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Capítulo
23: Precioso.
Edward pov.
Cuando mi
hermosa esposa desapareció en dirección al baño, los tres, nos encaminamos
hacia la sala de las ecografías y yo no dejaba de pensar en ella…
Vaya
calentón de la hostia que tenía en estos instantes…
¿No se daba
cuenta, ni siquiera un poquito, que me era irresistible no abalanzarme hacia
ella y arrancarle la ropa de cuajo y hacerle el amor?
Su cuerpo
ahora estaba más maduro, de eso no tenía la menor duda desde que la había visto
por primera vez, después de todos estos años, en mi consulta, pero ahora, con
el embarazo, estaba más irresistible que de costumbre…
Sus pechos
estaban ligeramente más grandes y sobretodo muy sensibles… Su estrecha cintura,
estaba ahora más torneada, formándose para acoger a mi pequeño hijo y sus
piernas… Dios… no tenía palabras para describirla…
-Edward- me
sacó Carmen de mis pensamientos.
-Dime,
Carmen- le dije sonriente y ella me devolvió la sonrisa.
-Toma,
estas vitaminas tienen calcio también, son nuevas- me dijo tendiéndome un bote
de pastillas.
-Dos veces
al día, ¿verdad?
-Si- me
sonrió y se dispuso a conectar el monitor y a poner un papel limpio en la
camilla- Hoy podremos ver, con suerte, el contorno de su carita y de su cuerpo-
dijo mirando a mi padre y a mí con adoración.
-Mi nieto…-
susurró papá con voz emocionada y yo le palmeé el hombro.
-Ey, que
soy yo el que va a ser papá- dije emocionado y Carmen, al escuchar nuestra
pequeña conversación, soltó una risilla.
Mi mirada
se dirigió hacia la puerta, viendo a mi hermosa esposa con tan sólo una bata y
con esos mortales tacones… Parecía una enfermera sexy en todo su esplendor…
-Irresistible…- susurré muy bajito, para
que nadie se enterase de nada y ella, jugando como lo estaba haciendo desde
esta mañana, me sonrió y me guiñó su precioso ojo con picardía, lo dicho,
estaba jugando con fuego y se quemaría, no veía el momento para estar en casa y
quitarle la ropa con un fuerte jalón y adentrarme en ella como un puto animal…
-Soy
toda tuya, no lo olvides- dijo encendiéndome aún más y mi pequeño “Eddie” ya no
era tan pequeño…
-Bella- la llamó Carmen y se lo agradecí en
lo más íntimo, no podría soporta mucho más no abalanzarme hacia ella y hacerle
el amor aquí mismo…- ¿Estás lista?
-Por supuesto- dijo con una sonrisa y la
ayudé a sentarse en la camilla.
Y me fijé en esos mortales tacones,
haciendo de esas piernas torneadas, perfectas…
Bien…
Ahora la jodería yo un rato, por el puto
calentón de los cojones que tenía.
-Te matarás con esos tacones…- dije con
malicia en mi voz, sabía que eran sus “queridos tacones” y mi querida locura
también, gritó mi conciencia y no pude estar más de acuerdo.
-Llevo años y años de práctica- dijo
teniendo razón, pero yo no me di por vencido…
-Carmen, esos tacones no son buenos para el
bebé, ¿verdad?- dije mirándola irresistiblemente a la pobre mujer, tenía que
usar todas mis armas de convicción.
-Edward, tranquilo, hasta al menos dos
meses más puede ponérselos- dijo diciendo lo que no quería escuchar…- Por
supuesto sin abusar señorita- yo me alegré sólo un poco, pero no pude evitar mi
incomodidad…
-Joder… tendré que soportarlo por más
tiempo…- dije muy alto y todos me miraron divertidos…
-No seas posesivo Edward, ya tendrá tiempo
de lamentarse por no poderse poner ropa estrecha ni tacones- dijo convencida y
la cara de Bella no tenía precio, sabía que llegaría ese momento, pero aún no
estaba preparada para asumirlo, creo que nunca lo estaría…
-Te amo- me susurró y jaló del cuello de mi
camisa para besarme ligeramente en los labios, ahí se fue por la borda todo el
calentón que tenía, ahora sólo tenía amor por ella, amor por la mujer más
hermosa y fascinante de todas.
-Venga, chicos- dijo empujando a Bella
suavemente para que se tumbase en la camilla- Está frío- dijo señalando el gel
de sus manos y mi preciosa mujer asintió feliz.
Dejó la bata que cayera en los laterales,
con cuidado para que no se le viese nada y puso en su plano vientre el frío
gel.
-Qué frío…- la piel se le puso de gallina y
yo le acaricié su brazo para proporcionarle un poco de calor.
-Ahora relájate- dijo Carmen pasando el
aparato por el vientre de mi esposa, encendió el monitor y pronto, los latidos
de mi hijo se escucharon por toda la habitación.
-¿E… es s… su corazoncito…?- tartamudeó mi
esposa y varias lágrimas rodaron por sus mejillas, yo no estaba mucho mejor…
-Si, mira, es esta cosa tan pequeñita de
aquí- dijo señalando el corazón de mi hijo y Bella enredó sus dedos en los
míos.
Mi padre se acercó a nosotros y me palmeó
el hombro.
-Está lleno de vida…- dijo mi padre muy
emocionado a punto de llorar, en ese instante noté mi cara mojada, esta
emocionado, por Dios era mi pequeño hijo…
-En efecto, Carliste, está lleno de vida,
su corazoncito está perfecto, veremos su carita…- movió el aparato encima del
vientre de Bella y en la pantalla apareció una carita diminuta con ambas
manitas en su boca. Yo lo podía reconocer a la perfección, ahora me alegraba
más que nunca haber hecho la especialidad de pediatría.
-Es
hermoso…- Bella tocó la pantalla y automáticamente varias lágrimas rodaron por
sus mejillas.
-Lo es-
dije con voz emocionada y le besé en la frente sin dejar de ver a mi hijo en la
pantalla.
-Esta es su
carita- dijo diciendo lo que yo ya sabía- Y parece que se está escondiendo…-
sonrió y señaló sus manitas- Estas son sus manitas y esto, son sus piernas…-
señaló dos diminutas piernecitas totalmente formadas y los cuatro nos quedamos
mirando al monitor como si nuestra vida dependiera de ello, mi hijo estaba
sano, sonreí feliz y estreché entre mis brazos a la mujer que me daría la
oportunidad de tener un hijo, sin dejar de mirar al monitor- Se está formando
perfectamente, demasiado rápido para tu tiempo Bella, va a ser grande…- dijo
mirándola con mucho cariño.
-¿Pero es
eso un problema?- dijo mi pequeña mujer asustada, separándome de mí sólo un poco
y yo le besé ligeramente en los labios para tranquilizarla.
-No, para
nada Bella, sólo que sufrirás un poco más en el parto- dijo Carmen tranquila.
-Uf…- Bella
puso una mueca muy graciosa y los tres soltamos una carcajada.
-No te
preocupes, nacerá sano y bien- Carmen le besó en la mejilla a Bella
maternalmente y se dirigió a nosotros- Doctores Cullen- dijo divertida- Mi
paciente y yo necesitamos privacidad, tengo que ver a ese bebé más a fondo-
dijo con una sonrisa y Bella se agarró a mí aún más. Carmen miró la
desesperación de Bella y sonrió- Te puedes quedar tú si quieres Edward, no creo
que haya nada que no hayas visto ya- Bella se ruborizó un poco y mi padre soltó
una risilla.
-Por
supuesto, después nos veremos- dijo abrazándome a mí y después se acercó a
Bella- Gracias por llevar la vida de mi nieto en tu vientre- dijo acariciándole
la mejilla y Bella sonrió.
-No podría
ser feliz de otra manera- dijo con voz tierna Bella y besó las mejillas de mi
padre antes de que éste se encaminase hacia fuera de la consulta.
-Adiós,
Carmen- sonrió y nos miró por última vez con ternura antes de salir.
-Adiós,
Carliste- dijo Carmen con una sonrisa mientras cogía un papel y dárselo a
Bella- Toma- Bella lo cogió y se limpió todo el gel de su vientre- Saldré para
que te quites la ropa interior, mientras recogeré las ecografías- le sonrió y
acarició su pelo antes de salir de la habitación.
-Mi hijo…-
susurró mi hermosa esposa y yo no pude más que besarla con amor y adoración.
-Gracias
por darme un hijo Bella, te quiero más que a mi vida- le besé de nuevo y su
mano fue hasta la mía para dejarla en su centro- Bella… gemí y ella sonrió
sobre mis labios.
-Oh, vamos,
necesito un poco de lubricación para que no me moleste el dichoso cacharro
ese…- dijo mirando aquella cosa de plástico con odio. Yo sólo pude sonreír y
acariciar su centro con suavidad. Tenía razón, el “pato” o dichoso cacharro
ese, como ella decía, era un poco molesto si su zona estaba seca, la verdad era
que yo estaba encantada de poder lubricar esa zona, pero mi amiguito no estaba
de acuerdo…
Inmediatamente
le quité el precioso tanga y lo guardé en mi pantalón.
-Eddie está
despierto…- me dijo con voz pícara mirando el problema entre mis piernas y rápidamente
me jaló hacia ella, hasta qua mi oído quedó en su boca- Cuando volvamos a casa
te haré enloquecer… - me lamió el oído y sentí su líquido bajar por mis dedos…
Joder…
En ese puto
momento llegó Carmen y tuve que separarme de ella con el poco autocontrol que
me quedaba.
-Mirad, se
ve genial- dijo Carmen ajena a todo lo que había pasado aquí hacía tan sólo
unos segundos.
-Es
precioso o preciosa…- dijo Bella mirando la ecografía de nuestro hijo- ¿Cuándo
podremos saber el sexo, Carmen?- dijo sin dejar de mirar la imagen.
-En un mes
y medio con suerte- sonrió y se sentó en la silla que había a los pies de mi
esposa. Se puso unos guantes blancos desechables y miró a Bella con ternura-
Bella, querida, ahora tienes que relajarte, puede que te moleste al estar más
sensible esa zona.
-Está bien-
Bella cerró los ojos sin soltar mi mano y al cabo de los segundos los abrió- Ya
estoy lista…- susurró y Carmen asintió.
Carmen
cogió el “pato” y un gel para estimular la zona, y poco a poco lo introdujo en
la pequeña cavidad de mi hermosa esposa.
Joder… yo
sí que podía estimular esa zona…
-Vale, ya
está dentro, ahora tengo que abrirlo Bella- dijo Carmen poniendo sus manos en
el vientre de Bella.
-Vale- dijo
tranquila y Carmen, muy despacio, abrió el instrumento y miró toda la cavidad.
-Estás
perfectamente Bella- le sonrió y mi esposa me miró con una sonrisa- Ahora queda
lo más incómodo, tengo que tocar la cabecita del bebé para ver si está en buena
postura…- Bella asintió rápidamente y cómo me hubiera gustado ser yo quien le
metiera esos dos dedos en su centro…
Carmen
quitó el instrumento del cuero de Bella y miró con determinación hacia el sexo
de mi esposa.
-Veo que
los niveles de flujo están perfectos…- dijo mirándonos con una sonrisa pícara y
los dos sonreímos como dos angelitos.
Oh, si,
claro que estaban perfectos, de eso me encargaba yo todos los días… estuve a
punto de decirle, pero me quedé callado.
Si supiera
ella que habíamos acabado de tener un buen calentón como para tener flujo para
ocho mujeres…
-Si te
incomodo házmelo saber, pero piensa que será como un citología anual- dijo
segura y Bella asintió convencida.
Carmen hizo
su tarea y al cabo de los minutos de levantó quitándose los guantes y se
dirigió al lavabo para lavarse las manos. Se giró hacia nosotros y nos sonrió
feliz.
-El bebé
tiene la postura perfecta- anunció contenta y automáticamente abracé a mi
nerviosa esposa.
-Está
perfecto- volvió a decir y me besó en los labios- Te amo- me dijo y se levantó
de la camilla con mucha alegría.
-Bueno, de
momento no tengo que darte más consejos- dijo mirándonos a los ojos- Comer equilibradamente,
no tener sustos ni disgustos y estar igual de feliz- nos sonrió.
Los dos
asentimos y salimos hacia la consulta. Bella se fue hacia el baño para vestirse
y yo me senté con Carmen en su mesa.
-Me alegro
tanto por vosotros, Edward, os lo merecéis- me sonrió y yo le devolví la
sonrisa.
-Gracias,
Carmen- dije cuando Bella se acercó a nosotros con una sonrisa, perfectamente
vestida.
-Carmen,
tengo una duda- dijo Bella sentándose y cogiendo las ecografías para ponerla en
su regazo.
-Tú dirás-
le sonrió y Bella le mostró su preciosa sonrisa.
-¿Puedo
hacer deporte?- yo la miré con una sonrisa, mi Bella jamás cambiaría…
-Si, pero a
deporte se refiere a algo suave, como footing, yoga o pilates, nada más- dijo
determinante y Bella asintió.
-Vale, no quiero
coger mucho peso.
-Si,
hablando de peso, ven, vamos a pesarte- dijo sonriente Carmen y Bella le cogió
la mano que le ofrecía Carmen- 60 kilos- dijo Carmen y las dos volvieron a
sentarse en sus asientos. Carmen lo anotó en el historial de Bella y nos
sonrió- Has cogido dos kilos solamente, vas muy bien- nos guiñó un ojo- ¿Alguna
duda más?- los dos negamos con la cabeza- Bien, te veré en un mes, pero si
tienes alguna molestia o alguna duda no dudes en venir- se levantó y nosotros
hicimos lo mismo- Aunque teniendo un médico en casa dudo mucho que te pase
algo- nos sonrió y me estrechó la mano- Ya te preguntaré por tu esposa cuando
te vea por los pasillos- me guiñó un ojo y me sonrió- Y a ti preciosa, espero
verte pronto para ver a ese pequeñín- le tocó el vientre y Bella le besó en
ambas mejillas.
Le ayudé a
Bella a ponerse el abrigo y nos encaminamos hacia la puerta.
-Gracias
por todo, Carmen- nos despedimos y salimos de la consulta.
-Está
creciendo perfectamente mi amor- me susurró y yo la abracé con mucho amor.
-Te amo
princesa- le dijo sobre sus labios y ella me apretó más en su pequeño cuerpo.
-Estoy tan
feliz Edward…- susurró con emoción.
-Y yo mi
vida, jamás me imaginé que podría llegar a ser tan feliz y encima a tu lado- le
besé en la frente y nos encaminamos hacia la salida del hospital.
-¿Comerás
con tu padre, no?- dijo mirándome con pena.
-Si, tengo
turno de tarde también, esta semana será agotadora por lo del viaje…- le dije
exhausto y ella me dedicó su radiante sonrisa.
-No te
preocupes mi amor, tengo asuntos pendientes para el nuevo proyecto que tenemos
entre manos- me dijo profesional y cómo me ponía cuando se ponía en su papel…
-Vale, te
amo hermosa- le besé en los labios, pero esta vez apasionadamente.
-Y yo a ti,
te llamaré después- me besó y me acarició la línea de la mandíbula- Espero que
ninguna leona te salte encima bombón- me dijo pícara y me guiñó un ojo.
Le cogí de
la mano, para no besarla de nuevo o no respondería por mis actos eróticos y
salimos al cálido clima de primavera.
-Mi amor-
me llamó mientras dejaba el bolso en el asiento del copiloto- ¡Tendré a nuestro
hijo en septiembre!- me dijo y yo lo sabía desde que me dijo que estaba
embarazada.
-Si, ojalá
que nazca en tu cumpleaños…- le dije deseoso.
Bella pov.
¿Estaba
loco? ¿Cómo iba a tener a mi hijo en mi cumpleaños? Sería horrible… aunque la
verdad era que sólo quería tenerlo en mis brazos de una buena vez…
-No quiero
cumplir mis 25 años entre dolores…- dije besando sus labios brevemente, pero él
me agarró de la cintura y pegó mi cuerpo al suyo.
-Ya sabes
que no tienes por qué pasar dolor… no hay necesidad mi amor- me besó en la
nariz.
-Edward me
niego a no sentir a mi hijo nacer y encima quedarme inválida durante unas
horas… No, gracias…- le besé en los labios y me metí dentro del coche.
Ya habíamos
discutido sobre ponerme la epidural o no… el parto era doloroso y eso yo no iba
a cambiarlo.
-No quiero
verte sufrir, no sabes los gritos y la desesperación de la mujer pariendo… es
algo tan desagradable…- dijo recordando seguro un parto.
-Mi amor-
le cogí de la bata y le obligué a mirarme- Estarás conmigo- le sonreí- Sólo
quiero tenerlo lo mejor posible sin ningún pinchazo de anestesia- cogí su nuca
y lo besé de nuevo- Ahora me tengo que ir a trabajar, hoy viene el becario de
este año.
-¿Becario?
Vaya… un chaval joven, ¿no?- dijo con una ceja alzada.
-Si doctor
Cullen, no tiene de qué preocuparse- le besé de nuevo sin profundizarlo, no
podía perder más tiempo y seguir con el calentón que tenía…- Tengo mi propio
Dios personal en casa- le guiñé un ojo y él me sonrió de lado.
-Te amo- me
besó y cerró la puerta del coche con suavidad- Después te llamaré, ¿dónde
comerás hoy?
-Con la
duende- rio ante el mote- Tiene que contarme tendencias de moda…- suspiré
hastiada y mi hombre soltó una carcajada-
Me gusta la moda, pero no a ese extremo… está completamente loca… Quiere
que renueve mi armario con ropa premamá… bastante tengo con soportar ponerme
como una vaca…- dije envenenada.
-Aunque
peses 200 kilos te amaré igualmente- adentró su cabeza en la ventana del coche
y me besó suavemente.
-Si,
claro…- bufé y él sonrió.
-No te
exasperes, te amaré siempre preciosa, ten mucho cuidado, llámame cuando
llegues- me besó una última vez antes de que yo arrancara el coche.
-Claro- le
sonreí- Te amo guapo- le guiñé y él sonrió pícaramente- Tengo una sesión de
sexo pendiente contigo machito- me pasé la lengua por los labios y emprendí la
marcha, dejándolo con los ojos centelleantes de deseo. Sonreí.
Me dirigí a
la oficina y en menos de veinte minutos estaba en la puerta del gran edificio.
Decidí llamar a mi Dios personal para no preocuparlo.
-Mi amor, ¿pasa algo?- sentí cómo se
movía.
-Ey, para y
relájate- pareció tranquilizarse y sentí el ruido de su ropa al chocar con el
sillón- Ya he llegado a la oficina, después te llamaré de nuevo, ¿vale?
-Si, preciosa, espero que no te agobies
mucho, ya sabes que no tienes por qué ir a trabajar y…
-Edward
Anthony Masen Cullen, no quiero que te preocupes, estaré bien, te amo.
-Y yo a ti preciosa- me dijo ante de que
colgara. Suspiré como una tonta y me adentré hacia el gran edificio.
-Buenos
días- saludé a Bárbara que se encontraba en su puesto de recepción.
-Buenos
días señorit…- miró mi dedo y se llevó la mano a la boca, sorprendida
claramente. Sonreí- Señora…
-Cullen,
señora Cullen- dije lo más orgullosa que pude y la dejé encajando los
engranajes de su cerebro.
Pulsé el
botón del ascensor y subí con algunos compañeros, aunque yo era su jefa,
siempre los trataba como compañeros, excepto en ocasiones especiales.
-¡Bella!-
gritó Eleazar y vino corriendo literalmente hacia mí, yo le dediqué mi mejor
sonrisa.
-Hola
Eleazar-le dije mientras le abrazaba y él puso sus dos manos en mi vientre.
-¿Qué tal
está mi sobrinito?- dijo con una sonrisa dulce y yo no pude más que carcajearme
de él.
-Bien, eres
tan tierno…- dije picándole y me sonrió vacilante.
-Ya sabes
nena, cuando quieras…- dijo guiñándome un ojo y acariciándome el brazo con
galantería.
-Bueno…
podría cambiar drásticamente tus gustos…- dije pasando un dedo por su mandíbula
y él me volvió a abrazar.
-No,
gracias…- puso seguro cara de asco y yo solté una pequeña carcajada- Pero,
mírate, estás guapísima- me sonrió y me besó en la mejilla.
-Eso es
porque me cuidan y me consienten demasiado…- dije recordando a mis Dios griego.
-Eso
espero- me guiñó un ojo y me empujó suavemente hacia mi oficina.
-Buenos
días señora Cullen- dijo Ángela y al parecer se había informado a la perfección
de mi boda.
-Buenos
días Ángela- le dije con una sonrisa y me adentré en mi despacho con Eleazar-
Vaya…- dije mientras dejaba mi bolso y mi abrigo en el perchero, no sin antes
sacar mi móvil- Veo que todo el edificio, menos la sin cerebro sabe que estoy
felizmente casada- dije con una sonrisa sentándome en mi cómodo sillón.
-Si, bueno…
yo divulgué un poco la noticia…- dijo inocente y yo me carcajeé.
-Está bien,
gracias, supongo- le dije con una sonrisa- ¿Qué tenemos?- dije mirando los
papeles encima de mi mesa.
-Pues
comenzar el proyecto- dijo sonriente y yo abrí los ojos con sorpresa.
-¿Ya?- dije
alzando una ceja y él asintió- ¿No se supone que sería en unos meses?
-Si, pero
quedaron tan encantados contigo que quieren comenzar cuanto antes y sólo te
quieren a ti, sólo tú- dijo sonriente.
-Vaya…-
dije pensativa- La verdad me va a venir de perlas…- dije tocando mi vientre.
-Si,
¿cuándo te darás de baja?
-Pues aún
no lo sé… por Edward me hubiera dado de baja al día siguiente de saber la
noticia, pero quiero terminar el proyecto antes de darme de baja- dije segura-
¿Cuánto tiempo tenemos?
-Tres
meses, contando desde mañana.
-Bien…
menos mal que tengo los bocetos- dije sonriente sacando las hojas de una
carpeta.
-Son… son
perfectos…- dijo maravillándose con los bocetos.
-Los hice
mientras tomaba el sol en la isla… cuando tenía tiempo libre…- dije pícara y
Eleazar soltó una sonora carcajada.
-Vaya,
vaya… al parecer nuestro Edward es apasionado.
-Ni te lo
imaginas, es una puta bomba sexual- dije recordando sus labios, su cuerpo y
cierta parte de su anatomía…
Decidí
parar con mis pensamientos pecaminosos… mis hormonas no ayudaban en irme y
tirarme a mi esposo en cualquier sitio…
-Menos mal
que ya está casado…- dijo sonriente.
-Corta el
rollo, es mío, búscate tú otro- le dije con una sonrisa.
-Como sea,
espero que estés bien- me guiñó y se levantó- Hoy viene el becario- me recordó
y yo asentí- Espero que hayan tenido buen gusto esta vez…- dijo recordando el
becario del año pasado… no había sido profesional y encima quería tirarse a
todo lo que tenía falda…
-Uf… ni me
lo recuerdes…
-Bueno
nena, te dejo, después vendré para presentártelo, por cierto, bonito anillo-
dijo con su excelente sonrisa y yo se la devolví.
-Lo sé- le
guiñé y salió de mi despacho.
Habían
pasado dos putas horas solamente, entre papeles, lápices y goma de borrar, y
tenía un hambre que me moría…
Por Dios…
¿esto era normal? Había desayunado para tres personas…
Tu hijo va
a ser grande… gritó la vocecilla de mi conciencia y no pude evitar sonreír.
-Señorita
Cullen- sonreí inconscientemente- Su cuñada Alice está aquí.
-Hazle
pasar Ángela- dije esperando a mi duende con una sonrisa.
-Bells-
gritó y juro que cada vez estaba más enorme, pero igualmente hermosa.
-Hola
enana- dije levantándome y abrazándome con un poco de dificultad por su enorme
panza- Chiquitín…- acaricié suavemente su vientre y sentí que se movía- Oh Dios
mío… ¿er… era eso una pat… patada?- dije alucinada mirando a la panza.
-Si-
sonrió.
-Increíble…-
dije besando sus mejillas y me dio olor de ¿pollo? Miré hacia abajo y Alice
cargaba con una bolsa gigante- Dime que lo que tienes en esa bolsa es pollo,
por favor…- dije arrebatándole la bolsa y leí mi tienda favorita de comida
chatarra- Oh por Dios… ¿ES DE MISTER POLLO?- grité y ella asintió sonriente-
Gracias enana- le abracé como si mi vida dependiera de ello y comencé a abrir
todas las cajas.
-Anda come,
tienes que alimentar a mi precioso sobrino bien- me sonrió y tocó mi vientre-
¿Cómo os ha ido en la ecografía?
La
siguiente hora la pasamos discutiendo por quién se comía algo y robándonos la
comida entre las dos, pero por supuesto conversando sobre mi cita con Carmen.
-Me ha
dicho que será enorme- dije cogiendo patatas fritas.
-Normal, mi
hermanito pesó 4 kilos y medio y yo dos solamente…
-Claro, así
estás tan enana…- dije con una carcajada, pero cuando me di cuenta del
principio de la frase me quedé callada…
Un momento…
¿4 kilos y medio? Por Dios…
-¿Qué pasa?
¿Ahora no te ríes, no?- dijo mirándome con picardía.
-Joder
enana… 4 kilos y medio… madre mía…
Seguí
comiendo y me fijé que tan sólo quedaba una alita, la atrapé y Alice rodó los ojos…
-No es
factible comer contigo enana…- dije antes de meterme en la boca la deliciosa
alita con salsa barbacoa.
-Contigo
menos, sólo estás de dos meses y mira cómo comes…- señaló los cartones vacíos y
mi boca se puso en una perfecta “o”.
-Pero, ¿qué
dices? Si has sido tú la que te lo has comido todo- dije burlona y ella soltó
una carcajada.
-Señora
Cullen- dijo Ángela por el interfono y Alice me sonrió feliz- Eleazar y el
becario están aquí, ¿les hago pasar?
-Un momento
Ángela, ahora salgo yo- pulsé el botón para colgar y miré a Alice.
-Si, tienes
los dientes manchados de salsa barbacoa…- dijo como si fuera obvio y yo salté
literalmente del sillón y fui corriendo hacia el baño para cepillarme los
dientes.
-Gracias
Dios por darme esta mente tan prodigiosa…- dijo mirando al techo recordando su
hazaña de traerme el dichoso cepillo de dientes al trabajo- Y menos mal que
tienes baño en tu propio despacho, eres una consentida…- dijo sintiéndose
ofendida.
-Al menos
es sólo un baño, no un puto centro comercial de ropa y maquillaje- le sonreí y
ella me sacó el dedo.
-Envidiosa-
dijo besando mi mejilla y cogiendo su bolso- Me voy que el deber te llama- dijo
con una mueca graciosa y yo me carcajeé de ella.
-¿Quién es
la envidiosa ahora?- le saqué la lengua y ella hizo lo mismo, en un gesto
totalmente infantil…
-Cuídate
cuñadita- me guiñó y me abrazó suavemente- No le des mucha caña a mi pobre
hermanito- dijo con voz pícara.
-Oh vamos,
la caña me la da él…- me tapé la boca en cuanto lo dije…
¿Por qué
carajo había dicho yo eso?
-¿Con que
te la da él, no? Morbosilla- dijo sonriendo pícaramente con voz sensual y yo no
pude más que soltar una carcajada.
-Ya sabes…
es imposible negarse a sus encantos…- dije acompañándola a la puerta.
-Si, ya…
verás cuando se te revolucionen las hormonas… querrás tirártelo o matarlo en
menos de dos segundos…- me besó en la mejilla y le abrí la puerta,
encontrándome con los ojos pícaros de Eleazar y con una mirada “encantadora”,
nótese el sarcasmo, al lado de él- Bueno nena, mañana te llamaré- me besó en la
mejilla nuevamente y se dirigió con su elegante caminar- Adiós Eleazar- le
guiñó y siguió su camino.
-Joder… si
me gustaran las mujeres…- dijo mi pobre amigo anonadado con los andares tan
elegantes de mi amiga.
-Cierra la
boca Eleazar, se te cae la baba- le dije bajito para que nadie se enterase. Se
recompuso inmediatamente y me sonrió.
-Bella,
éste es el becario, James Wilson- dijo señalando al tipo rubio con penetrantes
ojos azules.
-Un gusto-
dije demasiado irritada y Eleazar me miró extrañado…
Ya… no
sabía comportarme así de irritante con nadie, pero este tipo no me había
gustado nada…
-Señorita
Bella- dijo con voz profunda y me cogió la mano para besármela, pero yo lo paré
enseguida.
-Señora
Cullen- le dije señalando mi anillo y él me sonrió más ampliamente.
¿Era
masoquista o gilipollas?
-Oh,
¿casada?- dijo con voz sin una pizca de sorpresa.
-Si- dije
sin más y me dirigí hacia Eleazar- ¿Podemos hablar un momento?
-Claro- me
cogió del brazo y me empujó suavemente hacia mi despacho. Cerró la puerta tras
de nosotros.
-¿Quién
carajos es ese?
-Un
becario, ya lo sabes- dijo mirando hacia el precioso paisaje que había detrás
de mi como si fuese lo más importante del mundo.
-Eso ya lo
sé, no soy gilipollas- me estaba encabronando y gravemente…
-Ey, para
con las hormonas mujer- dijo mirándome con tranquilidad- Ése- dijo señalando
hacia la puerta- Es un gilipollas, lo sé, pero tenemos que hacerle las pruebas
porque es el hijo del señor Andrew…- suspiró.
-¿¡Qué!?-
dije muy irritada.
-Si, Bella,
tendremos que soportarlo unos meses… para que aprenda.
-¿Y por qué
carajo no va a la facultad y aprende allí? Es lo que hemos hecho todos, joder-
dije ahora muy encabronada.
-Es simple,
es un niñito de papá, así que habrá que soportarlo- dijo acercándose a mí- Le
daremos todo el trabajo estresante, de eso me ocuparé yo- me guiñó y me abrazó
con mucho cariño- No quiero que te alteres por un niñato de mierda, no es bueno
para tu salud- y suspiré y lo apreté más contra mí.
-Tienes
razón, gracias Eleazar- le sonreí- Pero no me puedo creer que el señor Andrew
tenga un hijo como ese… con lo buena persona que es…- suspiré de nuevo y me
aparté de él- Ahora hazle pasar…- indiqué con mi barbilla, señalando hacia la
puerta.
-Tranquila-
me besó en la mejilla y se dirigió hacia la puerta. Yo me senté en mi sillón y
puse mi mejor sonrisa, ahora iba a ser la jefa falsa…- Entra James- le dejó
sitio para que pasará y el muy imbécil me sonrió ladinamente.
-¿Algún
problema?- dijo como si no supiera nada.
Bien…
quería jugar, pues yo le daría el juego que necesitaba…
-En
absoluto- le sonreí y él ensanchó la sonrisa. Imbécil…- Estamos muy orgullosos
que el hijo del señor Andrew sea nuestro becario de este año, pero no entiendo
una cosa- dije mirando esos ojos de hielo.
-Dígame- me
sonrió de nuevo y vaya asco que le estaba cogiendo a esa puñetera sonrisa…
-Si es el
hijo del señor Andrew…- él asintió- ¿Por qué es becario? Hasta donde sabemos
tiene bastante capital y acciones como para tener millones de oficinas- dije
segura y él volvió a sonreír.
-Bueno…
digamos que mi padre me está poniendo a prueba… acabo de terminar la carrera y
quiero hacer mi proyecto en esta compañía, es muy famosa y sin duda, mi
currículo se inflará con ello.
Bueno… era
listo el gilipollas, pero no le iba a dar el gusto de que su estancia aquí sea
un camino de rosas…
-Vaya…-
fingí sorpresa- No me lo esperaba en absoluto- dije con la sonrisa más falsa de
toda mi vida y pude observar a Eleazar conteniendo una fuerte carajada con tos…
-Si,
entonces… ¿qué tengo que hacer?- Bien, la pregunta del millón.
Ahora era
mi turno de jugar…
-¿Ves este
montón de papeles?- señalé el enorme montón de folios que había encima de mi
mesa, él asintió y por primera vez sin sonrisa.
Bien… ahora
nos íbamos entendiendo…
-Son los
proyectos que nos han mandado para hacer- intervino Eleazar- Pero esta compañía
tan sólo realiza los proyectos que sean importantes en primer lugar y luego, si
hay tiempo, realizamos los siguientes- dijo profesional- Tienes que ver el área
disponible y el estado de la misma- le sonrió falso y yo por primera vez sonreí
sinceramente. Cómo me gustaba Eleazar… podía ser tan bueno como el pan, pero
tan malo como un demonio- Ahora si nos disculpas, vete a la sala de becarios
con esto- señaló la gigantesca montaña de papeles- Quiero esos proyectos en mi
mesa en una hora.
-¿Una
hora?- exclamó mirando el montón de proyectos y yo sonreí.
-Si- le
dije al tal James y cogió todos los proyectos y salió de mi despacho, no sin
antes dedicarme otra de sus asquerosas sonrisas…
Iban a ser
unos meses muy largos…
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