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Capítulo
12: Lo eres todo.
Bella pov.
Sabía que
me había comportado como una auténtica perra por haberle amenazado de esa
manera, pero los nervios pudieron con mi autocontrol y no pude evitarlo. Se
suponía que era una sorpresa y no podía enterarse hasta que llegara la hora.
Y además me
gustaba ser mala y perra…
Sonreí ante
este último pensamiento y me metí de nuevo en la habitación de Alice mirando de
reojo a mi osito… Estaba flipando con mi comportamiento, pero era necesario.
Llegué a la cama y Alice me miró con una sonrisa.
-¿Qué te ha
pasado ahí afuera?- dijo señalando al pasillo.
-Nada, no
puedo permitir que escuchen nuestras conversaciones- susurré bajito para que no
se enteraran los chicos.
-No se han
enterado de nada, seguro que han subido cuando Rose se ha puesto histérica por
su pelo- dijo soltando una carcajada- Has sido mala- de nuevo soltó otra
carcajada y yo no pude evitar soltar otra.
-Como sea,
se lo merecía por tener poco tacto con un tema tan delicado- dije con elegante
educación y Alice rio más por mi excelente demostración.
-Voy a ver
a los chicos, yo ya he terminado con mi maleta- dijo saliendo de la habitación.
Me levanté
y me dirigí a mi maleta, guardé mejor la caja de preservativos, que me había
dado Rose, y el conjunto sexy al fondo de la maleta. Cuando terminé, cerré la
cremallera y cogí un donuts mientras sacaba la maleta de la habitación de
Alice.
-Bebé,
¿necesitas ayuda?- solté la maleta del susto que me había dado… joder, no me lo
esperaba…
-¿Por qué
coño tienes que aparecer así?- dije con una mano en el pecho y mi donut en la
otra…
-Estaba muy
pensativa mi amor- me dijo cogiéndome de la cintura y pegándome a su cuerpo-
Tienes azúcar en los labios…- susurró antes de pasar su lengua por toda la
extensión de mis labios, incluido la comisura de éstos…
-Joder…-
gemí y él sonrió con picardía. Junté nuestros labios y él me alzó sin ninguna
dificultad para poder tener mejor acceso a mis labios y cuello.
-Chicos…-
dijo la voz de la enana, pero Emmett no me soltó.
-Emmett… le
dije mirando esos ojos azules que ardían de pasión…
-Joder…
¿qué quieres enana?- le dijo sin despegar sus labios de los míos.
-Eh… ¿Qué
no vamos?- dijo sarcástica y yo no pude evitar soltar una fuerte carcajada.
-Vamos,
tenemos tiempo- le besé por última vez antes de dejarme en el suelo.
-Eso
espero…- me dio una nalgada y me guiñó burlón.
-Ey- dije
quejándome, pero en realidad me encantaba que hiciera eso.
-Sabes que
te gusta- susurró en mi oído y después lo lamió completamente, antes de coger
mi maleta y bajar por las escaleras con una sonrisa traviesa…
-Joder…-
susurré más en gemido que otra cosa.
-Vamos,
tendrás tiempo- me dijo mi querida cuñada agarrándome del brazo con mucha
fuerza para su cuerpo tan pequeño… Yo sólo pude asentir y volvimos a su
habitación- Vale, ahora nos vestiremos- dijo soltando mi mano y dirigiéndose a
tu enorme armario…
A pesar del
primer aniversario de la muerte de mis papás, hoy me sentía liberada y con
fuerzas para hacer cualquier cosa, ya había estado bastante deprimida en clases
como para amargarle las vacaciones a mis amigos, no me lo perdonaría nunca, por
eso había sacado fuerzas de donde nos las tenía para pasar este día lo mejor
posible…
La verdad
que este día jamás lo olvidaría, pero ya no había vuelta atrás, mis padres
siempre estaban en mis pensamientos, pero no por eso no seguiría mi vida hacia
delante, las interminables conversaciones con Esme y Carliste me habían servido
de mucho, gracias a ellos había aprendido muchas cosas nuevas y se los
agradecía en el alma, sin olvidar las palabras de consuelo y ánimo que me daba
mi osito todos los días, de verdad que no tenía vida para agradecerles todo lo
que habían hecho por mí.
Mi estancia
en la casa de los Cullen había sido fructífera, jamás me sentí sola y era lo
que necesitaba, era verdad que a veces quería estar sola, pero no pasaba ni
cinco minutos sin que llamara a mi osito para hacerme compañía, él con su
típica sonrisa de niño pequeño asentía con alegría y nos quedábamos ahí, sin
siquiera hablar, disfrutando de la compañía del otro.
Era lo
mejor que me había pasado nunca.
Y después
estaba el tema de la herencia, mi papá había puesto a mi nombre todos sus
bienes materiales, como bien me había informado Carliste, pero también una
pensión mensual de una cantidad enorme de dinero hasta que cumpliera los 18
años y desde ahí podía hacerme cargo de las acciones de papá y de todo el
dinero que disponía. Pensión que no tocaba, ya que Carliste así lo había
decidido, por lo que tan sólo tenía gastos para mis caprichos, que eran pocos,
sólo se limitaban a comprarme ropa, en realidad bastante, gracias a Alice,
aunque casi siempre pagaba ella con muecas y reproches por mi parte, y a cuidar
mi flamante Audi, lo quería, era el coche que me había regalado mi padre y le
tenía demasiado cariño.
-La tierra
llamando a Bella- dijo Alice pasando sus pequeñas manos por delante de mi
rostro y por primera vez la miré.
-¿Qué?-
dije con una ceja alzada.
-Llevo más
de cinco minutos llamándote, ya iba a llamar a un psiquiátrico para que te
internaran- dijo con una maliciosa sonrisa y yo sonreí. Era inevitable sonreír
con las cosas que se le ocurrían a la enana…
-Estaba
pensando- dije lo obvio.
-¿Si? ¿No
me digas? No lo había notado…- dijo sarcástica- Anda, toma, ponte esto- dijo
dándome un vestido blanco de punto.
-Es
precioso.
-Lo sé y lo
rematarás con esto- dijo dándome unas sandalias marrones con mucho tacón.
-¿Es esto
necesario?- dije señalando los mortales zapatos.
-Oh, vamos,
creí que ya los soportabas y te encantaban- dijo melodramática.
-Si, bueno,
me gustan, pero voy a conducir por dos horas, ¿no crees que es un poco
exagerado?
-No, son
muy cómodas, ya lo verás- dijo sacando su ropa. Yo sólo asentí y me dirigí al
baño para vestirme.
La verdad
es que el vestido me quedaba de muerte…
Se ceñía a
mi cuerpo sin ser exagerado, sólo marcando las suaves curvas que tenía y
haciendo que mi figura fuera más esbelta aún.
Cogí mi
pelo y me hice una trenza desenfadada a un lado de mi cara y me maquillé un
poco, gracias a las innumerables sesiones de Alice, había aprendido mucho sobre
el tema maquillaje/peluquería/moda, ahora me alegraba…
Me puse las
sandalias y las verdad es que eran súper cómodas, me extrañé muchísimo, con 10
cm de tacón, era imposible que fueran cómodas… Me quité una para mirar la marca
y ahí estaba…
Joder…
¿Cuánto se
había gastado la enana en esto?
-ALICE-
dije histérica, saliendo con un zapato puesto y otro en la mano, obviamente
cojeando.
-¿Qué
pasa?- dijo inocente- ¿A qué son cómodas?- dijo acercándose a mí- Veo que te
han servido de mucho mis consejos- dijo señalando mi peinado y mi cara, pero yo
tenía la sangre que me hervía por el cuerpo.
-Alice,
¡¡¡SON DE CHANNEL!!!- grité desesperada y la enana asintió sonriente- Quita esa
sonrisa de tu cara, te ha tenido que costar una fortuna, no puedo aceptarlas- dije
haciendo el amago de quitarme la que tenía puesta en el pie.
-No te
quitarás esa sandalia- dijo cogiéndome del brazo- La aceptarás y punto, ya
tendrás tiempo de replicarme lo que quieras, pero ahora calladita estás mas
guapa- dijo sentándome en la cama y quitándome la otra sandalia de la mano. Me
la puso sin ninguna dificultad y sonrió feliz- Estás perfecta- dijo
abrazándome- Acéptalas, por favor- me suplicó con esa cara de pena que sólo
ella sabía hacer y como siempre tuve que asentir.
-Esta
bien…- suspiré cansada de que siempre se saliese con la suya y me levantó de la
cama con un fuerte jalón.
-Vamos-
dijo sonriente y me fijé en que las maletas de ella y Rose ya no estaban en la
habitación- Las maletas las ha bajado Jasper- dijo como si leyera mis pensamientos
y yo asentí.
Me fijé en
la vestimenta de Alice y me encantó.
-Estás muy
guapa enana- le dije mirando el precioso vestido rosa que llevaba con las
sandalias bajas doradas.
-Gracias-
sonrió y bajamos las escaleras agarradas de la mano.
Miré al frente
y ahí estaban todos, pero sólo me fijé en mi osito…
Me miraba
con mucho deseo de arriba abajo, sin ser discreto en absoluto y cómo me gustaba
que me comiera con la mirada…
-Hermosa-
me susurró lentamente para que leyera sus labios y yo sonreí feliz.
-Estáis
guapísimas- dijo Esme con su particular cariño maternal. Primero le dio dos
besos a su hija y después se acercó a mí.
-Espero que
te lo pases genial, cariño- me besó en ambas mejillas y me estrechó en su
cuerpo- Tengo una cosa para ti, Rose y Jasper ya lo tienen y sólo faltas tú- se
separó de mí y me tendió una caja de terciopelo rojo.
-No puedo
aceptarlo, Esme, es demasia…- me cortó.
-Shh, nada
de eso, toma y póntelo, seguro que te gustará- me dijo con una sonrisa y yo
asentí.
Abrí la
delicada caja y lo que vi me fascinó…
Era un
colgante de oro blanco finísimo con la insignia Cullen justo en el centro. La
cadena era una espiral y tenía diamantes que formaban la palabra “Cullen”.
-Esme, es…-
dije tocando el delicado colgante.
-Es para
ti- me dijo con una sonrisa- Todos los integrantes de la familia lo tienen- me
volvió a sonreír- Pero cada uno está personalizado, detrás de cada insignia se
encuentra el nombre de cada uno- me dijo cogiendo el colgante y volviendo la
insignia- ¿Ves? El tuyo pone Bella.
Yo me
abalancé a ella con cuidado para que no se me cayera el colgante y ella me
respondió gustosa.
-Gracias
Esme, significa mucho para mí- dije con el corazón en un puño.
-Tú sí que
significas mucho para nosotros, no sabemos que habríamos hecho sin ti- me besó
en la frente y miré a su lado para encontrarme con los ojos azules, iguales a
los de Emmett, de Carliste.
-Bella- me
llamó y yo enrosqué mis brazos alrededor de su cuello- Espero que disfrutes de
este fin de semana, te mereces eso y mucho más- dijo estrechándome en su pecho.
-Gracias
por todo Carliste- le besé en la mejilla sin ninguna dificultad por mis altos
zapatos y sonreí feliz.
Emmett se
me acercó y su exquisito perfuma inundó mis fosas nasales.
-Estás
perfecta bebé- me besó en la frente y cogió el colgante de la caja con mucho
cuidado, muy raro en él, aunque Emmett me había demostrado ser la persona más
cuidadosa en innumerables ocasiones. Se puso detrás de mi y deslizó el fino
colgante por mi cuello- Hueles de maravilla…- dijo aspirando mi cuello mientras
cerraba el cierre del colgante y me estremecí… Su cálido aliento era dulce y
enloquecedor…
-Gracias-
le dije con una sonrisa volviéndome hacia él.
-Te queda
genial- dijo mirando el colgante y mi sonrisa se ensanchó.
-Vamos
chicos- dijo Esme besando a cada uno de sus hijos y a su yerno y a su nuera-
Espero que os divirtáis, llamadme todos los días, no me hagáis tener que ir
hasta allí para pegaros con el zapato- dijo sonriente y todos estallamos en
carcajadas, Esme no era capaz ni de hacerle daño a una mosca…
-Chicos si tenéis algún problema no dudéis en
llamarnos, ¿está bien?- dijo Carliste mientras nos montábamos en el coche.
Las chicas
vendrían conmigo y los chicos en el jeep de Emmett.
-Bella ten
mucho cuidado- me dijo mi osito preocupado- No sé por qué coño mi hermana te ha
puesto esos zapatos sabiendo que ibas a conducir…- dijo mirando a su hermana
con cara asesina.
-Emmett- lo
llamé para que centrara toda su atención en mí- No es la primera y va a ser la
última vez que conduzca con unos zapatos mortales- sonrió y era lo que estaba
buscando.
-Te amo- me
besó ligeramente en los labios y se encaminó hacia su jeep.
-No puede
ser más perfecto…- susurré mirando los cuatro aros de mi volante, algo típico
en Audi.
-Oh, la
zorrona está sensible…- dijo Rose con burla.
-Rubita más
vale que te calles, o lo de tu pelo no será nada en comparación con lo que te
haga- dije girándome hacia el asiento trasero, donde se encontraba.
-Zorra…-
susurró y yo sonreí.
-Bien- me
volví y Esme y Carliste se acercaron a nosotras.
-Chicas
tened mucho cuidado- dijo Carliste.
-Si- le
sonreí y él me devolvió la sonrisa.
-Cuando
lleguéis, llamad por favor- dijo Esme desesperada.
-Si, Esme,
no te preocupes- saqué la cabeza por al ventana y le besé en ambas mejillas- Te
quiero mucho- sonrió y me besó en la frente.
Arranqué mi
hermoso Audi TT y dejé a Emmett delante, ya que él era el único que sabía el
camino, yo era la primera vez que iba.
Alice puso
el cd de música en la ranura y pronto rihanna se escuchó por todos los
altavoces, mientras que Rose se hacía la manicura.
-¿Cómo coño
puedes hacerte la manicura ahora?- dije mirándola por el espejo retrovisor.
-Práctica,
además, si la “señorita sensible” no me hubiera arruinado mi hermoso pelo, lo
habría hecho antes- dijo envenenada y yo sólo pude sonreír al igual que Alice.
-Te lo
merecías y lo sabes- dije segura y mi mirada fue hasta el espejo retrovisor del
jeep.
Emmett no
paraba de mirarme con mucho deseo, recorriendo desde mis ojos hasta mi
canalillo y eso me estaba encendiendo cada vez más…
Me pasé la
lengua por toda la extensión de mi boca de manera provocativa y Emmett se
mordió el labio, en un claro signo de desesperación…
Estábamos
jugando con fuego, lo sabía, pero era de lo que tenía ganas…
-¿Queréis?-
dijo Alice cogiendo un paquete de patatas y refrescos.
-Mas te
vale no ensuciarme el tapizado enana- dije cogiendo una patata y lamiéndola
suavemente mientras miraba hacia los ardientes ojos de mi novio.
En ese
momento sonó mi móvil y lo cogí, dándome igual de la prohibición que era eso.
-Estás jugando con fuego bebé- me dijo la
voz ronca de Emmett.
-Es lo que
provocas- dije sin más, mientras le miraba con lujuria.
-Te terminarás quemando- advirtió y cómo
me encendió esas palabras…
-Es lo que
quiero- le dije colgando con una sonrisa en mis labios.
-¿Quién
era?- me dijo Alice con una ceja alzada.
-Una
conversación caliente en toda regla- dijo Rose cortándome y acertando de lleno,
como siempre…
-¿Tú no
estabas con los esmaltes de uñas o qué rubita?- dije cambiando de tema.
-No me
cambies de tema, lo sabes perfectamente- dijo dirigiendo su mirada de nuevo
hacia sus manos y yo suspiré tranquila al ver que no seguiría con la
conversación.
Después de
tres horas y media, gracias a un atasco de cojones, de charlas sin descanso por
parte de Alice, de quejas por parte de Rose porque se pintaba de todo menos las
uñas y de miradas furtivas por el espejo retrovisor del jeep, llegamos a la
bendita casa.
-Puto atasco…- susurré bajándome del coche y
mi osito vino hasta mi para besar mis labios.
-Te amo-
dijo antes de unir de nuevo nuestros labios.
-Y yo a ti-
dije muy contenta.
-¿Qué tal
el viaje?- preguntó Jasper.
-Pues
obviando el puto atasco, las interminables charlas de tu novia y las quejas de
tu hermana, de puta madre- dije sonriente.
-Y la
caliente conversación, que no se te olvide- dijo la rubia acercándose a su
novio para comerle todo el morro.
-Rose,
contrólate, hay una cama arriba esperándote- dije con una sonrisa y sin más
cogió al pobre Edward y se lo llevó hasta la casa…
Menos mal
que Edward era el que tenía las llaves, si no habría hubiera saltado la
enredadera que colgaba de la terraza de una habitación, supuse.
-Putas
hormonas…- susurré y mi osito me miraba divertido- ¿Qué?
-Que eres
irresistible- me dijo antes de besar mis labios y me apretó el trasero con
ambas manos y yo gemí en respuesta.
Nos
separamos por falta de aire y miré a mi alrededor y me fijé que Alice y Jasper
también se habían ido…
-¿Vamos?-
le dije cogiendo su mano y él asintió.
Nos
encaminamos hacia la casa cogidos de la mano y entramos por la puerta abierta.
El salón no podía ser más perfecto…
Estaba
decorado en tonos amarillos y anaranjados, que contrastaban a la perfección con
todos los muebles de madera. Había dos enormes sofás con tres butacas individuales
a cada lado, por lo que cabía un sinfín de personas… Justo en delante de los
sofás había una mesa de té baja y enfrente de ésta se encontraba un plasma de
mínimo 50 pulgadas, enorme…
En el lado
izquierdo, estaba la mesa comedor con una barra americana, que daba a la cocina
y en el fondo, había un enorme ventanal con puertas dobles que daban a la
playa.
-Es
alucinante- dije acercándome al ventanal.
-Sabía que
te gustaría- me dijo mi osito cogiéndome por la cintura y besando mi cuello.
-Gracias- me
volví a él y le besé en los labios con mucha dulzura.
-No me las
des, te lo mereces todo preciosa- me besó de nuevo y puso sus manos en ambas
partes de mi cara- ¿Cómo lo llevas?- susurró separándose un poco de mí para
mirarme directamente a los ojos.
Sabía a lo
que se refería, hoy era el primer aniversario de la muerte de mis padres, en
realidad de mi padre, porque el de mi madre sería una semana después, pero
igualmente para mí era de los dos…
-Bien, ya
no duele tanto como antes- le dije pegando mi cuerpo al suyo- Gracias a ti y a
todos, lo he podido superar con más facilidad- le dije abrazando su enorme
cuerpo- No sé cómo os voy a agradecer todo lo que habéis hecho por mí- sollocé
contra su cuello, mojando su camisa con gruesas lágrimas.
-Shh, no
tienes que agradecer nada mi vida- me estrechó aún más contra su cuerpo- No
llores, sabes lo mal que me siento al verte así- ahora me separó de él y limpió
mis lágrimas con sus pulgares- Sólo quiero que te olvides un poco del día de
hoy y que empecemos a divertirnos como siempre lo hemos hecho- me besó en la
frente- Sé que te tienes que desahogar, pero por favor que no dure demasiado,
¿vale?- me dijo con voz llena de dulzura y comprensión. Yo sólo asentí y
sollocé nuevamente.
Tenía que
sacar todo el dolor que tenía en estos momentos y como siempre en presencia de
mi osito, sabía lo mal que se sentía por sentirse inútil por no poder hacer
nada por mí, pero sus dulces palabras y sus suaves masajes en mi espalda me
tranquilizaban.
Me llevó
hacia uno de los sofás y me puso encima de él. Así estuvimos como mínimo una
hora, no había señales de los chicos, por lo que me imaginé que nos estarían
dando nuestra privacidad.
-¿Estás
mejor?- me dijo cuando dejé de sollozar. Yo sólo asentí y me acurruqué en su
pecho con pena. No quería dar el numerito aquí, se supone que sería un fin de
semana lleno de alegrías y emociones, pero me había sido imposible derrumbarme,
ahora estaba mucho mejor y sólo quería divertirme y estar todo el tiempo
posible con mi osito- ¿Te apetece una ducha?- yo asentí rápidamente y él me
besó en tope de la cabeza y se levantó conmigo sin ninguna dificultad.
Subimos las
escaleras y entramos en una habitación que ponía Cullen/Swan…
Al parecer
las chicas lo tenían todo controlado.
Emmett
abrió la puerta para mí y me deleite con tanta hermosura…
La enorme
cama estaba justo en el centro, de la que colgaba un fino dosel blanco perla,
parecido a las camas de las princesas… A la izquierda había un enorme ventanal
que daba a una enorme terraza con vistas a la playa y a la derecha se
encontraba una puerta, lo que supuse sería el baño.
-Es
precioso…- dije andando hacia la enorme cama y toqué el fino dosel.
-Te amo- me
besó con mucho amor, sin rastro de deseo o lujuria por su parte, era lo que
ahora mismo necesitaba.
-Te amo-
susurré sobre sus labios y me sentó en la cama.
-Voy a por
las maletas- me dijo dándome un beso en la frente y salió de la habitación.
Sabía lo
que le pasaba, se estaba controlando y yo no se lo estaba poniendo fácil, pero
ahora no quería que se controlase, ahora quería que se dejase llevar…
Me quité
las altas sandalias y las dejé en el suelo. Me encaminé hacia la puerta que
había y efectivamente era el baño.
Estaba
totalmente equipado con todo lo que podía haber… Un enorme mueble, donde se
encontraba el lavabo y toallas dobladas delicadamente, una bañera enorme y lo
que de verdad me gustó fue el enorme jacuzzi que se encontraba en un lugar
apartado…
Iba a ser
mágico…
-¿Te
gusta?- susurró Emmett a mis espaldas y yo asentí sin dejar de mirar al jacuzzi.
-Es
absolutamente genial- me volví y le besé con todo el amor que sentía en estos
momentos.
-Espero que
este fin de semana sea especial para ti- me susurró antes de besarme y desde
luego que lo sería… Mi sorpresa sería esta misma noche…
-Lo será
osito- le dije acariciando sus enormes brazos con el simple toque de mis dedos
y él gruñó por lo bajo.
-Me
provocas demasiado para tu propio bien- me dijo con voz llena de deseo y decidí
no ser mala y parar en mi tarea…
La verdad
era que Emmett se estaba controlando demasiado, sabía que le importaba que
estuviera lista, pero yo lo estaba desde hacia mucho tiempo ya, tan sólo era
que lo quería hacer especial.
-Te dejo
ducharte- dijo saliendo del baño con un autocontrol increíble- Iré a buscar a
los chicos para hacer la barbacoa- me sonrió y cerró la puerta tras de sí.
-Bien…-
murmuré dirigiéndome a mi maleta.
Cogí mi
bikini azul y un vestido a juego, seguro que me apetecía bañarme y me encaminé
para darme mi necesitada ducha.
Me duché y
lloré de nuevo… El agua las disimulaba, pero seguro que se me notaría en los
ojos cuando saliese…
Después de
más o menos una hora en la que intenté tranquilizarme, y gracias a Dios, con
éxito, salí y me envolví en una toalla, miré por la pequeña ventana y me fijé
que ya era de noche…
Bien… los
chicos deberían de estar esperándome ya…
Miré mi
reflejo en el espejo y sorprendentemente no había ni rastro de mis lágrimas…
Menos mal… no quería que nadie se diese cuenta…
Me vestí
con mi bikini y la verdad era demasiado revelador… Era tipo tanga y encima la
parte de arriba era diminuta en comparación con mis pechos… pero ese era mi
objetivo… hacer que el autocontrol de mi osito estallara al fin…
-Eres
mala…- susurré a la imagen del espejo y sonreí con picardía.
Me puse el
vestido y salí del baño para coger unas sandalias planas. Cuando estaba
terminando de amarrar la cinta que iba a mi tobillo, se escucharon golpes e la
puerta.
-Pasa-
grité mientras me levantaba.
-¿Qué tal
estás?- dijo Rose cuando entró en la habitación. Se acercó a mí y me abrazó.
-Bien- dije
con ánimo, pero ella me separó suavemente para mirarme a los ojos.
-Has
llorado, ¿verdad?- la miré horrorizada, se suponía que no se me notaba…- No se
te nota, pero te conozco demasiado bien- me dijo con una sonrisa y yo asentí.
-Necesitaba
desahogarme a solas, no quería que Emmett me viera en este estado- dije
apretándome más a su cuerpo- Se pone muy triste y ya es hora que mi vida cambie
a una nueva vida, en la que no haya más dolo y lágrimas- dije segura y Rose
sonrió.
-Así me
gusta- dijo besando mi mejilla- Ahora vamos, la cena nos espera, los chicos se
han encargado de todo- me dijo cogiendo mi mano y encaminándonos hacia fuera de
la habitación.
-¿Qué
habéis estado haciendo?
-Bueno…
además de follar cinco veces con Edward…- me tapé los oídos inmediatamente- Oh,
vamos, no seas cría, ya me contarás cuando lo pruebes…- dijo dándome un golpe
con su cadera.
-Como sea,
no quiero detalles- dije segura y Rose asintió.
-Está bien,
además de eso, hemos sacado las maletas de los coches y hemos sacado toda la
carne para la barbacoa y ahora están en el patio delantero con vistas a la
playa, ¿qué te parece?- dijo sonriente mientras salíamos al patio.
-Genial-
dije sonriente y lo primero que vi fue a Emmett, que me miraba con pena e
ilusión. No lo dudé en ningún momento y corrí hacia él. Él abrió sus brazos con
una sonrisa y le abracé con todo mi ser- Perdóname- dije impregnándome de su
aroma.
-¿Por qué?-
dijo mirándome incrédulo.
-Por haber
estado tanto tiempo sin ti, pero lo necesitaba…
La verdad
era que esta había sido la primera vez que no lo había llamado después de cinco
minutos de soledad, pero hoy era necesario.
-No te
preocupes tonta- me besó en la nariz- Pero la verdad que te he echado mucho de
menos- me besó en los labios y yo me estreché más en su fuerte pecho, ahí me di
cuenta de que estaba sin camiseta…
Ni que
decir que en este último año, Emmett había aumentado su musculatura
considerablemente…
Su espalda
y su pecho eran interminables y sus brazos eran más grandes que mis muslos…
Era
absolutamente bueno…
-Estás muy
bueno…- le susurré sexymente mordiendo el lóbulo de su oreja…
-No me
hagas esto Bella…- me dijo desesperado y yo me separé, faltaba muy poco para
que fuese buena…
-Vamos a
cenar- le guiñé un ojo y él negó con la cabeza divertido.
-¿Estás
bien?- me dijo Alice cuando me senté en la silla y yo asentí.
-No te
preocupes, me he retrasado en la ducha más de la cuenta- era medio verdad… pero
obviaría el tema de que había llorado
Miré a
nuestro alrededor y los chicos nos miraban con alegría. Yo les sonreí y
comenzamos a comer mientras hablábamos de los que íbamos a hacer en estos días.
-Yo quiero
ir a hacer senderismo- dijo la rubia y todos dejamos de comer y la miramos
incrédulos- ¿Qué? Hay que quemar todo lo que vamos a comer- dijo metiéndose una
salchicha en la boca.
-Pensaba
que lo ibas a quemar con sexo, rubia- dije sonriendo como un angelito.
-Eso es
parte del senderismo- dijo con una sonrisa pícara y todos soltamos una
carcajada.
-Yo me
apunto a ese senderismo entonces- dijo Edward mirando a su novia embobado.
-Yo paso,
quiero ir al lago- dije mirando a mi osito y éste me sonrió.
-Bien,
iremos entonces- me dijo besándome en la mejilla.
-Nosotros
nos quedaremos en la playa- dijo la enana cogiendo la mano de Jazz.
-Vale, pues
entonces mañana comeremos por separado- dijo Jazz con la tranquilidad que le
caracterizaba.
-Si, aunque
yo comeré de todo menos comida…- dijo la rubia bajando su mano y acariciando la
parte baja de Edward…
-Rose en
privado, no quiero traumas en mi mente…- dije volviendo la mirada hacia mi
osito, que me miraba divertido.
-Como
quieras, vamos guapo- dijo Rose levantándose y tirando del pobre Edward.
-Mañana nos
veremos- dijo sonriente mientras se perdían escaleras arriba.
-Vaya dos…-
susurré y todos asintieron.
Terminamos
de comer y Alice y Jazz se fueron para ver una película al salón.
-Me apetece
un baño- dije sentándome encima de él y Emmett me apretó contra su pecho.
-Nada me
gustaría más- me dijo antes de pasar su lengua por mis labios y me levanté un
poco para que mis piernas rodearan su cuerpo.
-Te amo- le
dije acariciando su torso desnudo.
-Y yo a ti-
me cogió de la nuca y comenzó a besar mi cuello mientras sentía su miembro
crecer…
-Uhmmm…-
gemí mientras restregaba mi sexo contra el suyo.
-Vamos a
bañarnos o no podré parar…- dijo entre dientes con un autocontrol alucinante…
Bien… hoy
sería la noche que pondría su autocontrol en juego.
Me llevó en
brazos hasta la playa y me dejó en la suave arena.
-Mmmm, me
encanta el olor a mar…- dije oliendo el delicioso aroma y Emmett me cogió por
la cintura y me volvió a besar.
-Tú si que
hueles bien- me besó de nuevo y nuestras lenguas comenzaron una batalla que
ninguno de los dos estaba dispuesto a perder…
Lentamente
me quitó el vestido y me quedé tan solo con el provocador bikini…
-Nena estás
para comerte…- me dijo mirándome de arriba abajo con hambre en sus ojos y yo
sonreí con malicia.
-Ven a
comerme entonces…- dije antes de salir disparada hacia el oscuro mar, que
iluminaba la hermosa luna llena.
Emmett
salió corriendo detrás de mí con una sonrisa y me alcanzó rápidamente cuando
estaba a punto de rozar el agua.
-Eres
demasiado provocadora- me susurró en el oído y yo me estremecí ante el contacto
de su dulce aliento en mi oído. Pegó su pecho en mi espalda y nos adentramos
poco a poco en el mar.
Estaba muy
excitado y eso me volvía loca…
Me giré y
miré esos enormes pozos azules oscuros, que destilaban fuego.
-Qui…
quiero decirte algo…- me ruboricé y agradecí que fuera de noche… Ahora era la
misma niña vulnerable de hace un año, junto a mi osito era así siempre…
-Dime- dijo
mirándome a los ojos con mucha intensidad.
-Estoy…-
tranquilízate- Estoy preparada…- susurré muy bajito y creí que no lo había
oído.
-¿De
verdad?- me dijo cogiendo mi cara con ambas manos y pude ver amor puro en sus
ojos.
-Si, es lo
que quiero- le dije antes de juntar nuestros labios y él cogió mi cintura y me
pegó más contra él.
-Gracias-
susurró- Te prometo que jamás te arrepentirás- me dijo antes de besarme de
nuevo y yo lo abracé con fuerza y con todo el amor que sentía.
Ahora
estaba todo claro, lo quería en cuerpo y alma para siempre…
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