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Capítulo 5:
Eres mía.
Edward pov.
-Hola chicos- dijo Bella
parándose en esa postura jodidamente sexy, ¿tenía idea de lo bien que le
quedaba ese mono de cuero? Y ¿esos tacones de infarto?
Esta mujer sería mi muerte,
me estaba torturando de forma lenta y dolorosa y lo peor de todo que no tenía
ni idea lo que causaba en mí, y lo que más deseaba era decírselo, decirle todos
mi sentimientos y que estuviéramos los dos juntos, sin que nada ni nadie
importase en esta vida, solos ella y yo...
-Hola Bella- dijo Jasper,
fue el único que reaccionó a tiempo, porque ni yo y mucho menos Emmett salíamos
de nuestro shock.
-¿Me podéis explicar qué
estáis haciendo aquí?- dijo Bella alzando su perfecta ceja.
-Pues...ehh...- comenzó
Emmett, era patético, por el amor de Dios... decidí intervenir...
-Pues nada Bella, íbamos a
ir al supermercado para comprar unas cervezas cuando te vimos...- le dije con
una sonrisa de lado a lado en mi cara y suplicando por Dios que se tragara el
cuento.
-Ahmm- fue lo único que
dijo.
-Guau Bella, ¿dónde has ido
tan...tan...guapa?- Emmett no se pudo controlar y tuvo que soltar una de las
suyas...
Maldito Emmett, él y su
caballerosidad...esas dos palabras no podrían estar mezcladas en absoluto... Me
encantaría decirle a mi cuñadita Rosalie lo mucho que babeaba Emmett por otras
mujeres...
-Pues he ido a una
concentración motera- dijo Bella avergonzada seguro por la indirecta de Emmett,
hablaría muy seriamente con él...
Un momento, ¿concentración
motera? ¿Qué tenía que hacer Bella en una concentración motera y más con esa
ropa?
-¿Enserio Bella?- dijo
Emmett con la boca abierta. Por un momento adoré a Emmett por haberle
preguntado eso...
-Si, sabéis que desde
siempre me han gustado las motos- dijo mirándonos a los tres y cuando me miró a
mí, bajó la mirada avergonzada, ¿por qué se avergonzaba cuando nuestras miradas
se encontraban?
-Si, lo sabemos, lo que no
sabíamos es que todavía te interesaban las motos- dijo Jasper de una manera muy
civilizada, justo como hablaba él y era un total alivio que no me dejara solo
con el bruto de Emmett.
-Si, no tengo moto porque no
quiero dejar de conducir mi preciado Audi, pero creo que pronto me la compraré-
nos dijo con una radiante sonrisa. ¿Bella comprándose una moto?
No le pegaba nada con su
carácter tranquilo, pero como yo dije en su momento, Bella era una mezcla
explosiva entre la dulzura y la amargura… Ya que si estabas de buenas con ella,
era la persona que te daba todo, pero si estaba enfadada, pobre de su enemigo.
Lo sabía por experiencia.
En ese momento sonó mi móvil
y agradecí a todos los cielos por la interrupción, no podía estar babeando más
tiempo por ella, se daría cuenta y era lo que menos quería.
-Ahora vuelvo,
disculparme...- le dije a los tres, alejándome lo suficiente para atender al
teléfono. Cuando miré la pantalla, mi sonrisa se esfumó totalmente...
-Hola Tanya- le dije sin
ánimos.
-Hola mi amor, ¿pasa algo?
-No, ¿por qué preguntas?- le
dije lo más convincente posible.
-Pues no sé Edward, desde
que estamos en Nueva York estás muy distante...
-No Tanya, lo que pasa es
que estoy muy cansado por el trabajo, ha sido estresante estos días- le dije
excusándome.
-Bueno mi vida, pues
descansa, yo no iré a dormir esta noche- me dijo un poco nerviosa, ¿qué no
vendría a dormir?
-¿Qué no vendrás a dormir?
¿Cómo es eso Tanya?- le dije enfadándome, ¿dónde dormiría una mujer embarazada
a altas horas de la noche? Era ilógico...
-Ay mi amor, no te lo vas a
creer, cuando estaba en una tienda comprando cositas para nuestro bebé, me
encontré a una amiga de la facultad, ¿no es increíble?- me dijo emocionada.
-Sí hasta hay esta todo
normal, pero ¿Por qué no vienes a dormir?- le dije intrigado.
-Pues porque me ha invitado
a dormir en su casa, ¿no es genial? Hace mucho que no nos vemos y queremos
ponernos al día.
-Y, ¿por qué no le dices que
os podéis poner al día mañana?- le dije enfadándome aún más.
-Mi amor no te enfades, es
que me necesita, su novio la dejó, por eso es que se ha mudado aquí- no iba a
discutir más con ella, siempre hacia lo que le daba la gana y ésta no sería diferente...
-Muy bien Tanya, estupendo,
si quieres mañana te recojo, llámame. Adiós- le dije colgándole, ni siquiera me
molesté en esperar su despedida.
Lo peor de todo es que no
eran celos, los debería de tener, pues es una relación normal siempre pasaba.
Pero lo que realmente me molestaba era que me mintiera, porque sabía que estaba
mintiendo, no llevaba con ella toda la vida, pero la conocía demasiado bien
para saber el por qué de sus nervios al hablarme. Mañana hablaría con ella
seriamente. Esto no era normal, nuestra relación no era normal y ahora me
estaba dando cuenta de ello.
Metí mi móvil en el bolsillo
de mi pantalón y me acerqué a Bella, Jasper y Emmett que hablaban muy
entretenidamente.
-No, no fui sola, Jacob vino
conmigo- dijo Bella con una sonrisa ladina. ¿Cómo que con Jacob? Esto si que
eran celos y encima de los peores, pues Bella no tenía nada conmigo y no tenía
derecho sobre ella. Esto terminó de amargarme la noche, entre Tanya mintiéndome
y Bella viéndose con otros hombres...
-Edward, ¿no es genial?
Bella otra vez con Jacob- dijo Emmett para enfadarme aún más. Pues Emmett sabía
que yo odiaba a ese asqueroso chucho, no me había hecho nada, pero siempre
quiso conquistar a Bella.
-Bueno Emmett, no estoy con
Jacob, solo somos amigos- dijo Bella aclarando lo que Emmett creía y yo por
inercia sonreí, aunque esta me las iba a pagar mi hermanito...
-Bueno Bells, sabes que
siempre le gustaste y no creo que tenga inconveniente por salir contigo- dijo
de nuevo Emmett para enfurecerme aún más, y lo consiguió porque cuando terminó
la frase me miró con una sonrisa asquerosa. Lo iba a matar, juro que mataría a
mi hermano... Mi sonrisa desapareció rápidamente.
-Chicos, tengo que irme, mi
ducha calentita me espera- dijo Bella con voz cansada, ¿ducha calentita? Me
encantaría decirle que yo la acompañaría con mucho gusto en esa ducha, pero me
lo guardaría para mí.
-Pues ya nos vemos otro día
Bella- le dijo Jasper dándole un beso en la mejilla, seguido por Emmett y
cuando llegó a mí...
-Te hubiera encantado estar
en esa concentración- me susurró en el oído y me sentí poderoso, ¿ella quería
que yo fuese a esa concentración? Me encantaba la idea y no pude más que
sonreírle para después besarle la comisura de sus labios, lo hice
inconscientemente y ella me miró con un brillo especial en sus ojos, ese brillo
que tantas veces había visto hace ya tantos años atrás.
Bella se encaminó hacia el
portal y no pude despegar mis ojos de tan perfecto cuerpo, era un ángel. Toda
una diosa en su máximo esplendor. Esta noche me esperaba una noche demasiado
larga... no podría dormir y encima yo sí que necesitaría una ducha, pero de
agua helada...
-Eddie quieres dejar de
mirar hacia el culo de Bella e irnos de una vez- me dijo Emmett sacándome de
mis pensamientos nada puros con Bella. Me giré hacia él y le miré con cara de
asesino.
-Emmett eres un imbécil,
¿qué coño te pasa?, ¿Por qué carajo le has preguntado todo eso a Bella? Y más
aún ¿por qué insinúas que Jacob y Bella están juntos?- le dije fuera de mis
casillas y acercándome a él como un león se acerca a su presa.
-Eddie no te pongas así, es
lógico que Bella quiera hacer su vida, ¿no crees?-me dijo con demasiada ironía
en su voz y poniendo sus manos en alto, como defendiéndose...
-Emmett no me vuelvas a
llamar así, sabes que lo odio y no quiero que mires a Bella como lo hacías, por
Dios te la estabas comiendo con los ojos y encima de todo estás casado- le dije
rojo de rabia.
-Eddie está celoso, Eddie
está celoso- Emmett podría ser muy infantil a veces...
-¿Celoso? Madura Emmett- le dije
excusándome.
-Madura tú Edward, sabes de
sobra que tengo razón, puedo ser infantil a veces, pero no tonto y sé que
todavía te gusta Bella, eso es lo que te pasa y te mueres de envidia por no
hacer podido ir con ella a esa concentración, pero ¿sabes qué? Tienes novia y
para colmo un hijo en camino, así que tú eres el que menos derecho tiene de
mirarla como la mirabas y por cierto límpiate la baba- me dijo Emmett sin
soltar el aire. Yo me quedé de piedra por su discurso, Emmett jamás me había
hablado con esa seriedad. Y lo peor de todo es que tenía razón, pero yo seguía
pensando en ella.
-Chicos ya basta- nos dijo
Jasper poniéndose en medio de los dos- No seáis más infantiles los dos, dejaros
de amenazas y no hablemos más de Bella ni de la dichosa concentración- dijo
Jasper con toda la calma del mundo. No podía creer lo tranquilo que decía todo.
-Si Eddie vamos a por las
cervezas y a no perdernos más minutos de partido- dijo Emmett y yo le ignoré,
aunque él fuese mayor que yo, tenía que mostrar madurez, no podía seguirle el
juego.
No encaminamos hacia el
supermercado y Emmett se dirigió hacia la zona de bebidas y Jasper y yo hacia
la estantería de las patatas.
-Edward no quiero que te
enfades conmigo, pero quiero que me contestes a una pregunta y quiero que seas
sincero conmigo- me dijo Jasper cuando estaba a punto de coger una bolsa de
patatas. Me volví hacia él y asentí.
-¿Te gusta Bella?- me dijo
mirándome a los ojos. No podía mentirle, a Jasper no, él sabía todo lo que yo
sentía por Bella desde hacía años, pero desde hace exactamente 1 año no
hablábamos de ella, pues no quería que nadie supiera que aún la seguía amando
con toda mi alma. Solo me permitía hablar de ella con Alice, ella me entendía a
la perfección.
-Si- le dije bajando la
mirada.
-Edward no tienes por qué
estar así, en el corazón no se manda y eso lo sabes tú de sobra. Tienes que
decidir si verdaderamente la amas como para dejar a tu novia, aunque hacerte
cargo de tu hijo por supuesto- me dijo Jasper con las palabras más sinceras que
escuche en toda mi vida.
-Jasper estoy perdido, no sé
que hacer con esta situación, todo me sale mal. Hasta hace ocho meses sólo
quería verla y decirle lo mucho que la amo, que no he dejado de amarla en todos
estos años, pero conocí a Tanya y lo demás ya lo sabes- le dije abatido.
-Un momento Edward, ¿cómo
que ocho meses?
-Mi relación con Tanya no es
más larga que eso, sólo ocho meses y hace un mes nos enteramos de que está
embarazada de dos meses. Te juro hermano que no sé como pasó, porque hasta hace
tres meses no estábamos saliendo, lo dejamos porque ella siempre hacia lo que
le daba la gana, pero después de reencontrarnos, nos acostamos sólo una noche
más y la verdad no tengo muy claro todo lo que pasó en esa noche, ya que
bebimos y bebimos y yo estaba totalmente ebrio...- le dije pausadamente, era la
primera persona que lo sabía todo. Confiaba en Jasper, siempre lo hice y ahora
no iba a ser menos.
-Edward, ¿y tú
verdaderamente confías plenamente en ella como para saber si ese es hijo tuyo o
no?- me dijo Jasper y yo me quedé de piedra. Nunca lo había pensado pero yo
confiaba en Tanya plenamente.
-Si hermano, confío en ella,
no ha sido una mujer de muchos hombres tampoco, iba de las clases a su
departamento y viceversa y todas las veces que salía lo hacía conmigo. Es mi
hijo- le dije seguro- Aunque siempre haga lo que le dé la gana, esta noche es
la primera noche que no va a dormir conmigo desde que estamos juntos- le dije
enfadado.
-Está bien, si confías en
ella, hazlo, pero no tienes que sentirte así, luchas por lo que quieres Edward
y si lo que quieres es a Bella, entonces lucha por ella con todas tus fuerzas,
y ¿por qué no va a dormir contigo esta noche? Es algo ilógico estando
embarazada- me dijo Jasper y en ese momento llegó el pesado de Emmett y no pude
contestarle.
-Vamos damiselas, se hace
tarde y ya está más que empezado el primer tiempo y todo por nuestra sexy
Bella- Dios Emmett nunca se cansaría de bromas y menos de hablar de Bella...
Pagamos todo y nos dirigimos
hacia mi departamento, que más bien parecía un chalet pero en alturas, era
enorme.
No pude evitar estar
pensando en las siguientes dos horas en todo lo que me había dicho Jasper, ni
siquiera me había percatado de que el partido había acabado y que Emmett ya
estaba recogiendo todo con Jasper.
-¿No os quedáis a cenar?-
les dije mientras me levantaba y les ayudaba a recoger.
-Lo siento, pero mi hermosa
mujer embarazada me espera seguro para darle algún que otro masaje- dijo Jasper
refiriéndose a mi hermana por supuesto, se tenían un amor que daba envidia.
-Mi sexy mujer me espera
para cenar juntos, aunque aún no sé quién es más sexy, si Rosalie o Bella...-
dijo Emmett con una mano bajo su barbilla y poniendo cara pensativa. Jasper y
yo no pudimos más que soltar una sonora carcajada. Emmett nunca cambiaría.
-Muy bien chicos, pasadlo
bien, mañana os llamo- les dije a los dos despidiéndome de ellos.
Cuando se hubieron ido, me
duché con agua helada, por supuesto, pues estaba demasiado caliente por cierta
persona vestida de cuero...Me dirigí hacia el armario para coger mi pijama y
mis bóxer, me vestí y me sequé el pelo con la toalla y me fui hacia el balcón a
contemplar la fría noche de invierno. Estaba mirando a la luna y me juré a mí
mismo no contemplarla más si no estaba en presencia de otra persona, mi castaña
de ojos marrones, mi Bella...
Todo mi mundo giraba en
torno a ella y me había dado cuenta demasiado tarde, lo sabía, pero tenía que
luchar por lo que quería y lo que quería en estos momentos era a ella, en ese
momento me vinieron las palabras de Jasper a la cabeza. Giré mi cabeza hacia su
balcón, pues estaba pegado al mío y vi que las luces aún estaban encendidas,
aún estaba despierta.
No pude más que dirigirme
hacia la cocina y coger el paquete de café que había comprado en el
supermercado, el cual había cogido cuando estaba con Jasper y Emmett comprando
las cervezas y las patatas. No se me pudo ocurrir una idea tan brillante, pues
le devolvería el café y tendría que verla de nuevo, pero a las once de la noche
no era muy lógico, era penoso, pero estaba ansioso por volver a verla...
Con esos pensamientos cerré
la puerta de casa con llave y me dirigí hacia su puerta, estaba muy pero que
muy nervioso, porque, ¿quién te trae a las once de la noche un paquete de café?
Si, penoso...
Llamé y los segundos se me
hicieron horas, escuché un “ya voy” desde la otra puerta y esperé impaciente.
-¿Edward?- levanté mi mirada
y hay estaba mi diosa personal, estaba hermosa, con un precioso camisón rosa
claro que le llegaba a medio muslo, toda una tentación, ¿por qué me habría cada
vez más sexy?
-Ho...hola Bella- le dije
embelesado y ¿tartamudeando? Dios me estaba volviendo subnormal y lo peor que
ella lo creería... Me fijé en su cara y estaba completamente roja, seguro por
mi escaneo personal, debería ser más discreto...pero me era imposible.
-¿Qué haces aquí Edward?- me
dijo alzando su preciosa ceja.
-Pues quería darte esto- le
dije dándole el paquete de café y muriéndome de vergüenza, ¿dónde estaba el
Edward decidido de antes? Ya no existía y menos con semejante mujer delante...
-¿Y vienes a las once de la
noche para darme un paquete de café?- me dijo cogiendo el paquete de café y
mirándome interrogante. Ahora venía lo peor.
-Pues verás, he pensado que
te podría hacer falta para mañana y como mañana es domingo, he supuesto que no
habría nada abierto para poderlo comprar- dije ¿penoso?
No, era peor, mucho peor,
era vergonzoso...
-Pues muchas gracias Edward,
pero te dije que no hacía falta que me lo devolvieras y mucho menos a estas
horas- me dijo sermoneándome un poco. Yo me quedé en blanco, mirando esos orbes
marrones que tanto me transmitían y que a la vez me derretían, era perfecta.
-Ed...Edward, ¿qui… quieres
pa... pasar?- me dijo ruborizándose rápidamente con un precioso carmín. Estaba
nerviosa, lo sabía pero lo que no sabía era el por qué- Estoy viendo una
película que veíamos de pequeños- me dijo alzando su mirada y sonriéndome.
-Claro, estoy solo, Tanya se
ha quedado a dormir en casa de una amiga- le dije entrando a su casa cuando se
apartó dejándome paso. La verdad que el enfado con Tanya se me estaba olvidando
cuando estaba con Bella, cambiaba todo en mí y sacaba lo mejor de mí.
-¿Quieres palomitas?- me
dijo cuando me hube sentado en el sofá.
-Sólo si tú quieres- le dije
volviéndole a mirar ese cuerpo tan perfecto para su propio bien.
-Ahora vuelvo- dijo
ruborizándose de nuevo. Yo seguí su camino con mi mirada hasta que desapareció
por la puerta de la cocina y me volví mirando hacia la pantalla. Era el Rey
León, mi película favorita de pequeño y lo mejor era que aún se acordaba que
era mi película favorita, me gustaba mucho que se acordase de tantas cosas
mías.
-Es el Rey León- me dijo
Bella saliendo de la cocina y sentándose a mi lado- La sigo viendo cada dos
meses, me encanta sentir las sensaciones que sentía de pequeña- me dijo
cogiendo una palomita y metiéndosela en la boca, no había visto cosa más sexy
desde hacía mucho tiempo. Me estaba sonriendo de esa manera que sólo sabía
hacerlo ella.
-Me encanta saber que aún te
acuerdas de las cosas que hacíamos de pequeños- le dije acercándome un poco a
ella.
-Y a mí que estés aquí
recordándolas- me dijo acercándose y quedándonos a escasos centímetros. Sentía
su aliento en mi cara y era lo más espectacular que había olido nunca, olía
delicioso. La miré a sus ojos y encontré en ellos amor, mucho amor, eso me extrañó
bastante, pues era la misma mirada que me dedicaba cuando estábamos saliendo
hace ya tantos años, me encantó esa mirada, la quería ver todos los días, al
despertar y al acostarme.
Lo siguiente que pasó no me
lo imaginé ni en mis mejores sueños, Bella acortó la poca distancia que había
entre nuestras bocas y las unió, las unió de la forma más dulce que jamás
podría imaginar. Puse el bol de palomitas encima de la mesa y mis manos fueron
hacia sus brazos, aprisionándola, para que jamás se pudiera escapar de entre
mis brazos, pero con un cuidado extremo, no quería dañarla en absoluto.
El beso se intensificó y
pronto le estuve pidiendo permiso con mi lengua, ella pronto accedió y yo
exploré con mi lengua toda su linda boca, pero pronto, muy pronto nos tuvimos
que separar por falta de aire. Yo no podía estar más feliz.
-Lo si...siento- me dijo
Bella mirándome intensamente, era una contradicción, porque lo que decía su
boca no tenía nada que ver con lo que me pedía su cuerpo.
-No lo sientas, yo no lo
hago- dije y uní de nuevo nuestros labios. Sabían mejor de como yo los
recordaba, ahora me daba cuenta, la besaría más y más y nunca me cansaría.
-Ed...Edward esto no está
bien- me dijo Bella separándose de mí y poniéndose de pie. Yo no quería que se
alejase de mí, por el amor de Dios, era yo el que debería estar pidiéndole
perdón a ella, porque era yo el que tenía que ser fiel, no ella.
-Deja atrás la cordura esta
noche Bella, mal o bien, yo quiero esto y lo he estado esperando por mucho
tiempo- le dije cogiéndole su mano y empujándole hacia a mí, cayendo encima de
mí. Le volví a besar apasionadamente y ella se sentó a horcajadas encima de mí,
sus manos estaban en mi pelo, jalándolo suavemente. Como me gustaba cuando
hacía eso, me volvía loco.
Mis manos acariciaron su
cuello y seguidamente su espalda, llegando a su baja espalda. Su piel era suave
como el terciopelo y blanca como la crema. De nuevo nos separamos por falta de
oxígeno y esta vez mi boca se fue hacia su cuello, dejando un sendero de besos
húmedos por toda su extensión, su piel era tan dulce como el caramelo.
-Ed...Edward- sonó más a un
gemido de placer que de advertencia. Eso me enloqueció aún más y mi amiguito se
puso aún más duro como si eso fuera posible... Ella lo notó y se restregó a él,
provocándome y seduciéndome. Estaba jugando con fuego y pronto se quemaría.
-Bella me vuelves loco- le
dije besándole de nuevo y esta vez introduje mi lengua en su boca directamente.
Ella accedió exquisitamente, su lengua humedecía mis labios y yo pude más que
soltar un gemido que lo acalló ella con su boca- No sabes lo que provocas en mí
Bella- le dije poniendo una mano en cada una de sus nalgas, las apreté y ella
gimió en mi oído y mordió el lóbulo de mi oreja.
Bella siguió restregando su
sexo con el mío y era la fricción más exquisita que jamás recordé. Recordaba
nuestra primera vez, claro que la recordaba, esa vez fue una experiencia
INOLVIDABLE. Esta vez era diferente, los dos teníamos experiencia sexual y no
teníamos que estar experimentando con lo nuevo, aunque esta vez era parecida a
nuestra primera vez, quería experimentar todo su cuerpo maduro, nada que ver
con el cuerpo adolescente que tenía a sus 17 años, besar cada centímetro de
piel desnuda y hacerla enloquecer.
Seguidamente nos volvimos a
separar por falta de oxígeno y nos miramos, nos miramos con una intensidad
nunca antes vista. Estaba mirándome con deseo y de nuevo con amor, esa mirada
me atrapó y ella se mordió su labio de la forma más sexy que le vi jamás.
La cogí por la cintura e
hice levantarnos los dos a la vez, ahora agradecía las horas de gimnasio en la
facultad. Bella enrolló sus piernas en mi cintura y de nuevo nuestros sexos
estaban haciendo una fricción perfecta.
-Ed...Edw...ard- dijo Bella
gimiendo y fue todo el incentivo que necesitaba para dirigirme hacia su
habitación, lo sabía porque estuve en este departamento viviendo mucho tiempo y
era exactamente igual al mío.
Abrí la puerta con una mano
y con la otra sostenía todo el peso de Bella, era un peso pluma. Cuando
entramos en su habitación, cerré la puerta y la deposité en su cama. La besé
como si mi vida dependiera de ello y ella me acariciaba la espalda
suavemente.
Pronto hizo muchísima calor
y Bella parecía que le estorbaba tanto como a mí nuestra ropa. Ella empezó a
quitarme la camiseta ágilmente, como ya dije tenía experiencia. No tenía nada
que ver con la Bella de hace 6 años, tímida y callada, la Bella de ahora era
atrevida y eso me encantaba. Yo seguí con su juego y empecé a tocar suavemente
sus pechos, eran perfectos, redondos y ni pequeños ni grandes. Ella arqueó su
espalda en respuesta y mi ego subió considerablemente por ser yo el causante de
ese placer.
Empecé a subirle el camisón
hasta su cintura y me fijé en su ropa interior, hacia juego con su camisón, era
de encaje rosa con detalles blancos, contrastaba a la perfección con su piel.
Fui subiéndole el camisón poco a poco hasta llegar a quitárselo
completamente y me maravillé con la preciosa vista que había ante mí.
-Eres preciosa- le dije a
Bella besándole la punta de la nariz, a lo que ella se sonrojó, eso nunca
cambiaría en ella y me encantaba- Me encanta cuando te sonrojas cariño- Un
momento Cullen ¿cariño? No creo que fuera conveniente llamarla de esa forma,
pero Bella esta noche estaba sorprendiéndome bastante y acto seguido me besó
apasionadamente. Yo le respondí gustoso y ella fue tocando la cintura de mi
pantalón. De nuevo estaba jugando y me gustaba demasiado jugar a este juego con
ella. Me fue bajando poco a poco el pantalón, dejándome en bóxer.
No me di cuenta cuando Bella
me quitó mi bóxer, tenía una agilidad impresionante. Ahora yo estaba desnudo y
ella aún en ropa interior. Comencé a besarle de nuevo y ella jaló suavemente mi
pelo. Recorrí de nuevo su cuello con mi boca, nunca me cansaría de hacerlo. Fui
bajando muy despacio hacia sus pechos, sus pezones eran de un color rosa
adorable y no me contuve a pellizcar uno y meterme en la boca otro, Bella
arqueó su espalda de nuevo y no pude más que sonreír.
-¡Edward!- dijo Bella
gritando de placer y como me gustaba.
-Dime Bella lo que quieres y
lo tendrás- le dije para posteriormente succionar su pezón y masajear el otro.
-Edward, ¡Dios!- dijo Bella
gimiendo. Dejé sus pechos y fui descendiendo hacia su plano vientre, comencé a
jugar con el pendiente que llevaba en el ombligo, ese que se hizo por mí,
porque me encantaba y me seguía gustando y en su cuerpo se veía
maravilloso.
Levanté la mirada y vi a
Bella con las mejillas sonrosadas y sus labios rojos e hinchados. Su pelo
estaba esparcido por la almohada y me recordó de nuevo a nuestra primera vez.
Yo le sonreí y ella me sonrió juguetonamente.
Seguí con mi tarea y le besé
su bajo vientre, acercándome cada vez más a su sexo. Bella me jalaba más fuerte
del pelo y eso me ponía aún más.
Llegué a su sexo y estaba
completamente mojado, se podía ver aunque todavía llevase su ropa interior y
eso me enloqueció aún más, como si eso fuera posible. Le besé su sexo por
encima de su ropa interior y ella gimió alto. Fui quitándole el tanga suavemente
mientras yo besaba la piel cada vez más expuesta. Lo siguiente que vi hizo que
la poca cordura que tenía aún en mi cabeza se fuera y en ella se implantara la
locura. Estaba totalmente depilada y eso en una mujer era lo más sexy que te
podías encontrar. Mis manos bajaban su tanga y mis labios besaban su sexo
húmedo y bajando por sus muslos hasta llegar a sus tobillos, los cuales besé y
me deshice del estorboso tanga.
Descendí hacia su sexo y
éste estaba más húmedo aún, gemí en respuesta.
-Bella estás tan húmeda- le
dije introduciendo mi lengua en toda la extensión de su clítoris.
-¡Edward!- gimió aún más
alto y arqueando su perfecta espalda. Seguí lamiéndole e introduje un dedo en
su cavidad. Bella estaba inundando toda la habitación con sus gemidos y yo no
podía estar más feliz. Mi lengua descendió hacia su cavidad y la introduje
dentro. Jugué con su sexo y pronto Bella llegó a su orgasmo gritando mi nombre.
Esta escena la había soñado hace mucho tiempo ya y era mejor de lo que
esperaba- ¡Ed...ward, vo...y a lle...gar!- me dijo Bella jalando mi pelo
fuertemente, pero a mí no me importó.
-Sí cariño, llega, llega
para mí- dicho esto introduje un segundo dedo e hice círculos con mi lengua
dentro de su cavidad. Pronto sus líquidos inundaron mi boca, degustando su
exquisito sabor.
Bella estaba exhausta y
sonriéndome. Yo ascendí por todo su cuerpo y la besé con todo el amor que le
pude transmitir.
Comenzamos a besarnos
apasionadamente y Bella enroscó sus piernas alrededor de mis caderas, estaba
restregando de nuevo su sexo con el mío y esta vez no podría parar.
Ahí me di cuenta que no
tenía un condón a mano y la miré interrogante.
-No te preocupes, tomo la
píldora- me dijo para introducir su lengua en mi boca posteriormente. Esa nueva
noticia me encantó, esta vez sería muy, muy diferente, nuestros sexos estarían
unidos completamente sin nada de por medio.
Me coloqué en su entrada y
la miré, la miré con deseo, amor y lujuria. Ella asintió y se mordió su labio
inferior. La escena no podía ser más preciosa. Poco a poco fui penetrándola,
suavemente, sin prisas.
-Bella no sabes el tiempo
que llevo esperando esto- le dije poniendo mis manos al lado de su cabeza y
sosteniendo completamente todo mi peso. Comenzamos con un vaivén delicioso,
Bella acariciaba mi espalda y yo le besaba su cuello.
Bella comenzó también a
moverse y esa era mi señal para poder ir más deprisa. Las embestidas se
hicieron cada vez más fuertes y era perfecto.
-Dios mío, ¡Edward!- dijo
Bella arañándome la espalda y yo embestí más fuerte aún. El sonido de nuestros
sexos al chocar era música para mis oídos.
-Bella eres deliciosa- le
dije mordiéndole el lóbulo de la oreja y susurrándole lo hermosa que era.
-Ed... Edward- Bella gemía
de una forma deliciosa.
-Me encanta que gimas mi
nombre hermosa- le dije susurrándole al oído.
-Ed...ward no pue...do más-
me dijo Bella con su respiración entrecortada. Los dos estábamos respirando
irregularmente.
-Eso cariño, llega para mí-
le dije embistiéndole más fuerte, como si eso fuera posible, a lo que ella me
respondió clavándome las uñas en mi espalda.
-¡Edward!- Sentí como su
cuerpo se tensaba alrededor mío y supe que había tocado el cielo con la punta
de sus dedos y yo también lo toqué.
-¡Bella!- le dije
derramándome en ella completamente. Me sentí satisfecho por primera vez, no me
hacía falta nada más, sólo ella y yo por siempre.
Me quité de encima de ella y
le susurré un “nunca te podré olvidar” y ella me sonrió y me abrazó de vuelta.
Era maravillosa. La apreté a mí y ella se acurrucó en mi pecho.
-Descansa preciosa- le dije
besándole su frente y seguidamente su boca.
-Te quiero Edward- susurró
quedándose dormida en mis brazos. Esta escena jamás saldría de mi cabeza, era
perfecta, era todo lo que necesita, solos ella y yo.
Los rayos del sol me
despertaron y miré a mi alrededor, no había sido un sueño, mi ángel estaba
descansando en mi pecho, sonreí y mi pecho se ensanchó por tanta alegría.
Era perfecta. Algunos
mechones de su cabello castaño, se mostraban rojizos con los rayos del sol. Su
cara en forma de corazón era preciosa y su piel color crema era tan suave...No
pude resistirme y tocarle sus labios, esos que ahora estaban rosados y un poco
hinchados.
Un ruido muy familiar hizo
acto de presencia y me sacó de mi burbuja personal. Mi móvil estaba sonando
desde el bolsillo de mi pantalón, que ahora se encontraba tirado en el suelo.
Lo recogí corriendo para que el inoportuno que estuviera llamando no despertase
a mi ángel. Miré hacia la pantalla y caí en la cuenta que me tenía que llamar
ella.
-Tanya- le dije susurrando a
modo de saludo. Pues no quería despertar a Bella y me encaminé hacia el salón,
no sin antes cerrar la puerta de la habitación de Bella.
-Hola cariño, ¿por qué
susurras?
-Pues porque me has
despertado Tanya, ¿qué hora es?- le dije disimuladamente.
-Son las doce de la
mañana, me dijiste que te llamara para que me recogieras en casa de Irina. Te
estoy esperando en su puerta- me dijo ¿enfadada? Era yo el que tenía que
estar enfadado, no ella.
-Bien Tanya, ahora te
recojo, me visto y salgo para allá- le dije colgándole y dirigiéndome hacia la
cocina de Bella. Cogí un papel y un bolígrafo y le escribí una nota. Me
encaminé hacia su habitación y le dejé la nota al otro lado de la almohada,
donde yo había dormido. Le besé esos perfectos labios y me dirigí hacia mi casa
para cambiarme, no sin antes echarle un último vistazo a mi Bella durmiente.
Bella pov.
Llegué a casa muy
cansada.
Hacia mucho tiempo que no me
divertía tanto.
Me dirigí directamente al
baño, pensando en la conversación que tuve con esos tres hace escaso unos cinco
minutos. Edward no podía estar más hermoso, era perfecto y no dejó de mirarme
en todo el tiempo que estuve con ellos. Emmett simplemente era Emmett, con sus
indirectas muy directas poco correctas, pero de igual forma lo adoraba. Y Jasper,
era un caso aparte. Era un hombre cabal y muy tranquilo.
Edward me pilló demasiadas
veces mirándole, pero ¿qué pretendía? No había mujer que no volviera la cabeza
en su dirección. Lo peor de todo fue que él se había dado cuenta que lo había
estado mirando, pues me sonrió y yo tuve que apartar mis ojos de su intensa
mirada y ruborizarme. Era patética. Eso en mí nunca cambiaría.
Mi móvil comenzó a sonar
cuando estuve a punto de meterme en la ducha y maldije entre dientes.
-¿Si?
-¡Bella!- dijo Alice,
Alice como no... Un momento, ¿le habría pasado algo?
-Alice, ¿estás bien verdad?-
le dije asustada.
-Tonta Bella, claro que
estoy bien, estoy más que bien, con un bebé en camino y un marido
consintiéndome en todo- me dijo seguro con una gran sonrisa y yo también
sonreí.
-Entonces, ¿por qué me
llamas Alice?- le dije dudosa.
-Tengo algo importante
que decirte. Algo sobre Tanya- me dijo enfurecida cuando la nombró.
-¿Tanya?
-Si, supongo que te
habrás dado cuenta de que no es buena, me da muy mala impresión Bella, quiero
que tengas muchísimo cuidado con ella, vi como te mirada y no me gustó nada-
me dijo Alice bastante preocupada.
-Alice quiero que te
tranquilices, no es bueno para el bebé- le dije yo más preocupada que ella.
-¡No, Bella!, te lo digo
enserio. No me gusta nada esa mujer. Sólo te diré que me enteraré de toda su
vida Bella, de todo su pasado, todo.- me dijo bastante convencida.
-Vale Alice lo que tú digas,
estoy muy cansada para hablar sobre Tanya y quiero darme una ducha.
-¿Qué has estado haciendo
Bells?- me dijo en un tono muy picarón.
-He estado con Jacob todo el
día, te lo explicaré mañana- le dije muy agotada.
-Mañana te llamaré
temprano para saberlo todo y si no me coges el teléfono iré a tu casa y te
sacaré de los pelos- me dijo amenazante.
-Si Alice, vale, llámame
mañana, un beso y dale otro a mi ahijado o ahijada- le dije con una sonrisa.
-Vale, se lo daré, un
besito y que pases una noche tranquila, pues tu vecinito va a estar solito toda
la noche...- me dijo insinuando... Un momento, ¿estaba insinuando lo que yo
creía?
-Alice, ¿de qué hablas?
-Si Bella, lo que
escuchaste, mi querido hermano estará solito toda la noche, pues la zorra de
Tanya va a dormir esta noche en casa de una amiga- cuando me lo dijo
aluciné,
-¿Qué va a dormir fuera?
Pero si está embarazada, Alice por Dios.
-Ya te lo he dicho, es
mala, no le importa nada ni nadie, pero pronto lo averiguaré- me dijo muy
segura de sus palabras.
-Bueno Alice mañana estaré
esperando tu llamada ansiosa- le dije con toda la ironía que encontré en ese
momento.
-No juegues con una mujer
embarazada Bella, tienes que consentirme en todo y no puedes darme berrinches
por no contarme tus cosas- me dijo tomándome el pelo.
-Muy bien señora embarazada
con berrinches, mañana hablamos, un beso- le dije despidiéndome.
-Hasta mañana Bells, que
descanses sola- me dijo de nuevo con mucha picardía en su voz...
Me dirigí de nuevo hacia el
cuarto de baño a darme mi esperada ducha. Tardé como dos horas en salir, de
verdad que mi cuerpo necesitaba esa dosis de agua caliente. Me envolví con la
toalla y me fui secando el pelo con otra mientras me dirigía hacia el armario.
Saqué un precioso camisón rosa claro y mi ropa interior a juego. No es que
esperase a nadie para quitármelo, pero ya era hora de que me lo pusiera.
Fui hasta la cocina y me
preparé una pizza y la metí en el horno. Decidí poner una película mientras
cenaba y me detuve en una en especial. Era el Rey León, la película favorita de
Edward...la veíamos cada sábado y nunca nos cansábamos. Yo seguí esa rutina por
todos estos años, aunque poniéndola tan sólo una vez al mes más o menos.
Actualmente la veía una vez cada dos meses.
Me comí la pizza muy rápido,
tan rápido que no había visto ni diez minutos de la película. Decidí recoger un
poco la cocina. Estaba fregando el horno cuando el timbre sonó. ¿Quién podría
ser a las once de la noche?
-Ya voy- grité.
-¿Edward?- le dije lo más
intrigada posible. ¿Qué hacia él aquí a esta hora?
-Ho...hola Bella- me dijo
¿tartamudeando? Imposible, Edward Cullen jamás tartamudearía...
-¿Qué haces aquí Edward?- le
dije más intrigada aún.
-Pues quería darte esto- me
dijo dándome un paquete de café. ¿Un paquete de café a las once de la noche?
Esto no era normal...
-¿Y vienes a las once de la
noche para darme un paquete de café?- le dije cogiéndole el paquete de café de
su mano y nuestras pieles hicieron una corriente eléctrica cuando se rozaron.
-Pues verás, he pensado que
te podría hacer falta para mañana y como mañana es domingo, he supuesto que no
habría nada abierto para poderlo comprar- me dijo muy nervioso. Lo dicho esto
no era normal y menos su comportamiento. ¿Por qué estaba tan nervioso?
-Pues muchas gracias Edward,
pero te dije que no hacía falta que me lo devolvieras y mucho menos a estas
horas- le dije un poquitín enfadada, pues le dije que no me tenía que devolver
nada, pero a él siempre le gustaba llevarme la contraria. Pero adoraba estar en
su compañía- Ed...Edward, ¿qui..quieres pa...pasar?- no sé por qué se lo
pregunté, pero mi corazón mandó en mi cuerpo. Tuve que disimular al ver la
barbaridad que había dicho- Estoy viendo una película que veíamos de pequeños-
le dije sonriéndole y esperando de todo corazón que se quedara.
-Claro, estoy solo, Tanya se
ha quedado a dormir en casa de una amiga- me dijo entrando en casa cuando me
aparté. ¿Por qué me contaba lo de Tanya? Decidí no pensar más esta noche en esa
odiosa mujer.
-¿Quieres palomitas?- le
dije cuando se sentó en el sofá. Cuando él venía toda mi casa resplandecía y
ese sofá no podía estar más hermoso con tal criatura encima.
-Sólo si tú quieres- me dijo
mirándome de arriba abajo. ¿Se estaba insinuando?
-Ahora vuelvo- le dije
poniéndome más roja que un tomate. Me dirigí hacia la cocina y mientras andaba,
sentía sus ojos en mi nuca, me estaba poniendo muy nerviosa. Metí las palomitas
en el microondas y esperé a que se hicieran. Pensaba en lo último que me dijo
Alice en nuestra conversación telefónica, “Que descanses sola”, ¿por qué me lo
diría? No lo sé, pero las hormonas de embarazo la tenían más revolucionada que
de costumbre...
El pitido del microondas
sonó y cogí las palomitas. La eché en un bol y me encaminé hacia mi Dios
griego.
-Es el Rey León- le dije
sentándome en el sofá- La sigo viendo cada dos meses, me encanta sentir las
sensaciones que sentía de pequeña- le dije cogiendo una palomita del bol y
metiéndomela en la boca. Edward seguía todos mis movimientos y eso me ponía muy
nerviosa, tenía cara de estar disfrutando, pero ¿de qué?
-Me encanta saber que aún te
acuerdas de las cosas que hacíamos de pequeños- me dijo acercándose a mí. Me
encantó ese acercamiento y no pude más que responderle de la misma manera
sensual que él.
-Y a mí que estés aquí
recordándolas- le dije acercándome a él aún más. Sentía su aliento y olía
maravilloso. Olía a menta fresca, muy fresca. Era toda una tentación que oliese
así, sus labios estaban listos para ser besados.
No pensé en lo siguiente que
hice, pues me juré a mí misma que no pensaría esta noche. Acorté la poca
distancia que había y lo besé, lo besé lentamente.
Esperaba que no me
rechazase, que era lo que seguramente haría, pues tenía pareja y tenía que ser
fiel. Pero lo que hizo a continuación no me lo imaginé jamás. Edward estaba
aprisionándome de la forma más dulce que jamás de vi. Me agarraba de los dos
brazos e inesperadamente el bol de palomitas se encontraba en la mesa.
El beso se intensificó y lo
que de verdad no me esperaba sucedió. Su linda lengua me pedía permiso para
explorar en mi boca, yo accedí inmediatamente. No había sensación mejor, pero
por primera vez pensé en las consecuencias y me aparté bruscamente.
-Lo si...siento- le dije
mirándolo con mucha intensidad, pues era lo que de verdad sentía. No quería que
parara jamás.
-No lo sientas, yo no lo
hago- me dijo y uní de nuevo nuestros labios. Sabían mejor de como yo los
recordaba, ahora me daba cuenta, lo besaría más y más y nunca me cansaría.
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