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Capítulo 9: Enfrentamientos y decisión.
Bella pov.
Llegamos
a la mansión Cullen en una hora al menos, me extrañaba bastante que Edward no
condujera como lo hacía habitualmente, siempre veloz, mi forma de conducir era
la típica Cullen, estar tanto tiempo al lado de ellos provocaba que se te
pegaran todas las manías posibles... pero hoy era totalmente diferente, pues
siempre llegaba a los sitios en un santiamén, mi cara demostraba la duda
reflejada.
-¿Qué
pasa Bella?- me dijo Edward mirándome con cara de duda y cogiendo mi mano
izquierda.
-Nada,
sólo se me hace extraño que los dos estemos como en el pasado, me gusta mucho-
le dije con una sonrisa- Además veo que el señorito Cullen ha cambiado su forma
de conducir- le dije pícaramente acercándome a él y dándole un beso en la
comisura de sus labios. Después lo miré y no dejó que me apartase, yo sólo pude
sonreírle.
-Yo
estoy muy feliz de tenerte a mi lado Bella- me dijo cuando paró en un semáforo
en rojo y sus manos se posaron en mis caderas para empujarme hacia él- Y no, no
he cambiado mi forma de conducir, solo no quiero que este momento en el que
estamos los dos solos termine, quiero estar contigo así para siempre- me dijo
besándome dulcemente, con una dulzura increíble. Estábamos los dos en nuestra
burbuja personal cuando el coche que se encontraba atrás nuestra pitó y
enseguida Edward puso de nuevo en marcha el coche a regañadientes.
Unos
diez minutos más de camino y ya nos encontrábamos enfrente de la imponente
mansión, siempre me sobrecogía, pasara el tiempo que pasara.
No
había soltado mi mano en todo el camino, se sentía tan bien, estar él y yo como
antiguamente, me encantaba.
-Las
señoritas primero- me dijo Edward cuando nos paramos en la puerta y la abrió,
no sin antes darme un sonoro beso en los labios y murmurarme “te amo”.
-Hijo-
dijo Esme corriendo hacia nosotros y cuando llegó se abalanzó hacia Edward y lo
abrazó fuertemente y le dio un beso en la mejilla- Bella, cariño que guapa
estás- me dijo Esme como siempre tan amable, la quería mucho.
-Hola
Esme- le dije con una sonrisa y besándole sus mejillas para terminar en un
cariñoso abrazo. Edward me miraba desde la espalda de su madre con tal
intensidad que tuve que apartar la mirada. Ese hombre sabía cómo dirigir mis
emociones a su antojo.
-Hermanito-
dijo una muy hermosa Alice con su pequeña barriguita.
-Hola
enana- le dijo Edward mientras le abrazaba.
-Bella-
me dijo Alice guiñándome un ojo y sonriéndome.
Siguieron
todos los saludos convenientes y pasamos al salón, pues todos habían salido en
nuestra búsqueda para darnos la bienvenida. Aunque faltaba la persona que menos
quería ver, se suponía que debía estar aquí ya...
-Hasta
que al fin llegas- dijo una muy mal humorada Tanya hacia Edward.
-Cuando
he podido- dijo Edward mirándola con odio, pues no era para menos, después de
todo lo que me contó Edward, que él y Alice habían descubierto... era para no
volver a verla jamás, pero era un hueso muy duro de roer...
-Si,
claro, ¿Cuándo has podido? Que yo sepa has salido de trabajar temprano- dijo
mirándome por primera vez a mí con mucho, mucho odio.
-Si,
¿y qué?- dijo Edward por primera vez enfadado, estaba bastante enfadado y eso
no me gustaba.
-Edward
tienes que ver la cuna de tu ahijado o ahijada, ven- dijo Alice cortando la
conversación tan desagradable, menos mal que ella sabía actuar siempre acorde
con la situación, cogiendo la mano de su hermano y dirigiéndolo escaleras
arriba.
-Bella
cariño ven a ver el pastel tan bonito que he hecho- me dijo Esme dándose cuenta
de la pelea que tenía con Tanya sólo con nuestras miradas, si las miradas
matasen...
-Claro
Esme, enseguida- dije mirando por última a la arpía de Tanya.
Nos
dirigimos a la cocina y Esme cerró la puerta, me esperaba en este mismo momento
una conversación que no quería tener...
-Bella
cuéntame todo- me dijo sentándose en una silla y ofreciéndome a mí otra a su
lado.
-¿Qué
quieres que te cuente Esme?- me hice la desentendida, ya sabía yo de dónde
había heredado Alice su carácter cotilla y sabelotodo, pero me encantaban tal
cual eran las dos, las amaba con todo mi ser.
-No
te hagas la tonta conmigo Bella, lo sabes perfectamente, no me hagas obligarte
a que me lo cuentes- me dijo con su dedo amenazador.
-Pues
nada, ¿no es obvio?- le dije pidiéndole con los ojos que no siguiera con el
tema, no quería hablar de ello ahora, no estaba de humor y más con la odiosa de
la arpía esa merodeando por aquí...
-Claro
que es obvio cariño- comenzó con su tono maternal- pero quiero que me lo
cuentes, me hace muy feliz Bella- me dijo colocando un mechón de mi pelo que se
había salido de su sitio.
-No
puedo contártelo aquí Esme, la arpía estará merodeando...
-¿Arpía?-
me dijo con cara burlona y con su perfecta ceja alzada. ¿Había dicho arpía en
voz alta? La miré de nuevo, pues tenía la cabeza gacha y cuando la miré las dos
estallamos en carcajadas- Ese mote le va como anillo al dedo- me dijo
quedándome helada, ¿no le caía bien?
-Esme,
¿no te cae bien? Digo, te va a dar un nieto.
-No
Bella, esa mujer no me gusta, desde la primera vez que la vi supe que esa mujer
no era para mi hijo, sólo hay una mujer para mi hijo...- yo me quedé muda
totalmente deseando que terminara la frase- y ésa eres tú- me dijo acercándose
a mí para abrazarme y yo le correspondí- Te quiero como a una hija, incluso
más, eso ya lo sabes y la verdad ya tenía sospechas, pero nunca me imaginé que
os reconciliarais tan pronto, es una satisfacción que al fin los dos podáis
estar juntos- me dijo sollozando, Esme lo decía de corazón, siempre le gusté
para Edward, siempre, incluso cuando éramos pequeños.
-Gracias
Esme, es lo único que me faltaba saber para seguir con esta locura para
adelante- le dije sollozando yo también.
-Shh
no quiero verte llorar, y no es ninguna locura, tú sabes mejor que yo que mi
hijo no quiere a esa mujer, te quiere a ti por encima de todo, te lo ha
demostrado todos estos años y por el embarazo de Tanya no tienes por qué
preocuparte, sabes mejor que yo que ese bebé no es de Edward- me dijo
deshaciendo el abrazo y mirándome con intensidad.
-Eso
no lo sabemos Esme, lo sabremos dentro de unos meses y es una locura para mí
porque yo soy como la segundona, sé que no es así, Edward me lo ha demostrado
cientos de veces, pero es como me siento, no soporto que duerma en la misma
cama con otra mujer, que bese a otra mujer, que le haga el amor a otra mujer,
no lo soporto- le dije llorando fuertemente.
-Shhh
cariño no llores- me dijo Esme abrazándome de nuevo- Sabes de sobra que Edward
no la toca desde que os besasteis por primera vez desde que Edward volvió- me
dijo sobrecogiéndome, ¿cómo sabía ella que Edward y yo nos besamos cuando él
volvió?
-Esme-
le dije cuando me hube tranquilizado- ¿cómo sabes que Edward y yo nos besamos?
-Edward
vino a hablar conmigo cuando os besasteis, estaba muy preocupado por estropear
lo vuestro y yo como madre le di mi mejor consejo, que luchara por lo que
quisiera y si lo que quería era estar contigo, pues adelante- me dijo
deshaciendo el abrazo de nuevo y sonriéndome tiernamente y yo le sonreí de la
misma manera.
-Esme
me hacía falta urgentemente esta conversación, la necesitaba, de nuevo gracias,
siempre has sido como mi madre- le dije abrazándola de nuevo, estuvimos varios
minutos así, hasta que la puerta de la cocina de abrió y las dos nos volvimos,
dejando ver a mi dios griego. Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-¿Qué
están haciendo aquí mis dos mujeres favoritas?- dijo Edward acercándose a
nosotras y levantándome de mi asiento para mirarme a los ojos.
-¿Por
qué lloras?- dijo Edward dándose cuenta de todo como siempre.
-No
es nada mi vida, estábamos recordando viejos tiempos- dijo Esme disimulando
sabiamente.
-No
quiero que llores por nada- dijo Edward abrazándome y Esme desapareció sin
hacer ni un solo ruido- Sé que no es por eso por lo que has llorado, no quiero
que llores mi vida, te lo digo enserio, no quiero que dudes ni un solo momento
de mi amor por ti, te quiero más que a mi vida Bella, tienes que entenderlo, sé
que es una situación difícil de llevar, pero saldremos hacia delante, sólo
faltan unos meses y seremos felices- me dijo deshaciendo el abrazo para mirarme
como nunca antes lo había hecho. Me estaba transmitiendo todo su amor y de eso
si que estaba segura, ya no tendría temores de nada, no dudaría jamás de él, él
era mi vida y yo quería vivirla.
-Lo
sé- le dije besándole tiernamente en los labios- Yo también te amo.
Me
recompuse enseguida, estar en sus brazos me hacía sentir bien.
Decidimos
salir por separado, aunque Edward no el hacía gracia, yo se lo pedí por favor,
no quería otra guerra de miradas con Tanya porque esta vez no podría soportar
su descaro y todo el plan iría al traste...
Sí
porque a la pequeña Alice se le había ocurrido el plan más maravilloso de
todos... Seguir soportándola hasta que naciese el bebé y entonces hay dejarla,
sería muy duro para ella, pues ya no tendría el dinero de Edward para
gastárselo en porquerías... o mejor dicho en comidas con su amante, era lista
pero a la vez tonta, pues esas comidas las había pagado con la tarjeta de
Edward y por lo tanto todos los recibos venían a casa todos los meses... por lo
que Edward comenzó a sospechar desde ese momento.
Aunque
en un primer momento Alice quería plantarle cara en su estado, la verdad no era
conveniente, ese bebé no tenía la culpa de la arpía que tendría como
madre.
Estaba
pensando en eso que no me di cuenta que había llegado al salón, todos los
presentes miraron en mi dirección y había risas y caras tiernas y por última
una cara de víbora envenenada... Tanya...
-Bella
mira, he traído las ecografías nuevas para que tú y Edward las veáis- remarcó
bien esto último la pequeña diablillo. No pude evitar mirarla y sonreírle con
una tierna sonrisa.
Me
senté a su lado y comencé a ver las ecografías de mi ahijado o ahijada, qué
hermoso era...
-Ali,
es precioso- le dije tocando las ecografías con mucha delicadeza. Me fijé en
sus pequeñas manitas y era absolutamente adorable.
-Gracias
Bells, ¿has visto sus manitas? Son perfectas- dijo Alice al borde de las
lágrimas al igual que yo, gracias que Jasper estaba atrás de nosotras para
consolarnos. Puso una mano en mi hombro derecho y otra mano en el hombro
izquierdo de su mujer.
-¿Qué
vais a dejar para cuando nazca?- dijo con tono burlón para aligerar el
ambiente. Al oír esto, Alice y yo estallamos en sonoras carcajadas. En ese
momento hizo acto de presencia mi príncipe, pues su perfume era inconfundible,
era mágico.
Miré
hacia la puerta y ahí estaba apoyado con una sonrisa bailándole en los labios y
sonriéndome sexymente. Yo le sonreí de igual manera y su mirada se intensificó
aún más, estaba totalmente atrapada.
-¿Qué
estáis viendo chicas?- dijo acercándose a nosotras y golpeándome más fuerte aún
su perfume, qué bien olía...
-A
tu ahijado o ahijada Edward, mira, ¿no es precioso?- dijo Alice muy sonriente.
Edward cogió las ecografías que tenía en la mano y sus manos rozaron mi piel
expuesta por la camisa de medias mangas que llevaba, eso produjo en mí una
descarga, lo miré y él me miró más intensamente aún.
-Si,
si que lo es, se parecerá a su tío- dijo Edward burlón.
-¿A
ti? Pues pobre niño como se parezca a su tío Eddie- dijo Emmett soltando una
sonora carcajada y Rosalie le dio un golpe en la nuca- Auhh bebé, ¿por qué me
das un golpe?- dijo pasando su mano por su nuca.
-Estate
calladito Emmett Cullen- al escuchar esto de Rosalie todos estallamos en
carcajadas, pues ver a un imponente Emmett con un cuerpo enorme y ver a
Rosalie con ese cuerpo... Era imposible imaginar el dominio que tenía esa mujer
en su marido. La escena no podía ser más graciosa.
-Chicos-
dijo Alice levantándose ligeramente del sofá- Tenemos que abrir los regalos-
dijo alegremente y en un segundo esa alegría pasó a ser de tristeza, ¿qué le
pasaba?- Aunque antes hay que cenar- dijo con una mueca muy graciosa. Todos
estallamos de nuevo en carcajadas- Mami tengo mucha hambre- dijo la enana
dirigiéndose a una sonriente Esme.
-Claro
que si mi amor, enseguida estará la cena, id pasando al comedor chicos,
Carliste tú te vienes conmigo- dijo de forma muy graciosa y se fueron los dos
hacia la cocina.
Hasta
ese momento no me había percatado que Tanya estaba también en la sala, pues sabía
que estaba pero no había dicho ninguna palabra...
Nos
fuimos sentando y Edward me cogió del brazo y pegó su boca a mi oreja sintiendo
todo su aliento caliente, en ese momento mojé hasta el tanga, este hombre era
una tentación para mí.
-Esa
camisa te queda demasiado bien- me dijo pasando su lengua por mi oreja.
-¿Qué
pasa? ¿La casa de tus padres te incita de decírmelo cada vez que voy a sentarme
en la mesa o que?- le dije pícaramente juntando mis nalgas a un miembro, estaba
dormido aunque en segundos estaba despierto. Me refregué aún más, sabiendo que
esto no estaba bien, pero me daba igual...
-Es
que eres irresistible- me dijo separándose de mí rápidamente, me estaba
provocando... Terminé de sentarme y lo miré con mucho deseo, él en respuesta me
miró y me dedicó mi sonrisa favorita. Se sentó justo enfrente de mí, todo lo
hacía adrede.
Cenamos
con muchas risas, menos una persona que no hablaba porque comía por dieciocho
en vez de por dos, comía una barbaridad...
-Tanya,
¿estás segura que no son dos bebés?- dijo una muy sonriente Alice.
-Si,
¿por qué lo dices?- dijo en tono molesto.
-Porque
comes muchísimo- dijo Alice envenenándola.
-Cuando
llegues a los cinco meses me lo dirás, si comes o no- dijo con una falsa
sonrisa.
-Si
claro, si llegas a estar con mi hermano en ese tiempo- murmuró Alice y yo lo
escuché a la perfección porque estaba al lado de mí.
-Bella,
¿no tienes novio?- dijo Tanya con una sonrisa asquerosamente empalagosa en sus
labios. Y a mí se me atragantó hasta el trozo de carne que estaba pasando por
mi garganta de me atoró. Tuve que beber agua disimuladamente, no le daría el
gusto de que me pusiese nerviosa.
-Claro
que si Tanya, tengo dos, uno para los días entre semana y otro para los fines
de semana- le dije mirando a Edward y él me sonrió pícaramente.
-Bien
dicho Bells, así se habla- dijo Emmett tronchado de la risa. Tanya no dijo nada
más, aunque su cara lo decía todo, me odiaba hasta la saciedad.
Terminamos
de comer y todos nos fuimos a sentar a los sofás para tomar el té, café y las
pastas tan deliciosas de Esme.
-Chicos,
ahora sí, ¡tenemos que abrir los regalos!- dijo Alice corriendo hacia el enorme
árbol. El árbol estaba exquisitamente decorado, sin lugar a dudas, Esme tenía
un gusto excelente. Las cintas que caían por toda su extensión combinaban el
blanco y el dorado, precioso y la estrella fugar encima del todo, era enorme y
muy brillante. Había muchos regalos reposando abajo del enorme árbol.
Menos
mal que había ido ayer a casa de Esme a traer todos los regalos, los tenía
comprados todos desde hacía tiempo, aunque con al llegada de Edward y con la
noticia del embarazo de Alice, tuve que ir por segunda y tercera vez de
compras.
Había
aprovechado que esta semana había salido temprano del trabajo y que Edward
estaba en el hospital para comprar todos los que me quedaban.
-Empecemos
por...- dijo Alice cogiendo un regalo enorme del gran árbol- por Emmett- dijo
andando hacia Emmett y entregándoselo con mucha dulzura. Éste le dio un beso a
su hermana en la frente y se puso en pie para comenzar a abrirlo, yo sabía lo
que era, era lo que Emmett quería desde pequeño, era su sueño...
-No
puede ser...- dijo Emmett muy emocionado- Bebé, ¿de verdad?- dijo mirando a su
preciosa mujer con adoración.
-Averígualo
tú mismo, cariño- dijo Rosalie con mucha dulzura. En cuanto Emmett escuchó
esto, se fue corriendo hacia el patio delantero de la casa y todos corrimos
detrás de él.
-Es...es
perfecto- dijo a punto de sollozar, un momento, ¿Emmett Cullen llorando?
Imposible...- Rossie, mi amor, gracias- dijo besando a su mujer en los labios y
corriendo hacia el enorme Hummer que había enfrente de él. Era de un color rojo
sangre, precioso, estaba decorado con un enorme lazo color blanco, que recorría
todo el coche de punta a punta, muy bien puesto. No es que Emmett tuviera algún
problema con su jeep, pero desde que había visto al nuevo Hummer en un anuncio
se enamoró de él- Rossie, Rossie, es magnífico- dijo cogiendo a su mujer en
brazos y dando vueltas con ella, dándole besos por todos lados y Rosalie riendo
a carcajadas, la imagen era adorable.
La
caja contenía muchas cajas más en su interior y la última caja contenía las
llaves del Hummer.
Entramos
todos de nuevo y Alice empezó con otra ronda de regalos, esta vez le tocaba a
Carliste, quién había recibido un precioso maletín nuevo para el trabajo
grabado con su nombre y por supuesto su apellido en oro y no podía faltar la
insignia Cullen, un Gps de última generación para los viajes que hacía con Esme,
un Ipad 2 para que su trabajo fuese más a meno, entre otros regalos muy
lujosos. El siguiente fue para Jasper, el cual había abierto la caja donde
decía el sexo del bebé de Alice, si, era muy pronto, pero con la familia Cullen
ya se sabía...
-Ali,
¿es... es una niña?- dijo Jasper acercándose a su mujer y abrazándola con
lágrimas en los ojos.
-Si
mi amor, lo supe ayer y sabía que sería el regalo perfecto mi amor- dijo una
Alice muy emocionada.
-Ali,
una niña, es una niña- le dije abrazándola y ella me abrazó fuertemente- mi
ahijada será hermosa, una princesita- le susurré en el oído y ella lloró más
fuerte aún.
-Ali,
será tan preciosa como tú- le dijo esta vez Edward, él también estaba muy
emocionado, siempre le gustaron los niños y nos abrazó a ambas. Un “os quiero”
nos susurró a ambas y nosotras lloramos más aún.
Cuando
nos hubimos calmado, Alice comenzó de nuevo a repartir los regalos. De nuevo le
tocó a Jasper y esta vez fue un precioso álbum decorado finamente con todas las
fotos de Alice y él desde que se conocieron, era realmente bonito, le regaló un
precioso portátil de la marca Apple, un mac, para ser exactos y mucha ropa y
perfumes, al igual que a Carliste, Emmett y Edward cuando los abriese.
-Bella
tu turno- me dijo Alice dándome un regalo que pesaba muchísimo y yo me quedé en
blanco, ¿qué sería?
Lo
abrí con muchísimo cuidado, todos estaban expectantes, sobretodo mi dios griego
y eso me ponía muy, muy nerviosa. La caja parecía que se movía, me estaba
volviendo loca y seguro era producto de mis nervios. Lo terminé de abrir y lo
que había no me lo esperaba ni en mis mejores sueños...
Era,
era un precioso perro, pero no un perro cualquiera, era un labrador, de color
canela, pero tenía más blanco que canela, era perfecto. Sus ojitos eran azules,
todo un peluche. Lo abracé y éste me lamió toda la cara.
Ese
perro lo había querido toda mi vida, era un perro fiel y obediente, era mi
perro favorito.
El
perrito traía un fino lacito color rosa, por lo que supuse era una hembra, era
perfecta.
-Espero
que te guste- susurró mi dios griego a mis espaldas. Yo me giré y la sonrisa
que tenía en su cara no tenía precio. Me acerqué a él y le di un abrazo de
ensueño, no importaba las caras largas que tendría Tanya en este momento.
-Gracias
Edward, sabes que siempre lo quise tener- le dije besándole muy cerca de sus
labios, lo que quería en este mismo instante era comérmelo a besos, lo amaba
con todo mi ser.
-Edward
no te acerques a ese saco de purgas- dijo una Tanya bastante enfadada.
-Purgas
tendrás tú, o más bien ¿piojos?- le dije mirándola con mucho odio- Más vale que
te quedes calladita, así estás más guapa, aunque ni así...-Toda la sala se
quedó en un silencio sepulcral, nadie me había visto así nunca, estaba fuera de
mis casillas.
-¿Quién
mierda te crees que eres tú?- dijo Tanya levantándose hacia a mí- No eres más
que la típica solterona que no es capaz de atrapar a ningún hombre- dijo muy
cerca de mí y mi lindo perrito comenzó a ladrarle y yo si hubiera sido un perro
también lo hubiera hecho, estaba a punto de contestarle cuando Esme me
interrumpió.
-Tanya
te suplico, no, te exijo que cuides ese lenguaje o te tendrás que irte por
donde has venido, no consiento esa falta de respeto en mi casa y que sepas que
Bella pertenece más a esta familia que tú- dijo Esme muy, muy enfadada. Todos
nos quedamos con la boca abierta- Y si, tienes razón, Bella no atrapa a los
hombres, si está con una persona es porque la ama, a diferencia de ti, que sólo
te interesa lo material- cuando hubo terminado se sentó de nuevo.
Todos
miramos a la dulce madre que jamás se había puesto de esa manera…
Madre
mía…
-Mamá
esto es para ti- dijo Alice para aligerar el ambiente tan tenso que había.
-Gracias
hija- dijo Esme como si no hubiera pasado nada. Esme obtuvo un viaje para
aprender más de su carrera de decoración, el viaje que siempre soñó, pero que
no pudo hacer antes ya que sus hijos eran muy pequeños.
Luego
le tocó el turno a Rosalie, fue obsequiada con un precioso MBV. Hicimos el
mismo recorrido que con el hummer de Emmett, éste a diferencia era de un color
azul brillante con reflejos dorados, una pasada y el lazo era de un color rojo
precioso. Hubo otra ronda de besos por parte de Emmett y Rosalie. Yo y Emmett
habíamos ido al concesionario para anular el pedido que había hecho Rosalie,
pues el suyo ya no iba demasiado bien, además los Cullen cambiaban de coches a
los cinco años como mucho. Lo encargamos nosotros y aquí estaba, en todo su
esplendor.
-Hermanito,
tu turno- dijo Alice a Edward. Abrió el primer regalo, que sospechosamente era
el mío y me miró con mucha ternura. Se levantó y se acercó hasta mí para coger
mi mano y levantarme sin ningún esfuerzo, con mucho cuidado de no aplastar al
perrito y me abrazó fuertemente.
-Gracias,
es lo que siempre quise- me murmuró en mi oído muy bajito. Su regalo consistía
en ser doble, era una agenda personalizada con su nombre y sus apellidos
exquisitamente grabados en oro en medio de la portada, encima se encontraba la
insignia Cullen y debajo de su nombre y sus apellidos había una foto nuestra de
la boda de Alice, donde los dos salíamos muy bien. El otro era una libreta muy
fina, exquisitamente fina donde estaban todas sus partituras, las que tocaba
desde pequeño hasta ahora, me había costado mucho pero era lo que realmente
quería para él- Mi otro regalo te lo daré en su tiempo, ahora mismo no puedo-
me dijo abrazándome más fuerte aún, ¿Qué sería?
-Edward,
es preciosa- dijo Alice viendo la agenda que le había regalado- Se nota que
Bella tiene un gusto exquisito.
-Lo
sé- dijo Edward deshaciendo el abrazo y sonriéndome con mucho, mucho amor.
Edward
también obtuvo, aparte de toda la ropa y los perfumes, un magnífico reloj,
donde tenía sus iniciales en las manillas, la manilla de las horas ponía una
estilizada “E” y en las manillas de los minutos una “C”, y lo que
verdaderamente me llamó la atención fue la pequeña “B” que se encontraba en la
de los segundos... esto era muy extraño, lo miré y el tenía la misma cara, era
el regalo de Alice, así que la miré y ésta me guiñó un ojo, ahí supe que esa
“B” era mi inicial...
-¿Qué
es eso? ¿Una “B”?- dijo Tanya muy molesta.
-No,
es una manilla Tanya- dijo Edward con poco disimulo, ya parecía que le daba
igual todo. Era lo que verdaderamente quería, que él estuviera conmigo a todas
horas pero no podía ser egoísta, no por ese bebé...
-Tanya,
tu turno- Alice no se molestó si quiera en acercárselo, Tanya tuvo que andar
hasta Alice, que tenía su regalo en sus manos.
No
me percaté de la situación porque estaba muy entretenida con Edward tocando al
perrito.
-¿Cómo
te gustaría que se llamase?- dijo Edward muy contento acariciándolo con
dulzura, era tan perfecto.
-Que
tal, ¿Yuna? Siempre me gustó ese nombre- le dije mirándole a los ojos.
-Es
perfecto- me dijo acercándose a mí peligrosamente, pero nuestra burbuja explotó
cuando un grito viajó por toda la habitación...
-¿Qué
te crees que soy una vaca?- dijo Tanya como una energúmena, estaba fuera de sí.
-Tanya,
¿te has mirado? Estás gordísima- cuando Edward y yo escuchamos esto de la boca
de Alice, no pudimos más que reírnos disimuladamente, Tanya se percató y de
nuevo me atacó con sus sucias palabras.
-¿De
qué te ríes tú?
-No
te interesa, ¿qué pasa? ¿Qué estás acostumbrada a que te contesten siempre?
Pues eso conmigo se acabó- le dije dándole a Yuna a Edward y levantándome a su
altura- No quiero montar una escena en esta casa, nunca lo he hecho y esta vez
no va a ser diferente, así que te propongo algo, olvídate de mí y pasa de mí o
saldrás perdiendo.
-¿Me
estás amenazando?- a esta altura todos nos miraban como en un partido de tenis,
de ella a mí y de mí a ella.
-Tómatelo
como quieras y si te regalan algo y no te gusta, pues te callas y punto, no lo
digas, aunque con tu educación eso es imposible.
-No
te aguanto más Bella Swan, eres una odiosa, a la que todos quieren por su
amabilidad y su dulzura y no eres más que una puta que quiere robar los hombres
de las demás, si, porque tú lo único que quieres es quitarme a Edward y déjame
decirte que nunca lo tendrás, no lo tendrás jamás, Edward es mío y eso tú...-
no pude escuchar nada más, la vista se me nublo y lo vi todo negro y sentí unos
fuertes brazos alrededor de mi cintura…
Edward pov.
Estaba
feliz por la magnífica noche que estábamos teniendo. Me había encantado que
Bella aceptase a la perrita, era preciosa, era digna de tener a una dueña igual
de preciosa que ella. Cuando la vi en el escaparate no me pude resistir y al
compré. Recordé que Bella siempre había querido tener un perrito de esos y a mi
me encantaba la idea, además tenía espacio suficiente como para tenerla bien
cuidada.
El
hombre de la tienda me había hecho un favor, a cambio de dinero, claro está,
por cuidármela especialmente hasta el día de hoy y traérmela a casa de mis
padres, le había pagado bastante para eso y para más, menos mal que Bella no se
había dado cuenta de nada. Tan sólo tenía 20 días, todavía había que darle el
biberón, sabía que Bella le encantaría eso.
Los
dos regalos que ella me había hecho eran perfectos, eran personalizados y lo
que siempre quise tener, no lo había comprado porque quería que me lo regalase
la persona correcta y hoy eso se había hecho realidad. Estaba muy feliz, el
hombre más feliz de todo el universo, aunque el pequeño percance de Tanya lo
había arruinado un poco, tendría que pedirle disculpas a mi mamá después.
Estaba
tocando a la perrita dulcemente y Bella me decía lo bonita que era y que se
llamaría Yuna cuando un grito, provocado por Tanya, explotó la burbuja en la
que nos encontrábamos mi Bella y yo, escuchamos un “estás gordísima” por parte
de Alice y no pudimos más que reírnos, era la pura verdad, estaba bastante más
gorda que la última vez y el trasero era increíble...
-¿De
qué te ríes tú?- dijo Tanya muy provocadoramente.
-No
te interesa, ¿qué pasa? ¿Qué estás acostumbrada a que te contesten siempre?
Pues eso conmigo se acabó- dijo Bella dándome a Yuna y levantándose a la altura
de Tanya- No quiero montar una escena en esta casa, nunca lo he hecho y esta
vez no va a ser diferente, así que te propongo algo, olvídate de mí y pasa de
mí o saldrás perdiendo- Bella tan educada como siempre, es que Tanya era
insoportable, sacaba lo peor de ti, pero esto no lo iba a permitir por más
tiempo. Tanya se me adelantó
-¿Me
estás amenazando?- dijo y ya me había cansado de su grosería, le di a Yuna a
Rosalie que estaba encantada de cogerla y me levanté.
-Tómatelo
como quieras y si te regalan algo y no te gusta, pues te callas y punto, no lo
digas, aunque con tu educación eso es imposible.
-No
te aguanto más Bella Swan, eres una odiosa, a la que todos quieren por su
amabilidad y su dulzura y no eres más que una puta que quiere robar los hombres
de las demás, si, porque tú lo único que quieres es quitarme a Edward y déjame
decirte que nunca lo tendrás, no lo tendrás jamás, Edward es mío y eso tú...-
en ese momento Bella se fue cayendo lentamente hacia delante, se iba a golpear
la cabeza y enseguida la cogí por su cintura, estaba muy pálida y me estaba
asustando, ¿qué le pasaba?
-Papá,
trae tu maletín- le dije a mi padre sin apartar la vista de mi amor- Mamá trae
el alcohol, rápido- le dije desabrochando los primeros botones de la camisa de
Bella.
-¿Qué
le pasa? ¿Está muerta? Oh, pobrecita- dijo con una ironía desconocida para mí y
yo no pude aguantarlo más.
-Tanya
Denali, te irás de esta casa y no volverás más, no te aguanto más, ¡vete de una
puta vez!- le dije muy enfadado- Toma, esto es lo que vales- le dije soltando
un par de billetes.
-Me
las pagarás Edward Cullen, me las pagarás- dijo cuando Jasper la empujó
disimuladamente hacia la puerta principal.
Mi
padre vino enseguida con su maletín y mi madre con el alcohol.
Bella
fue despertando lentamente gracias al olor tan fuerte del alcohol y comencé a
tomarle las pulsaciones de su corazón.
-Mi
amor, ¿estás bien?- le dije muy preocupado, no me gustaba nada este desmayo...
-S...
si- dijo un poco desorientada- ¿Qué me ha pasado?- dijo mirando a todas partes.
-Te
has desmayado, tranquila, estás bien- le dije escuchando los latidos de su
dulce corazón, estaba un poco nerviosa pero era producto del desmayo.
Le
ayudé a que se reincorporara y la llevé hasta el sofá, sentándola suavemente.
Me puse detrás del sofá para tomarle las pulsaciones esta vez por la espalda,
era lo más efectivo y rápido. Mi hermana Alice ayudó a subirle su camiseta y un
escalofrío le recorrió todo el cuerpo, producto seguro por su piel expuesta.
Tomé de nuevo sus pulsaciones y éstas se iban normalizando con el paso de los
minutos.
-Estás
bien mi vida, ¿te has notado rara estos días?
-Aparte
del enorme resfriado, no, todo normal, mucho cansancio y hoy si he vomitado por
la mañana- dijo muy despacio y recuperando el color de sus sonrosadas mejillas.
-Mañana
te haré unos análisis, ese resfriado ha podido dejar algún rastro en tu
organismo- le dije poniendo mis labios en su frente. Ella me cogió de la camisa
y me acercó a ella.
-No
sabes lo sexy que te ves en tu papel de médico- me dijo relamiéndose los labios
de una forma sexy. Eso provocó en mí una sonrisa involuntaria, no podía ni
imaginarse la tentación que era para mí, ya estaba bien, ya era mi Bella otra
vez.
-Hermanito
nosotros nos vamos ya, Bella mejórate cariño- dijo Alice besándole las mejillas
a Bella.
-Adiós
chicos, Bella mañana te llamaremos- dijo Jasper cogiendo a su mujer por la
cintura y dirigiéndose hacia la puerta.
Cuando
me hube asegurado a la perfección que Bella podía mantenerse en pie, nos
despedimos de mis padres y de Emmett y Rosalie, que esta noche se quedarían a
dormir aquí.
Nos
dirigimos hacia la puerta y nos encaminamos hacia la fría noche. Yo abrazaba a
Bella fuertemente para evitar que el frío la traspasase y enseguida abrí la
puerta del copiloto para que entrara en el coche calentito, le había mandado a
Emmett que encendiera la calefacción del coche. Yo me monté rápidamente y
agarré la mano izquierda de Bella y la besé, luego la pose en mi muslo y la
acariciaba mientras ponía el coche en modo automático. Ahora toda mi atención
sería para Bella.
-Mi
vida, ¿te has estado tomando los medicamentos?
-Si,
si no, estaría fatal- dijo muy segura y de pronto su cara mostró preocupación.
-¿Qué
te pasa?
-Edward
creo que se me ha olvidado la pastilla anticonceptiva...- me dijo abriendo los
ojos mucho mostrando preocupación.
-No
te preocupes, tienes 12 horas mi amor- le dije besando el dorso de su suave
mano.
-Ese
es el problema, que han pasado 12 horas- me dijo mirándome intensamente y por
primera vez sonreí ante esa noticia.
¿Qué
pasaría si Bella y yo...? No, sería demasiada suerte para mí.
-¿Por
qué sonríes? Deberías estar preocupado como yo, ¿no te das cuenta lo que puede
pasar?- me dijo con cara de sorpresa.
-Porque
sería estupendo- le dije aparcando en el aparcamiento subterráneo de nuestro
bloque.
-¿Estupendo?
No entiendo nada- dijo muy, muy sorprendida.
-Si,
vamos, tienes que tomártela, ¿no?- le dije disimulando, no quería decírselo y
que Bella se asustara, pues no llevábamos ni 3 meses con nuestra más o menos
relación, aunque nos conocíamos de toda la vida y yo sabía que era la mujer de
mi vida, siempre lo supe.
Nos
encaminamos hacia el ascensor y subimos hacia su ático.
-¿Te
quedarás, verdad?- me dijo cuando yo abrí su puerta con la llave que me había
dado Bella hacia unas semanas.
-Claro
que si mi amor, no podría estar separado de ti ni una noche más- le dije
besándole suavemente en los labios y cerrando la puerta.
-Voy
a tomarme eso cariño, enseguida vuelvo, ¿te apetece una ducha caliente?- me
dijo desabrochándose el botón de su pantalón y subiendo su camisa hasta la
altura de sus pechos, dejando expuesta toda la piel de su abdomen,
maravillándome con tan preciosa piel de crema y ese pendiente que me volvía
loco.
-No
puedes hacer eso delante de mí- le dije acercándome a ella como una fiera
acecha a su presa, ella sólo pudo reír cuando la cogí en brazos, era muy
hermosa, era mi mujer y siempre lo sería, nos pertenecíamos el uno al otro y me
encaminé con mi princesa hacia el baño, sería una noche maravillosa, con una
mujer perfecta y el amor que nos profesábamos ambos, todo era estupendo.
La
amaba.
La
quería con todo mi ser.
Ya
lo tenía claro...
Me
quedaría con Bella para siempre, dejaría a la zorra de Tanya y saldría de mi
vida para siempre.
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