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Capítulo
escrito por Flopii.
Cap.3:
Trío de Citas.
POV.Bella
Durante la siguiente
semana, Alice, nos mantuvo ocupadas a todas con viajes de compras para “recibir
el nuevo año” aunque para mi eso no tenia mucho sentido y terminaba
refunfuñando todo el camino y protestando cuando me obligaban a probarme algo.
Aunque no podía oponer
mucha resistencia ellas era dos y yo era solo una, además de que Alice valía
por cinco o seis.
A esta altura, ya tenía
todo un nuevo guardarropas, incluido los zapatos y bolsos que seguramente jamás
llegaría a usar por cuenta propia.
Nuestra pequeña amiga nos
invitó a su casa regularmente y no podía evitar sentir las mariposas en el estómago
cuando veía a ese Dios de ojos verdes.
“Casualmente” él estaba allí
junto con su amigo Jasper y el hermano de éste, Emmet. Quien me había caído
estupendamente, me hacia reír a carcajadas y apenas habíamos tenido tiempo para
conocernos bien. Incluso con Edward me pasaba lo mismo, todavía sentía que no
lo conocía del todo y el tiempo juntos en grupo lo utilizábamos para
divertirnos en la noche, como ir a bailar , a comer o al cine, y no hablábamos más
que de tonterías.
Rose me había aconsejado
que si quería conocerlo mejor (cosa que le encanto en cuanto se lo mencione)
que solo debía de invitarlo a salir una noche nosotros solos.
Eso estaba bien, aunque
olvidaba un pequeño detalle: era una cobarde.
¿Cómo hablarle cuando me
miraba con esos intimidantes ojos verdes? Y si pudiese pedírselo, ¿Se reiría de
mí? ¿Me rechazaría humillantemente? ¿Me diría que tenia novia o que no era lo
suficientemente bonita para él?
¡Las citas apestaban!
Para Alice las cosas habían
resultado aun mejor de lo que me esperaba, ella y Jasper habían tenido su
primera cita y habían tenido un poco de intimidad para poder hablar libremente.
Alice nos dio detalles de la conversación y nos dio una perspectiva de lo que
pensaba al respecto: Jasper estaba fascinado con ella y ella estaba enamorándose
de él.
Ella esperaba su primer
beso en esa maravillosa cita y parecía tener mucha suerte cuando nos contó que
en la entrada de su casa Jasper se inclinó hacia sus labios, pero cambiando de
trayectoria hacia su mejilla en el último segundo, a propósito, según nos había
dicho la pequeña Alice.
Era una historia tan
tierna y seductora que casi no parecía real al relatarla, pero los cuentos de
hadas iban bien con Alice y parecían formar parte de su vida cotidiana.
Para Rosalie las cosas también
parecían ir muy pero muy bien con Emmet, sus coqueteos y frases con doble
sentido no pasaban desapercibidos para mí.
La única que se veía tan
virgen y tan común como siempre era yo: Edward no me rodeaba con un brazo como
Emmet hacia con Rose ni me daba una flor como Jasper hacia con Alice, nada, parecía que solo me veía como una
amiga.
Mi hermana ya tenia cita
con Emmet para el fin de semana y Alice ya tenia planes para su segunda cita
con Jasper. Era increíble, en solo una semana o menos ya estaban en camino a
formar parejas, parecía que cuando nos habíamos conocido en la casa Cullen o más
bien cuando nos habíamos visto a los ojos fue como un flechazo del futuro.
La diferencia con los demás
era que ni Edward ni yo parecíamos ir en el sitio correcto a la reacción que tuvimos
al vernos a los ojos.
Era mentira si dijera que
no había sentido nada por él, me había deslumbrado en el primer momento y ahora
me parecía que me gustaba.
Se me ocurría a esperar a
que el demostrara un poco de interés en mi para prepararme mentalmente a pedirle
una cita o esperar a que él me la pidiese, aunque lo dudaba. Yo era tan común y
corriente, él era demasiado perfecto, podría tener a cualquier chica hermosa
que quisiera.
Todo mi pobre ego se me
vino a los pies cuando me di cuenta de aquello.
POV.Edward
-¿Y si se lo pido yo de
parte tuya?-Sugirió Jasper a mi lado, levantando las pesas con sus brazos.
-Mmm, pensara que soy un
cobarde.-Admití avergonzado.
Por milésima vez en la
semana hablábamos de Bella, la mujercita que me había cautivado cada vez más
durante los siguientes días de conocernos, era mentira si dijera que Bella no
me gustaba, me gustaba y tal vez mucho, no sabia exactamente cuanto, pero no me
la había sacado de la cabeza en ningún momento.
La quería como amiga, había
que admitirlo pero eso era solo por miedo a que lanzándome como lo estaba
haciendo Emmet por Rosalie las cosas se echaran a perder, Bella tenia una luz y
una pureza única que valía la pena tener cerca.
Había esperado
pacientemente a invitarla a una cita nosotros dos solos, mis amigos ya me
superaban en mucho pero yo quería ir lo
más despacio posible, no quería arruinarlo, hacia mucho tiempo que una mujer no
me llamaba la atención y podía admitir, vergonzosamente, que había perdido algo
de tacto. Era extraño, pero sentía vergüenza y pánico cada vez que tenía la
oportunidad de pedirle una cita a Bella. Tal vez intentaba hacerlo de la manera
más especial posible, o quería que fuese solo una invitación al azar, quería
que también la cita en si fuese especial y todavía no tenia un buen plan a
seguir. ¿Una cena? ¿Una salida al cine?
¿Una almuerzo? ¿Una salida al parque? Cualquier cosa que se me pasaba por la
mente no me parecía lo suficientemente bueno para una cita con Bella.
Estaba seguro que algo
maravilloso se me ocurriría para hacer ella y yo juntos.
-¿Qué tal si se lo pides y
ya?-Me preguntó Emmet como si fuese lo más obvio del mundo.
-Si, pero…no sé qué me
pasa últimamente con ella.-Admití.-Es como si me quitase el aire.-Ugh genial, ¿Había
dicho eso en voz alta, frente a Emmet? Adiós vida.
Tal como pensé estalló en
carcajadas y casi todo el gimnasio se nos quedo mirando.
-Oh Dios, ¿te estás
enamorando Eddie?-Preguntó jocoso.
-No, no creo.-Respondí
confundido, aunque me había dicho a mi mismo a ignorarlo. Era muy pronto para
decir tal cosa, debíamos conocernos más, el tiempo mismo lo diría.
Por hora Bella tenia todos
los puntos a favor, era hermosa, divertida, honesta, dulce, sincera, pura,
buena y tenía un gran corazón.
-No te preocupes Edward,
mi hermano está igual de pirado que tú con su Rosie.-Se burló Jasper y fue mi
turno reír.
-¡Hey yo que tu no me reiría
tanto Edward!-Amenazó Emmet.- Este vago solo quiere ganar puntos contigo cuando
se ligue a tu hermana.-
Mire con cara de pocos
amigos a la mole que se reía tirado en el suelo. Eso no me hizo ni pizca de
gracia y estire mi pie para patearle la pierna.
-¡Auch!-Se quejó.
-No juegues con eso.-Le
amenacé yo. Ya tenia suficiente que mi hermana menor y mi mejor amigo hicieran
de las suyas. Ya con su primera cita, más adelantados en el fruto de su relación
que yo con Bella. Patético.
Pero, ¿Qué me hacia pensar
que yo tenia alguna posibilidad con Bella? ¿Y si ella sólo me veía como un
amigo? ¿Y si no le gustaba?
Hasta ahora había tenido
buenos puntos a mi favor con hacerla reír y unas pocas veces le hice sonrojar,
pero hasta ahí iba todo.
Era frustrante, y
demasiado confuso. No era experto en ver lo que querían las mujeres o lo que
buscaban de mi, siempre me había pasado lo mismo con las interesadas que me
invitaban a tomar algo o alegaban que necesitaban ayuda con sus tareas y bla
bla bla…
Ahora la cosa era al revés,
el interesado era yo y me moría de miedo que Bella me rechazara. Tenía que ser
fuerte, firme y no echarlo a perder.
Al día siguiente me desperté
completamente renovado, o bueno casi…había dormido toda la noche de corrido
(raro en mi) y mi mente por la mañana estaba fresca y llenas de ideas para
hacer con Bella.
Me di un baño rápido,
ansioso por el valor con el que había despertado. Solo esperaba que no
desapareciera en cuanto tuviera su perfección frente a mí.
Bajé las escaleras casi
rodando y en los últimos escalones trastrabillé y caí al piso.
-¡Oh Edward! ¿Estas
bien?-Preguntó mi madre acercándose a mi, aún tenía su bata puesta por lo que debía
de ser muy temprano.
-Si mamà no te preocupes,
estoy perfectamente.-Contesté, intente levantarme y sentí una punzada en el
tobillo. Genial. Debía calmarme o llegaría moribundo a la casa Swan.
-¿Estás seguro?-Preguntó
mi madre, todavía sin soltarme.
-Muy seguro.-Le di una sonrisa
forzada y besé su mejilla.- ¡Nos vemos!- Me despedí medio corriendo y medio
saltando por el dolor en mi tobillo, estaba seguro de que no era nada grave.
-¡Espera! ¿Haz desayunado
hijo?-Preguntó debajo del porche mientras yo me montaba en el Volvo.
-¡Un montón!-Le grité
antes de entrar al auto. Desde allí dentro podía verla con los brazos cruzados
y la boca fruncida ante mi patética mentira. No pude evitarlo ¡estaba
ansiosísimo! No tenía muchas ideas o comentarios convincentes con semejante
adrenalina por dentro.
Quería a Bella, quería
verla…
Conducía como un loco por
las calles semi vacías en dirección a la casa de las chicas Swan, como les decía
Emmet, todavía no se acostumbraba a llamarlas por separado.
Me bajé en la florería
donde María hacia los paquetes especiales que Carlisle le hacia hacer para
mamà.
-¡Oh, Vaya! Pero que
sorpresa Edward querido ¿Cómo estas?-Me saludo Maria, una mujer de gran edad,
con gafas para ver y el cabello blanco ceniciento.
-Todo bien, o más o menos,
tengo una emergencia amorosa.-Le expliqué más o menos acercándome al mostrador.
-Ya veo, ¿De que se
trata?-Preguntó. No me pasó por alto ver como me observaba cojeando. ¡Mierda!
Mi tobillo no pasaba de mal a peor, pero bueno tendría que aguantarme, era
ahora o nunca, no podía hacer esperar a Bella ni un minuto más, si mis sueños
que había tenido en la noche eran ciertos, ella estaba tan mal que yo al estar
separados.
Le expliqué, entre
balbuceos y tartamudeos, que había conocido a una chica llamada Bella, mi estupidez
al no pedirle lo que tanto deseaba y mi arrepentimiento repentino, como el
dicho…”de la noche a la mañana”.
-Ya veo.-Repitió.- ¿Quieres
un presente para llevarle cuando le pidas una cita?-
-Exacto.-Asentí con la
cabeza, el tobillo me dolía horrores y la pierna con la cual me inclinaba me
estaba quemando por el esfuerzo, estaba sudando y el apetecible olor de mi
perfume estaba desapareciendo reemplazándolo por otro más tosco y asqueroso.
Doblemente genial.
Maria se fue por unas
puertas que tenían unos dibujos de paisajes, al parecer lo que estaba en ese
momento en la tienda no era lo que consideraba algo especial.
Al rato regresó con un
hermoso ramo de flores, eran rosadas y otras mas oscuras, casi fucsia. Estaban
envueltas por la parte de abajo con un delicado papel de color marfil y un
lazo. Estaba exquisito, gritaba Bella por todas partes. Me apresure a pagar y
darle las gracias a Maria.
-No las muevas mucho.-Me
advirtió mientras iba saliendo de la tienda, seguramente al ver como me movía
mientras cojeaba.
Llegué hasta donde estaba
estacionado mi coche con mucha dificultad, era ridículo los minutos que me había
tardado en llegar hasta allí a pesar de estar a tan corta distancia.
Me quedé helado, pálido y
con la sangre por los pies a dos metros de mi coche, bueno….donde debería estar
mi coche.
Miré hacia todos lados para
ver si no me había equivocado. No lo estaba. Mi precioso coche lo había dejado
aquí mismo y…la acera tenía los bordes amarillos. Eso solo significaba una
cosa: prohibido estacionarse.
Triplemente genial.
¿Quién tenia mi coche?
Seguramente se lo habían llevado ¿Adonde? Por dios ¿Todo hoy tenia que pasarme?
Había una nota pegada a un
cubo negro donde debería estar mi Volvo, aunque solo ahora quedara el lugar vacío.
Cogí la nota, era de la policía de tránsito: Señor conductor, bla bla
bla….puede retirar el vehiculo y la multa de tránsito el viernes que viene bla
bla bla..¿Viernes? ¿Estaría estos días sin mi coche?
Miré la dirección a donde
lo habían remolcado y quedaba demasiado lejos, me convenía terminar de una vez
con la misión que me había propuesto. Iría a la casa de Bella. Ahora la curiosa
pregunta era como hacerlo, estaba claro que no tenía dinero encima, solo las
llaves del coche y la tarjeta de crédito. ¿Me dejarían pagar un taxi con
tarjeta de crédito? Yo creo que no…
No le di mas importancia y
me dedique a ir cojeando hasta la casa de Bella, no me importaba nada más, la
suerte no estaba de mi lado al parecer pero no por eso debía rendirme.
Trate de orientarme sin mi
GPS e hice memoria del camino que recorría para ir a la casa de las chicas Swan.
Comencé a caminar, o más bien a cojear, mientras caminaba por la ya semi
atestada calle del centro. El sol había salido, o estaba en mi auto con aire acondicionado
por lo cual, mi perfume había desaparecido completamente y hasta se podía decir
que olía mal.
Mi camisa había quedado
toda arrugada y se me pegaba al cuello a causa del sudor. Estaba hecho un asco
y no quería ni imaginar mi cara que chorreaba sudor. ¿Qué diría Bella al verme
con esas pintas?
¿No seria mejor volver a
casa? Tal vez si ¿Pero si tenia razón y Bella me estaba esperando, decepcionada?
No podía permitir eso. No quería que ella tuviese una mala impresión de mi, quería
que nuestra relación, sea cual sea, fuese lo mas perfecta posible. No quería arruinar
una amistad y un posible noviazgo por mi cobardía de los últimos días.
Cuando el medio día había caído,
cojeando y todo sudado, me arrastre prácticamente, a la puerta de la casa Swan.
Me dediqué un minuto a
calmar mi ya agitada respiración, mi pierna buena me dolía de tanto inclinar mi
peso hacia ese lado y algunas de las flores habían perdido sus pétalos por el
camino. La ansiedad me embargó nuevamente y toqué el timbre. Removí mi mano
libre, la que no sostenía el ramo, nerviosamente por mi ropa.
Reneé, la madre de Bella y
Rosalie, me abrió la puerta con un delantal de cocina manchado con salsa.
-¿Edward?-Preguntó
sorprendida.
-Hola, Renée.-Le saludé yo,
con la respiración a mil y la voz rasposa. Tenia la garganta reseca.
-¿Estas bien? ¿Te ocurrió
algo?-Preguntó tocándome la frente sudorosa, aunque no pareció importarle.
-Vine caminando.-Murmuré.
-Me parece que no es un
buen día para caminar, te aconsejaría que te transportes en auto, o que te
quedes en tu casa o en la gran piscina que tienes en tu casa, ¡Para eso son las
piscinas Edward!-Gritó alegre la ultima parte, como si fuese lo mas obvio del
mundo y yo fuese el único trastornado idiota que no lo entendía.
-Pero pasa por favor así
tomas algo de agua.-Se hizo aun lado y desde donde me encontraba pude sentir el
frescor saliendo desde el interior de la casa. Los aires acondicionados eran la
gloria.
-Gracias.-Murmuré y entre
cojeando.- ¿Está Bella?-Pregunté desesperado.
-Si, está en su
habitación.-Sus palabras me hicieron recobrar fuerzas y mi corazón latido a
mil. La adrenalina me recorría la sangre. Vi su sonrisa y su mirada picara que
se deslizo de mi rostro al ramo de flores que tenia en mi mano.
-Mmm…-Murmuró ensanchando
su sonrisa.
Me sonrojé.
-¿Te pasa algo?.-Preguntó
señalando mi tobillo con la cabeza y, por suerte, no preguntándome nada incómodo.
-Nada grave.-Contesté,
aunque en realidad no tenia ni idea de lo que tenia, papa iba a reprenderme en
cuanto se enterara.
Se esfumó por la cocina y
yo me quede parado en mi lugar, lo único que se oía era mi respiración un tanto
acelerada, aunque dudaba que fuese por la interesante maratón que había tenido
que recorrer, más bien era por lo que tenía que hacer ahora.
Renée regresó después de
un minuto, y yo seguía en mi lugar, mirando atentamente las escaleras como si
hubiese algún fantasma descendiendo de ellas.
-Aquí tienes cariño.-Renée
me ofreció un vaso de agua y me la tomé toda de un solo trago, aunque la sed persistía
y me quemaba la garganta. Un tanto avergonzado le pedí que me trajera más.
-¿Puedo subir? Tengo que
hablar con Bella.-Le pregunté una vez terminado mi segundo vaso de agua, aunque
mi voz apenas si había mejorado.
-Oh, claro, no hay
problema, sube.-Me indicó con el brazo.-La última puerta a la derecha, dijo,
luego dio media vuelta hasta la puerta de la cocina y cuando la abrió para
entrar un exquisito olor a salsa salía del interior.-Te quedaras a almorzar.-Me
aseguró Renée y antes de que pudiera retractarme se había ido. Debía darle las
gracias luego, ¿Tan fuerte rugía mi estómago que hasta ella lo había oído?
Puse mi pié bueno en el
primer escalón y me dio un escalofrío, había estado casi dos horas caminando
entre cojeando para llegar a su casa y ahora que me encontraba en ella, a solo
unos metros de su habitación, quería que el tiempo se retrasara. ¡No! Debía
hacer esto, porque en cuanto saliese de su casa estaría nuevamente arrepentido
y desesperado por esta con ella. Solo estar con ella, así quería estar, si ella
solo quería bendecirme con su presencia durante unas horas pues me bastaba con
eso.
Era increíble la atracción
que ella podía ejercer sobre mí.
Con mucha dificultad pude
llegar al final de las escaleras, un pasillo largo y silencioso se extendía delante
de mí y cojeé hasta donde me había indicado Renée: la última puerta a la
derecha. Eso nunca lo olvidaría.
Me había equivocado, no todo
estaba en silencio, a medida que me acercaba a su puerta notaba música saliendo
de su habitación.
Su puerta estaba levemente
abierta y desde allí salía la música acompañada de su hermosa voz, que cantaba
las canciones en un volumen bajo.
Inflé mi pecho para
armarme valor y di un paso adelante para tocar su puerta. Esperaba
sorprenderla, esperaba que le agradara que estuviese aquí, esperaba que le agradase
mi maltrecho regalo y que por sobre todo aceptase mi invitación.
La puerta se abrió antes
de que yo me acercara para golpear. Mi respiración se me quedo atascada en algún
lugar de mi cuerpo me quede sin habla al
imaginar que tal vez era Bella. Aunque me equivocaba rotundamente.
Un perro comenzó a
ladrarme escandalosamente. Era de la misma raza que el perro de mi hermana, pero
a diferencia de Laika, este perro tenía carácter.
Debió de darse cuenta que alguien
se acercaba y aún más que se trataba de un extraño porque tenia los dientes
afuera y el pelo erizado.
-Tranquilo.-Le susurré levantando
una mano en señal de paz, pero lamentablemente era un perro y no entendía ese
gesto.
-¡Danco!-Gritó Bella desde
adentro de la habitación y el perro, para sorpresa mía, dejo de ladrarme,
aunque no abandonó su postura defensiva.
La dueña de todos mis
sueños y suspiros abrió la puerta de un jalón. Tenía puestos unos pantalones holgados
y una camiseta azul marino, en lo alto de la cabeza tenía un gracioso moño todo
revuelto y desaliñado, pero le daba un toque divino e inocente.
Se me quedó mirando con
los ojos como platos y la mano en la garganta, rodeando su perfecto cuello…
-¿Edward?-Preguntó,
todavía demasiado sorprendida.
-H-hola Bella.-Tartamudeé
y le tendí el ramo de flore.-Son para ti, espero que te gusten.-Dije de corrido
sin respirar. Estaba sonrojado, sentía mi cara acalorada.
Bella miró el ramo de
flores y cuando yo pensé que me lo iba a estampar en la cara lo tomó
delicadamente con sus manos.
-Es… es, precioso, Edward…
gracias. Yo… no se que decir…-Susurró. Respiré tranquilo, hasta ahora había
aceptado mi pobre presente, eso estaba bien, debía ir con calma.
-Gracias.-Susurró.-Muchas
gracias, no tenias que molestarte.-Dijo, ahora fue su turno de sonrojarse y me
deleite con su tono pastel adornando sus mejillas.
-Quería hacerlo.-Le aseguré,
me acerqué un paso y el perro me gruñó. Lo miré con cara de pocos amigos. ¿Qué tenían
los perros en contra de mí? Donde iba tenían perros que me odiaban, ya tenia
suficiente con tener a uno en mi casa que hacia lo mismo.
-Danco, quieto.-Le ordenó
Bella y obedientemente el perro se sentó.- ¿Te quedarás?-Preguntó tímidamente.
-Claro, tu madre ya me
invitó, espero que no te moleste.
-No, claro que no…Me alegra
que estés aquí.-Admitió la última parte en un bajo tono de voz y mi corazón pareció
inflarse doblemente su tamaño.
Volví a respirar hondo y
traté de no ponerme nervioso y de que no me fallara a voz para lo próximo que
tenia que hacer.
-Bella, estaba pensando,
que tal vez, tu y yo…si tu quieres, podríamos…ir a…algún lado. A pasear por
ejemplo, aunque solo si tú quieres…-genial, estaba haciendo el ridículo. Pero
no me pareció así en cuanto vi su rostro, parecía que estaba sorprendida y tenía
un fuerte rubor que le recorría toda la cara.
-¿Cómo una cita?-Preguntó mordiéndose
el labio. Me distraje con eso pero me esforcé en contestarle.
-Solo…si tu quieres.-El
suspenso era aterrador, estaba muerto de miedo que me dijera que no.
No sabía con que cara la miraría
si me decía que no, si me rechazaba, eso si seria lo peor, esperaba que si eso
pasaba que no arruinara al menos nuestra amistad, que ella no se sintiera incómoda.
-Me parece perfecto.-Admitió,
y si hubiese podido bailar juro que lo hubiese hecho, una sonrisa se extendió
lentamente por mi rostro y ella se sonrojó y me sonrió tímidamente, acercando las
flores a su rostro y las olió, cerrando los ojos.
Yo por mi arte estaba
perdido en mi mundo o mejor expresado en mi burbuja de dicha.
-¿De verdad?-Le pregunté,
todavía atontado porque hubiese sido tan fácil y que las cosas siguiesen bien
entre nosotros.
-Si, me encantaría salir
contigo.-Susurró. Mi corazón pareció multiplicarse. Ella me decía que si.
-Ya somos dos.-Admití.
Ella bajo la mirada, avergonzada. Adoraba cuando hacia eso.
Ella me pidió que la
acompañara abajo para poner las flores en agua, se rió de mí cuando le conté
porque cojeaba tanto, aunque deje de lado el hecho que me dolía horrores. Recordé
la cara de dolor de Jasper cuando nos conocimos: cuando accidentalmente deje
caer una pesa de mi mano sobre su pie. Había sido muy doloroso para él y lo había
ocultado lo mejor posible, aún recordaba el espanto de ambos cuando mi padre le
tuvo que cortar la zapatilla para poder quitársela. Temía que le tuviesen que
cortar el pie, pero mi padre logró tranquilizarlo, a mi me hizo sentir muy
culpable, pero en ningún momento él se enfado conmigo.
Me ayudó a bajar las escaleras
lentamente aunque insistí que no lo hiciera. Pero no quería otro accidente, por
hoy ya había saldado mi cuenta. No podía creer lo mentalmente agotaba que me
encontraba, y solo era medio día, Bella había agotado todas mis fuerzas. Lo que
me había propuesto con tanta fijeza por fin estaba hecho y ahora sentí un peso
menos sobre los hombros y una alegría inmensa. Algo que jamás había sentido
nunca.
Renée se había esmerado muchísimo
con la comida y almorzamos junto con Charlie, quien se alegraba de verme y me
preguntaba sobre mi padre. La madre de Bella no dejaba de darnos furtivas
miradas a nosotros dos, me enganchaba justo cuando yo me giraba a ver a Bella.
A mitad de la comida llegó
Rosalie quien al parecer, se había ido con un grupo de amigas a un Spa de
relajación. Comió con nosotros de igual forma y, al igual que Renée, se hizo la
misión de observarnos con curiosidad a mí y a Bella. ¿Tan obvio era que me
gustaba?
El dolor en mi tobillo
empeoró bastante y tuve que pedirle a Charlie un analgésico para el dolor.
Bella me miró preocupada y de tanto insistir en que me fuere a ver a mi padre tuve
que acceder. En realidad, me dolía bastante, y no quería arruinar la futura
cita que tendría con Bella. Llamé a Jasper para que me viniese a buscar, Emmet
estaba con él y podía oír perfectamente su risa cuando les conté lo que había
ocurrido con mi coche.
Me costó despedirme de
Bella aún mas que otras veces.
Mientras veía la casa de
las chicas Swan alejarse por el espejo retrovisor, sonreí como un tonto
mientras mi mente seguía maquinando la perfecta cita que tendría con Bella.
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