******************************
****************************
SIEMPRE SERÁS MÍO.
Disclaimer: Todos los personajes
pertenecen a la maravillosa escritora S. Meyer. Yo sólo juego con ellos y hago
lo que mi imaginación me dicta.
Raiting: M
*********************************************************
Pensaba que jamás lo vería, nunca más, pero el Destino nos juega
malas pasadas...
Aquí me encuentro, sentada frente al espejo, viendo como mi
madre, Renée, y mi mejor amiga, Ángela Weber, me peinan y maquillan para mi
gran día, en el que me veré enfundada en un bonito vestido blanco y mi
prometido y mejor amigo, Jacob Black, me esperará en el altar para que nos
unamos para toda la vida.
Debería estar contenta, pero no lo estoy, por más que lo
intento, me es imposible estarlo y Jacob no se merece eso, él me quiere más que
a su propia vida. Este es el día que él siempre esperó. Pero yo espero otra
cosa, mejor dicho a otra persona... a él...
Sí, porque hace 10 años exactamente que se fue con toda su
familia. Aún me duele su partida, mi alma está desgarrada y mi corazón roto.
Cuando él se fue, se lo llevó todo consigo, mi corazón y mi alma, esa por la
que tanto se preocupó cuando estuvo conmigo. Mentiría si dijera que no lo amo,
lo amo y lo amaré hasta el fin de mis días, no puedo controlarlo, aunque fuese
el dolor más grande que jamás tuve y tendré, nunca podría olvidarlo. Por mucho
que me abandonase en aquel bosque, aquel bosque al cual vuelvo todos los días
sin que Jake se entere, diciéndome que no quería que lo acompañase, diciéndome
que ya no me quería.
Me duele mentirle a Jacob, pues gracias a él sigo viva, al
menos me siento así, muchas veces pensé en el camino fácil, el suicidio, pero
después pensaba que lo volvería a ver algún día de estos y eso me lo impedía.
No es que le mienta a Jacob con mis sentimientos, porque eso jamás lo haría, lo
quiero, pero nunca podré amarlo como él se merece.
No me había dado cuenta hasta ahora que me había quedado sola
con Ángela, brindándome una preciosa sonrisa y cargando el precioso vestido
blanco en su brazo derecho, cortesía de Charlie, claro, pues estaba más que
encantado con la boda...
–¿Qué pasa Bells?– me preguntó Ángela, conociéndome de hace
muchísimos años y sabiendo toda mi desgracia...
–Nada Angy, nada. Sólo pensaba en el agotador día que me
espera– intenté sonreírle, pero me quedó en una mueca.
–No te preocupes Bella, todo saldrá bien. Más vale que nos
demos prisa, porque tu encantador y futuro esposo te espera– me dijo
cogiéndome de un brazo y ayudándome a levantarme.
La verdad es que mi madre y Ángela hicieron un trabajo
estupendo, me veía realmente bonita, lo reconozco, pero aún no quitaba la cara
de dolor de mi rostro. Pues dicen que la cara es el espejo del alma y mi alma
gritaba por el desgarrador dolor que sentía...
Me contuve al soltar unas lágrimas, ya que arruinaría el maquillaje y Jacob se daría cuenta y no quería que ocurriese
eso...
Me recompuse y bajé las escaleras, Charlie ya me esperaba
para acompañarme, como buen padrino, así tenía que ser.
La ceremonia se celebraría en mi jardín, algo íntimo, sólo
amigos y familiares.
Empezó la melodía, y yo con Charlie, pasaba por el gran pasillo
rodeado de personas que sabía que me querían y que querían lo mejor para mí.
Divise a Jacob, estaba más guapo que de costumbre, con una gran sonrisa,
encantadora y brillante, que le resplandecía todo el rostro. Cuando llegué a
él, Charlie me dio un beso en mi mejilla y puso mi mano en la de Jake. Jake
acercó mi mano a sus labios y me besó dulcemente.
–Estás preciosa– me dijo rozando la comisura de mis labios
con su boca y nos miramos, él trasmitiéndome deseo y yo cariño.
–Gracias, tú también estás muy guapo– Le dije con una
sonrisa en mis labios.
Me tomó la mano y me volvió a besar.
–Estamos todos aquí reunidos para celebrar la unión entre
Jacob Black e Isabella Swan– comenzó a decir el sacerdote– Jacob Black,
¿Quieres como esposa a Isabella Swan para amarla y respetarla, en la salud y la
enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte os separe?
–Yo Jacob Black…– me cogió mi mano derecha y fue deslizando
el anillo lentamente por mi dedo– Prometo amarte y respetarte en la salud y la enfermedad, en
la riqueza y en la pobreza, todos los días de mi vida. Sí, acepto– terminó Jake
con el discurso dándome un beso en la mano y esperando impaciente mi respuesta.
–Isabella Swan, ¿Quieres como...
No pude escuchar nada más de lo que me decía el sacerdote,
pues mi cabeza dejó de funcionar, mi mente se desconectó y solo podía mirar a
un lugar. Al árbol que se encontraba justo detrás de Jake, allí se encontraba
la persona que más y menos quería ver en este momento, era... era él.
Estaba en todo su esplendor, vestía con una camiseta que se
adhería a su pétreo pecho como un guante, la combinaba con unos vaqueros
desgastados y para rematar estaba más despeinado que de costumbre... No podía
estar más perfecto, pero no podía ser... Era un sueño, mejor dicho una mala
pesadilla. Deseaba despertar y que todo volviese a la realidad, pero nunca pude
despertar porque era real...
Era Edward más guapo que nunca, como si eso fuera posible.
Era perfecto.
Me miraba expectante y con sus labios en una recta línea,
parecía estar conteniéndose por algo y estaba apenado, pero ¿por qué?
Sentí a Jacob tensarse a mi lado y en ese mismo instante supe
que se había percatado de su presencia. Ya que su don sabía cuando había un
enemigo suyo cerca. No hizo falta que Jake siguiera mi miraba, era obvio que
sabía a dónde estaba mirando.
En ese momento sólo me respondían mis piernas y corrí lo más rápido que pude, rápido y sin noción de nada...
No podía ver nada a mi alrededor, las lágrimas se arremolinaban en mi rostro, impidiéndome ver a dónde pisaba... no sé cómo, pero llegué a mi cuarto y me tumbé en la cama, quería morirme, por
ser tan cobarde y no haberle dicho a Jake que sí aceptaba ser su esposa, pero
Edward no pudo llegar en mejor momento y no pude decirle que sí delante de él,
mi corazón estaba dividido, por la locura y la cordura...
En ese instante sentí la presencia de alguien al lado mío, y
no tuve que levantar la vista para saber de quién se trataba, era él. Su
inconfundible olor me lo decía.
Puso sus blancas manos a los lados de mis
caderas y me alzó, para luego abrazarme desde atrás con sus musculosos pechos,
quedando mi espalda pegada a su perfecto cuerpo, como si su vida dependiera de
ello, yo solo pude quedarme quieta, no podía responderle, no se lo merecía. Su
olor se intensificó en mis fosas nasales y yo sólo pude aspirar con más fuerza,
¡cuánto lo había extrañado!
Me quedé mirando a la nada y Edward en un abrir y cerrar de
ojos se encontraba justo enfrente de mí, me alzó el rostro y miré esos orbes
dorados y quise perderme en ellos, me miraban con adoración.
–¿Qué haces aquí, Edward? – en ese momento se me quebró la
voz, lloré y lloré más fuerte.
–Shhh, no llores mi vida– ¿mi vida? – Vine porque Alice tuvo
una visión, te vio vestida de blanco, pero sus pensamientos no te hicieron
justicia, estás realmente preciosa, no pude soportarlo más, y vine para decirte
que te amo…– me quedé de piedra, ¿Qué me amaba? – Pero no quiero hablar de todo
esto aquí. Te pido que por favor me acompañes– me dijo en tono de súplica y yo
me estaba muriendo por decirle que sí, que me iría al fin del mundo si con eso
estaría él para acompañarme, pero tenía que pensar en Jake. Ese hombre que lo
había dejado todo por mí y que me quería más que a su vida, no se lo merecía y
Edward no merecía que me fuese con él.
–No puedo irme contigo, mi futuro esposo espera mi respuesta
para que nos unamos en matrimonio para toda la vida– esto se lo dije bajando la
mirada, pues nunca se me dio bien mentir y sabía que Edward se daría cuenta de
mi mentira.
–¿De verdad lo amas? – me dijo levantándome el mentón. Cuando
unímos nuestras miradas, no pude deshacerme de tal intensidad, me miraba como
si fuera la última vez en su eterna vida, y con amor, mucho amor, el amor que
me faltó todos estos años. Decidí no contestarle con la verdad.
–Le quiero y eso es lo que importa.
–Sabes que querer no es suficiente– me dijo acercándose más a
mí.
–No te acerques Edward, ya pasó lo que tuvimos, me dijiste
que no me querías, que sería como si nunca hubieras existido y vienes justo
ahora… cuando intento rehacer mi vida. ¡Es injusto! – le dije volviéndome para
que no me mirara a la cara.
–Por favor Bella, te lo suplico, ven conmigo, te prometo que
te traeré de vuelta, pero ahora ven conmigo, por favor, necesito explicarte
todo– me dijo abrazándome de nuevo y lo que parecía estar sollozando.
–No es tan fácil que me vaya contigo, antes tengo que darle
una explicación a Jacob, Él no se lo merece.
–Está bien, esperaré a que hables con él, pero cuando acabes
vendré a por ti y te lo explicaré todo- dicho esto me dio un beso en la frente
y se marchó por la ventana, como antiguamente solía hacerlo...
En ese momento llegó Jacob y entró empujando la puerta...
–¿Qué está pasando, Bella?– preguntó Jake acercándose y
abrazándome– Sé que ha estado aquí el chupasangre, ¿verdad? Puedo olerlo,
maldito Cullen...– murmuró
–Jake por favor, te lo explicaré todo, pero no me interrumpas
¿sí?. – Jake asintió cuando le dije esto.
–Como sabrás ha venido Edward, quiere hablar conmigo y
lógicamente a solas, sin que nadie esté presente. Sé que me dirás que no se lo
merece, pero tengo, mejor dicho, necesito saber el por qué de su partida, por
qué me causo tantísimo dolor durante estos años, que gracias a ti, pude
superar- lo miré a los ojos- Sabes que la boda se tendrá que aplazar porque hoy no tengo el valor
de seguir con esto. Sé que es duro, pero no quiero que sufras por alguien que
aún está rota y que no tiene arreglo como yo. Quiero que pase lo que pase hoy,
sigamos siendo amigos, me dolería mucho perderte, pero entiéndeme cuando
te digo que hoy no es el momento para casarme contigo…
Terminé con mi discurso y Jacob me miraba con ojos
cristalinos, sabía que era duro por lo que le estaba haciendo pasar, pero tenía
que ser sincera, no podía mentirle de esa forma, sabiendo que amo a otra
persona.
–Sé que nunca te casarás conmigo, ya no Bella. No entiendo
porque aún lo sigues amando, él no se lo merece, pero no seré yo el que te
obligue a hacer nada de lo que te puedas arrepentir en un futuro. Yo también
soy egoísta porque quería casarme contigo estando imprimado de otra persona.
En ese momento mi boca formó una perfecta "o", no
me lo podía creer...
– Lo siento, no te enfades conmigo, pero creí que nunca me
pasaría esto. Te amo demasiado como para perderte, pero la imprimación no es
algo que yo pueda elegir... –Jake se acercó a mí y me abrazó, sintiendo todo su
calor, era como su propio sol.
–No estoy enfadada contigo Jacob, simplemente me lo podrías
haber dicho, pero yo tampoco soy quién para juzgarte. No sé lo que pasará
ahora, pero enserio no te quiero perder– le dije abrazándole con todas mis
fuerzas y él me respondió. Por primera vez en mucho tiempo, teníamos un abrazo
sincero, de amigos solamente.
–Me alegro que no te hayas enfadado y dile a tu chupasangre
que como te vuelva a hacer daño, seré yo el causante de que no vuelva nunca
más– me dijo muy serio, pero con una sonrisa ladina.
–Gracias… Está bien se lo diré, aunque creo que ya lo sabe- le sonreí- Te quiero Jake.
–Y yo a ti princesa- me besó en la frente y en las mejillas y se fue de mi
habitación. Al segundo, Edward entró en ella y se acercó a mí.
–Me alegro que las cosas hayan terminado tan bien. No
recordaba a Jacob haciéndome la vida fácil– dijo Edward con su sonrisa de
lado y yo solo pude sonreír.
–Bueno, supongo que hemos cambiado mucho en tu ausencia- sonreí, se acercó a mí y me cogió en brazos rápidamente, ya que Charlie
subía hecho una fiera por las escaleras, por lo que por ahora nos era imposible
bajar, nos dirigimos hacia la ventana y saltamos.
Llegamos al Volvo. Sí, el mismo Volvo con el que se fue hace
10 años. No había cambiado de coche...
INCREÍBLE.
Edward se dio cuenta de mi
cara de sorpresa.
–No quise deshacerme de él, era muy valioso para mí porque me
recordaba a ti- no pude evitar sonreír como una tonta.
Abrió la puerta del copiloto para mí, como hacía hace ya
tantos años, me encantaba su caballerosidad, era simplemente perfecto.
Se subió con una elegancia exquisita en el coche y encendió el motor, éste rugió
suavemente... ¿cómo era posible?
Yo alcé una ceja y él me miró sonriente.
–Rosalie tuvo que cambiar el motor varias veces- yo solo pude
asentir, aunque era difícil de imaginar a la perfecta hermana rubia de Edward
haciéndolas de mecánica.
Cuando nos hubimos alejado de mi casa, caí en la
cuenta de que no sabía hacia dónde nos dirigíamos...
–Edward, ¿adónde vamos?
–A nuestro claro, hace tanto que he querido volver a ese
lugar, pero me prometí que sólo lo haría contigo- me miró y sus ojos se
dirigieron a mi boca. Sólo pude sonrojarme y mirar hacia delante. Era demasiado
tentador estar mirándolo otra vez desde tan cerca, pero antes quería saber lo
que pasaba por su cabeza...
–La verdad no entiendo nada, Edward…– comencé a hablar intentando
pensar en otra cosa que no fueran sus labios.
–Ya lo entenderás, pero antes debemos llegar.
Fueron tan solo unos minutos y ¡claro que llegamos!. No había
cambiado ni un ápice su forma de conducir, hicimos el camino de una hora, en
quince minutos. Nos bajamos del coche y me dio un beso en la frente.
–Bella, quiero explicarte cuanto antes para que entiendas por
qué he vuelto, pero a tu velocidad humana no llegaremos en menos de una hora.
Te cogeré e iremos a mi velocidad– ¿su velocidad? Edward quería que me
subiese encima de su espalda de nuevo... Por mi espalda corrió un sudor frío,
estaba más nerviosa que temerosa. No por miedo a caer, o de chocar contra un
árbol, sabía bien que eso no pasaría… pero estaba nerviosa por los recuerdos
que esto me traía a la mente.
–Ven, no temas– usó ese tono de voz del que jamás podría
negarme. Me Cogió la mano y me alzó para quedar encima de su fuerte
espalda.
Llegamos en lo que a mí me parecieron segundos y me bajó con
una delicadeza extrema.
–Bella, no quiero que me interrumpas por favor, diga lo que
diga- me miró con una intensidad increíble- Después me podrás decir todo lo que quieras.
Yo asentí, sin saber muy bien que más podría hacer en ese
momento.
–Verás, Bella, yo te amo…– juro que mi corazón se saltó varios
latidos, él lo notó y sonrió de una manera muy sexy...
– Sé que estás confusa porque te dije que no te quería, pero
tuve que mentir, me vi obligado a decírtelo, no quería que estuvieras en
peligro por mi culpa. Fue la única decisión coherente que se me ocurrió, no he
hecho nada más doloroso en mis más de cien años, quería que tuvieras una vida
lo más humanamente posible, y eso conmigo no era posible- hizo una pausa- También te dije que
podrías rehacer tu vida sin que yo interfiriese para nada, pero soy demasiado
egoísta como para verte con otra persona, por eso cuando Alice tuvo esa visión,
en la que te veías vestida con un precioso vestido blanco para casarte, no pude
dejar de correr y correr hasta llegar a ti, volver a verte y decirte lo
mucho que te amo y que por nada del mundo te volveré a dejar, eres lo más
valioso de toda mi existencia.
Yo ahí ya estaba llorando, con mi cabeza entre mis piernas y
temblando bruscamente. Sentí a Edward besarme la cabeza y abrazarme.
–Pero si aún me amabas… ¿por qué Edward?, ¿por qué me hiciste
sufrir de esta manera?, ¡me dejaste sin alma y con el corazón roto!– le grité
sollozando fuertemente.
–Por favor, Bella, no llores, me partes el alma cuando te veo
así– dijo alzándome y arrodillándose antes mí.
–Perdóname, por favor, no quiero vivir más si tú no estás a
mi lado- sabía que si pudiese llorar, ya lo habría hecho...- Perdóname- sollozó una vez más.
Yo le abracé por el cuello, le abracé lo más fuerte que pude,
transmitiéndole todos mis sentimientos, tocando su sedoso cabello color cobre que me volvía loca mientras que él me abrazaba por la cintura.
–Ha sido la década más larga de toda mi existencia– se
levantó y me abrazó con todo su ser, hizo que me sintiera bien y yo sin
pensarlo dos veces, me alcé y lo besé con todo el amor que pude transmitirle,
él me respondió gustoso. Me levantó y profundizó el beso. Mis piernas estaban
alrededor de su cintura y mis manos en su pelo. Me estaba volviendo loca.
–Cuanto te extrañé– me dijo bajando por mi cuello, dándome
besos húmedos por toda su extensión. Estaba extrañada por su autocontrol, pues
recordaba que le resultaba imposible tan solo un simple beso.
–Edward, tu autocontrol ha mejorado bastante- no pude evitar
decírselo. Estaba asombrada, pero no tanto como para controlar mi propio
autocontrol...
Por lo que seguí besándole de nuevo sin detenerme, sólo lo hice
cuando me faltó el aire, pero entonces, una vez que tragaba una bocanada grande de aire, otra ronda de besos comenzaba otra vez.
-Sí- beso- desde– beso- que– beso- creí– beso- que– beso- te– beso- perdería– beso- para– beso- siempre, de pronto el aroma de tu sangre me
parece más fácil de apartar del concepto de sed. Te amo– estaba haciendo
muchísimo calor ahora...
–Edward– sonó más a una súplica que a una advertencia.
–Bella... no sabes el tiempo que llevo esperando por esto…– habló mirándome con lujuria y enseguida supe a qué se refería por lo que hizo
a continuación...
En ese momento, sentí su dureza en mi centro, me estaba
provocando y yo jadeé al sentirlo. Él no sabía que yo también había esperado
mucho por tenerlo conmigo.
–Hazlo Edward, yo siempre lo estuve esperando y eso tienes
que saberlo– no pude evitar decirlo un tanto avergonzada, no podía creer lo
que le había dicho.
–Te ves adorable cuando te sonrojas, ¿lo sabías?– dijo
inclinándonos hacia la hierba. En un momento él estaba encima de mí y cada vez
podía sentir más calor dentro de mí. Poco a poco nos fuimos quedando
semidesnudos. Diría que pasó tan rápido que casi no vi a mis manos y a las
suyas hacer ese trabajo.
–Eres hermosa… Simplemente eres hermosa– repitió varias veces
esas palabras a mi oído cuando ya había logrado quitarme por completo hasta la
ropa interior, suerte que estaba preparada para mi noche de bodas y el conjunto
que había llevado puesto no podía haber sido más perfecto. Sus ojos me miraban
con una especie de deseo contenido, estaban negros de pasión.
–Si te hago daño, por favor, avísame ¿vale?– me susurró al oído
al tiempo que se colocaba en mi entrada y yo asentí nuevamente.
Me fue penetrando poco a poco, muy suavemente. Dios que bien
se sentía...
–No te imaginas cuanto fantaseé hacer el amor contigo...– eso me encendió, tenía la voz ronca por la excitación.
–Me alegro de que hayas esperado por mí– esto me lo dijo
mientras besaba mi cuello, con ternura y pasión.
Yo me acostumbre enseguida al nuevo visitante dentro de mi
interior y me fue fácil seguir el ritmo con él, pronto empezamos un vaivén
fabuloso. Yo lloriqueé por más. Ansiosa… por él.
–Shhh, tranquila, amor… – Edward era más que físicamente
perfecto, era increíble en todo. En cosa de segundos empezamos un vaivén
desenfrenado. Envueltos en una burbuja.
Nuestra burbuja.
–¡Edward!...
–Bella...
Y así nos pasamos toda la noche, amándonos locamente,
besándonos como si el mundo se pudiera terminar esta misma noche. Siendo tan
solo testigo de nuestra pasión aquella luna nueva, la misma que nos alumbraba
con una tenue luz...
Ahora sabía que desde este momento, mi corazón volvería a
estar vivo y mi alma otra vez gritaría de felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!