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Capítulo 15: Impregnada de ti
Bella pov.
Estaba dormida y de repente sentí suaves besos húmedos en mi espalda y
caricias muy suaves en mis piernas...
Edward...
Una sonrisa involuntaria se posó en mis labios, era increíble...
La noche había sido increíble...
-Buenos días, preciosa- me susurró en mi oído y me giré, pues estaba boca
abajo y le besé en los labios con ternura.
-Hola mi vida- le dije sonriéndole y él me dedicó una sonrisa torcida, mi
favorita.
-Vamos- me dijo destapándome con ternura- Tu desayuno te espera.
-Edward, ¿me puedes traer galletas?- le dije mirándolo fijamente.
-¿Galletas?- dijo sonriéndome con una ceja alzada- ¿Es tu primer antojo?-
me dijo ensanchando aún más su sonrisa.
-No- le dije sonriéndole- Es un consejo de tu mamá- posé mi dedo en su
fuerte pecho y le sonreí aún más.
-¿De mi mamá?
-Si, al parecer las náuseas matutinas también las tenía Esme, por supuesto
sólo en tu embarazo- le dije recordándole en broma.
-Bueno... al parecer mi hijo va a tener más parecido en mí que en ti- me dijo
besándome mi frente.
-Eso espero, quiero que sea igualito a ti- le dije sinceramente cogiéndole
por el cuello para besarle esos labios que me volvían loca...
-No, quiero que tenga tus mismos ojos, son preciosos- me dijo devolviéndome
el beso- y tu pelo- me volvió a besar y se levantó- Ahora te traigo las
galletas- me dijo guiñándome y yo le saqué la lengua, él sonrió.
Miré mi reloj de muñeca que descansaba en la mesita de noche y eran las 11
de la mañana... Dios y yo tenía una reunión esta tarde... Gemí por lo bajo...
-¿Qué te pasa mi amor?- dijo Edward con un paquete de galletas en las
manos, se acercó a mí y me las tendió.
-Tengo una importantísima reunión...- le dije cogiendo las galletas y me
comí una.
-Bueno... yo tengo turno compartido, hoy entro a las 12 y salgo a las 8 de
la tarde- me dijo abrazándome, sintiendo todo su calor...
-Te amo- le dije sin previo aviso y él me estrechó más fuertemente en sus
brazos, quedando él detrás de mí, cogiéndome por la cintura, mientras yo me
comía las galletas.
Mágicamente las náuseas no volvieron y sonreí feliz, tenía que
agradecérselo a Esme.
Desayunamos los dos juntos rápidamente, pues Edward tenía que estar en una
hora en el hospital y tenía que dejarme en casa aún.
Había de todo en la mesa, desde zumo de naranja, café, té hasta frutas,
tostadas... De todo.
-Gracias, mi vida- me dije levantándome y poniendo mis brazos alrededor de
su cuello- Me haces la mujer más feliz del mundo- nos fundimos en un precioso
beso y nos fuimos a la habitación para vestirnos.
Me estaba poniendo el picardías y opté por ponerme sólo la parte de abajo,
total... el vestido haría que mis altos pechos estuvieran perfectos.
-No te imaginas lo bien que te queda eso- dijo Edward mirándome con mucha
intensidad y apuntando a mi ropa interior.
-Tú eres el que no sabes lo buenísimo que estás, Doctor Cullen- le dije
avanzando hacia él y le sonreí pícaramente, a lo que él me cogió por la cintura
y me besó apasionadamente. Después de una nueva ronda de besos, terminamos
totalmente de vestirnos, por supuesto Edward me ayudó a abrochar los pequeños
botones del vestido.
Mi mirada se dirigió al jacuzzi, desde mi posición lo podía ver
perfectamente y todas las maravillosas sensaciones y emociones que sentí anoche
vinieron de golpe...
Había sido todo perfecto...
-Te amo- susurró Edward posando sus manos en mi vientre.
-Yo te amo más- me volví y le sonreí.
No besamos y poco tiempo después salimos de la suite, si porque era una
suite, era elegante, mágica y enorme... Le habría costado una gran cantidad de
dinero... y yo no quería eso...
-Edward no quiero que te gastes tanto dinero en mí- le dije haciendo un
puchero, pero estaba seria.
-Mi amor no digas tonterías- dijo poniéndome el abrigo encima del fino
vestido- Vas a ser mi mujer y no quiero reproches, eres lo más importante de mi
vida- me dijo dándome un beso en la frente- ¿Vamos?- me cogió la mano y nos
encaminamos hacia la recepción del hotel.
Edward se extrañó al no tener que pagar nada y la chica sólo le contestó...
-Es un regalo de bodas adelantado- dijo muy simpática mirando a Edward con
adoración...
-¿Me puede decir de quién se trata?
-Por supuesto- dijo mirándole coquetamente y yo me estaba cansando de todo
este jueguito...- Se trata del señor Hale, Jasper Hale- dijo rozándole la mano
disimuladamente y Edward la apartó enseguida.
-Quizás debería demostrar más educación señorita- le dije con un mal
carácter, nunca antes visto en mí... Edward me miró sorprendido y a la vez
sonriente...
-Demuestro toda la educación que puedo señorita...- dejó inconclusa la frase
al no sabes mi apellido.
-Señorita Swan y próximamente señora de Cullen- le dije con una sonrisa de
victoria en mi rostro- No debería mostrar ese afecto hacia los hombres
prometidos o casados o se meterá en un buen lío, gracias- le dije cogiendo a
Edward de la mano y le sonreí triunfal, él me besó en la mejilla.
-Te ves muy sexy cuando estás celosa- me susurró cogiéndome por la cintura
con fuerza, pero delicadamente.
-Ya te gustaría que estuviera celosa Cullen- le dije con mi mejor voz convincente...
-¿A no? Pues quizás debería ir de nuevo a la recepción, para que me sugiera
un buen restaurante... no sé... quizás quiera acompañarme...- me dijo
buscándome y lo consiguió...
-EDWARD ANTHONY MASEN CULLEN- le dije apuntando con mi dedo en su pecho- NO
VUELVAS A JUGAR CON EL CARÁCTER DE UNA MUJER EMBARAZADA- salí al frío día y
Edward enseguida me cogió por la cintura.
-No te enfades tonta, sabes que me encanta que te pongas celosa y por
supuesto defiendas lo que es tuyo- me besó el tope de la cabeza- Además soy yo
el que tiene que tener cuidado con una mujer como tú, eres hermosa- me giró
hacia él y me dio un beso de película, de esos que no se olvidan... Aunque
sinceramente... no creía poder olvidar ninguno de ellos.
Nos encaminamos hacia el mozo que tenía las llaves del coche de Edward y me
miró sin ningún pudor...
-Señorita...- susurró mirándole de arriba abajo- Es pre...- no pude
terminar, Edward me cogió posesivamente del brazo y me besó de nuevo, dejando
al pobre chico con la boca abierta...
-¿Decía?- dijo Edward sonriéndole triunfante, igual que yo hace unos
momentos...
-Na... nada- dijo alejándose de nosotros, totalmente desconcertado...
-Te ves terriblemente bueno cuando estás celoso- le besé en la comisura de
los labios, jugando con él...- Tus músculos se tensan- le dije tocando sus
brazos- al igual que tu perfecta mandíbula...- le dije besando su mandíbula y
su cuello. Él gimió bajo en mi oído y me volvió loca...
-Está jugando con un hombre que te desea a todas horas, señorita Swan- me
dijo cogiéndome por la cintura para darme otro beso en los labios, esta vez
adentró su lengua en mi boca sin ningún aviso y eso me encantó.
Al instante, se separó de mí, a sabiendas que yo estaba insatisfecha, que
quería más de él y me ayudó a subir al coche. Él se subió enseguida y me miró
pícaramente.
-No juegues con las sensaciones de una mujer embarazada doctor Cullen,
usted mejor que nadie debería saber que eso no le conviene- le dije imitando
enfado y él cogió mi mano y la besó con ternura.
Nos dirigimos hacia casa, nuestra casa, si porque ya era nuestra... y cómo
me gustaba eso...
Llegamos y subimos hacia nuestra casa.
-Yuna, ¿qué tal cariño?
-Mi vida estaré aquí sobre las ocho y media de la tarde- dijo mientras
cogía el maletín- Me rompe el alma dejarte aquí sola princesa- me dijo soltando
el maletín y me estrechó en sus brazos.
-No te preocupes cariño, aquí esta Yuna para hacerme compañía- le dije
cogiendo a nuestra perrita- Ahora me ducharé y después comeré- le dije
besándole.
-Mmmmm, cómo me gustaría estar contigo en esa ducha- me besó más
apasionadamente y Yuna le ladró, yo sólo pude reírme de él...- No te rías de mí
Isabella Marie Swan- dijo cogiendo a Yuna- ¿Y a ti qué te pasa celosilla?- dijo
acariciándole tiernamente y yo rodé los ojos...
-Si Yuna, al parecer el doctor cañón
está muy subidito... todas estamos celosas por él...- dije en broma y él me
sonrió torcidamente.
-Ahora enserio mi amor, no quiero dejarte aquí...- dijo soltando a Yuna
para abrazarme tiernamente.
-No te preocupes mi amor, además tengo que estar en la oficina a las cuatro
de la tarde, no estaré mucho tiempo sola mi amor- le besé de nuevo y él me
respondió.
Nos despedimos tiernamente, con muchos besos, esperando a que el ascensor
subiese y aprovechamos para besarnos de nuevo.
-Preciosa si te encuentras mal, la más mínima molestia, llámame por favor-
me dijo preocupado.
-Edward estoy embarazada, no enferma- le dije sinceramente- De verdad no te
preocupes, estaré bien- le besé de nuevo y él me correspondió rápidamente, pues
el ascensor había llegado y si no se iba ya, llegaría tarde.
Cuando vi que las puertas del ascensor se cerraron, fue cuando entré en
casa y Yuna me esperaba sentada con su rabito moviéndose...
-¿Tienes hambre verdad mi amor?- le dije con ternura y ella vino hasta mí y
se posó sus dos patitas en mis pies para que la cogiese y así lo hice.
Me encaminé con ella hacia la cocina y sólo había un pis... era
alucinante... si sólo era un cachorro... sinceramente me extrañaba lo mucho que
había aprendido en estos días...
La dejé en el suelo para limpiar el pis que había justo debajo de la mesa y
le puse de comer en su cuenco de princesa...
-Toma mi amor- le dije acariciándola y ella se comió todo el cuenco en un
santiamén. Yo la miré extrañada y ella me lamió la mano- Hoy te mereces un
premio, ahora te sacaré y después iremos a comprarte chuches- le besé en tope
de la cabeza y le puse la correa, ni siquiera me cambié de ropa, pensaba que
con el embarazo, los tacones me cansarían, pero de momento estaba
perfectamente.
Cogí de nuevo mi abrigo y me lo puse, sintiendo toda la fragancia de mi
Dios griego y la olí aspirando intensamente y Yuna me dedicó una mirada
divertida.
-¿Qué pasa? Tu amo huele delicioso- le dije poniéndome el abrigo y cogiendo
las llaves que estaban en mi bolso.
Salimos y estuve como veinte minutos paseando con Yuna, hacía bastante
frío, así que decidí que aparte de comprar chuches, también le compraría un
jersey para que no pasara frío.
Yuna le ladraba a todos los pájaros que volaban o que estaban posados
tranquilamente en los árboles y yo no pude más que reírme.
Volvimos a casa y Yuna enseguida se acostó en su camita.
Yo me dirigí hacia mi despacho quitándome los zapatos en cuánto pisé la
alfombra y saqué todos los documentos que necesitaba para la reunión de hoy.
Los ojeé un par de veces y ya estaba lista para mi baño caliente y relajante...
Estuve como una hora, recordando por supuesto a mi Dios griego y decidí
llamarle antes de salirme de la caliente agua...
-Hola, mi vida- le dije pasando la espuma por mis piernas...
-Princesa, ¿te pasa algo?- me
dijo asustado y yo enseguida lo tranquilicé.
-No mi amor, no me pasa nada, es que te hecho mucho de menos...
-Y yo a ti preciosa, ¿qué estás
haciendo?
-Ahora mismo estoy en la bañera, con el agua caliente hasta el cuello- le
dije con una sonrisa.
-Mmmm, ¿por qué me haces esto?
-¿El qué?- le dije disimuladamente... me encantaba cuando lo provocaba, era
algo tan erótico...
-Tú lo sabes mejor que yo...-
dijo sintiendo cómo cerraba la puerta de lo que supuse era la puerta de la
consulta- No deberías estar jugando con
un hombre que está a tan sólo veinte minutos de ti...- dijo sintiendo cómo
se sentaba, por el ruido que hizo su pantalón con la piel del sillón...
-¿Jugando? Créeme, es lo que más quiero hacer en este instante- le dije
cerrando los ojos, recordando los placeres que me daba mi Dios griego de ojos
verdes.
-Bella...- se escuchó un gemido
por el otro lado y yo sonreí feliz, era mi objetivo, ponerlo al límite y no me
importaba quién estuviera esperando, ahora era una necesidad... que anhelaba, o
más bien necesitaba en este mismo momento...
-Quiero que me toques, que me hagas tuya hasta perder el conocimiento...-
le dije bajando mi mano izquierda hacia mi centro y lo masajeé con suavidad. Yo
instantáneamente cerré los ojos y gemí de placer.
-Bella, ¿qu... qué estás ha...
haciendo?- dijo loco por saber y yo de nuevo sonreí.
-Estoy tocándome, pero no se parece en nada a como me tocas tú...- le dije
con mi voz cargada de placer y él gimió más audiblemente...
-Dios... eres un pecado mortal
Isabella Marie Swan- me dijo con voz ronca, estaba excitándose...- Quiero que introduzcas un dedo en tu cavidad
y me digas lo mucho que te gusta- dijo con la mayor fuerza de voluntad del
mundo, sabía que se estaba resistiendo a venir y hacerme el amor, pero tenía
que trabajar y eso era primordial, aunque no descartaba la posibilidad de que
viniese en un descanso...
Le hice caso y mi dedo se introdujo en mi cavidad, llenándome de muchas
sensaciones, pero ninguna igual a las que sentía cuando Edward me tocaba... Aún
así gemí audiblemente.
-Eso es mi vida...- dijo
roncamente- Imagina que soy yo el que
está encima de ti, besando tu dulce cuello y susurrándote lo preciosa que eres
y lo que me gusta que te estremezcas cuando mi cálido aliento entra en tu
oído...
Dios... pronto llegaría y él lo sabía de sobra...
-Edward estoy a pun...- dije bombeando más fuertemente que antes...
-Lo sé mi vida- hizo una pausa y
sólo se escuchaban mis audibles gemidos...- Introduce
otro dedo- dijo desesperadamente y yo lo hice.
Mis gemidos ya eran incontrolados y mi cuerpo me pedía desesperadamente su
liberación...
-¡¡Edward!!- gemí bombeando más fuerte, como si eso fuera posible...
-Dios... Bella... tu cuerpo es
exquisito sudando y temblando debajo del mío...- dijo con voz entrecortada.
Y llegué... llegué al clímax, tocando el paraíso con la punta de mis
dedos...
-¡¡EDWARD!!- gemí incontroladamente y escuché otro gemido por el otro lado
del móvil.
-Bella...- fue lo último que
escuché antes de recomponerme....
Estaba echa un desastre, mi pelo cogido en un moño improvisado para que no
se mojase, estaba completamente mojado y lleno de espuma... Mi cara ardía y mi cuerpo
estaba lacio...
-Ha sido... no tengo palabras- le dije escuchando mi voz distorsionada...
-FASCINANTE- dijo muy seguro y mi
mente se conectó en ese mismo instante, mirando el reloj, dándome cuenta que
tan sólo tenía una hora para comer, vestirme, maquillarme y sacar a Yuna...
-Mi vida tengo que salir del baño- le dije quitando el tapón de la bañera-
Tengo que hacer la comida, comer, vestirme, arreglarme y sin olvidar el paseo
de Yuna.
-Te amo y estoy deseando verte,
princesa- me dijo seguro con una sonrisa.
-Y yo a ti, te violaré en cuanto te vea entrar por la puerta- le dije con
una sonrisa.
-Eso espero, te amo, ten mucho
cuidado, adiós preciosa- me dijo y yo le dije un “te amo” de nuevo y
colgué.
Dios... este hombre era la tentación en carne... Había sido fabuloso, había
sido mi primera experiencia sexual por teléfono...
Con esos pensamientos me enjuagué completamente, después de lavarme el pelo
con mi champú de fresas. Salí envuelta en una toalla y Yuna me esperaba en la
puerta moviendo su pequeño rabito.
-¿Qué tal princesa?- le acaricié en la cabecita y cogí mi ropa interior del
cajón de la cómoda.
Me lo puse y me restregué el pelo con la toalla para secármelo un poco. Me
dirigí nuevamente al cuarto de baño y me sequé el pelo rápidamente, aún tenía
que hacer la comida y comer por supuesto. Mi estómago estaba rugiendo
audiblemente e imaginé que mi bebé tendría hambre, mi mano izquierda se posó en
mi vientre y la imagen que me dio el espejo me hizo llorar...
Estaba radiante... parecía que estaba más guapa que antes y un brillo
especial estaba en mis ojos...
Salí con nostalgia del baño, con el precioso vestido en mi mano y en la
otra tenía el sexy picardías... Colgué el vestido en el armario y me puse una
bata de seda preciosa, color melocotón, igualando con mi conjunto de ropa
interior. Me dirigí hacia el lavadero para poner el picardías a lavar y me puse
a hacer la comida.
Tenía muchísimas ganas de pasta y no lo dudé en ningún instante, hoy
comería unos deliciosos espaguetis a la carbonara.
Tardé como veinte minutos en hacer la salsa y cocer los espaguetis y me
puse a comer rápidamente. Estaba delicioso y puse el plato, el vaso y los
cubiertos en el lavavajillas y me dirigí de nuevo a mi habitación para vestirme
y maquillarme. Miré el reloj y ya ¡eran las tres y media! Y, ¡¡tenía la reunión
a las cuatro!!
Me vestí enseguida con el conjunto que llevaba cuando me reencontré con
Edward, el de la falda de tubo y la camisa metida dentro de la falda y me
encaminé hacia el baño para maquillarme muy suavemente.
Cogí a Yuna y le besé en la cabecita.
-Yuna, vamos o llegaré tarde...- cogí su correa y se la puse en el
ascensor.
Cinco minutos después ya estaba Yuna descansando en su camita y yo saliendo
por la puerta en dirección a mi preciado bebé. Me monté en él y me dirigí hacia
la oficina.
Llegué con prisa y mi secretaria ya estaba con papeles hasta arriba, tanto
que no se le veía casi la cara, persiguiéndome hasta entrar a mi despacho.
-Bella tu proyecto está imprimido aquí, totalmente ordenado y completo,
está listo para la reunión- me dijo con una sonrisa cansada, se notaba que
había trabajado bastante.
-Ángela, muchas gracias- le dije mirándola a los ojos con sinceridad- Te
puedes ir a casa, has trabajo duramente y te lo mereces- le dije con una
sonrisa.
-Pero señorita Bella, usted me necesita par...- no la dejé terminar.
-Nada de eso, me encargaré yo sola de esos peces gordos- le dije guiñándole
y señalando para arriba, donde se encontraba la sala de reuniones.
-Gracias señorita Bella.
-Dime sólo Bella- le dije dándole más papeles- Tan sólo quiero que dejes
esto en el despacho de Newton antes de irte y después podrás descansar. Ella
asintió y se fue de mi despacho, no sin antes desearme suerte... y, ¡claro que
la necesitaba!
La verdad yo era un “hacha” en las reuniones, pero la de hoy me preocupaba,
había que convencer a muchísimas personas importantes, porque aunque fuera la
vicepresidenta de la empresa, mi jefe era mi jefe y no podía defraudarle.
Cogí todo lo necesario para la reunión y me dirigí hacia el ascensor para
subir a la décima planta, sí, porque yo estaba en la novena planta, con unas
vistas preciosas del mar y los rascacielos que parecían vacilar ante tu
mirada...
La reunión duró como unas cuatro horas y yo estaba exhausta... estaba
realmente agotada y me toqué el vientre, dándome fuerzas para que mi bebé se
sintiera orgulloso de su madre.
-Señorita Swan- dijo un hombre canoso de unos cincuenta años.
-Dígame- le sonreí sinceramente, me había caído estupendamente este hombre.
-Aceptamos vuestra proposición, se ve una chica competente y luchadora y es
justo lo que necesitamos para este proyecto.
-Gracias señor Andrew, no se arrepentirá- le dije levantándome y
estrechándole la mano a aquel hombre.
Media hora más tarde, estaba en mi despacho ordenando todos los papeles de
la reunión y de los próximos proyectos que teníamos, la verdad que esta empresa
estaba pasando por su mejor momento, era nueva, a penas tenía cinco años, pero
había subido su fama como una nube y cuando vi el puesto, justo cuando salí de
la facultad, no lo dudé ni un instante e hice la entrevista de trabajo, por
supuesto me la hizo Eleazar y desde ahí no nos separamos jamás.
-Bella, enhorabuena- dijo Eleazar entrando en mi despacho, la puerta estaba
abierta y cuando la tenía así era porque no estaba ocupada.
-Gracias, Eleazar- le sonreí y le respondí el abrazo que me dio.
-Sabía desde el primer momento que aceptarían, el encanto Swan es
irresistible- me dijo sonriéndome dulcemente y yo le sonreí igualmente- ¿Qué te
pasa? Te ves... radiante- me dijo mirándome de arriba abajo.
Tenía que decírselo, nunca nos habíamos ocultado nada y era uno de mis
mejores amigos.
-Estoy embarazada- le dije sin más y abrió la boca tanto que pensé que
daría con el suelo.
-¿D... de verdad?- dijo con una ceja alzada.
-Si.
-Oh, enhorabuena Bells- me dijo abrazándome de nuevo y yo se lo devolví
gustosa con una sonrisa- ¿Quién es el afortunado?
-Edward- le dije con orgullo y él me miró con cara de ¿me he perdido
bastante no?
Eleazar sabía toda mi vida, incluyendo a Edward por supuesto y seguro que
estaba sorprendido, pero no extrañado.
-¿Edward?- dijo y yo asentí- Es maravilloso Bella, al fin os decidisteis,
la verdad erais unos cabezotas...
-Dios, tú también no, no te vayas a poner como Alice...- le dije recordando
a la enana- Las circunstancias de las vida se dieron así y no pudimos hacer
nada antes...
-Claro que si, pudisteis estar juntos y fuisteis unos cabezones, Alice
tenía toda la razón- por supuesto además de saber toda mi vida, también conocía
a Alice... y los dos se llevaban de maravilla- Pero bueno, da igual, lo
importante es ahora y que los dos estáis felices- dijo mirándome a los ojos- Te
dejo para que te vayas, Edward te debe estar esperando y haber si lo traes un
día por aquí...- me dijo coquetamente.
-Eleazar ni se te ocurra pensar e...
-Bells qué aburrida eres...- Si, Eleazar era gay...- Pero mira esto...-
dijo acercándose a mí de nuevo y cogió mi mano izquierda y mi anillo brilló por
la luz de la lámpara- Es precioso- dijo mirándolo más fijamente- Se ve que
tiene buen gusto, ¿No tiene un hermano que esté tan bueno como él?- me dijo con
una sonrisa y yo rodé los ojos... y de repente solté una carcajada recordando
al macho de Emmett...- ¿De qué te ríes?
-De nada, no creo que sea posible...- le dije restándole importancia con mi
mano derecha, Eleazar soltó mi otra mano y se dirigió a la puerta.
-Espero que te vaya bien Bells y ya sabes si te sientes mal o lo que sea,
te pides la baja en el momento, no te permito que esperes- dijo ahora serio,
igual que un jefe, lo que era...
-Si mi señor- le dije con un gracioso saludo militar y él me sonrió y desapareció
por el pasillo.
Yo suspiré agotada, ahora estaba realmente agotada y ahora quedaba la
“violación” de mi Dios griego... en ese momento mi cuerpo recobró energía extra
y me encaminé hacia mi coche, con el bolso en una mano y los papeles en la otra.
Edward pov.
Llegué al hospital con los recuerdos de esta noche impregnados en mi
cabeza, jamás de me olvidaría esta noche, la verdad que nunca olvidaría a
Bella...
Desde que la había conocido sabía que Bella y yo estábamos destinados para
estar juntos, era mi droga personal y no podía vivir sin ella...
Relamí mis labios, recordando el dulce caramelo de los suyos, aún sintiendo
su sabor en mi boca...
Saludé a mi secretaria y ésta por supuesto me saludó coquetamente, al final
tendría que darle la razón a mi futura mujer, qué bien sonaba eso, y a la
enana... Tendría que buscarme a otra secretaria, no quería que las hormonas de
Bella hicieran de nuevo de las suyas y se pelease con cualquier mujer vulgar
que me mirase más de la cuenta...
Aunque tenia que reconocer que se veía bastante sexy cuando estaba celosa y
algo dentro de mí se sentía orgulloso, pues eso era señal de que me quería.
Comencé mi larga mañana, había tenido pacientes de todo tipo, incluso a
niños pequeños, ya que mi especialidad era pediatría, pero nunca quise
desempeñar ese papel porque me recordaba a Bella y a mí cuando éramos niños...
pero ahora que iba a tener un hijo, lo había decidido, le daría la sorpresa a
Bella de que en realidad era especialista en niños y a ella le encantaría...
hablaría con papá para ello.
Llegó la hora del almuerzo y busqué a papá para que comiese conmigo.
-Adelante- de escuchó cuando golpeé la puerta del despacho de papá.
-Hola papá- le dije con una sonrisa y él enseguida se levantó y me abrazó
efusivamente.
-Hola hijo, ¿qué tal estás?- dijo poniendo su bata blanca en el perchero,
seguro listo para irse a comer.
-Muy bien papá, estoy... no tengo palabras para describir cómo me
siento...- dije recordando la noche tan mágica que había pasado con Bella, en
la que había aceptado ser mi esposa.
-Bella ha aceptado ser tu esposa, ¿verdad?- me dijo papá sabiendo la
respuesta.
-Si papá, estoy feliz- le dije abrazándolo de nuevo y él me estrechó aún
más en sus brazos, como cuando era pequeño.
-Me alegro por ti hijo, en realidad me alegro por lo dos, Bella es como mi
hija y la amamos de todo corazón- me dijo refiriéndose a toda la familia y yo
sonreí.
-Papá quiero que toda la familia esté lista a las ocho de la tarde para que
vayan a casa de Bella, bueno nuestra casa- sonreí y papá me sonrió también-
Quiero celebrar que Bella y yo vamos a casarnos.
-Claro que si hijo, tu madre está libre, Alice está de baja, aunque ya
sabes que no para quieta en ningún momento- yo sonreí más anchamente recordando
a la cabezota de mi hermanita...- Jasper... la verdad no lo sé y Emmett y
Rosalie podrán cogerse la tarde libre.
-Estupendo, ahora llamaré a Jasper para avisarle, pero papá hay algo que
quiero que hagas por mí- le dije recordando para lo que había venido en
realidad.
-Dime hijo.
-Quiero ejercer como pediatra- le dije con mi más sincera sonrisa.
-¿D...de verdad?- me dijo incrédulo, pues eran muchas las veces que me
había dicho que ejerciera con mi especialidad, hasta que le dije el motivo del
por qué me negaba, ya no había insistido más.
-Si papá, ahora que tengo a la mujer de mi vida a mi lado y que voy a tener
un hijo, ahora es el momento adecuado.
-Hijo qué alegría- me dijo sonriendo de felicidad y abrazándome
efusivamente.
Nos dirigimos a la cafetería, no sin antes llamar a Jasper para verificar
su presencia en la pequeña fiesta que haría esta tarde.
Comimos tranquilamente y aún así cuando miré mi reloj de muñeca tan sólo
eran las dos de la tarde, la verdad habíamos empezado a comer bastante
temprano, pues después tendríamos muchos pacientes que atender...
-Hijo ahora mandaré tu expediente para la unidad general de pediatría y
mañana mismo podrás ejercer como pediatra- me dijo con una sonrisa y yo le
sonreí también.
-Papá gracias, no sabes lo importante que es para mí- le dije apretándole
su mano derecha, que descansaba encima de la mesa- Después nos vemos- le dije
encaminándome hacia mi despacho y la llamada de Bella me distrajo...
-Hola mi vida.
-Princesa, ¿te pasa algo?- le dije asustado, ¿y si le había pasado algo?
-No mi amor, no me pasa nada, es que te hecho mucho de menos...- me dijo y
yo creí morir de tanta felicidad... cómo la amaba...
-Y yo a ti preciosa, ¿qué estás haciendo?
-Ahora mismo estoy en la bañera, con el agua caliente hasta el cuello
-Mmmm, ¿por qué me haces esto?- Estaba jugando de nuevo conmigo y es que no
se imaginaba la tentación que era para mí, quería hacerle el amor a todas
horas...
-¿El qué?- me dijo pícaramente, me estaba provocando...
-Tú lo sabes mejor que yo...- dije llegando a mi despacho y cerrando la
puerta con rapidez, quería que me dijese todo lo que estaba haciendo sin ningún
testigo por delante- No deberías estar jugando con un hombre que está a tan
sólo veinte minutos de ti...- dije sentándome en el sillón y era la verdad...
estaba incitándome a que fuera a nuestra casa y le hiciera el amor hasta perder
el conocimiento...
-¿Jugando? Créeme, es lo que más quiero hacer en este instante- dijo como
si nada y eso me encendió...
-Bella...- gemí incontroladamente... no podía ser legal que me estuviera
haciendo esto...
-Quiero que me toques, que me hagas tuya hasta perder el conocimiento...- y
yo sonreí al saber que ella quería exactamente lo mismo que yo... pero estaba
en el trabajo y no podía... pero quería saber todo lo que estaba
haciendo...Escuché un gemido por su parte y creí enloquecer por tan maravilloso
sonido...
-Bella, ¿qu...qué estás ha... haciendo?- le dije desesperado y
desconcertado, ¿s...se estaba tocando? Dios...
-Estoy tocándome, pero no se parece en nada a como me tocas tú...- dijo con
voz cargada de placer y yo no pude más que gemir...
-Dios... eres un pecado mortal Isabella Marie Swan- dije con mi voz ronca,
a causa de mi excitación y la verdad era que mi erección me estaba apretando
cada vez más... parecía aumentar por segundos... Decidí irme con la locura y
dejar a la cordura de lado y seguirle el juego...- Quiero que introduzcas un
dedo en tu cavidad y me digas lo mucho que te gusta- dije con mucha fuerza de
voluntad, la verdad quería ir y hacerle el amor en este mismo instante, pero no
podía, tenía pacientes que ver en unos quince minutos...
Al parecer me hizo caso, ya que escuché un gemido más alto que todos los de
antes y enloquecí...
-Eso es mi vida...- dije con voz excitada- Imagina que soy yo el que está
encima de ti, besando tu dulce cuello y susurrándote lo preciosa que eres y lo
que me gusta que te estremezcas cuando mi cálido aliento entra en tu oído...-
De verdad que era la experiencia más maravillosa de todo el mundo, me encantaba
que sintiera todas esas emociones y que el causante fuese yo...
-Edward estoy a pun...- dijo agitada y mi erección palpitó con
desesperación...
-Lo sé mi vida- hice una breve pausa para escuchar sus preciosos gemidos...-
Introduce otro dedo- dije desesperado, quería tocarme yo también, pero no era
el momento ni el lugar...
Los gemidos se Bella se hicieron incontrolados y era el sonido más
maravilloso que había escuchado jamás.
-¡¡Edward!!- gimió liberándose de su orgasmo...
-Dios... Bella... tu cuerpo es exquisito sudando y temblando debajo del
mío...- dije entrecortadamente... no podía ni siquiera hablar...
-¡¡EDWARD!!- gimió y yo la acompañé...
-Bella...- susurré con voz desesperada, quería escuchar lo mucho que le
había gustado...
-Ha sido... no tengo palabras- dijo con la voz aún cargada de placer.
-FASCINANTE- dije seguro de mi mismo... había sido una experiencia
INOLVIDABLE, como todas las que había tenido con ella, pero esta no podía ser
más erótica...
-Mi vida tengo que salir del baño- dijo moviéndose, ya que su voz se
acercaba y se alejaba continuamente- Tengo que hacer la comida, comer,
vestirme, arreglarme y sin olvidar el paseo de Yuna.
-Te amo y estoy deseando verte princesa- le dije con una sonrisa, quería
hacerle el amor a toda costa, no podía esperar...
-Y yo a ti, te violaré en cuanto te vea entrar por la puerta- me dijo
pícaramente y no pude más que sonreír...
-Eso espero, te amo, ten mucho cuidado, adiós preciosa- le dije seguro, el
que iba a violarla iba a ser yo, le haría el amor hasta dejarla agotada
completamente... Escuché un “te amo” antes de que colgase y en ese preciso
momento llamó alguien a la puerta.
Me miré en el reflejo del móvil y mi cara estaba completamente sudada... y
mis pelos más despeinados que de costumbre... ¿qué diría? Me dirigí rápidamente
al cuarto de baño y dije un “espere” en el camino, abrí el grifo y mis dos
manos se dirigieron al agua helada y me mojé la cara. Me quité completamente el
sudor y me peiné como pude... ahora estaba más decente que antes... aún así una
sonrisa involuntaria se formó en mi rostro...
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