un embarazo, tenía toda la razón, pero no todo era malo, llevar una vida dentro de ti era lo más maravilloso del mundo- Lo menos que podemos hacer es estar tranquila y disfrutar del embarazo, no soportar a gilipollas en el trabajo.
-La verdad es que si- le dije sinceramente- Pero no quiero estar en casa aburrida Rose, además ya me comprometí a hacer un nuevo proyecto y no puedo dejarle tirados.
-Ya…- rebuscó en su bolso algo y me lo tendió- Son las ecografías que me hice esta mañana- me sonrió- Es tan pequeñito Bella.
-Lo sé- dije emocionada abriendo el sobre.
Las ecografías eran exactas a las mías, ya que estaba del mismo tiempo que yo, pero su nariz era igualita a la de Rose.
-Tiene tu nariz- dije sonriente- Y la boquita de Emmett- miré detenidamente sus pequeñas manitas y sus pequeñas piernecitas…
Era absolutamente adorable.
-Si, me he dado cuenta- dijo mirando la ecografía embobada- Estoy exactamente de 12 semanas y media.
-Yo estoy de 12 semanas y media también- le sonreí- Creo que los tendremos a la vez, si no se adelanta…
-Si- me sonrió.
-¿Sabes lo de Alice?
-¿Qué le pasa?- me dijo con voz preocupada y yo la miré fijamente.
Le conté todo lo que me había dicho Edward.
-Joder… pobre de Alice… ¿qué se supone que va a pasar?
-Me ha dicho Edward que no le pasará nada malo, pero que hay que tener cuidado de que se le adelante el parto, aún no se sabe exactamente el por qué de su posición…
-Espero que no le pase nada ni a ella ni a mi sobrinita…
-Tranquila, con Carliste, Edward y Carmen es imposible- le sonreí y ella me devolvió la sonrisa- Y bueno… cuéntame, ¿qué tal vuestra segunda luna de miel?
-Dios Bella… ha sido… ha sido mágico…- dijo con ojos soñadores y yo le sonreí- Emmett me ha llevado a París- dijo sonriente- Hemos estado en el museo del Louvre, en la Torre Eiffel y en millones de sitios bonitos… ha sido perfecto- me sonrió dulcemente- Me llevó a un restaurante dónde sólo se podía comer carne, nada de verduras ni pescado- Si… era típico de Emmett, sonreí.
-Me alegro por ti Rose, os lo merecíais- le tendí la ecografía y ella la metió en el bolso.
-¿Y tú qué, Bells?- me empujo suavemente y puso sus ojos de manera sexy- ¿Cómo es el semental Edward Cullen?
Yo solté una carcajada y ella me siguió.
-Qué bruta eres Rose…- dije un poco avergonzada.
-Oh, vamos, no creo que esta preciosidad- acarició mi vientre- Haya salido por arte de magia, vamos cuéntamelo.
-¿Qué pasaría si te dijera que lo hemos hecho a todas horas en cualquier parte?- Rose abrió mucho la boca y los ojos a la vez- Increíble- fue mi única palabra.
-Joder… pues sí que son buenos los genes Cullen…- murmuró más para sí que para mí y yo me carcajeé de ella.
-Eres imposible…
-Ya… claro… pero, ¿sabes qué? No puedo estar más feliz por vosotros dos, os lo merecéis todo Bells, habéis estado muchos años separados y ahora es vuestra oportunidad de ser felices- esto último caló hondo en mí…
Felices…
Le hubiera dicho que si, si esta mañana no hubiera tenido una visita tan desagradable, pero mucho me temía que esa visita no sería la última, ni mucho menos la última vez que la viese…
-Bells, Bells…- Rose me zarandeó y yo la miré con sorpresa.
-¿Qué me estabas diciendo?
-Que si íbamos a comer, ¿en qué piensas?
-Nada, tengo cosas que hacer, pero vamos a comer- me levanté e intenté sonreírle de manera casi natural, pero creo que no me salió por la cara de Rose.
-¿Pasa algo?
-No, nada, no te preocupes- le sonreí.
-Como quieras, quiero que sepas que siempre me tendrás a tu lado Bells, que puedes confiar en mí en todo- me abrazó y me besó en la mejilla.
-Vale- le sonreí y me volví para coger mi abrigo y mi bolso.
-Me encanta ese vestido- dijo mirando mi atuendo y yo le sonreí.
-Pídemelo cuando quieras- le guiñé y salimos de mi despacho.
-Señora Cullen- joder… el que faltaba…
-Dime- le sonreí cínicamente mientras que Rose miraba la escena divertida.
-Ya tiene las gráficas hechas de estos tres últimos años- dijo con esa sonrisa asquerosa, pero hoy no se saldría con la suya…
Le tenía preparada una muy buena…
-Bien… ¿y qué has observado?- le dije antes de que hiciera el amago de entregarme los informes.
-Pues… que es una empresa con muchos beneficios…- dijo orgulloso con la pizca de chico malo que le caracterizaba…
Gilipollas…
-Exacto, ¿qué pasaría si dejásemos esta empresa en manos de alguien que no tiene ni puta idea?- le encaré y pude ver a Eleazar saludar a Rose rápido para no perderse la escenita… Ángela por su parte estaba enfrascada en sus papeles, pero mirando por el rabillo del ojo…
-Pues que se iría a la quiebra- dijo con otra sonrisa de las suyas y ésta vez se la devolví yo.
-Correcto, por eso no podemos dejar que alguien como tú tome las riendas de esta empresa- la cara de James no tenía precio, pasaba de la furia a la confusión- Por eso me importa un carajo que seas el hijo del señor Andrew o del papa, aquí hay reglas y tú vas a acatarlas, te guste o no te guste- cogí los informes y se los rompí en la cara- Ya te has entretenido bastante haciendo muchas gilipolleces, ahora trabajarás igual de duro que cualquier otro becario- pensé en la “tarea perfecta”, miré a Eleazar y Rose y éstos estaban con los ojos y la boca abiertas- Quiero todas las condiciones del nuevo proyecto en mi despacho a las siete- me volví hacia Ángela- Ángela, prepárale a James el contrato del nuevo proyecto.
-Enseguida.
-¿Ves? Esa es una chica eficiente, espero que tu estadía aquí sea de lo más profesional- hice una pausa- Después te veré- dicho esto pasé por su lado y miré a Eleazar y a Rose.
-J-O-D-E-R- murmuraron los dos al unísono.
-¿Sabes lo jodidamente bien que has estado?- me dijo Eleazar sonriente.
-Seh- dije con una sonrisa y los tres estallamos en carcajadas ante la atenta mirada fría de James.
-Ese tío me suena de algo…- comentó Rose mirándolo.
-Bueno… a no ser que hayas estudiado arquitectura, no creo que lo puedas conocer- le dije burlona.
-No, enserio… me resulta familiar su cara…
Ignoré las paranoias de Rose, porque era imposible que pudiese conocerlo… y nos encaminamos hacia un restaurante chino, ya que las dos embarazadas teníamos muchísimas ganas de comer esa deliciosa comida, Eleazar no pudo más que sonreír y asentir…



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