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Capítulo 3: Celebración y ¿beso?
Alice pov.
Llegué a casa con los
nervios a flor de piel. Abrí la puerta de casa y la cerré con cuidado. No
sabía dónde estaba Jasper, pero quería que fuera perfecto. Miré hacia el salón y
hay estaba el hombre de mis sueños, viendo la televisión, bueno ahora mismo me
miraba con cara de intriga, ya que nunca había cerrado la puerta suavemente, sino
que se sabía cuando llegaba a casa. Me acerqué a él y le planté un beso
apasionado, demostrándole todo mi amor por él.
-Hola cariño, ¿Qué tal te ha
ido el día?- le pregunté cuando nuestras bocas se separaron por falta de aire.
-Muy bien mi amor, ha sido
un día agotador pero ahora que estás aquí me siento pleno- me dijo mientras me
cogía por la cintura y me sentaba a horcajadas encima de él.
-Jasper hoy es el día más
feliz de mi vida- me derrumbé en ese mismo instante, comencé a llorar por la
felicidad que me comía todo el cuerpo.
-Eh, eh no llores mi vida,
¿Qué ha pasado?- me dijo abrazándome suavemente.
Cuando me hube calmado,
Jasper me miró con preocupación y me dijo con la mirada que se lo contase todo,
que no había nada que temer, en este momento estábamos teniendo una de esas
conversaciones que sólo él y yo podíamos tener, simplemente mirándonos el uno
al otro y transmitiéndonos todos nuestros sentimientos.
-Ahora sí mi amor, cuéntame
qué ha pasado- me dijo limpiándome las lágrimas que caían por mis mejillas.
-Jasper estoy tan feliz,
vamos a ser... vamos a ser- se me atoró la voz en la garganta y no pude seguir,
simplemente me puse mis manos en mi vientre y él siguió con la mirada el
recorrido de mis manos, no hizo falta decirle nada más, ya se lo imaginaba.
Tenía un brillo especial en los ojos, nunca había visto esos ojos azules tan
brillantes como ahora.
-Oh mi vida, ¿de verdad?- me
dijo abrazándome muy delicadamente, como temiendo romperme y cayó en un mar de
lágrimas. Estaba muy feliz, por fin seríamos la familia completa, era lo que
nos faltaba y él estaba muy contento como yo.
-Si, cariño, un pedacito
tuyo y mío está creciendo dentro de mí- cuando se lo dije, dejó de abrazarme y
me miró con una intensidad nunca antes vista, dirigió sus manos a mi vientre y
sonrió de la forma más tierna y más cariñosa que jamás le vi en toda mi vida.
-Peque soy tu papá, espero
que seas tan hermoso como lo es mamá y espero que la ames tanto como la amo yo-
le habló a nuestro bebé y yo sólo pude llorar y llorar. De pronto sentí que me
cogía en brazos y levanté mi mirada, dándome cuenta de hacia dónde se dirigía.
Me dejó muy suavemente en nuestra perfecta cama y se puso encima de mí, sin que
soportara ni un gramo de su peso. Nos besamos tiernamente y poco a poco se hizo
más apasionado, estaba sintiendo muchísima calor, sólo él sabía como volverme
loca.
-Para mí también es el día
más maravilloso de toda mi vida, el segundo diría yo, porque el primero fue
cuando te casaste conmigo- me dijo para después besarme y yo sólo pude
responderle al beso con lágrimas en los ojos. Empezó un recorrido de besos por
todo mi cuerpo, empezando por el cuello y cuando llegó a mi vientre, me dio el
beso más tierno que jamás me hubiera dado y yo quería gritar, gritar de
felicidad, porque sabía que ahora todo cambiaría para mejor. Me bajó los
pantalones lentamente para llevarse con ellos también mi ropa interior. Sólo
pude quitarle la camiseta que llevaba y ver su precioso torso desnudo, lo besé
con besos húmedos, se le escapó un jadeo y a mí una gran sonrisa por ser la
causante de tan maravilloso sonido.
-Señora Hale, esta usted
jugando con fuego- me encantaba cuando hablaba con esa voz ronca causada por la
excitación y yo como respuesta me levanté un poco rozando nuestros sexos, era
maravilloso sentir tan prominente excitación. Él me quitó la ropa que me
quedaba, mi blusa y mi sujetador, quedándome expuesta ante él. Me miró
lujurioso y yo seguí el juego.
-Señor Hale, debería ser un
pecado andar por ahí con tan maravilloso cuerpo- le dije pícaramente y
quitándole el cinturón muy pausadamente, cuando hube acabado, le tocó el turno
al pantalón y al bóxer que llevaba, en pocos segundos él también estaba
expuesto ante mí.- Va a ser un papá demasiado sexy para su bien- el me sonrió y
me besó en la frente. Se colocó en mi entrada y nuestro contacto visual nunca
fue interrumpido por ninguno de los dos, me penetró tan suave que pensé que era
mi primera vez. Ahora me sentía totalmente completa.
-Os amo- me dijo
penetrándome una vez más- me has hecho el hombre más feliz de todo el mundo.
-No sé que haría sin ti- le
dije entre un jadeo, a lo que él sonrió.
-Oh Alice, nunca me cansaré
de decirte lo hermosa que eres- me dijo jadeante.
-Mmmm Jasper, me encanta
cuando gimes mi nombre- esto produjo que embistiera más rápido pero siempre
teniendo un cuidado extremo.
-Mi vida estoy llegando- me
dijo mordiéndome el lóbulo de la oreja y yo me quise morir de placer.
-Llega para mí mi amor,
llega- le dije como pude, le besé y los dos llegamos a uno de los mejores
orgasmos de nuestras vidas.
Hicimos el amor unas 5 veces
más y después nos duchamos juntos con otra ronda de sexo por supuesto, juro que
este hombre sería mi muerte, no sé de dónde sacaba las energías para eso.
Después me arreglé mientras Jasper iba a comprar algo que decía era urgente. Me
terminé de arreglar sobre las 8 y Jasper entró por la puerta cargado de cosas,
yo sólo pude ver un gran osito de peluche blanco, era precioso y yo corrí hasta
él, dándole un beso tierno. Miré para arriba y Jasper soltó todas las cosas
menos el peluche que me lo tendió y yo lo cogí gustosa. Lloré y lloré y el me
consoló, diciendo que era lo que menos me merecía, ¿podía ser más perfecto?
Absolutamente no.
Edward pov.
Me dirigí hacia mi coche,
dejando a Alice y a Bella ahí paradas mirándome, no quería que mi pequeña
hermana Alice me hiciera tragar un sermón que sabría que habría por parte de
ella, papá, mamá y Emmet, aunque este último me felicitaría por ser un machote
al que deja embarazada a una mujer... por eso la evité y quise esperar para
prepararme mentalmente para toda la charla que me darían, sé que era cobarde
por mi parte pero aún no me sentía preparado.
Me monté en mi preciado
volvo y me encaminé hacia el centro comercial, estuve en una tienda de
peluches, donde le compré a mi futuro sobrinito o sobrinita un precioso peluche
de Mickey y otro de Minnie, pues aún no se sabía el sexo del bebé, así que le
compré los dos. Tenía que decir que me puse más contento con la noticia del
embarazo de mi hermana, que con el embarazo de mi propia mujer, estaba muy feo
decirlo, pero era lo que sentía y ¿Por qué lo sentía? Pues porque creí amarla y
ahora con el reencuentro de la mujer que verdaderamente amo, me he dado cuenta
de muchas cosas, estoy demasiado confuso para aclararme, lo que estaba claro
que, aunque no amase a la mujer que llevaba un hijo mío en su interior, estaría
con ella por respeto a ella y a mi hijo e intentaría con todas mis fuerzas
amarla y olvidarme de Bella, tenía que olvidarme de ella, no podía ser débil.
Pero la mente juega malas pasadas, y ahora mismo me estaba jugando una, justo
cuando me estaba jurando a mí mismo que olvidaría a Bella, no pude evitar
pensar cuando Bella le sacó la lengua a Alice... Dios, me excité en medio de la
consulta, con ese simple gesto, no podía seguir así pero no lo pude evitar, pues
Bella y yo estábamos unidos por una experiencia que fue INOLVIDABLE para
los dos, al menos para mí, pues no había una día que no recordara nuestra
experiencia juntos, nuestra primera vez... pues esa noche me sacó a mí la
lengua, la noche en la que nos fundimos en uno sólo.
Flash back.
Nos dirigimos a la casa que
tenían mis padres al lado de la playa, cuando llegamos, Bella se bajó corriendo
del coche para dirigirse hacia la playa, era una imagen angelical, pues tenía
su pelo suelto en cascada y con los reflejos del atardecer se veían mechones
rojos, llevaba un precioso vestido blanco que con el aire se movía suavemente e
iba descalza, pues sus sandalias se las había quitado antes de pisar la arena,
simplemente preciosa. No pude resistirme y hacerle una foto con mi cámara ya
preparada, pues sabía que a Bella le encantaría hacer fotos al mar.
Me miró con una pícara
sonrisa y corrió hasta mí. Cuando llegó a mí pasó sus brazos por mi cuello y me
beso tiernamente y yo la cogí por la cintura y la besé de la misma forma. Poco
a poco el beso fue cogiendo temperatura y nos estábamos comiendo mutuamente, no
me importaba, pues lo haría millones de veces, era mi mujer, la única mujer a
la que amaría en toda mi vida. La cogí en brazos y la llevé hasta la casa,
gracias a Alice estaba ambientada para la ocasión, le daría las gracias a mi
hermanita, había miles de velas encendidas por todos lados y millones de
pétalos de rosas rojas haciendo un recorrido que supuse sería nuestra
habitación, era el lugar perfecto para la ocasión perfecta. La cama era enorme,
blanca completamente y con esponjosos almohadones, la habitación tenía enormes
ventanales que daban a la playa, simplemente perfecto.
Tumbé a Bella en la cama con
cuidado y la observé, me miraba con amor y deseo contenido, al igual que yo, no
pude resistirlo más y la besé, la besé como si mi vida dependiera de ello. Le
desaté el nudo que tenía en el cuello del vestido y lo fui bajando poco a poco,
en el proceso le besaba todo el cuerpo, empecé besándole el pelo, la frente,
los ojos, su pequeña nariz, a lo que ella sonrió, y por último sus labios, eran
exquisitos, suaves y gorditos. Le besé los hombros descubiertos y
posteriormente su plano vientre, jugué con su ombligo y pasé a besarle por
encima de su ropa interior, ella jadeo y yo me volví loco. Cuando le hube
quitado el vestido completamente, la miré, la miré con lujuria y ella se
sonrojó, era adorable, llevábamos saliendo como 1 año, conociéndonos de toda la
vida y todavía tenía vergüenza de mí, era lo que más me gustaba de ella, su
pureza. Preguntándole con la mirada le quité el sujetador, ella me incitó a que
lo hiciera llevando mis manos al broche de éste, se lo quité y me dejó ver sus
perfectos pechos, ni muy grandes ni muy pequeños, redonditos y rosados,
preciosos. Besé el pezón de uno y mi mano la llevé al otro, Bella jadeaba cada
vez más fuerte.
-Edward, mmmm...- si seguía
siendo tan sexy no podría soportarlo y me adentraría en ella de una vez.
-¿Te gusta Bella?- mi
erección pedía paso a mi pantalón, estaba que iba a estallar en cualquier
momento. No obtuve respuesta, lo que obtuve fue mucho mejor, Bella me jalaba de
mi pelo jadeando mi nombre, dios Edward contrólate, contrólate. Fui bajando a
su centro, le quité su ropa interior, dejándola totalmente expuesta hacia a mí,
esta mujer era un pecado de los dioses, tenía un cuerpo de infarto. Le besé su
centro y lamí con mi lengua, quería todo de ella. Bella me jaló aún más de mi
pelo si eso era posible, en pocos minutos la sentí tensarse y después caer
desplomada producto del orgasmo. Sonreí feliz por haberle causado yo tanto
placer, estaba mirándola, más bien comiéndola con los ojos, cuando Bella se
levantó, tirándome a la cama y poniéndose a horcajadas sobre mí. Me mataría,
juro que me mataría.
-Tienes demasiada ropa- la
miré a la cara y estaba totalmente sonrosada, producto del orgasmo y del calor
que teníamos, sus labios estaban rojos e hinchados, su pelo salvaje, estaba
preciosa y absolutamente sexy. Me miró pícaramente para quitarme la camiseta y
recorrer con sus labios todo mi torso, haciendo un recorrido de besos húmedos,
me encantaba cuando hacia eso, su saliva caliente por mi piel... Fue bajando y
me quitó el cinturón y luego los pantalones, me quedé en bóxer y ella me miró
con deseo, me excité aún más, como si eso fuera posible, vió mi erección y
sonrió, esta niñita estaba jugando con fuego y se terminaría quemando. Lo que
pasó posteriormente no me lo podía creer, me quitó el bóxer y acarició mi
miembro con sus preciosas manos y luego se metió la punta en su perfecta boca,
¿quería matarme? La respuesta era sí.
-Dios Bella- jadee cuando
succionó mi miembro con su lengua y se lo metía completamente en la boca. Tenía
que controlarme por su bien, pero ella tenía pensado otra cosa. Embistió con su
boca mi miembro cada vez más hinchado y ya no me podía controlar más.
-Bella para, me voy a...- no
me dejó terminar la frase, embistió más fuerte y me fui, no lo pude aguantar y
la miré con cara de preocupación por haberme corrido en su boca. Ella sólo pudo
sonreírme y relamerse los restos que le quedaron en la comisura de sus labios,
iba a matarme, no podía ser más sexy, la cogí y la posicioné abajo mía.
-Bella, ¿estás segura que
quieres esto?- sólo pude mirarla con todo el amor que sentía por ella.
-Claro mi amor, es todo lo que
deseo y lo sabes- susurró de una forma putamente sexy, mordiéndose el labio. Su
pelo estaba esparcido por toda la almohada, ¿podría ser más perfecta? No, no
podía. Cogí de mi cartera el condón que llevaba y me lo puse, siempre bajo la
atenta mirada de ella. Me posicioné en su entrada y la miré, preguntándole de
nuevo y ella asintió con la cabeza.
-Dime por favor si te duele
Bella y parare- le dije besándole su pequeña nariz, no sabía si podría parar
pero lo tenía que hacer, era mi mujer y pronto lo sería en todos los sentidos y
eso me encantaba. La fui penetrando poco a poco, hasta que sentí su himen,
nunca cortamos nuestra conexión visual, de nuevo le pregunté con la mirada y
ella me sonrió con ternura para luego asentir con la cabeza. La penetré un poco
más y me sentí desfallecer, se sentía demasiado bien para ir despacio, pero la
quería, la quería con todo mi ser y nunca podría hacerle daño.
-Uhmmm... –se quejó y yo
quise morirme.
-¿Qué pasa Bella? ¿Te he
hecho daño?- le pregunté muy preocupado, era lo que menos quería, hacerle daño,
pero me interrumpió con un tierno beso y acariciándome la espalda.
-No mi amor, no pares, es
solo que tengo que acostumbrarme a tu miembro tan enorme- ¿enorme? Me encantaba
que lo hubiera notado y más que me lo hubiera dicho, no podía ser más
provocativa. La penetré de nuevo despacio y ella al poco tiempo me pidió más
rápido y yo asentí gustoso, cada embestida era un paraíso y un infierno a la
vez, un paraíso porque estaba en él y un infierno porque pronto sentiría mi
orgasmo.
-Dios Bella, estás tan
húmeda... – jadee, era la verdad estaba tan húmeda que el choque de nuestros
sexos hacía una fricción perfecta, parecía que nuestro cuerpos estaban hechos
el uno para el otro- y tan estrecha...Dios- gemí y no lo podía alargar por más
tiempo, sentía que me vendría en cualquier momento.
-Ed...ward- que bien sonaba
mi nombre mientras jadeaba, estaba arañándome la espalda y mordiéndome el
lóbulo de la oreja, la escena no podía ser más erótica...
-Bella... no puedo, m...- no
pude terminar la frase, Bella se tensó y empezó a temblar a causa del orgasmo,
yo la seguí poco después, teniendo el mejor orgasmo de toda mi vida.
-Bella te amo- le dije
besándole en los labios y quitándome de encima de ella.
-Y yo a ti mi amor- me dijo
abrazándome y luego se levantó para ir al baño, dejándome una maravillosa vista
de su precioso trasero.
-¿Te gusta lo que ves?- me
dijo pícaramente para sacarme la lengua, era tan sexy que me encendió de nuevo,
provocándome una erección nueva, a lo que ella se fijó y corrió hasta mí.
Estuvimos toda la noche
haciendo el amor, fue la mejor noche de toda mi vida.
Final flash back.
Ese fue la última noche que
pasé con Bella, pues al día siguiente me llamaron diciéndome que fuera de
inmediato a España para acabar mi curso e inscribirme en la carrera de
medicina, pues me adelantaron dos cursos por mis buenas notas y mi conducta,
así que la terminé y estuve dos años ejerciendo de médico allí en España.
Con esos pensamientos me
dirigí hacia una floristería y le compré a Alice un ramo de rosas blancas y a
Tanya otro, exactamente igual. No quería que se enterase que estuve aquí y que
no le compré nada a ella o a nuestro hijo. Cuando acabé me dirigí hacia mi
coche y después hacia casa. Estacioné mi coche y subí en el ascensor a casa.
Abrí la puerta y me encontré a mi maravillosa mujer con un camisón que dejaba
poco a la imaginación...
-Hola, te traje esto Tanya,
espero que te guste- le dije con un beso en la mejilla y dándole el ramo de
rosas blancas.
-Hola mi amor, gracias,
déjalas por ahí- me dijo con un desprecio nunca antes visto, sé que sus flores
no eran su fuerte pero al menos podría haber disimulado un poco, me enfadó
bastante su comportamiento.
-Claro Tanya, las meteré en
un florero- le dije enfadado y dirigiéndome hacia la cocina para poner el ramo
en el florero de la mesa.
-Edward no te enfades, sabes
que no me gustan mucho las flores, lo que si me gustan son las joyas, aunque
eso ya lo sabes- claro que lo sabía, nunca me imaginé que Tanya fuera una mujer
tan superficial, las apariencias engañan, me dijo mi madre una vez y como me
acordaba de esa frase ahora- pero ahora haremos una cosa para que se te olvide
el enfado- ya sabía lo que quería y no le podía faltar a mi mujer como hombre-
Edward, te necesito- me dijo deshaciendo el nudo del camisón y exponiéndose a
mí totalmente desnuda. Avanzó hasta a mí con una sonrisa bailándole en los
labios y me besó, me besó apasionadamente, tenía que decir que mi mujer era la
envidia de muchas chicas, estaba genial y el embarazo le estaba sentando de
maravilla. Me olvidé de todo y comencé a besarla. La cogí y la llevé a nuestra
cama, pues desde que sabía lo del embarazo, no quería ser rudo con ella en el
tema del sexo, no quería hacerle daño y menos a mi hijo. Me deshice de mi ropa
y pronto la estuve penetrando sin más.
-Oh Edward- Tanya gemía cada
vez más alto y mi ego subió, me encantaba volver loca a mi mujer, aunque más me
gustaba volver loca a una morena de ojos marrones, como antiguamente, me la
imaginé con el cuerpo que tenía ahora, mas desarrollado que cuando tenía 16
años y no pude más que embestir más deprisa. Sé que estaba muy mal, estaba
siéndole a mi mujer infiel con la mente, pero no me la podía quitar de la
cabeza. Tanya estaba a punto de tener su orgasmo y yo estaba más que listo,
esperé a que ella lo tuviera y después yo, pues siempre quería que ella tuviera
el orgasmo primero.
-Cariño ha sido fabuloso,
hacía tiempo que no te veía tan lujurioso- me dijo Tanya levantándose y
dirigiéndose hacia el baño, para ducharse supuse. Yo me puse mi pijama y me fui
al balcón para que el aire me diese en la cara, lo necesitaba. Le había sido
infiel a mi mujer con la mente, pero era suficiente, me juré a mi mismo que
nunca volvería a pasar. Estaba pensando en eso cuando una música bastante
cañera inundó mis oídos. Dirigí mi vista hacia el balcón de al lado y hay me di
cuenta de que teníamos vecinos, me extraño muchísimo, pues toda esta área del
bloque era de los Cullen, le preguntaría a mi padre más tarde. Pero lo que de
verdad me extraño fue que una preciosa voz estaba cantando a todo pulmón, era
de una mujer sin duda, su voz era preciosa. Tanya me interrumpió...
-Edward ya he terminado de
ducharme, pasa tú a ducharte mientras yo voy escogiendo mi ropa- me dijo Tanya
envuelta en una toalla. Yo solo pude asentir.
Me duché con agua hirviendo,
quería relajar mis músculos, pues estaba bastante estresado con los
acontecimientos nuevos y lo que venía ahora peor aún y no era para menos, les
presentaría mi futura esposa a mi familia, aunque Tanya no quería casarse y la
convencería con el tiempo. Salí de la ducha sin poder prolongar más el momento
y me dirigí hacia la habitación. Tanya llevaba puesto uno de sus vestidos que
dejaban poco a la imaginación, este era verde agua, precioso, aunque un poco apretado
para mi gusto y lo combinaba con unos tacones altísimos, de unos 15 centímetros
por lo menos, pronto tendría que dejar de ponérselos por su salud y la de
nuestro hijo. Me vino su perfume, antes me parecía exótico... ahora empalagoso,
Dios Edward ¿qué te está pasando?
-¿Cómo me veo mi amor?- me
dijo Tanya, dándose una vuelta completa para que la viera y cortando el hilo de
mis pensamientos.
-Preciosa- era la verdad,
estaba muy guapa, nunca la había visto así, supongo que para causar buena
impresión en mi familia. Me besó y se dirigió a la cocina por un vaso de agua.
Me vestí y luego salimos de casa para dirigirnos hacia la casa de mis padres.
Bella pov.
Llegué a casa de los Cullen.
Me bajé del coche y miré al cielo, pidiendo que por favor fuese llevadera esta
noche...
Observé la casa y había
bastante movimiento dentro, como era de esperar. Me di cuenta que había un
precioso volvo plateado, aparcado al lado del porche amarillo canario de Alice.
Supuse que sería el de Edward, siempre le gustaron los volvos...
Llamé a la puerta y en menos
de dos segundos, una sonriente Esme me abrió la puerta.
-Bella querida, qué alegría
verte, pero qué guapa estás- me dijo maternalmente abrazándome y dándome un
beso en la mejilla, la quería muchísimo.
-Hola Esme- le dije
sonriente- gracias por el cumplido.
-Es la verdad- me guió un
ojo- pero pasa, no te quedes en la puerta.
Cuando entré al salón, vi a
Alice y a Jasper conversando con Carliste tranquilamente y vi a Emmet y Rosalie
que conversaban con Edward y ¿Tanya?
-Chicos, Bella ya está aquí-
anunció Esme y todos se voltearon en mi dirección.
-Bella, qué alegría verte-
se acercó Carliste y me abrazó efusivamente.
-Hola Carliste, gracias, yo
también me alegro- le dije sonriéndole.
-Vaya, vaya, vaya, si ha
aparecido la pequeña Bells, más bella que nunca- me dijo Emmet, yo me quedé de
piedra y me ruboricé bastante.
-¿Verdad que sí? Ya se lo he
dicho yo- dijo Esme.
-Bella estás guapísima, pero
¿cómo estás?- me dijo Rosalie dándome dos besos en las mejillas y abrazándome y
después Emmet que me guiñó un ojo, si no lo conociera, diría que estaba
coqueteando conmigo, pero aún así lo adoraba.
-Bells- me dijo Alice y
después Jasper también me saludó. Pasé mi vista por el lugar y vi que Tanya me
miraba con cara de ¿odio? Imposible, no podía ser, no me conocía de nada...
-Bella- esa voz
aterciopelada... era él sin duda- ven, quiero presentarte a Tanya, mi novia- se
me hizo un nudo en la garganta, ¿por qué era tan difícil? Porque lo amas mas
que a tu vida, me gritó mi conciencia.
-Un placer Tanya- le dije
amablemente, ofreciéndole mi mano.
-Igual- me dijo con ¿asco?
Dios, me estaba volviendo paranoica. Si la mirabas bien no era tan guapa, unos
preciosos ojos color miel, un pelo rubio, teñido por cierto, caído en rizos y
su ¿cara? Tenía que reconocerlo, era preciosa, con un cuerpo que daba envidia,
pues con ese vestido no es que dejase mucho a la imaginación que digamos...
Celosa, me decía mi conciencia... otra batalla campal en contra de mi
conciencia no por favor.
Después de la presentación,
todos nos fuimos a sentar a la gran mesa de Esme, para empezar con nuestra
cena, pero antes de que pudiese sentarme, Edward me cogió del brazo, lo sabía
porque su perfume era inconfundible.
-Es verdad, estás
verdaderamente preciosa- me murmuró para que sólo yo lo escuchase. Me quedé en
"shock", ¿me dijo eso?
-Gracias- creo que quedó en
mi garganta, me ruboricé bastante, peor que antes como si eso fuera posible.
Comimos tranquilamente, sin
olvidar las bromas de Emmet y por supuesto todas dirigidas a Tanya, ésta no le
gustaba mucho las bromas por lo visto y le daba miradas asesinas. Rosalie se
dio cuenta y ahí supe que no se quedaría callada con algo que dijese Tanya, no
lo dejaría pasar. Rosalie defendía a su osito son uñas y dientes.
Decidí acompañar a Esme a la
cocina, para traer el postre, me comentó que hizo la tarta de tres chocolates,
su preferida, pues la bienvenida tenía que ser espléndida.
-Bella, cariño ¿qué te pasa?
Estás muy rara- me dijo Esme cogiéndome del brazo y volteándome hacia ella.
-Nada Esme, ¿qué debería
pasarme?- me dije mintiendo.
-No me mientas Bella, te
conozco demasiado bien para saber que te pasa algo, y creo que tiene que ver
con Edward, o ¿me equivoco?- me dijo alzando su perfecta ceja depilada. Me
conocía demasiado bien como para que le mintiese, ella sabía que amaba a Edward
con todo mi ser.
-Creo que estoy un poco
emocionada con la llegada de Edward, eso es todo- le dije convincente y con una
falsa sonrisa.
-Bueno y creo que también
algo molesta por su novia también- me dijo y yo me quedé estática, ya sabía yo
de dónde había heredado Alice su sexto sentido.
-No, bueno aún no la
conozco, no la puedo juzgar, pero es bastante bonita- me dije sinceramente.
-No más que tú- me dijo
sonriéndome maternalmente.
-Gracias, siempre me has
mirado con buenos ojos.
-Sabes que te digo la
verdad, además te daré un consejo, lucha por lo que quieres, nunca te rindas,
si algo lo quieres de verdad para ti, entonces pelea para conseguirlo, además
tú vales más que ella- me dijo abrazándome y yo me quedé perpleja, ¿me estaba
tirando a los brazos de su hijo, sin que importara su novia? Sí así era, porque
ahora me acordaba de la frase que me dijo Alice " Esme solo quiere para su
nene una mujer, y esa eres tú" Dios... maldita Alice, me estaba volviendo
paranoica.
Esme me dio la tarta para
que la llevara a la mesa, mientras que ella llevaba los platos y los cubiertos.
Era la tarta de tres chocolates, su preferida, aún recordaba lo mucho que le
gustaba que se la hiciera yo, me decía que la hacía mejor que Esme, aunque eso
era imposible, pues Esme cocinaba y cocina mucho mejor que yo. Pero esos
pequeños detalles me encantaba de él, era muy atento siempre, como lo
añoraba...
Me dirigí hacia el comedor
de nuevo, con la tarta en mis manos y la coloqué encima de la mesa, esperé a
que Esme viniera para cortarla y repartirla en los platos. Llegó Esme y comenzó
a repartir trozos de tarta en varios platos y con tan mala suerte que tuve que
dársela a Tanya...
-Quita eso de mi vista- me
dijo con altanería y yo me quedé de piedra.¿Quién se creía que era? No iba a
consentir que me hablase así, pero Rosalie se me adelantó, sabía que tenía que
contestarle en algún momento y otro.
-¿No te gusta Tanya?- le
dijo Rosalie con enfado en su voz, Tanya no sabía lo que le esperaba... y yo
por dentro me alegré por primera vez.
-Pues no, no como nada de
grasa, ¿cómo podría mantener este cuerpo?- ahora sí que no se iban a callar por
aquí...
-Fácil, haciendo ejercicio y
no estar acostada todo el día- le dijo Rosalie furiosa, ¿y qué sabía Rose de
Tanya, para decirle floja? Me enteraría más tarde... lo que sí sabía es que
Rose explotó.
-Chicas, chicas, cálmense -
intervino Alice, gracias a Dios, porque si no estas dos se terminarían matando-
Tenemos una importante noticia que daros- dijo cogiéndole la mano a Jasper y
mirándolo con dulzura, a lo que él le respondió con un corto beso en los
labios.
-Vamos a ser papás- dijo
Jasper y todo el mundo gritó de emoción, todos menos Tanya que miraba
horrorizada a Alice, ¿Qué le pasaba a esta mujer por la cabeza?
-Alice, pequeña- dijo
Carliste muy emocionado con la noticia de su hija- Felicidades cariño- le dijo
abrazándole.
-Oh, mi niña va a tener un
bebé, voy a ser abuela Carliste- dijo Esme con lágrimas en los ojos y abrazando
a su hija y luego a su marido, que la consolaba. Los dos lloraban de emoción.
Lo siguiente a la cena fue
felicitación tras felicitación y todos, después de comer nuestra tarta, nos
dirigimos hacia el salón. Nos sentamos y estábamos teniendo una conversación
muy entretenida hasta que él preguntó algo...
-Papá- intervino Edward-
¿Habéis vendido el piso de al lado del que yo vivo?- preguntó curioso.
-No hijo, ¿por qué lo
preguntas?- dijo Carliste sonriendo.
-Pues porque estaba en mi
balcón y he oído a personas, bueno a una sola.
-Claro, sólo has podido oír
a una, porque la que vive a tu lado es Bella, hijo- mi mandíbula se llegó al
suelo. ¿Qué?, ¿Era una maldita broma de mal gusto verdad? No podía ser, ¿cómo
iba a lidiar con mi tortura las veinticuatro horas del día? Me iba a volver
loca de verdad.
-Así que te tendré de
vecina... – dijo Edward sonriéndome con mi sonrisa favorita, tuve que desviar
mi mirada porque esa sonrisa era demasiado sexy para su bien... y miré a Tanya,
me miraba furiosa, como queriéndome arrancarme cada pelo de mi cabeza y que
sufriese por horas, esta mujer me odiaba, de eso estaba segura, pero ¿por qué?.
Edward pov.
¿Lo estaba haciendo a
propósito?, ¿Quería matarme?
Debería estar prohibido que llevara esa ropa,
¿cómo le podía quedar tan putamente sexy esa blusa?, le quedaba pegada en los
lados justos, resaltando su busto y holgada para que dejase a la imaginación,
inocente pero a la vez atrevida y sexy, siempre lo había dicho y siempre lo
diré, era como un lago en medio del desierto, algo imposible para mí... y esos
pantalones apretados, Dios, debía controlarme. Era toda una tentación para mí.
Cuando se levantó para
ayudar a Esme con el postre, no pude evitar levantar mi mirada y ver cómo se
iba, me fije en su trasero y fue lo peor que pude haber hecho, mi amiguito ya
no estaba dormido y era muy vergonzoso, delante de toda tu familia y tu novia,
pero es que no lo podía evitar, era perfecto, redondito y tenía pinta de ser
durito, una tentación para morder y pellizcar. ¡Edward, tu novia aquí y ahora!,
me gritaba mi conciencia, pero yo solo podía imaginármela desnuda, con ese
cuerpo bien desarrollado, nada comparado como cuando tenía 16 añitos. Gracias a
Dios, Tanya me sacó de mis pensamientos calientes.
-¿Esa es la famosa Bella?-
Tanya echaba veneno.
- Sí, ¿Por qué?- le dije
curioso.
-No me gusta, se cree que es
la mejor y que es una belleza y es del montón- ¿estaba ciega o envidiosa?, creo
que lo segundo.
-Pues es una maravillosa
persona Tanya, es bastante sencilla.
-Desde luego que es
sencilla, no da la talla para nada- fue lo último que escuche decir a Tanya,
antes de que mi diosa personal apareciera otra vez de nuevo. Bella llevaba la
tarta en sus manos y desde esa posición, sus pechos resaltaban bastante, pues
estaban más juntos que de costumbre y era una delicia, otra vez mi amiguito se
despertó, poniéndome duro, duro por ella. ¿En qué pensaba?, en nada
absolutamente, sólo en la preciosa mujer que tenía enfrente. No me enteré de la
pequeña discusión entre Tanya y Rose, pues estaba admirando a Bella. Tuve que
pensar en otra cosa para despejarme un poco, gracias que Alice intervino y
ahora ponía toda mi atención en ella.
- Chicas, chicas, cálmense –
dijo Alice, - Tenemos una importante noticia que daros- dijo cogiéndole la mano
y Jasper le dio un corto beso en los labios. Yo sabía a lo que se refería, por
fin darían a conocer a mi futuro sobrinito o sobrinita, no pude más que
sonreir.
Cuando Jasper pronunció las
palabras "vamos a ser papás", toda la sala estalló en gritos, primero
fue papá y luego mamá y después todos nos acercamos a ella para felicitarla,
todos menos Tanya, que la tuve que obligar, esta mujer me estaba sacando de
quicio últimamente...
Lo que de verdad me cogió
por sorpresa fue cuando mi padre me dijo que Bella era mi vecina, no pude más
que sonreír.
- Así que te tendré de
vecina...- fue lo único que pude decir para disimular mi felicidad, la vería
todos los días, aunque eso era bueno y malo, bueno porque vería su belleza y su
nobleza todos los días, pero malo porque no sabía si podría controlarme, esto
era muy confuso.
-Voy un momento al coche,
enseguida vuelvo- dijo Bella dirigiéndose hacia la puerta principal y esta era
mi oportunidad para estar a solas con ella. Tenía el pretexto perfecto.
-Tanya voy a coger el regalo
de mi hermana del coche, ahora vuelvo- Tanya asintió no muy convencida.
Salí por la puerta y me
encontré a Bella mirando hacia el cielo con una sonrisa nostálgica, estaba
preciosa, era una escena digna de fotografiar para tenerla en el recuerdo
siempre.
-Bella, ¿qué te pasa?- le
pregunté sobresaltándola, pues seguramente no me había oído llegar. La giré
para que supiera que era yo.
-Nada, estaba contemplando
la luna, es preciosa- me dijo mirándome intensamente y después bajó su mirada a
mis labios, era tan sexy que no pensé lo que hice. Puse mis manos en su cintura
y me fui acercando, ella no reaccionó y yo sólo pude acercarme más, Dios que
bien olía, siempre con esa fragancia tan característica de ella, su perfume era
afrodisiaco, perfecto. Mis ojos se posaron en sus perfectos labios, estaban
listos para ser besados y eso era lo que más deseaba y supe que ella también
porque acortó la distancia y sus labios se posaron en los míos, solo un simple
roce, porque al segundo ella se apartó bruscamente de mí, añorando sus
preciosos labios en mi boca.
-Ed...Edward lo siento-
estaba muy apenada se le veía en los ojos pero también había deseo en ellos, el
mismo deseo que tenía yo por besarla- no pensé lo que hice, fue un impulso, lo
siento de verdad- me dijo con casi lágrimas en los ojos, yo solo pude
abrazarla.
-No te preocupes Bella, nos
hemos echado demasiado de menos como para que esto no pasara, no te preocupes
de verdad está todo bien- murmuré besándole su precioso pelo.
-No, Edward, yo nunca debí
de haberme ni siquiera atrevido- la silencié posando mis labios en los suyos.
Al principio intentó zafarse pero al instante siguió el beso, poniendo sus
manos en mi pelo, adoraba cuando hacía eso. Su boca sabía mejor de lo que
recordaba, ella era perfecta, perfecta para mí, y ahí me di cuenta que la
amaba, que la amaría pasara lo que pasara, aunque mi novia estuviera ahí dentro
y llevara a mi hijo en su interior. No intensificamos el beso, simplemente un
perfecto roce, sus labios se amoldaban a los míos, parecían hechos el uno para
el otro. Muy pronto se acabó y tuvimos que volver a la realidad. Ella se apartó
de mí y me miró con cara de tristeza.
-Ahora perdóname tú, no
quiero que te preocupes, todo ha sido culpa mía- le dije de todo corazón, la
amaba pero no podía ser, yo tenía pareja y tenía que respetarla y no quería que
Bella se sintiese mal.
-No Edward, deja de echarte
las culpas tú, hemos sido los dos, no veo conveniente que nos sigamos tratando
como siempre, porque ahora no es como siempre ha sido...- me dijo con la voz
apagada, no quería que cambiase nuestra relación, era lo que menos quería.
-No, Bella, por favor, no
cambiemos nuestra relación, no quiero, quiero tenerte como siempre, aunque
ahora haya una gran diferencia, que seas sólo mi amiga- no quería, quería
gritarle que la amaba por el amor de Dios, pero no podía decírselo, tenía que
dejar las cosas tal y como estaban.
-Está bien, pero solo porque
te quiero demasiado y lo sabes- me dijo con ternura, me encantaba la ternura
que transmitía.
-Te prometo que no volverá a
pasar- aunque me doliese en el alma, tenía que hacer un sacrificio para que no
se alejase de mí.
-Vale, estás perdonado, creo
que nos hemos dejado llevar por las circunstancias...
No le contesté, simplemente
la abracé y ella me respondió, yo sólo pude sonreír, estaba feliz que estuviera
con Bella de nuevo, aunque fuese solo como amigos. Nos separamos y me sonrió y
yo le devolví la sonrisa.
-Voy al coche, tengo que
recoger los regalos de Alice, me matará cuando me vea con todas las bolsas y
que no la he llamado para que me acompañe- me dijo dirigiéndose hacia su coche,
un precioso audi a5 color blanco perla, un coche que ponía Bella por todos
lados, se compaginaba muy bien con su carácter, dulce y suave y a la vez fuerte
y potente, era perfecto como toda ella.
-Bonito coche Bella, va con
tu estilo, siempre quisiste un audi- le dije con su sonrisa favorita.
-Sí, me alegro de que te
guste y veo que tú también te compraste el precioso volvo de ahí- dijo
señalando mi preciado volvo.
-Sí, sabes que siempre me
gustaron- ella asintió y abrió el maletero de su coche, sacando muchas bolsas-
Bella, ¿qué le has comprado a la diablillo?, ¿el centro comercial?- le dije
tomándole el pelo, a lo que ella me sacó la lengua. Otra vez no... ¿por qué
hacia eso? Me estaba provocando sin ni siquiera proponérselo.
-Todo es poco para mi futuro
ahijado o ahijada- ¿su ahijado o ahijada?
-Bella, ¿serás la madrina de
mi sobrinito o sobrinita?- le dije feliz, pues Jasper me había llamado cuando
supo la noticia y me pidió que fuera el padrino, que la madrina ya estaba
escogida.
-Sí, nada me haría más
ilusión- me dijo emocionada.
-Me alegro, yo también seré
el padrino- cuando le dije esto se tensó y la bolsa que colgaba de su brazo se
le cayó. Yo fui a cogerla y los dos estábamos agachados mirándonos intensamente,
pero esta vez no podía volver a ocurrir. Le cogí la bolsa y se la tendí con una
sonrisa y cuando ella me la iba a coger no pude evitar tocarla, nuestras pieles
juntas parecían pura electricidad.
-Bueno es lo lógico que tu
seas el padrino- me dijo con una preciosa sonrisa.
-Si, voy al coche para
también recoger los regalos de Alice, espero que le guste a la duendecillo-
sabía que Alice tramaba algo con lo de los padrinos de su bebé, pero lo dejaría
pasar, porque no me importaba en absoluto estar cerca de ella.
-Jajaja- qué bien sonaba su
risa, era música para mis oídos- claro que le gustará viniendo de ti.
-Eso espero- le dije
encaminándome hacia mi coche, recogí las bolsas y ayudé a Bella con las suyas.
Nos dirigimos hacia la casa de mis padres.
-Hasta que volvéis, habéis
tardado demasiado, ¿qué habéis hecho?- Tanya otra vez echaba veneno por su
boca, con sus indirectas, estaba más que molesta, lo sabía, pero ¿Por qué?.
-¿Qué tendríamos que hacer
Tanya?- le respondió Bella, me encantaba su nuevo carácter, pues hace unos años
no hubiera respondido a esa indirecta.
-No lo sé, dímelo tú, por lo
visto siempre os habéis llevado de maravilla- dijo más molesta aún.
-Bueno Tanya ¿qué decirte?
Después de dos años de relación es normal que nos llevemos tan bien- le dijo
desafiándola con la mirada y tuve que intervenir, la tensión se cortaba con
cuchillo.
-Alice, toma, espero que te
guste cariño- le dijo tendiéndole mis bolsas y el ramo de rosas blancas.
-Oh Edward es precioso,
gracias- se levantó con los dos peluches y me abrazó y yo le respondí de
inmediato.
-Me alegro de que te guste
enana- le dije besándole su corto pelo. Cuando me gire para ver a las dos
leonas desafiándose, pues yo estaba delante de ellas y les daba la espalda, vi
que se habían calmado, ya no discutían pero si se miraban.
-Alice, cariño, espero de
todo corazón que te guste- le dijo Bella dándole bolsa por bolsa y mi hermana
Alice abriéndolas todas en un tiempo récord, se notaba su destreza cuando se
trataba de compras.
-Bella, ¿por qué has
comprado todo esto? y peor aún sin mi- le dijo Alice con cara de ternerito
degollado.
-Alice no pongas esa cara
conmigo no funcionará- yo no pude más que sonreír, la escena era muy cómica- te
quería dar una sorpresa y obviamente no te iba a llamar para que vinieras- en
ese momento mi hermana desenvolvió un precioso vestido rosita, era perfecto.
-Dios mío Bella, es
precioso, absolutamente perfecto- mi hermana tenía lágrimas en los ojos, estaba
muy emocionada- Pero Bella, ¿por qué sabes que es una niña?- le dijo con una
ceja levantada.
-No lo sé en absoluto, pero
es que no pude evitar comprarlo, es precioso, grita Alice por todos lados- le
dijo Bella y mi hermana se le tiró encima literalmente para abrazarla y Bella
respondió de inmediato, se querían muchísimo. Cuando se hubieron separado, mi
hermana carraspeó para que todos la mirásemos.
-Os quiero decir algo
importante- dijo Alice seria- Ya sé quienes serán los padrinos de mi bebé- dijo
acariciándose su tripita- El padrino será Edward- me miró y me sonrió y yo le
sonreí de vuelta, mamá y papá me felicitaron, Tanya no decía nada, estaba
furiosa, se lo podía ver en su cara- y la madrina será... Bella- dijo y mi
madre y mi padre la abrazaron felicitándola y Tanya jaló de mi brazo con mucha
fuerza y me puso a su altura.
-¿Cómo que Bella será la
madrina y tu el padrino?- me dijo muy pero que muy enfadada.
-Pues así es Tanya, mi
hermana y Jasper lo han decidido así- me deshice de su agarre y me volví a
poner de pie.
-Por favor chicos, brindemos
por mi futuro nieto y su preciosa mamá- dijo mamá sonriéndonos a todos y se fue
con papá a la cocina, seguro a traer champán. Al poco vinieron, traían las
copas y la botella, la cual se encargó Emmet de abrirla, siempre lo hacía...
-Por mi preciosa hija y mi
precioso nieto- dijo Carliste elevando el brazo hacia delante y acto seguido
hicimos lo mismo, estábamos todos de pie- Salud chicos- dijo papá para luego
beber de su copa y todos lo seguimos. Papá abrazaba a mamá con una ternura que
parecía imposible y sobretodo con muchísimo amor, ese amor que les durará para
toda la vida.
-Yo también tengo algo que
decir- dijo Tanya y todos la miramos, sobretodo yo, ¿qué tenía que decir?
-Tanya ¿de qué hablas?- le
murmuré para que nadie se enterase, aunque todos nos estaban mirando.
-Ya lo verás, te alegrarás-
me dijo con una sonrisa escalofriante- Tenemos que volver a brindar, pues
Edward y yo tenemos una gran noticia que darles- sonrió de forma ladina y
altanera y yo me imaginé lo peor, ¿sería capaz? No me dio tiempo a pensar más
nada, soltó la bomba sin ni siquiera pensarlo dos veces.
-Estoy embarazada, Edward y
yo seremos papá en siete meses- esto último lo dijo para Bella, la miraba
triunfante y Bella estaba perpleja, como toda mi familia entera. Lo siguiente
que pasó fue un chasquido de cristales delante de Bella, se le había caído la
copa y el líquido se había esparcido por todo el sofá.
-Dios mío Esme, perdóname-
dijo Bella apenada y cortando el silencio en el que nos encontrábamos.
-No te preocupes mi vida- la
trataba con tanta dulzura- ahora lo limpiaremos, pensaba cambiar el tapizado de
los sofás, ya me has dado una buena excusa- le dijo sonriéndole y Bella solo
pudo asentir. Se dirigieron las dos a la cocina para limpiar el desastre y yo
me volví hacia Tanya.
-Genial Tanya, es espléndido
todo lo que has hecho- le dijo furioso- No quería que se enterasen de este
modo.
-Felicidades Tanya-
interrumpió papá para darle un abrazo a Tanya, que ésta ni siquiera respondió.
Se estaba pasando de amabilidad con mi familia...
-Gracias Carliste, espero
que os haga tanta ilusión como el bebé de Alice- le dijo falsamente. Después
todos los chicos se fueron para felicitarla y a mí también, Emmet no se cortó
ni un pelo.
-Vaya, vaya, hermanito serás
papá, espero que estés preparado, y tú Tanya, qué rapidez para embarazarte- nos
dijo Emmet con ironía en su voz lo primero y con toda sinceridad lo segundo. En
ese momento llegaron las mujeres, aparte de Alice, que más quiero en esta vida.
Mamá no le dejó a Bella que limpiara, pero a ayudó a recoger cristales, cuando
hubieron acabado, mamá se acercó a Tanya y la felicitó. Cuando se acercó a
mí...
-Edward cariño- me estaba
abrazando fuertemente- espero de todo corazón que seas feliz y que ese niño
llene tu vida de felicidad- mi madre siempre tan comprensiva. El próximo turno
fue el de Bella, que se acercó a Tanya y la felicitó.
-Felicidades Tanya, me
alegro mucho por los dos- le dijo sinceramente y Tanya se acercó para
susurrarle algo que no entendí. Bella se quedó de piedra mirándola y después me
miró a mí y avanzó hasta mí.
-Felicidades Edward- me
abrazó y yo le respondí gustoso- espero que seáis muy felices- esto lo dijo con
pena en su voz... ¿Qué significaba? ¿aún me quería? Me había besado pero eso
fue un impulso. ¿no?
-Gracias Bella-le dije
mirándola intensamente- Nos vamos, mamá te llamaré mañana, espero que
organicemos más cenas familiares, os he echado mucho de menos- Cogí a Tanya del
brazo y nos dirigimos hacia la puerta principal. Nos despedimos de todos y
cuando llegó el turno de Bella, lo alargué un poco.
-De verdad siento lo del
beso- le murmuré muy bajito para que nadie, y menos Tanya que estaba su lado,
se enterase- No quiero que nuestra relación cambie.
-No te preocupes Edward,
pero ahora te tendré que tratar como el futuro papá- me dijo tomándome el pelo
y yo sólo pude sonreír.
Bella pov.
¿EMBARAZADA? Dios esto no
podía ser, era la reina de la mala suerte. Si antes quería alejarme, ahora ni
lo miraría. No sé por qué lo besé, me mentiría si dijese que no me gustó,
besaba mejor que hace unos años, como si eso fuera posible. Una no es de piedra
y no me pude resistir, era una tentación hacia mi persona. Pero nunca jamás se
volvería a repetir, seguiría mi vida y encontraría a un hombre que me hiciese
feliz, lo olvidaría y todos seríamos felices.
Estaba pensando todo eso
mientras recogía los cristales con Esme, y juro que podía sentir su mirada
clavada en mi espalda, y no me volvería para mirarlo, pues me perdería en
aquellas preciosas esmeraldas verdes y eso no podía volver a pasar. Mi plan
tenía que salir adelante.
-Esme te pagaré un sofá
nuevo o el tapizado de este- le dije como por quinta vez.
-Nada de eso cariño, además
como te he dicho antes lo pensaba tapizar, pero creo que lo cambiaré, si
quieres me acompañas para escogerlo, pero nada más- me advirtió Esme y era mejor
no verla enfadada, a sí es que solo pude asentir.
-Está bien te acompañaré,
pero te compraré algo seguro.
-Ni se te ocurra Bella, de
verdad, además como ya te he dicho antes, me has dado la excusa perfecta para
cambiar los sofás- me dijo soltando una carcajada y yo la seguí.
- Nos vamos, mamá te llamaré
mañana, espero que organicemos más cenas familiares, os he echado mucho de
menos- dijo Edward y no pude evitar mirarlo. Todos se despidieron de él y
cuando llegó a mí...
- De verdad siento lo del
beso- me murmuró muy bajito para que nadie se enterase- No quiero que nuestra
relación cambie.
- No te preocupes Edward,
pero ahora te tendré que tratar como el futuro papá- le dije tomándole el pelo
y me regaló una preciosa sonrisa. Llegó el turno de Tanya.
-Adiós Bella, recuerda lo
que te dije, es sólo mío y espero que te mantengas alejada si no quieres tener
problemas- me murmuró muy bajito ¿me estaba amenazando? Me había dicho lo mismo
dos veces, una cuando la felicité y ahora. ¿Quién se creía que era? Lo dejaría
pasar porque las leonas de Rose y Alice no se lo que le harían a la rubia
oxigenada, espera... ¿rubia oxigenada? Alucinante ya tenía el mote perfecto
para la arpía esa...
Se fueron y los demás nos
quedamos un buen rato más, disfrutando de la compañía de todos, era mi
verdadera familia, la que amaba con todo mi ser...
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