*************************************
***********************************
Capítulo
escrito por Flopii.
Capítulo 5: Genial.
POV.Bella
La luna brillaba en lo alto del cielo, iluminando tenuemente el camino de
piedra por el que recorríamos. Edward me rodeaba los hombros con su brazo y yo
tenia puesta su chaqueta, aunque le había dicho expresamente que no tenía frio.
Si tenia la piel de gallina era provocado por sus besos, unos besos que me
volvían completamente loca.
Si no fuese por que tenía bien en claro la poca imaginación que tenía pensaría
que estaba soñando.
Yo y Edward, ja, daba risa con solo mirar de lejos. Me había sentido gran
parte de mi vida como una niña tonta y fea, no era tan hermosa como mi madre o
como mi hermana pero esta noche, me sentía tan bella como nunca.
Y muy segura, tan segura…esa misma seguridad me había hecho actuar de una
manera que en verdad me sorprendía.
¿Cómo me había sentido tan celosa?
La cólera que había sentido…casi me levantaba del asiento y le arrancaba
los pelos a esa…
-¿Qué tal te la estas pasando?- Me preguntó Edward.
-Maravillosamente, ¿Por qué? ¿Tienes alguna duda?- Pregunté.
Él se rio entre dientes.
-No, no es por eso- Me miró a los ojos y luego la boca y aproveché esa
oportunidad para robarle un inocente beso en la mejilla.
Él se paró de pronto y tuve miedo que ese acto le hubiese molestado, pero
me tomó de la barbilla y unió nuestro labios en un ardiente beso. Como siempre,
dejándome sin aliento.
-¿Vamos a por el postre?- Preguntó con una sonrisa, parecía tan feliz como
yo, disfrutando de nuestra perfecta burbuja.
-Me parece genial- Le respondí casi sin aliento. No podía dar besos tan
perfectos.
Caminamos en silencio unas manzanas más, tan pegados como nos permitían
nuestros cuerpos, yo tenía una sonrisa tonta en la cara y fantaseaba con un espléndido
futuro junto a él. Era increíble cuanto me había cambiado en tan poquito
tiempo, era como si el fuese el único oxígeno que podía respirar.
¿Estaba enamorada? Ya creía que si, aunque debía de estar segura antes de
tirarme al pozo, debía estar segura que en el fondo hubiese algo bueno y blando
en donde aterrizar.
Sin duda Edward ya tenía un lugar en mi corazón y estaba segura que yo también
tenía un lugar en el de él.
Él había pensado en todo, me llevo a una preciosa heladería italiana, era
nueva en la ciudad e iba perfecto con el ambiente en el que habíamos estado
tiempo antes.
A Edward le encantaba el helado de frutilla y a mí, el de chocolate. Claro
que al final, ambos terminamos compartiendo el helado del otro, mezclando los
sabores como si ya fuésemos una pareja.
Edward me besó en la banca que había fuera de la heladería con los labios
aún fríos y con sabor a frutilla, nunca lo había vista tan irresistible, me
daban ganas de llenarle la cara de helado de frutilla y quitárselo a besos.
Si, cursi, pero era la pura verdad.
De camino de regreso, ya bastante tarde, ambo estábamos tan tranquilos que
no podíamos ni hablar o no había la necesidad mejor dicho, con la presencia del
otro bastaba y yo me dediqué a acariciar la mano de Edward que reposaba sobre
mi vientre.
Cuando doblamos en la esquina de mi casa sentí como yo saltaba de mi
asiento y él se ponía tenso, la noche había acabado, la magia deberíamos
dejarla para otro día u otra noche, ahora debía regresar a mi casa como una
niña buena y él debía regresar a la suya.
Me puse colorada cuando se me pasó por la cabeza una escena de una vieja
película donde el muchacho, completamente enamorado se metía por la ventana de
su chica mientras los padres dormían.
Suerte que el coche de Edward estaba a oscuras por que si me preguntaba
algo por mi tono de piel me tiraría del coche andando de pura vergüenza.
Se detuvo lentamente en la puerta de mi casa, donde todas las luces estaban
apagadas, aunque presentía que más de una mirada husmeaba por las ventanas.
Edward me abrió la puerta como llevaba haciendo durante toda el día y me tomó
de la mano.
Tenias unas ganas locas de invitarlo a pasar y sumarme unos
minutos más con su presencia, pero… ¿Realmente quería realmente quedarse? ¿Y
que haría con mis padres si por casualidad bajaban a ver?
Tenía que aguantarme y esperar a verlo en la mañana.
-¿Te voy a ver en la mañana?- Le pregunté tímidamente, no sabia que clase
de planes tenía y no quería verme como una acosadora.
-Si tú quieres- Contestó sin sacarme la mirada de encima. Me sentía
cohibida.
-Sólo si tú quieres- Contesté. Él sonrió, tan cálidamente como había hecho
durante toda la velada.
-Entonces en cuanto salga el sol estaré aquí, esperándote en tu puerta, ¿Te
parece?-Preguntó.
-Me parece perfecto- Contesté y callé mientras él se acercaba a mí y me
besaba en los labios, con nuestros ojos abiertos mirándonos fijamente. Me
sonrojé.
-Que tengas dulces sueños Bella.
-Buenas noches Edward- Le saludé con la mano mientras él se dirigía hacia
su coche y yo, con manos temblorosas, metía la llave en el cerrojo de mi
puerta.
Una vez adentro, me recargué sobre la puerta en un intento de sostenerme,
parecía que de pronto pesase más de cien kilos.
Todo estaba en silencio, hasta ni siquiera había oído el coche de Edward
arrancar y marcharse.
Me senté en el frío suelo de la sala y me saqué los zapatos, una vez cómoda
subí las escaleras hacia mi dormitorio, no quería despertar a nadie así que tal
como había llegado me tumbé boca abajo en mi cama, sonriendo como una tonta.
De repente y sin previo aviso (casi matándome de un infarto) alguien me
saltó encima, aplastándome los pulmones.
-¡Cuéntame todo!- Chilló mi hermana, sacudiéndome los hombros con urgencia.
Estaba tan oscuro que no podía verle la cara y yo ardía de ganas de darle una
bofetada.
-¡Rosalie basta!- Le grité, ¿Quería acaso despertar a papá y que éste viese
a la tremenda hora que Edward me había dejado en casa? -¿Estás loca?- Le
susurré mas bajito- ¿Quieres despertar a todos?
-Claro que no, solo quiero que me cuentes con lujo de detalles todo lo que
ha pasado, no te dejare dormir hasta que lo hagas- Me amenazó. Sin más, volvió
a saltar de la cama como un canguro, estaba pasando demasiado tiempo con Alice…
Encendió la luz amarilla de mi mesita de noche y se sentó en la cama, con
los ojos bien abiertos de par en par, inspeccionándome como a una pintura
colgada en la pared.
¿Se daría cuenta ella del color de mis mejillas? ¿Se atrevería a decirme
algo sobre mis labios hinchados? Ya creía que si.
Me di cuenta que tenía puesto una bata de seda rosada y no estaba tan
despeinada como en las mañanas, sospechaba que hacia rato que estaba despierta.
-Está bien- Admití. Respiré hondo.
-¿Adónde te llevo?- Preguntó en un tono confidente.
-Me llevó al nuevo restaurante Italiano. Y luego a una romántica heladería-
Contesté sonriente ante la lluvia de recuerdos que llenó mi mente.
-¡¡OH Fuck!! No lo puedo creer pero hay que admitirlo, Edward es demasiado
tierno- Sus ojos se llenaron de picardía- ¿Te ha besado?- Preguntó ¡Sorpresa!
Estaba ya muerta. No le respondí, pero por su grito intuí que había visto el
tremendo sonrojo que se propagó como fuego por mi cara.
-¡Bella!- Me sacudió el hombro- Dios mío, cuéntame como ha sido, ¡Por
favor!- Su posición histérica me estaba sacando de quicio.
-¿Podrías primero bajar la voz antes de despertar a papá?- Le acusé.
-Lo siento es que…la verdad, no me lo esperaba. Y mucho menos de alguien
como Edward, me sorprende tanto que…Woow- Hizo un ademán con la mano como si
aquello fuese algo de otro mundo, era extraño, yo me había sentido tan cómoda y
natural a su lado…
-¿Besa bien?- Preguntó de pronto. Me sonrojé con violencia.
-Si besa bien. Besa muy bien- Le dije con un susurro, recordar los
ardientes besos de Edward solo me hacia extrañarlo aún más. Secretamente, ya
quería que amaneciera.
-Cuenta más- Me rogó empujándome el hombro.
Luego de ponerme mi pijama, nos ocultamos bajo las mantas de mi cama y nos
tapamos las cabezas como cuando teníamos seis años y comencé a contarle todo lo
que Edward y yo habíamos hecho, aunque claro, obvié las partes más profundas,
como por ejemplo la enorme corriente eléctrica que me demolía el cuerpo cada
vez que me besaba y como yo saltaba en mi asiento en el restaurante cuando
sentía nuestras rodillas tocarse sin querer.
-¿Rosalie?- Le llamé después de un momento, todo estaba oscuro y hable
bajito.
-¿Qué pasa? ¿Tienes alguna pregunta importante que hacerme? ¿Alguna duda?-
Contestó.
¿Dudas? ¿Preguntas? Bastantes, tenía la cabeza plagadas de ellas, pero
cosas que podían solucionarse, dudaba de todo, y me preguntaba lo que
significaba nuestra atracción para Edward. ¿El sentía lo mismo? ¿Me
correspondía lo que sentía? ¿Era amor o que cosa era?
-Solo… no me contaste como te fue a ti con Emmett- Le acusé antes de bostezar.
Ella guardó silencio varios minutos.
-Vaya, lo había olvidado, estaba tan distraída contigo. ¿Quieres saber que
pasó?- Preguntó acercándose a mi costado, con nuestras cabezas casi juntas.
-Claro que si- Resople- Es mi turno para torturante- Ella rio.
-Hay Bells, no sabes… fue todo tan… no lo sé, no tengo palabras. ¿Puedes
creer que me llevo a cabalgar al parque, bajo la luna azul, nosotros dos
solos?- Mi hermana suspiró y fue de esos suspiros enamorados que solo había
escuchado salir de la boca de mamá.
-¿Enserio? ¡Que romántico! Tal vez por eso te dijo que llevaras ropa cómoda-
Le contesté, sentí como se reía entre dientes, cuando Emmett le había dicho que
llevara ropa “cómoda” ella había entendido otra cosa y casi le saca media cara
de un cachetazo.
-Luego me llevo a cenar comida chatarra- Rio entre dientes- Casi me obligo
a comer esa grasosa hamburguesa.
-Emmett es muy buen chico Rose- Le dije con sinceridad.
-Verdad, es increíble conmigo- Susurró con un aire soñador- ¿Quieres oír lo
que pasó después?
-Ya me imagino- Contesté- ¿Te besó no?
-¿Cómo lo sabías?- Preguntó riendo, sentí que negaba con la cabeza- Te
pareces a Alice.
Ignoré su comentario, yo nunca podría parecerme a Alice, en ninguno de los
sentidos.
-Pues, no lo sé. Supongo que fue al ver tus ojos brillantes cuando
encendiste la luz, y parecías bien despierta no como si acabases de levantarte.
¿Piensas que, siendo yo tú propia hermana, me crea que te has quedado despierta
hasta muy tarde solo para abordarme a mí?- Le di un suave codazo, la había
pillado, y eso era bastante difícil de hacer, normalmente solo lo lograba unas
dos o tres veces al año.
-Ese beso tan ardiente que me dio en la puerta de casa me dejo sentada en
la cama sin poder pegar un ojo- Rio con un poco de vergüenza y luego bostezó.
-¿Cómo fue?- Pregunté tímidamente, sabía que no era el primer beso que Rosie
daba a un chico pero quería saber si había sido especial o como cualquier otro.
-Ni te lo imaginas Bella- Susurró tan bajito que apenas pude oírla- Fue,
sin exagerar, el mejor beso de toda mi vida, Emmet me está llegando profundo.
-Me alegro mucho Rose, no sabes lo feliz que estoy por ti, por las dos- Ella
asintió quedamente con la cabeza.
No me había dado cuenta del momento en que nos habíamos quedado dormidas, acurrucadas
en mi cama como cuando teníamos pesadillas y una se iba a la cama de la otra.
Sonreí media adormilada cuando vi a mi Rose despeinada y durmiendo a mi
lado. Ya era de día, era de mañana y probablemente muy temprano pero el corazón
comenzó una alocada carrera cuando me di cuenta que en pocas horas volvería a
ver a Edward. Parecía ridícula la necesidad que tenia de él.
Sacudí el hombro de mi hermana y ella gimió, dándose la vuelta, sin ninguna
intención de comenzar el día. No me extrañaba nada, ella era así, hacia falta
una grúa para sacarla de la cama.
Me metí en la ducha como un torpedo, despertando de paso a Danco, que
dormía a una costado de la cama. Me observó divertido por un momento y luego
saltó a la cama, tumbándose donde yo había estado, ¡hummm...! Hermosa sorpresa
iba a llevarse Rosalie cuando despertara.
Intenté relajarme y calmar mi corazón, no quería hacer ninguna cosa estúpida
cuando volviese a ver a Edward, como por ejemplo, saltar a sus brazos y
devorarle la boca, que era lo que quería hacer en ese momento.
Mientras me enjabonaba el cuerpo sentí desde mi habitación el chillido
aterrorizado de Rosalie…
POV.Rosalie
Cuando mis ojos ya no soportaron la luz que había en la habitación supe que
era hora de levantarme, debía de ser temprano, aun no había mucho ruido en la
casa. Tal vez solo el ruido de una ducha cercana. El baño de Bella, quizá.
Me di la vuelta sobre la cama y abrí los ojos lentamente para acostumbrarme
a la luz del día. No quería levantarme, pero Emmet vendría a por mí para que
fuésemos a desayunar juntos, no iba a decepcionarle.
Cuando abrí por completo los ojos una lengüita rosada me paso su baba por
mi nariz.
Grité con todas mis fuerzas. Bella me escucharía y luego… más le valía
esconderse.
Salté de la cama, demasiado rápido y sin poner las piernas, por lo cual caí
de culo al suelo.
-¡BELLA!- Grité en dirección al cuarto de baño, el perro sucio de mi
hermana seguía viéndome desde arriba de la cama con los ojos llenos de burla y
una venganza satisfecha. Me limpie la nariz y enrojecí de furia cuando sentí a
mi hermanita menor reír dentro de la ducha.
-¡Más te vale no volver a salir de allí nunca más!- Le volví a gritar y con
mi ego herido me fui de allí.
Me lavé la cara en mi propio baño y después de peinarme y anudarme bien la
bata a la cintura baje las escaleras aún descalza, necesitaba urgentemente mi
café con crema para comenzar el día, si no, caería muerta del sueño donde
apoyase la cabeza.
Mamá estaba en la cocina, con su café expreso fuerte entre las manos.
-Buenos días cariño- Me saludó.
-Buenos días ma, ¿Ha llamado Emmett?- Le pregunté mientras me preparaba mi
desayuno, esperaba que mi entusiasmo no se notase demasiado.
-Aún no- Contestó simplemente, le había restado importancia. Qué raro,
aunque me daba la impresión de que quería de hablar de otra cosa- ¿A que hora
llegó tu hermana anoche, con ese muchacho…Edward?- Preguntó yendo al grano.
-Temprano- Contesté simplemente, ella alzó una de sus perfectas cejas y me
miró con complicidad.
-Seguro- Dijo en un tono tan falso que ni ella se lo había creído, mama
sabía que la estaba encubriendo, pero se quedó callada.
Después de mi café con crema le di de comer a Sheila, quien me lo agradeció
restregándose entre mis piernas. Era adorable.
Subí las escaleras corriendo descalza cuando sonó el teléfono y mi madre
habló con Emmett y Edward, al parecer, por lo que había oído, venían a
buscarnos.
-¡BELLA APRESURATE! ¡YA VIENEN!- Le grité a mi hermana cuando pasé junto a
la puerta de su habitación.
-¡¿YA?!- Preguntó enloquecida y sentí que algo se le caía.
-¡QUE SI!- Le grité de vuelta sin dejar de correr.
-¿PUEDEN DEJAR DE GRITAR?- Nos gritó mamá desde el borde de las escaleras y
me reí entre dientes. Ella también estaba gritando y dudaba que papa siguiera
dormido con todo el griterío de mujeres.
Me duché a velocidad súper sónica. Salí en ropa interior y con ropa en mano
hasta la habitación de mi hermana. Ella se encontraba en las mismas condiciones
que yo.
-¿Qué dijo mama?- Le pregunté.
-Que los chicos venían a buscarnos para un día de picnic con ellos, no sé
tú, pero a mi me suena una cita doble ¿No?- Bella sonrío, nunca la había visto
tan entusiasmada.
-Yo creo que si. ¿No te incomoda?- Pregunté mientras me ponía a vestirme.
Uso jeans verdes oliva con una camiseta blanca, una chaqueta floreada y unas
botas bajas. Perfecta.
-Claro que no, Emmet me cae muy bien- Comentó mientras ella se ponía su pantalón
blanco y una camiseta sin mangas de color azul marino, un cinturón negro y la
campera negra que le había regalado hacia unas semanas.
Me dejó maquillarla, le hice un trenzado y ya estaba lista cuando el timbre
sonó y ambas nos quedamos estáticas, ella con el perfume a medio poner obre su
cuello y yo, con la punta del lápiz de labios cerca de mi boca.
-Corre- Le susurré- ¡Ve a verlos! ¡Dile a Emmet que ya bajo!- Le apuré en
la enreda de su cuarto y ella, con la respiración agitada y un poco sonrojada fue
hacia abajo.
Me lancé hacia la cómoda donde estaba el espejo y terminé de maquillarme,
me recogí el pelo en una coleta bien alta y ajustada y salí pitando de la
habitación.
Cuando llegué escaleras abajo todo estaba en silencio. La puerta estaba
abierta, desde afuera se oían una risas, pero yo solo tenía ojos para el hombre
que estaba en la entrada, junto al perchero lleno de camperas y paraguas.
Nos sonreímos al mismo tiempo y él me hizo una reverencia.
-Muy buenos días diosa- Me susurró cuando se acercó a mí. Su masculino olor
me hizo delirar hacia los recuerdos de la noche pasada, donde me había besado
tan tiernamente y al mismo tiempo con tanta pasión…
-Buenos días- Le saludé, estaba un poco acalorada. Bella me estaba
contagiando. El cogió mi mano y la besó y pidiéndome permiso con la mirada se
acercó unos centímetros hacia mi rostro y beso larga y quedamente en la boca.
Sabia tan bien, jamás me cansaría de besarlo, él había calado bastante hondo
en mí.
Nos separamos cuando mi hermana carraspeo en la entrada. Sonrojada me
separé de él y vi, para mi asombro, como Edward y mi hermana se tomaban de la
mano.
-¿Terminaste, Emmett?- Le preguntó Edward.
-Más vale que no te metas conmigo, tú ya tuviste tu tiempazo para besar a
tu chica, ahora déjame besar a la mía- Le contestó Emmett.
Miré a Bella con la boca abierta y ella se sonrojó, en cuanto estuviéramos
solas tenía que contarme sobre ese “tiempazo”. También me sonrojé, sorprendida,
al oír a Emmett decirme “su chica”. ¿Eso era yo para el? ¿Valía tanto? sonreí
como una tonta. Las cosas cada vez se ponían mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!