******************************
****************************
Capítulo 10: Noticia perfecta
Bella pov.
Me desperté sintiendo que estaba sola en la cama, ¿dónde había ido mi dios
griego? Estaba palpando en la mesita de noche para buscar el despertador y ver
la hora que era. Conseguí dar con el despertador y pulsé el botón para encender
la lucecita y poder ver la hora. Tan sólo eran las 7 de la mañana...
En ese momento mi estómago se revolvió y sentí unas náuseas terribles. Salí
disparada para el cuarto de baño y vomité en el váter...
Esto no era normal... al igual que no era normal el atraso de mi periodo,
nunca me atrasaba y menos desde que comencé con las pastillas anticonceptivas.
Todo esto era bastante extraño, pero... Un momento... ¿podría...?
Estaba metida tanto en mis pensamientos que no me di cuenta que Edward
había llegado.
-Mi amor, ¿otra vez las náuseas?- me dijo arrodillándose a mi altura y
quitándome los mechones de pelo que tenía en la frente con mucho cariño.
-Si- le dije bajito sin ganas de nada, vomitar me dejaba sin ánimos de
nada- Edward vete, no necesitas ver esto- le dije apartando su mano.
-Princesa- me dijo levantándome del frío suelo- No seas tonta, claro que me
quedaré y te ayudaré en lo que pueda- Era un sol- No puedes seguir así, hoy
vendrás conmigo al hospital, te he preparado el desayuno y nos iremos enseguida
para hacerte unos análisis, todo esto es muy extraño- me dijo mirándome
intensamente, como queriendo decirme algo más que el sospechaba, pero
sinceramente, de lo que tenía ganas en este momento era de darme una ducha
caliente y desayunar un delicioso desayuno.
-Lo más extraño de todo esto es que me deja con muchísima hambre- le dije
con una mueca- Necesito una ducha caliente- le dije abrazándolo y cerrando los
ojos.
-No te preocupes- me dijo mientras me desvestía- lo averiguaremos hoy.
Me duché mientras Edward se vestía, pues él había madrugado bastante hoy
para ir conmigo al hospital, se lo agradecía con todo mi corazón, me gustaba
mucho cuando se preocupaba por mí.
Terminé de ducharme y avancé hacia la cocina, donde un sonriente Edward me
esperaba con mi café en la mano y un plato de huevos, beicon y frutas me
esperaba para ser comido.
-Mmmmm tiene que estar delicioso- le dije mirándolo con deseo y pasando mi
lengua por mis labios.
-Bella no hagas eso- me dijo avanzando hacia mi y mordiendo mi lengua
suavemente. Comenzamos a besarnos pero con mucha delicadeza, para después
besarnos con mucha pasión- Bella llegaremos tarde, no quiero parar, pero
tenemos que irnos- me dijo con mucha fuerza de voluntad y en ese momento salió
Yuna disparada para la cocina y movió su pequeño rabito para que la cogiera.
-Hola, princesa- le dije cogiéndola en brazos y besando el tope de su
cabeza- ¿Tienes hambre?- me estaba lamiendo toda la cara.
-Creo que la respuesta a tu pregunta es evidente- dijo Edward cogiendo el
saco de pienso que por arte de magia había desaparecido. Llenó un cuenco rosa
precioso y lo puso en el suelo, enseguida Yuna saltó en encima de mí para
zamparse todo el plato enseguida. Yo miré a Edward con cara divertida y el me
sonrió dulcemente.
-¿Y ese pienso? ¿Y el cuenco rosita, Edward?- le dije para tomarle el pelo.
-Lo compré esta mañana, las dos cosas, y el cuenco no podía ser de otro
color, una princesa debe de tener todo rosa- me dijo sonriéndome y dándome un
beso en los labios- Voy a pasearla, enseguida vuelvo mi vida- me dijo Edward
cogiendo la correa, también rosa, y colocándosela con mucha dulzura. Yuna le
lamió la nariz y yo me reí de él. Edward me miró con cara divertida y cogió las
llaves para salir por la puerta poco después, no sin antes lanzarme un beso
desde la puerta, era todo un sol.
Terminé de desayunar mi plato combinado y me dirigí hacia mi habitación
para vestirme. Me decanté por unos vaqueros claros y una camisa marrón con
detalles en piedrecitas, con unos tacones a juego. Iba informal pero arreglada,
me gustaba mucho esa combinación, pues hoy tenía que ir al trabajo a recoger
unos papeles.
En ese instante llegó Edward y se me quedó mirando, yo bajé la mirada con
mucha vergüenza, todavía no me acostumbraba a esa mirada tan intensa llena de
deseo.
-No puede ser normal que todo lo que te pones te esté tan sexy- me dijo
dirigiéndose a mí con descaro y elegancia y me cogió de la cintura para darme
un beso apasionado, adentrando su lengua sin ninguna contemplación.
Cuando terminé de vestirme, o mejor dicho, terminamos nuestro beso
ardiente. Edward cogió su maletín, su abrigo y el mío, nos dirigimos hacia el
aparcamiento subterráneo. No sin antes despedirnos de Yuna, que ya estaba en su
cama durmiendo otra vez. Era como un bebé, comía y dormía, toda una ternura.
-Edward tendremos que ir en coches separados, pues yo terminaré antes que
tú y después tengo que ir al trabajo a recoger unos papeles para la reunión de
mañana- le dije buscando las llaves de mi flamante Audi.
-Nada de eso, hoy me he tomado el día libre, hoy sólo estaré disponible
para ti- me dijo cogiéndome por la cintura y apoyándome contra el capó de su
volvo. La escena era muy erótica.
-Edward, ¿no íbamos a llegar tarde?- le dije pícaramente mordiendo su labio
inferior.
-Eres demasiado irresistible para mí- me dijo besando mi cuello con besos
húmedos.
Decidimos parar porque de verdad que esta vez llegaríamos tarde para
hacerme los análisis.
-Edward necesito conducir a mi bebé- le dije cogiéndole la mano y
dirigiéndome hacia mi coche.
-¿Tu bebé?- me dijo en tono pícaro y con una ceja alzada.
-Claro, es mi preciado bebé- le dije sonriéndole y él me devolvió la
sonrisa, sabía que esta vez había ganado la batalla.
Nos dirigimos hacia mi coche y él me quitó las llaves.
-Ehhh- le dije persiguiéndolo con los altos tacones que llevaba.
-Ten cuidado, no te vayas a caer con esos tacones- me dijo parándose
enfrente de mí para abrirme la puerta del copiloto.
-Edward Cullen, aparte de yo, nadie a conducido ese coche, más te vale que
lo cuides como a tu propia vida- le dije seria, aunque con unas ganas terribles
de reírme.
-Muy bien señorita, a sus órdenes- me dijo simulando un saludo militar y no
pude más que reírme.
Nos encaminamos por fin hacia el hospital y llegamos en muy poco tiempo.
-Debo reconocer que este coche es una máquina- dijo Edward maravillándose
con mi coche.
-Lo sé, es mi máquina- le dije con fingida altanería y él rió.
-Aunque no se compara con mi flamante volvo- me dijo para enfadarme y
brindándome una sonrisa socarrona...
-Cullen...- le dije desabrochándome el cinturón para sentir sus brazos en
mi cintura y sentarme a horcajadas encima de él- Edward Cullen bájame en este
instante, no quiero que nadie nos vea- le dije forcejeando inútilmente.
-De eso nada señorita, que vean que me perteneces- me dijo besándome en mi
labio inferior.
-¿Pertenecerte? Sigue soñando Cullen.
Eso parece que le encendió aún más, ya que su amiguito estaba saliendo del
trance del sueño para despertar muy ágilmente.
-¿Ves lo que provocas en mí?- me dijo restregando su miembro en mi centro y
yo gemí.
Después de eso, me dejo tal cual, con unas ganas inmensas de hacer el amor
con él y gemí de frustración. Me dejó en el asiento del copiloto y él salió del
coche para abrirme la puerta con otra sonrisa socarrona.
-No juegues conmigo Edward Cullen- le dije advirtiéndole con mi dedo
índice.
-Jamás se me ocurriría- me dijo con muchas ironía mientras pasaba su brazo
por mi cintura para guiarme hacia el hospital.
Llegamos y Edward lo tenía todo preparado, cómo no...
Enseguida la dichosa aguja pasó por mi fina piel sin ningún tipo de
vacilación y cómo odiaba esta situación...
-Mi vida, ¿estás bien?- me dijo Edward con preocupación, estaba de pie
junto a mí. Había decidido acompañarme y no dejarme sola en ningún momento. Lo
que hacía bastante difícil ir a ver a mi ginecóloga Carmen, para comentarle mi
retraso menstrual...
Tendría que deshacerme de Edward enseguida.
No es que no confiara en él, pero era algo que tenía que saber yo sola con
el 100% de exactitud.
No podría pasar, ¿verdad?
No me podía pasar a mí...
No era el momento, o… ¿si lo era?
En eso pensaba que no me di ni cuenta que la enfermera había acabado de
sacarme sangre hasta que Edward me llamó.
-Bella, estás muy distraída- me dijo Edward intentando traspasarme para
averiguar lo que me pasaba- ¿En qué piensas?
-Nada mi amor- le dije sonriéndole disimuladamente- Estaba pensando en el
trabajo, mañana tengo una reunión muy importante- le mentí, me dolía en el
alma, pero no podía decirle lo que me traía entre manos y peor aún lo que
estaba sospechando, simplemente me daría por una irresponsable...
Salimos de la sala de los análisis y nos encontramos a Carliste en el camino.
-Hola, papá- le dijo Edward abrazándolo con mucho cariño. Se veía que se
querían a leguas.
-Hola, hijo- le dijo devolviéndole el abrazo- Hola Bella- dijo dirigiéndose
hacia mí y abrazándome con ternura.
-Hola, Carliste- le dije con una sonrisa.
-¿Ya te has hecho los análisis Bella?
-Si, acabamos de salir de ahí.
-Bien, estarán listos, ser el director del hospital tiene sus ventajas- me
dijo con una perfecta sonrisa, igual a la de su hijo. Edward la había heredado
de él a la perfección- Hijo tienes que acompañarme, tenemos que revisar unos
papeles.
-Papá, no puedo ahora mismo, estoy con Bella y no puedo dejarla sola, me he
tomado el día libre para estar con ella.
-Veo que por fin os habéis dado cuenta que no podéis vivir sin el otro-
vale, eso me cogió por sorpresa- Edward, de verdad tienes que acompañarme,
tiene que ser ahora- decidí intervenir, esta era mi oportunidad, ahora o nunca.
-Edward ve con tu padre, yo estaré en la cafetería, tengo que tomarme un
zumo de naranja, me pongo fatal cuando me sacan sangre- era la verdad, pero me
interesaba deshacerme de Edward por media hora más o menos...
-Está bien, espérame en la cafetería, no tardaré nada- me dijo besándome en
la frente y dirigiéndose con Carliste hacia los ascensores. Era mi momento...
Me encaminé hacia la consulta de Carmen, mi ginecóloga.
Parecía una adolescente con 12 años ocultándose de todo el mundo, pero la
verdad estaba desesperada y mi sexto sentido me decía que estaba haciendo lo
correcto.
Fui hasta el mostrador de su secretaría y ahí pregunté.
-Buenos días, señorita- le dije con mi perfecta educación.
-Buenos días, Bella, ¿qué tal estás?- me dijo Rosa muy amablemente. La
verdad era encantadora.
-Muy bien gracias, venía a pedirte un favor.
-Dime, si está en mi mano estaré encantada de hacerte ese favor- me dijo
con su perfecta sonrisa.
-Verás, necesito urgentemente hablar con Carmen, ¿podría ser?
-Hoy es tu día de suerte Bella, ahora tenía una cita, pero no ha venido. Le
comunicaré que has venido, un segundo- me dijo para llamar a Carmen- Pasa, ya
está avisada.
Pasé hacia la consulta y saludé a Carmen.
-Buenos días, Carmen- le dije dándole un beso en la mejilla. Nos queríamos
mucho, nos ayudábamos mutuamente en lo que podíamos.
-Hola, Bella, ¿Qué tal?- dijo sentándose en su sillón y señalando con su
mano la silla para que me sentara.
-Pues la verdad estoy un poco preocupada, pero antes que nada, perdóname
por haber venido sin cita, la verdad es una urgencia.
-No te preocupes Bella, para eso están las amigas- ella tan cordial como
siempre.
-Verás llevo con un retraso de dos semanas- le dije muy pausadamente y ella
me miraba con expectación- Estuve enferma con gripe y tuve que tomarme
medicamentos fuertes justo hace dos semanas, ¿tienes algo que ver?- le dije
muy, muy preocupada.
-Pues, ¿qué medicamentos fuertes eran?
-Antibióticos- le dije segura y no me gustó nada su sonrisita, ¿qué pasaba?
-Así que antibióticos...- dijo pensativa- Bella seré clara y precisa, como
sabes me gusta ir al grano, ¿hay posibilidad de embarazo?
-Bueno Carmen, uff, es muy difícil hablar de esto- le dije tranquilizándome
un poco- Eso es lo que quiero que me digas tú, llevo una semana entera con
náuseas mañaneras y después tengo muchísima hambre- le dije perdida en mis
pensamientos.
-Primero que todo, ¿has tenido relaciones en este último mes?- sí, iba al
grano completamente...
-S...si- aunque fuera mi amiga, me daba mucha vergüenza hablar de mis
relaciones sexuales...
-Bella tienes que aceptar la posibilidad de un embarazo, por lo que veo ha
sido un accidente, ¿verdad?
-La verdad si, pero si estoy embarazada lo voy a tener Carmen, es mi bebé y
jamás lo mataría- Era la verdad, ahora que sabía que podía haber un embarazo
estaba más segura que nunca. Era mi bebé, inconscientemente me palpé el vientre
suavemente.
¿Qué diría Edward?
¿Lo sospecharía también?
Ahora sí que estaba nerviosa.
-Lo sé preciosa, lo sé. Ahora mismo te haré un test de embarazo y te haré
una citología, no puedo hacértela antes porque podría dañar al bebé. Tengo que
usar un instrumento y otro- me dijo levantándose y dirigiéndose hacia un mueble
donde había miles de cosas- Toma, ve al baño y cuando hagas pis, sales y veamos
el resultado- me dijo maternalmente. No era muy mayor, tal vez unos cuarenta
años, pero transmitía la misma ternura maternal que Esme.
Cogí el test de embarazo y me dirigí al baño de la consulta, Carmen me
brindaba una sonrisa maternal y cálida, la verdad lo necesitaba.
Me senté en el váter y puse el test en la zona indicada e intenté
relajarme. No podía hacer pis, estaba muy nerviosa...
Tardé al menos veinte minutos hasta que me relajé completamente. Carmen me
brindaba palabras de apoyo desde el otro lado de la puerta.
No podía tardar, seguramente Edward estaría buscándome...
Salí del baño con el test en mi mano y me sudaba todo el cuerpo, otra vez
vinieron los nervios y esta vez era peor, ahora se sabría si dentro de mí
llevaba a una personita... Un trocito mío y de Edward, sería precioso. De nuevo
me toqué el vientre y estaba haciendo círculos inconscientemente.
-Serás una madre estupenda- me dijo Carmen al cabo de los minutos, estaba
tan metida en mis pensamientos que no me dio tiempo si quiera a ver el test.
Ahora era de verdad, estaba embarazada, ¿no?
Miré a Carmen y ella asintió con la cabeza y yo miré hacia su mano, viendo
el test. Efectivamente, las dos rayitas rojas estaban en todo su apogeo.
Estaba embarazada...
¡¡ESTABA EMBARAZADA!!
Muchas lágrimas se deslizaron por mis mejillas, estaba embarazada, Dios
mío, mi bebé crecía dentro de mí...
-Hija, enhorabuena- me dijo Carmen cogiendo mi mano y abrazándome
tiernamente- Es el momento más importante para una mujer, sé como te sientes-
me susurraba con dulzura.
-Gra… gracias- le dije devolviéndole el abrazo. Tendría un bebé. Un bebé de
Edward y mío ¿Podría ser más perfecto? La respuesta era no.
Era en este momento la mujer más feliz del mundo.
En ese momento sonó mi móvil, seguro era Edward...
¡¡EDWARD!!
¿Qué le diría? Ahora no se lo podía decir, tendría que esperar... Recompuse
mi voz y contesté al móvil. Carmen estaba preparando los artilugios para ver a
mi bebito, mi mano izquierda acariciaba mi vientre y gruesas lágrimas aún
bajaban por mis mejillas.
-Mi amor- le dije con mucha dulzura y deseando verle.
-Hola, mi vida, ¿dónde estás?
-Pues me ha llamado mi jefe del trabajo y he tenido que salir para coger
los papeles enseguida, ya que hoy se toman el día libre para la reunión de
mañana- le dije lo más convincente posible y pidiéndole a Dios que por favor se
tragase el cuento. Menos mal que Edward me había dado las llaves del coche.
-Uff, menos mal, mi amor, ahora mismo estoy en la consulta, he tenido una
urgencia, tardaré más o menos una hora. Si quieres vete a casa, mi papá me
llevará después.
-No, te recogeré yo, tengo que hacer varias cosas y te recogeré de camino.
-Vale, cuando termine, te llamaré y tendré los resultados en mi mesa sobre
esa hora.
-Vale, mi amor, después nos vemos, te amo- le dije por primera vez por
teléfono.
-¿Estamos hoy melancólica?- dijo seguro con una sonrisa.
-¿Es que no te puedo decir “te amo”?
-Claro que sí, no una vez, si no millones al día. Yo también te amo
princesa. Ten cuidado y estoy deseando verte.
-Yo también, te amo, adiós- colgué y guardé el móvil en mi bolso. Miré a
Carmen y ésta me miraba con mucho amor.
-Bella ahora tienes que estar muy, muy relajada, por el bien del bebé no
puedes alterarte por nada, y más aún ahora que veré que tamaño tiene y si se
está formando bien. Es muy poco tiempo, pero lo intentaré.
La siguiente media hora fue una tortura. Mi cavidad estaba muy sensible y
mientras manipulaba Carmen con sus artilugios me dolía bastante. Por fin la
tortura se terminó y pasamos a hacerme mi primera ecografía.
Deseaba que Edward estuviera aquí conmigo, pero estaría en la segunda
ecografía y en todas las demás.
Mientras veía a mi bebé, o ese pequeño cielo que mostraba el monitor,
gruesas lágrimas de nuevo volvieron a mí.
Se escuchaba a la perfección su pequeño corazoncito, era, era precioso.
Aunque no se distinguiera aún sus partes, era hermoso. Era mi bebé, mi trocito
de cielo.
-Aparentemente está perfecto Bella, mira su cabecita- era difícil verlo,
pero si te fijabas bien podías distinguirla perfectamente, era muy pequeñito,
era precioso- Aparentemente no, te lo digo con 100 % de seguridad, tu bebé está
perfecta Bella, sus extremidades tienen las medidas perfectas, al igual que su
cabecita y su corazón tiene mucha vida. Enhorabuena hija, será precioso- me
dijo acercándome aún más el monitor y mis manos se fueron a él y acaricié a mi
bebé desde el monitor.
Iba a ser el bebé más afortunado del mundo por el papá que tenía y yo haría
todo lo posible para criarlo y educarlo muy bien, con ayuda de Edward. Seríamos
una familia...
-E... es per... perfec... perfecto- dije entre lágrimas, tendría que
lavarme muy bien la cara y maquillarme de nuevo si no quería que Edward se
diera cuenta...
-Si hija, lo es- me dijo desconectando el monitor y dándome un papel para
limpiarme el gel que había en mi vientre- Estás exactamente de dos semanas, el
retraso no puede ser más exacto.
-Dos semanas...- murmuré para mí. Me levanté cuando me limpié todo el gel
de mi vientre y me senté de nuevo en la silla donde estaba sentada antes.
-Te recetaré las vitaminas prenatales, te debes tomar una después del
desayuno y te tendrás que hacer unos análisis para ver los niveles de todo- me
dijo dándome la receta de las vitaminas.
-Carmen, de hecho, me acabo de hacer unos análisis, ya que ayer me desmayé
y se me bajó la tensión.
-Bella todo es producto del embarazo, estarías cansada o alterada por algo
y por eso te paso eso, pero de todas formas deberías de comentárselo a tu
médico de cabecera. Yo ya he terminado por hoy contigo, te veré dentro de unas
tres semanas para ver como sigue el feto.
Mi médico de cabecera...Si supiera quien era...
-Si, se lo diré, de todas formas hoy lo veré- inconscientemente se formó en
mis labios una sonrisa involuntaria.
-¿Quién es tu médico de cabecera?- me preguntó con una sonrisa burlona.
-Pues... el doctor Cullen- le dije sonriéndole más de la cuenta.
-¿El doctor cañón? Dios Bella sí que tienes suerte- me dijo muy pícara. Si
supiera que era el padre de mi bebé...
-¿Doctor cañón?- le pregunté con una ceja alzada. No quería que ninguna
enfermera ni nadie de este hospital le mirase más de la cuenta, era mío,
solamente mío...
-Si, todas aquí están loquitas por él, pero ya sabes, los hombres que están
buenos o están ocupados o son gay...- me dijo apenada.
-Bueno, la verdad es bastante guapo, la mujer que esté con él tiene que ser
muy afortunada...
-Y que lo digas. Bueno Bella, espero que estés bien y que ese pequeñín
crezca sano y fuerte. Aquí tienes tu primera ecografía, cuídate y nos veremos
en unas semanas- se despidió de mí y yo me encaminé a la salida.
No podía estar más feliz.
Metí la ecografía en mi bolso junto con la receta y mis dos manos se dirigieron
a mi vientre.
Mi bebé...
En ese momento recordé los papeles que tenía que recoger en el trabajo y
llamé a mi jefe.
-¿Eleazar?- tenía mucha confianza con mi jefe, era como un hermano para mí,
apenas tenía dos años más que yo.
-¡Bella! ¿Qué tal estás?
-Pues muy bien- sonreí de nuevo como una tonta.
-Se te nota muy feliz, me alegro por ti, ¿a qué se debe el honor de tu
llamada?
-Pues verás, no puedo ir a recoger los papeles, ¿me lo podrías mandar por
fax?
-Si, claro que si Bella, ahora mismo te los mandaré, la reunión será a las
diez de la mañana.
-Si, allí estaré.
-No te olvides del proyecto, seguro
que deslumbrarás mañana, un beso y cuídate.
-Igual Eleazar, adiós.
Colgué la llamada y estaba metiendo el móvil en mi bolso cuando la llamada
de Edward me distrajo.
-Hola, mi amor- me dijo con mucha dulzura, era el hombre perfecto.
-Hola, cariño, ¿qué tal?- le dije con una felicidad inmensa.
-Muy bien, ¿y esa felicidad? ¿Qué ha pasado?- me dijo sin escarpársele nada
como siempre.
-¿Qué pasa? ¿No puedo estar feliz? Tengo al mejor hombre del mundo a mi
lado, ¿acaso eso no es suficiente?
-Tú sí que me haces feliz a mí Bella, te amo más que a toda mi vida.
-Y yo a ti, ¿Has terminado ya?- le dije con mucha impaciencia.
-Si mi vida, para eso te llamaba, ya estoy listo, ven a mi consulta, tengo
los análisis encima de la mesa.
-Está bien, ahora mismo voy- colgué y me encaminé hacia su oficina con mis
manos acariciando a mi bebé.
Me sentía la mujer más afortunada del mundo, un hombre perfecto que me
amaba y un bebé en camino... Al fin mi vida me sonreía.
Llegué a la consulta muy, muy nerviosa, no podía estar más nerviosa...
¿Cómo se lo diría?
Di unos golpecitos a la puerta y se escuchó un “pase” y entré en la
consulta.
Ahí estaba mi Dios griego con esa bata blanca que le sentaba tan bien y su
estetoscopio en el cuello. No podía estar más sexy. Estaba leyendo lo que
parecían ser unos análisis, seguramente los míos...
-Hola, mi amor- le dije acercándome a él.
-Hola, mi vida- se levantó y me abrazó como nunca lo había hecho y yo le
respondí más que gustosa, estaba muy raro, tenía un brillo especial en sus
ojos, al igual que los míos, ¿Qué le había pasado?
-¿Son mis análisis?- le pregunté cuando él se sentó en el sillón y tiró de
mí para que me sentará encima suya.
-Si señorita, tengo que decir que no sólo estás estupendamente de físico-
me dijo mordiéndome el lóbulo de la oreja- Si no que también lo estás de salud-
me dijo muy contento.
-¿Y a qué se debía mi desmayo de ayer?- no pude evitar preguntar, Edward
sabía más de lo que parecía...
-Pues verás, no quiero que te enfades conmigo- cuando me dijo eso me
contraje en mi lugar, ¿qué pasaba?- No te preocupes, no es nada malo, me he
tomado la libertad de...- se quedó pensativo y lo miré con pavor, él me dedicó
una perfecta sonrisa y siguió- ...rellenar la casilla del test de embarazo
también Bella, me dirás loco, pero el desmayo de ayer, las náuseas y sobretodo
tu retraso menstrual me da que pensar...- ¿TEST DE EMBARAZO? Pero, ¿cómo coño
lo sabía? Era médico sí, pero...
-Pe... pero- de mi boca sólo salió eso... Lo miré de nuevo y su cara
mostraba una felicidad infinita, Edward lo sabía, sabía que estaba embarazada o
al menos lo sospechaba...
-Pero nada, abre el sobre de ahí, no he querido abrirlo sin ti- me dijo
estrechándome más contra él- Bella quiero que sepas que sea el resultado que
sea que haya en ese sobre, yo querré a mi hijo, si estás embarazada y si no lo
estás lo tendremos más adelante o cuando quieras- me dijo besando la piel de mi
nuca- Sólo te quiero a ti y nada me haría más feliz que tener un bebé con la
mujer que amo con todo mi ser- Yo ahí ya estaba llorando.
Lloré y lloré por minutos, tal vez por horas, no me importaba, la noticia
que me había dado Edward era la que deseaba con todo mi ser, él lo quería, lo
quería tanto como yo y eso era la pizca para tener la mayor felicidad del
mundo.
-Shh mi amor, no llores, no soporto verte así- me dijo tocando mi vientre y
yo lo miré de inmediato. Su mirada era intensa, pero esta vez con mucha
curiosidad.
-Edward...- suspiré- No hace falta que abra el sobre- le dije mirándolo a
los ojos tiernamente- Porque yo ya sé el resultado- le dije con mucha dulzura.
-¿Qu... que tú que?- me dijo muy nervioso. Edward Cullen nervioso... me
encantaba verlo así- ¿Có...cómo sabes tú el resultado?- me dijo mirándome con
intriga.
-Sí, Edward es... estoy...- no pude seguir. Edward se levantó con rapidez
pero teniendo un cuidado extremo conmigo. Me cogió en brazos y comenzó a saltar
como un loco por toda la consulta.
-UN BEBÉ, VOY A TENER UN BEBÉ CONTIGO BELLA- gritaba a los cuatro vientos y
yo no podía estar más feliz- ESTÁS EMBARAZADA MI AMOR, ESTÁS EMBARAZADA- Edward
estaba radiante, pequeñas lágrimas se deslizaban por sus perfectas mejillas.
No sé cuánto tiempo pasó, pero me bajó con una delicadeza imposible y me
sentó encima de su mesa. Se colocó enfrente de mí y comenzó a besarme,
sintiendo el sabor salado de nuestras lágrimas, seríamos una familia, una
familia perfecta.
Cuando necesitamos aire para respirar, Edward se puso a la altura de mi
vientre y comenzó a hablarle a nuestro bebé.
-Hijo, soy tu papá, aunque eres muy pequeñito, sé que me escuchas- Edward
destilaba amor y ternura con sus palabras, nunca lo había visto así de
emocionado- Vas a tener a una mamá hermosa y buena, espero que seas tan hermoso
como ella, eres una bendición para nosotros- terminó desabrochándome el abrigo
y levantándome la camisa, para besar mi vientre una y otra vez. Yo no podía ni
hablar, yo hipaba de la felicidad dentro de mí. Estaba llorando sí, pero de
felicidad.
-Edward me has hecho la mujer más dichosa del mundo- le dije acariciándole
sus cabellos cobrizos, como me gustaba hacerle eso, su pelo era tan suave...
-Tú si que me has hecho el hombre más feliz del mundo, tengo a una mujer
hermosa y a un bebé en camino, no puedo ser más feliz- me dijo besándome por
toda la extensión de mi cara- Por cierto señorita...- Ahora se descubriría mi
mentira, pero ya me daba igual- ¿Cómo sabías lo del embarazo?
Cogí mi bolso y saqué el sobre con mi primera ecografía y se lo tendí.
Cuando lo estaba abriendo le expliqué todo.
-Edward tenía mis sospechas, como sabrás las pastillas anticonceptivas son
muy seguras y jamás se me había atrasado el periodo, pero el desmayo de ayer y
las náuseas mañaneras era muy extraño...- me callé para ver la reacción de
Edward al ver a su hijo.
Edward pov.
Estaba sacando lo que parecían ser unas ecografías del sobre cuando Bella
me estaba explicando todo, yo no la pude escuchar más, ahora sólo tenía ojos
para mi hijo.
Era el ser más hermoso que había visto jamás, se le veía todo tan bien...
su cabecita, sus manitas, sus bracitos, sus piernecitas, sus piececitos,
todo... Gruesas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, me daba igual que
pareciera un marica, era mi hijo y yo no podía estar más feliz.
Miré a mi hermosa mujer, la que me daría un hijo perfecto al igual que
ella, la miré con adoración, era mi diosa, mi vida, mi aire para poder
respirar, mi guía para seguir viviendo, la que me abrió los ojos en el momento
exacto, mi todo...
-Bella es hermoso, es perfecto mi vida- le dije acercándome a ella para
depositar un sonoro beso en sus labios, qué hermosa era, se veía radiante- Te
ves radiante mi amor.
-Te amo- me susurró con el mayor amor que pude encontrar en ese momento. Me
abrazó tiernamente y yo la apreté suavemente con mi pecho.
-Tenemos que decírselo a la familia, si no Esme y Alice me castrarán- le
dije temiendo a mi propia madre y hermana, eran muy buenas, pero por las malas
eran capaces de lo peor...
-Claro que sí- me dijo con lágrimas en los ojos. Ahora sí que era el hombre
más feliz del universo.
-Vamos, avisaremos a Carliste para ir a comer a tu restaurante favorito- le
dije cogiéndola por sorpresa.
-¿Aún te acuerdas de mi restaurante favorito?- me dijo con una sonrisa
preciosa.
-Claro mi amor, cómo si no... Siempre te gustó el mismo- le dije besando su
preciosa frente- Vamos- le dije quitándome la bata y el estetoscopio, ni
siquiera me había dado tiempo a quitármelo con tal perfecta noticia.
-No te puedes imaginar lo sexy que te ves con esa bata- me dijo
susurrándome sexymente y tirando de la hebilla de mi cinturón. Su lengua pasaba
por sus labios de forma sensual... Sería mi muerte, esta mujer sería mi muerte.
-Bella por Dios, no hagas eso, no sabes lo sexy que te ves- le dije en un intento
de que se apiadara de mi.
-Está bien, por ahora te dejaré, no quiero ver a una Esme y a una Alice
enfadadas...- dijo con cara de terror.
-Gracias- terminé besándola de nuevo, en un beso corto pero profundo y nos
encaminamos hacia la salida, ella con sus dos manos acariciando a nuestro bebé
y yo con la ecografía en mi mano izquierda y mi mano derecha en la cintura de
mi mujer.
-Edward- me dijo a mitad de camino- No quiero mencionarla en este momento,
pero no puedo evitarlo- me dijo con una tristeza infinita. No quería verla así,
hoy tenía que ser el día más feliz de su vida y Tanya no lo arruinaría.
-Mi amor- la paré y me puse enfrente de ella- No hablemos de eso ahora,
este día tiene que ser especial, es el día más feliz de nuestras vidas y nada
lo cambiará. Además ya está todo solucionado, no te preocupes- le dije
besándole la frente con mucho amor, trasmitiéndole todo mis sentimientos.
Pareció que se tranquilizó y seguimos el camino hacia el despacho de mi padre.
Cuando llegamos, toqué en al puerta y un “pase” se escuchó desde el otro
lado.
Sería un día feliz, feliz para todos nosotros, ese bebé lo cambiaría todo y
dirigiría nuestras vidas hacia el camino de la felicidad…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!