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Capítulo 2: ¿Quieres ser mi novia?
Bella pov.
Estaba teniendo un sueño muy bonito, en que Emmett, Edward, Alice, Rosalie,
Jasper y yo estábamos en un parque jugando con una pelota, cuando mi mamá Reneé
me despertó para ir al colegio.
Hoy sería mi primer día...
-Bella, levanta, vamos mi amor, se hace tarde- me dijo mamá quitando las
mantas calentitas de mi cuerpecito y sintiendo mucho frío. Temblé y mi mamá me
cogió de la mano para meterme en el baño calentito. Me duché y me vestí con el
bonito uniforme del colegio, siempre me habían gustado los uniformes, ya que de
ese modo no tendría que buscar ropa todos los días para ponerme. El uniforme
consistía en ser una bonita falda en tablas, con cuadros azul marino con rayas
grises y rojas muy finas, me llegaba por encima de las rodillas, la camisa era
blanca don el escudo del colegio en el lado izquierdo en azul marino, igualando
con la falda. El jersey era de color rojo, al igual que las finas rayas de la
falda y los leotardos de color azul que contrastaba muy bien con el color de la
falda, era precioso, me gustaba mucho y los zapatos color negro. Mi pelo estaba
recogido en una alta coleta, con un coletero azul marino.
Bajé a desayunar y en poco tiempo me lo zampé todo. Estaba recogiendo la
mochila del suelo cuando el sonido del timbre me distrajo. Mamá abrió y una
sonriente Alice se encontraba vestida exactamente igual que yo.
-¡Bella!- me abrazó efusivamente y me sonrió dulcemente. Yo el devolví el
abrazo y le dije lo guapa que estaba.
-Alice, estás muy guapa.
-Tú también, te queda muy bien el uniforme-me sonrió y luego nos despedimos
de mi mamá con dos besos en la mejilla.
-Que tengas un estupendo día mi amor- besó mi frente y nos acompañó hasta
el coche de la mamá de Alice. Hablaron y quedaron en que mamá me recogería en
casa de los Cullen.
Cuando me subí al coche, dos sonrientes, Emmett y Edward me saludaron. Yo
les saludé tímidamente y en poco tiempo llegamos al colegio.
El colegio era enorme y muy bonito. Había muchos niños y profesores, se
parecía mucho al colegio en el que estaba antes.
-Bella, tú te irás con Emmett, estáis en la misma clase- dijo Alice
cogiendo mi mano y adentrándonos en el edificio- Estáis en todas las clases
juntos, así que tenéis que iros por allí- dijo apuntando hacia la izquierda- Y
nosotros nos iremos por ahí- dijo apuntando con su pequeño dedito hacia la
derecha- Después nos veremos, ¿vale?- me besó y se fue muy deprisa.
-Gracias- sólo se quedó en un murmuro.
-No te preocupes, es así de nerviosa siempre- me dijo Emmett cogiéndome por
sorpresa. Hasta ahora no me había fijado de que su camisa estaba desabrochada
unos botones, dándole un aire rebelde, se veía a la perfección ya que el jersey
de los chicos tenía botones en el centro y el de las chicas no tenía botones
-¿Vamos?- me dijo cogiendo mi mano y por primera vez me sentí cómoda con esa
cercanía.
-Si- murmuré muy bajito.
La mañana se pasó muy deprisa, aprendía mucho y estar con Emmett a mi lado
ayudaba bastante. Cuando me perdía de la lección o simplemente no me daba
tiempo a copiar algo, él se ofrecía con esa sonrisa encantadora de la que
adornaban dos hermosos hoyuelos y me dejaba su libreta. Era mi amigo, mi amigo
de verdad.
Tocó el timbre y nos encaminamos hacia la cafetería para almorzar. Siempre
muy pegada a Emmett, pues temía perderme o algo por el estilo.
-¡Bella!- Alice de nuevo, pero esta vez corría hacia mi- ¿Qué tal te han
ido las clases?- me preguntó mientras me abrazaba.
-Me han ido muy bien Alice, gracias a Emmett- le dije mirándole con una
sonrisa y él me la devolvió.
-Me alegro, vamos a sentarnos en nuestra mesa- dijo cogiendo mi mano y
encaminándonos hacia una mesa que se encontraba justo en el centro del comedor.
Allí en la mesa se encontraban una preciosa Rosalie, con su pelo perfectamente
cepillado, radiante, Jasper se encontraba a su lado y Edward al lado de éste.
-Hola Bella- me saludó Rosalie y después le siguieron los demás.
-Hola chicos- les dije a los tres. Edward me miraba mucho y me hacía sentir
incómoda, pero a lo mejor no se daría cuenta que me miraba tanto, total, tenía
tres años menos que yo...
Nos volvimos a levantar para coger nuestra bandeja de comida y en poco
tiempo, todos nos comimos todo, por supuesto el primero fue Emmett, comía muy
rápido.
En poco tiempo sonó el timbre y tuvimos que volver a las clases, no sin
antes desearme otra vez suerte Alice y los demás, eran encantadores.
-Ahora nos toca español Bella- me dijo Emmett y yo asentí muy contenta, era
mi asignatura preferida.
Demasiada corta de me hizo la clase, a Emmett esta asignatura se le daba
fatal y decidí ayudarle, se lo debía por todo lo que me había ayudado a mí.
-Emmett, si quieres después en casa te lo explico- le dije sonriente.
-¿No te importa?- me dijo un poco tímido.
-Para nada, es lo menos que puedo hacer por ti, para eso están los amigos-
le dije muy segura.
-Si, tienes razón- dicho esto me abrazó y a mí me cogió completamente por
sorpresa, no me lo esperaba, pero tampoco me molestó. Le devolví el abrazo y
desde ese momento supe que Emmett y yo siempre estaríamos juntos, seríamos los
mejores amigos.
Las clases acabaron y una sonriente Esme nos esperaba fuera del coche.
-Chicos, ¿qué tal?- les dijo a sus hijos besándoles a cada uno en la
frente- Bella, ¿qué tal te ha ido mi amor?-me dijo con mucha dulzura, era tan
buena y me besó a mí también.
-Muy bien Esme, gracias- le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.
Nos dirigimos hacia la casa Cullen y nos llevamos toda la tarde allí,
primero haciendo los deberes y luego jugando a juegos. Jugamos a la consola, de
nuevo le gané a Emmett, pero él en vez de enfadarse, decía que se sentía
orgulloso de mí, era todo un sol, luego jugamos al monopoly, nos pusimos por
parejas, las niñas contra los niños y esta vez ganaron ellos, alegando que
serían grandes empresarios el día de mañana. Alice y yo nos reímos bastante de
ellos.
-Bella, me ha llamado tu mamá, me ha dicho que te recogerá enseguida, pero
antes cenarás con nosotros- me dijo sonriéndome- Te he cogido mucho cariño
muchachita, eres encantadora- me dijo besando mis mejillas con mucha ternura y
yo me ruboricé bastante, pero me encantó que lo hiciera.
-Gracias Esme, sois muy buenos conmigo- le dije con toda sinceridad.
Y ese fue el primero de muchos días en los que siempre me iba a la casa
Cullen después de que terminara las clases.
De hecho, habían pasado ya unos cinco años y siempre, siempre estábamos
juntos. Con el que me llevaba más tiempo era con mi osito, mi Emmett, estábamos
todas las horas juntos y después en su casa, él me ayudaba a hacer algunos
ejercicios de gimnasia que no me salían y yo le ayudaba a él con la asignatura
de español. Era un encanto, tenía mucha paciencia conmigo y aprendía rápido.
-Bella, ¿tienes ya el vestido para el baile de fin de curso?- dijo una
Alice sabionda de todo como siempre. No quería bailar y menos hacer el ridículo
delante de todo el instituto.
-Alice no bailaré- le dije segura.
-Oh, sí, sí que bailarás, ya tengo tu vestido perfecto- dijo sonriente.
-Pero...- le dije pensativa- Un momento, Alice Cullen- le dije enfadándome
bastante y a todos parecía hacerle gracia todo esto, porque soltaron sonoras
carcajadas y todo el comedor se fijó en nosotros, en este momento lo único que
quería era que la tierra me tragara...
Siempre me hacía lo mismo, ideaba cosas y las soltaba delante de todo el mundo
para que no pudiera decirle nada... Traidora...- No bailaré, ni con tu vestido
perfecto ni con ninguno otro, métete esto en la cabeza Alice Cullen, NO
BAILARÉ- le dije muy enfadada y como siempre Emmett rompió la tensión del
ambiente.
-Bella te ves bastante guapa cuando estas enfadada- dijo sin una pizca de
humor, estaba enserio y eso era lo que más me molestaba.
-Emmett Cullen tú también no, demasiado es soportar a la bichito esa con
sus ideas- le dije apuntando a su hermana y todos en la mesa estallaron en
carcajadas.
-¿Bichito? Soy encantadora Isabella Marie Swan- dijo Alice un poco
enfadada- Te pondrás ese vestido y bailarás aunque sea lo último que haga. Esta
tarde mismo te tomaré las medidas, aunque creo que no hará ni falta- dicho esto
se levantó y salió del comedor.
-Está loca...- murmuré para mí misma, pero todos en la mesa lo escucharon.
-Sí, lo está, pero aún así la adoras- dijo Emmett muy sabio con sus
palabras.
-Tienes razón, es una loca adorable- dije y nos reímos de mis ocurrencias.
-Te he oído Isabella- dijo Alice pasando por nuestro lado.
-¿Tú no te ibas?- le dije tomándole el pelo.
-¿Para qué? ¿Para que no paréis de hablar de mí? Ni en tus sueños señorita-
dijo cruzándose de brazos desafiante. La miré y le sonreí y ella me devolvió la
sonrisa. No pude más que levantarme y abrazarle, la quería tanto que no podía
estar ni medio segundo enfadada con ella. Nos miramos y sonreímos- Eres una
gran cabezota, pero aún así te quiero- me dijo besando mi mejilla.
-Y tú eres irremediablemente adorable- le bese con un beso sonoro y las dos
reímos a carcajadas y todos en la mesa nos acompañaron.
En ese momento sonó el timbre anunciando nuestra clase y todo nos
levantamos y nos dirigimos a nuestras respectivas clases.
-Bella- me dijo Emmett nervioso, ¿nervioso Emmett Cullen? Debía estar
soñando...
-Emmett, ¿qué pasa?- le cogí del brazo y nos acercamos a unas taquillas
alejados de todos los alumnos.
-Pu...pues verás, no sé cómo empezar...- dijo mirándome con mucha
intensidad.
-Pues empieza por el principio- le dije tomándole el pelo para relajarle un
poco y lo conseguí. Me abrazó y me susurró “eres la mejor, te quiero” y me beso
en la frente. Yo solo pude sonreírle.
-Se trata de Rosalie- me dijo más nervioso aún.
-¿Rosalie?- en ese momento el profesor Banner nos pilló y nos fijamos que
todos los alumnos estaban en sus respectivas clases...
-Señorita Swan y señor Cullen, ¿qué hacen aquí? ¿Por qué no están en clases?-
dijo muy mal humorado.
-Pues... verá- comencé a decir yo, pero Emmett me interrumpió.
-Señor Banner, Bella se ha torcido el tobillo y le cuesta mucho caminar, yo
me he ofrecido a ayudarla para llevarla a la enfermería y por eso no estamos en
clase- dijo Emmett mintiendo a la perfección con su carita de angelito. La
familia Cullen sabía actuar en cualquier situación.
-Claro, como todo un caballero- dijo el señor Banner con una mano en su
barbilla- Bueno, ¿a qué espera para llevarla?
-Claro, claro- dijo Emmett y me cogió por la cintura y yo tuve que seguirle
el juego. Qué bien olía Emmett, me encantaba su olor, era como una mezcla entre
menta fresca con cerezas, una combinación explosiva. Yo me acerqué aún más a él
disimulando a la perfección mi torcedura de tobillo, con cara de mucho dolor.
-¿Le duele señorita Swan?- dijo el señor Banner con cara de preocupación.
En realidad tenía que ser demasiado importante lo que tenía que decirme Emmett
sobre Rosalie como para haberle mentido al profesor Banner, nos llevábamos
estupendamente con él.
-S...si- simulé con dolor.
-Pues vayan, vayan, yo avisaré de su ausencia- dijo dirigiéndose hacia
nuestra clase.
-Uff- murmuró Emmett en mi cuello y sentí un escalofrío, a lo que él se dio
cuenta y me sonrió pícaramente.
-Ahora sí Emmett Cullen- le dije apartándome de él, por primera vez con
éxito- ¿Por qué me has hecho mentirle al señor Banner? Tiene que ser algo muy
importante...- le dije mirándolo fijamente
a sus preciosos ojos azules, los mismos que Carliste.
-Lo es, es muy importante, ven, siéntate- me dijo obligándome a sentarme en
el banco junto a él- Como sabes Rosalie me gusta desde siempre- yo asentí, ella
también le gustaba a él y no entendía el por qué no estaban juntos, por Rosalie
lo entendía, decía que si salía mal, el grupo nos separaríamos y todo sería un
desastre, Alice y yo le decíamos que eso eran tonterías, pero ella insistía...
-Lo sé.
-Hoy estoy decidido a hablar con ella y pedirle que sea mi novia- me quedé
de piedra y mi boca seguro rozaba el suelo- Bella, cierra la boca que te
entrarán moscas, me haces sentir incómodo cuando me miras así...- me dijo
tímidamente, es que era adorable.
-Osito- cuando le decía su mote, se ablandaba y podía sacarle todo- Es que
no me puedo creer que al fin uno de los dos hayáis dado el siguiente paso. Es
estupendo osito- le dije montándome encima de él y abrazándole con mucho, mucho
cariño, cómo lo quería...
-Yo también te quiero pequeña- me susurró en el oído y los dos nos miramos
intensamente, estábamos muy cerca, a escasos centímetros, nuestras bocas casi
se rozaban y en ese momento el timbre sonó y yo salté sobresaltada. Nunca había
estado tan cerca de Emmett, jugábamos mucho, pero nunca tan cerca. Lo miré de
nuevo y me miraba con mucha intensidad y me sonrió, con mi sonrisa favorita, esa
que le hacía ver esos hermosos hoyuelos.
-Vamos caballero de la brillante armadura- le dije cuando me recompuse. Le
cogí la mano y él la cogió encantado.
-Vamos damisela mentirosa y no olvides tu torcedura- me dijo sacándome la
lengua y yo en otro gesto infantil también se la saqué.
Llegamos a la clase y le explicamos a la profesora de lengua lo sucedido
con mi supuesta torcedura... Ella se lo creyó sin ningún tipo de sospecha,
éramos unos alumnos excelentes y nunca le mentiríamos... ¿no?
-Bells, hablaré con ella ahora, ¿puedes distraer a la enana para que no
interrumpa?- me dijo Emmett ayudándome a meter los libros en la mochila.
-No te preocupes, en cuanto le diga a la enana “Emmett y Rosalie” lo
comprenderá- le dije con una sonrisa y nos encaminamos hacia el aparcamiento.
Esme nos solía recoger a todos en su gran coche de siete plazas, primero
dejaba a Rosalie y Jasper y después nos dirigíamos a la casa Cullen, donde
estaba hasta la hora de dormir, porque incluso cenaba en su casa.
Salimos al exterior y aún no había llegado Esme, por suerte se solía
retrasar unos diez minutos siempre, por su trabajo que se encontraba en la otra
punta de la ciudad.
-Bells, allí está Rosalie- dijo Emmett señalando a mi hermosa amiga, sin
lugar a dudas todos babeaban por ella, era guapísima, la más guapa de todo el
instituto.
-Suerte osito- le sonreí dulcemente y él me abrazó suavemente y luego le
guiñó un ojo y se dirigió hacia donde estaba Rosalie.
-¡Bella! ¿Dónde va mi hermano Emmett?- dijo Alice. No se le escapaba ni una...
-Alice, sólo dos palabras, “Emmett y Rosalie”- le dije sonriente y a ella
se le iluminó la cara.
-¿De verdad?- me dijo muy emocionada. Cuando éramos más pequeñas, nuestro
código sería el nombre del chico que nos gustase y el nuestro, si algún día decidíamos
comenzar una relación. Por eso, Alice lo entendió a la perfección.
-Si, Emmett me ha dicho que le dejemos en paz, necesitan su tiempo a solas-
le dije medio contenta medio triste. ¿Qué me pasaba? Me alegraba por mis
amigos, ellos se amaron desde el primer momento en el que se vieron, pero ¿qué
me pasaba?
-¿Qué te pasa Bells?- dijo Alice con una ceja alzada.
-Nada, no pasa nada Alice- Alice me miró con cara de “no te creo nada, pero
lo dejo pasar...”
-Hola chicas- en ese momento llegó Edward, qué hermoso era. Hoy estaba más
despeinado que de costumbre, haciéndolo más irresistible todavía y lo peor aún
era que tan sólo tenía once años, sólo once años... No quería pensar en cómo
estaría dentro de unos seis o siete años...
-Hola Edward- le besé en la mejilla y él me sonrió torcidamente, qué
irresistible era y lo peor era que no se daba cuenta... Era menor que yo, pero
la verdad eso no me importaba, lo amaba con todo mi ser.
Si, porque desde que vi a Edward Cullen por primera vez hace cinco años,
estoy completamente enamorada de él. Según Alice, él me corresponde, pero yo no
podía empezar una relación con él, era menor que yo y eso la verdad me
aterraba... Ya que tendría que enseñarle cosas o no sé... quizás él me las
enseñaría a mí, era muy diferente al resto, era Edward Cullen...
-¿Qué tal te ha ido hoy Bella?- dijo Edward sonriéndome.
-Estupendamente, y ¿a ti? Aunque se me están atravesando las matemáticas,
no entiendo nada, tendré que pedirle ayuda a Emmett.
-¿Pedirle ayuda a Emmett? ¿De qué problema de matemáticas se trata?- aquí
estaba el listillo. Le habían adelantado dos cursos al igual que a Alice,
parecían niños superdotados, así que ahora sólo estaba un curso por debajo del
de Emmett y el mío... También se los habían adelantado a Rosalie y a Jasper,
éstos dos por influencia de los Cullen, no es que fueran listos, pero estaban
bien en su curso. Esme vino a hablar con el director, ya que alegaba que sus
hijos y los Hale tenían que estar juntos, hicieron un examen de prueba y lo
consiguieron y ahora todos estaban dos cursos por encima.
-Claro, ¿quién me va a ayudar si no? Son ecuaciones... las odio- dije
haciendo un puchero como una niña pequeña.
-Jajajaja- Edward se rió y yo lo miré envenenada.
-No te rías de mí Edward Cullen- le amenacé golpeando con mi dedo su pecho.
Él agarró mi mano y me impulsó hacia él. Me abrazó y me susurró “Yo nunca
podría reírme de ti, te ves tan guapa cuando te enfadas”. Me estremecí con su
aliento cálido en mi oído. Dios que bien olía... era un pecado que oliese así
de bien...
Dejamos de abrazarnos ya que Emmett llegó de la mano de Rosalie, estaban
muy felices. Al parecer todo había salido de maravilla...
-Chicos, Rosalie y yo somos novios- todos estallaron en sonoros aplausos y
besos por doquier. Sin embargo yo me quedé en mi lugar, parada mirando la
escena en la que yo debería estar felicitándolos y no aquí parada...
-Bells, gracias- se acercó Emmett a mí y me abrazó con ternura.
-De na...nada- le dije intentando sonreírle y disimular mi tristeza, ¿por
qué estaba así de triste?
En ese momento llegó Esme y todos nos subimos al coche.
-Chicos, ¿y esas sonrisas?- dijo Esme mirándonos a todos con ternura y
amor.
-Mamá tengo algo importante que decirte- dijo Emmett cogiendo la mano de
Rosalie con mucha ternura.
-¿De qué se trata Emmett?- dijo Esme divertida, seguro ya se lo olía...
-Rosalie y yo estamos saliendo- soltó de sopetón sin ningún tipo de
anestesia...
-¿Saliendo?- dijo Esme con una ceja alzada, estaba feliz. Emmett asintió-
Pues bienvenida Rosalie a la familia Cullen, encantada de ser tu suegra- dijo
Esme con mucho amor y por primera vez, Rosalie estaba más roja que un tomate...
-Gra...gracias- dijo tímidamente...
Ése fue le primer día en el que Emmett y yo sólo estábamos juntos en las
horas de clase. Ya no estábamos por las tardes ayudándonos mutuamente a
realizar nuestras tareas o simplemente jugar a la consola. Ahora estaba casi
todas las horas con Rosalie, me alegraba y lo entendía porque era normal, era
su novia, pero el vacío que sentía en el pecho no me lo quitaba nadie...
Edward relevó a su hermano en todo. Era él el que me ayudaba a hacer los
ejercicios de matemáticas y los ejercicios de gimnasia y yo le dejaba mis
libros para que pudiera adelantar materia.
-Bella, ¿estás bien?- me dijo Edward muy cerca de mí, sobresaltándome.
-S...si- le dije a escasos centímetros de su boca...
-El problema se resuelve con estas dos ecuaciones- me dijo Edward mirándome
intensamente y luego miró hacia mi boca, me estaba tentando. No se imaginaba lo
atractivo que era haciendo eso, lo era sin hacer nada y si encima le añadías
una mirada picante hacia tu boca... Dios...
Quité la intensa mirada, no la podía soportar por más tiempo, y seguimos
con nuestra tarea. Ese fue el momento en el que decidí dejar a Emmett que
realizara su vida libremente, el día iba a llegar tarde o temprano, lo sabía,
pero no lo terminaba de asumir...
Mi pensamiento ahora era conquista a Edward Cullen, sería mío, de eso
estaba totalmente segura. Lo amaba con todo mi ser, sabía que era el hombre
adecuado para mi vida.
Y así pasaron los meses, hasta que sólo faltaba dos escasos días para el
baile de fin de curso. Por supuesto mi traje estaba hecho desde hacía nueve
meses. Alice me había diseñado el traje y lo había hecho ella solita a principio
de curso... Le intentaba quitar las ganas alegando que podría engordar y ella
decía que no, que mi figura jamás se deformaría... Estaba loca...
El traje era muy, muy atrevido. Era de un azul eléctrico. El tejido era tan
suave como la seda. El escote era en pico, realzando los pocos pechos que aún
tenía para mi edad y las mangas cortas contenían un fino encaje del mismo
color.
-Estás guapísima Bells- me dijo Alice aplaudiéndome y yo me miré en el
espejo de pie que estaba justo en el centro de la habitación.
Miré mi reflejo y la verdad es que me quedaba de maravilla, pero un
momento... Era demasiado corto...
-Alice es demasiado corto- le dije tirando de la tela que llegaba justo
tapando mi trasero.
-Nada de eso señorita, se quedará tal cual está, está perfecto- dijo una
endemoniada Alice acercándose a mí.
-Alice Cullen no te acerques más o no seré consciente de mis actos- le dije
retrocediendo dos pasos hacia la puerta de salida, sería la puerta de mi
salvación.
-Bella ven aquí- me dijo Alice corriendo como una loca hacia mí, quería
torturarme con el pequeño vestido, pero esta vez no se saldría con la suya. En
un movimiento muy rápido avancé hacia la puerta y la abrí de inmediato saliendo
al solitario pasillo. Corrí y corrí lo más rápido que pude y tenía a la enana
pisándome los pies y riendo a carcajadas al igual que yo. De pronto, me choqué
con algo muy, my duro y miré hacia arriba. Era... era Emmett y me miraba muy
divertido.
Dios... cómo había ejercitado su cuerpo, hasta el punto de tener un fuerte
pecho, no hacía falta verlo para darse cuenta del gran cambio que se estaba
produciendo en él. Estaba más guapo que de costumbre. Aunque sólo habían pasado
varios meses, esas tardes en el gimnasio eran toda una bendición para ese
cuerpo bendito... Un momento Isabella Swan, ¿has pensado tú eso? Cállate, le
grité a mi conciencia.
No dejamos de mirarnos ni un solo instante, él me miraba con una chispa
de... ¿lujuria? Imposible, me estaba volviendo malditamente paranoica...
-Bella, ¿qué te pasa?- me dijo Emmett agarrando suavemente mis muñecas para
evitar caerme, el impacto había sido muy fuerte.
-La endemoniada enana quiere torturarme- le dije muy bajito y él explotó en
unas sonoras carcajadas, dejando ver sus hermosos hoyuelos. Qué guapo estaba cuando
se reía, parecía un niño pequeño.
-Bells, no te escaparás siempre de mí- dijo la enana apuntándome con su
dedo acusador- Emmett dile a Bella lo bien que le queda ese vestido, la muy
tonta dice que es demasiado corto- dijo Alice como si nada... ¿por qué tenía
que preguntarle a Emmett? Aunque lo prefería... antes que preguntarle a
Edward...
-Haber...- dijo Emmett soltando mis muñecas con mucha suavidad, algo raro
en él, pues la mayoría de las veces era muy bruto, había cambiado bastante y me
giró para verme mejor. Mi cara sería todo un poema... Me ruboricé a tal punto
que me ardía la cara con fiereza- Te queda absolutamente genial- me dijo
mirándome con la misma chispa que antes... ¿Cómo podía ser? ¿Tanto lo había
añorado que me imaginaba cosas? La respuesta era sí...
- ¿Ves?- dijo la enana acercándose peligrosamente a mí- Emmett, ¿su trasero
está bien definido en esa tela verdad?- eso fue lo que terminó de rematarme...
¿Cómo podía hacerme esto? Sé que Alice pensaba que teníamos la suficiente
confianza, era verdad pero hoy no sabía lo que me pasaba...
-La verdad Ali, Bella tiene un trasero estupendo- me dijo guiñándome un ojo
y se dio media vuelta y se fue sin más...
Yo me quedé embobada, no podía ser... ¿Cómo sabía como era mi trasero?
Obviamente se ha fijado Bella, me decía una vocecilla del interior. Cállate...
le dije a quién fuera el que fuese que me estaba volviendo loca...
-Alice Cullen prepárate para correr- le dije cuando hube terminado mi
batalla interna entre mi conciencia y yo. Comenzamos de nuevo a correr hacia la
habitación de Alice y el vestido se me subía tanto que juro por Dios que el
tanga se me vería a kilómetros, no pensé en las consecuencias hasta que Alice
cerró la puerta de un portazo y la cerró con pestillo. En ese momento noté una
presencia en mi lado izquierdo y un par de ojos esmeraldas me miraba
escaneándome sin ningún tipo de pudor... ¿Cómo era posible que este niño fuera
tan irresistible?
-Be...Bella- suspiró y lo siguiente que pasó ni en mis mejores sueños lo
habría imaginado. Edward se acercó a mí y sus manos se posaron en mi cintura,
atrayéndome hacia él muy rápidamente. No podía creer lo que iba a ocurrir en
este mismo momento... era lo que llevaba esperando desde que lo conocí...
Sólo un simple roce en nuestros labios se produjo en un segundo. No duró
más que eso, un mínimo de segundo y yo quería más, quería besarle hasta perder
la conciencia...
-Discúlpame- me susurró muy bajito pegando mi frente a la mía y lo
siguiente que dije lo hice sin pensar...
-No lo sientas, yo no lo hago- y lo besé lentamente, disfrutando del
momento. Mis manos acariciaban su suave pelo broncíneo y sus manos pasaban por
mis caderas y mi espalda alternativamente con una suavidad extrema. Cuando nos
faltó el aire, lo miré a los ojos y una preciosa sonrisa torcida se asomó en su
precioso rostro.
-Te quiero- me dijo dejándome helada, no me lo esperaba, pero sólo pude
sonreírle como una tonta, era lo que quería estar con él siempre.
-Y yo a ti- le dije con una sonrisa en mis labios. Él me abrazó y me
susurró palabras hermosas, mis lágrimas se resbalaban por mis mejillas de tanta
felicidad como tenía en ese momento, era la persona más feliz.
-Bella, te he querido desde la primera vez que te vi, aquella niña tímida
me atrapó y ahora la amo con todo mi ser- me dijo besándome suavemente en los
labios.
-Edward...-suspiré- Yo también te quiero, desde siempre- le dije muy bajito
y él me abrazó suavemente.
-No sabes el tiempo que llevo esperando esto- me dijo besando mi cuello. Su
aliento cálido provocó en mí un escalofrío por toda mi espina dorsal- Bella- me
dijo poniéndose enfrente de mí y cogiendo mis manos con mucha delicadeza-
¿Quieres ser mi novia?- me dijo ruborizándose... ¿Edward Cullen ruborizándose?
Eso no me lo hubiera creído nunca, pero ahora lo estaba y se veía adorable.
-Claro que si- le dije sin pensar en más nada, lo amaba con todo mi
corazón.
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