Mis Dios@s del Crepúsculo... ¡GRACIAS!

martes, 26 de junio de 2012

¿AMARTE U ODIARTE?


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Capítulo escrito por Yess y Romiina.

Capítulo 2: Despedida.

Yess pov.

Cuando cerré la puerta de aquella habitación de hotel, que había sido mi pequeño palacio de hadas, supe que ahí dejaba no medio corazón, sino mi corazón entero…
Lo amaba…
Por Dios… claro que lo amaba, lo amaba con toda mi alma y sabía que jamás podría olvidarlo, tan sólo me quedaba la esperanza de poder volverlo a ver algún día cuando volviese de Chicago…
A mi mente vinieron las imágenes más hermosas que había visto jamás… Mi príncipe encima de mí, con toda la delicadeza del mundo, moviéndose a un ritmo dulce, pero firme… No podía ser más perfecto… Su enorme pecho rígido por la fuerza que estaba ejerciendo, sus ojos mirándome con mucho amor y su interminable sonrisa dulce…  Y sus labios susurrándome palabras preciosas en mi oído y besándome suavemente cada dos segundos con sus manos acariciando mi cuerpo inocentemente.
Sonreí ante esos pensamientos…
Pulsé el botón del ascensor rápidamente, quería salir de aquel lugar en el menos tiempo posible, no quería que Emmett se despertara y me viera en mitad del pasillo…
Sabía que no se lo merecía, se había portado conmigo como todo un caballero, pero si me quedaba por más tiempo, estaba segura que jamás me iría de su lado…
-Buenos días- dijo un hombre de mediana edad cuando se abrió la puerta del ascensor.
-Buenos días- le sonreí y él me dejó un espacio en el ascensor.
Bajamos en un silencio cómodo, hasta que llegamos a la planta de recepción y escuché de nuevo su grave voz.
-Es usted muy bonita y veo que está muy feliz…- dijo mirándome a los ojos y yo le sonreí más ampliamente.
-Gracias- le dije dulcemente y me volví de nuevo para emprender mi camino a casa…
Salí al cálido día y me adentré en un taxi que estaba debajo de las escaleras esperando.
-Buenos días- dije metiéndome en el coche y la agradable mujer me sonrió.
-Buenos días, ¿hacia dónde le llevo?- dijo mirándome por el espejo retrovisor.
-Hacia la Universidad de Dartmouth, por favor- le dije feliz y ella asintió emprendiendo la marcha.
Me puse cómoda y me abroché el cinturón de seguridad.
Estaba tan metida en mis pensamientos, en los que mi hombre era el protagonista de todos, que me sobresalté al escuchar la voz de la amable mujer.
-Puede ser indiscreto- me dijo a mitad de camino- Pero usted irradia felicidad por todas partes- me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-Tiene gracias… es la segunda persona que me lo dice- dije recordando al hombre en el ascensor. Ella sólo sonrió y miró de nuevo hacia la carretera.
Llegamos muy pronto y me dejó en la entrada de la universidad.
-Gracias- le dije y le tendí el dinero- Quédese con el cambio- me sonrió y asintió.
-Gracias- me dijo antes de reanudar la marcha.
Suspiré y me encaminé hacia el departamento.
Cogí las llaves de mi bolso y las metí en la cerradura, cuando abrí la puerta, no me extrañé ver la casa en penumbras…
Mi Rom aún no había llegado…
¿Qué estaría haciendo? Pues ya lo sabes tonta… me gritó la voz de mi conciencia y sonreí como una tonta.
Me quité los cómodos tacones y los cogí con una mano mientras abría las persianas del salón y de toda la casa.
Después de desvestirme y sentir el olor varonil de Emmett… de nuevo mis pensamientos se dirigieron hacia lo que estaba haciendo hace tan sólo unas horas…
La verdad era que no había dejado de pensar en ello…
Me metí en la ducha y enjaboné mi cuerpo lentamente y me tomé mi tiempo para enjuagarme. Sólo quería sentir las cálidas manos de Emmett en mi cuerpo de nuevo y aunque no fuera igual, el agua hirviendo se asemejaba a su toque.
Salí envuelta en una toalla y me cogí una coleta. Me encaminé hacia mi armario y cogí un camisón fino de seda y me lo puse junto con mi ropa interior.
Tan sólo me dio tiempo de salir de la habitación cuando el sonido del timbre me sacó de mis pensamientos.
¿Quién sería a las…? Miré el reloj de la cocina y me sorprendí… Eran las doce de la mañana… pero si yo había salido del hotel a las ocho…
Sin duda, el tiempo sin Emmett era terriblemente lento… ¿Tanto había tardado en ducharme?
Con esos pensamientos me dirigí hacia la puerta y la abrí y lo que vi me sorprendió en demasía…
No podía ser…
-Preciosa…- dijo Emmett tendiéndome un ramo de rosas rojas y yo lo cogí con manos temblorosas.
-Gra…- no me dio tiempo a responderle, ya que se abalanzó hacia mí y atrapó mis labios hábilmente.
-Te amo- me besó de nuevo- No quiero separarme de ti jamás- otro beso- Ha sido la mejor noche de mi vida- me abrazó y puso su cabeza en el hueco de mi cuello.
-Yo no podría olvidarla jamás- susurré y se separó de mi sólo un poco, lo suficiente para mirarme a los ojos.
-¿Por qué te has ido? Quería pasar el día junto a ti preciosa, quiero aprovechar el poco tiempo que me queda antes de irme- me recordó y sin siquiera inmutarme, gruesas lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas- Shh, preciosa no llores por favor, ¿acaso hice algo mal? ¿Te hice dañ…?- puse mi dedo índice en sus labios para acallar sus tontas palabras y me armé de valor para hablar a pesar de los sollozos.
-No estoy llorando por eso, ha sido la mejor noche de mi vida- sonrió y suspiró tranquilo- Es que no sé si podré soportar que te vayas- lo abracé de nuevo y él me correspondió de inmediato quitando el ramo de flores de mis manos y dejándolo encima del sofá- Me he ido esta mañana porque creía que así sería más fácil acostumbrarme a tu ausencia, pero ha sido inútil, mis pensamientos estaban alrededor de ti, siendo tú el protagonista y me duele demasiado…- sollocé y él me apretó más en su musculoso pecho.  
-Hermosa es temporal, nos veremos y sobretodo hablaremos por teléfono, yo también estoy muy triste porque no te podré ver todos los días como esta nueva rutina de hace unas semanas, eres demasiado importante para mí- me susurró con voz rota y me separé de él.
-¿De verdad? ¿Hablaremos todos los días?
-Tonta- me dijo acercándome de nuevo a él y me acurruqué en su pecho- Claro que hablaremos todos los días, no podría vivir si no lo hago- sonreí como una tonta y decidí no llorar más, no había necesidad y por supuesto, no quería pasar mi último día entre lloriqueos en su presencia… Bastante tenía con deprimirme cuando él se fuese, pero ahora aprovecharía el momento.
-Hueles tan bien…- me dijo mientras aspiraba en el hueco de mi cuello.
-No tanto como tú- le dije con picardía antes de besarle en esos perfectos labios…
-Te amo preciosa- me susurró y arremetió contra mi boca con su cálida lengua.
Me encantaba… era ardiente y sensual a la vez, era como una bomba explosiva y yo no podía parar la mecha…
-¿Te quedarás a comer?- le dije separándome de su cuerpo, pues estaba haciendo bastante calor… y no nos podíamos exponer a que Romina viniera y nos viera “saciando nuestros instintos”, según palabras de mi loca amiga.
-Por supuesto, no podría negarme- me cogió de la mano para acercarme a su cuerpo y me besó en el cuello- Has estado putamente bien esta noche… aunque podríamos repetirlo para practicar más- dijo con voz pícara y yo sonreí ante sus palabras insinuantes.
-¿Si?
-Si… la práctica hace la perfección- me guiñó un ojo y yo sólo pude cogerle de la nuca y atraerlo hacia mi cuerpo…
Mi cuerpo lo llamaba a gritos y no podía acallar el hambre que tenía del suyo…
Lo empujé sólo un poco hasta que sus piernas dieron con el filo del sofá y en un movimiento ágil por mi parte, hice que se sentara, justo encima del ramo de rosas, pero me dio igual, ahora sólo estábamos él y yo.
-Las ros…- lo callé con mis labios y él comenzó a acariciar mi cuerpo, hasta que cogió mis muslos y me sentó a horcajadas encima de él.
-Te amo- le dije antes de comenzar a desabrochar los botones de su camisa.
-Yess no quiero que te sientas obligaba, lo de antes era una brom…- lo besé de nuevo y le dejé en claro que quería hacerlo, sería como nuestra despedida, dulce y amarga a la vez, pero no me importaba, ya me lamentaría después de no poder estar a su lado…
-Nunca me he sentido obligada de hacer nada- dije terminando de bajar su camisa por su ancha espalda… la misma camisa que le había quitado hacía tan sólo unas horas…
-¿Estás segura?
-Después de anoche, ¿lo dudas?- le dije pícara y él me sonrió vacilante, como sólo él sabía hacerlo y atrapó mis labios rápidamente.
Poco a poco nos quedamos sin ropa y de nuevo le entregué por completo mi corazón y mi cuerpo.
Fue delicado y cariñoso de nuevo, como una dulce despedida que no olvidaríamos jamás…de eso no había duda.
Mis manos estuvieron en todo momento acariciando su espalda y a veces, clavándolas, junto con mis uñas, para coger el ritmo delicioso que tanto nos gustaba. Él de dedicaba a acariciar mi cuello, mis pechos, mi estómago y mis muslos y volviendo otra vez de nuevo, totalmente sincronizados el uno con el otro.
-Te amo- dijo cuando terminamos nuestra danza divina y yo sólo pude besarlo con todo el amor que sentía por él.
-Te amo- le dije antes de unir nuestros labios de nuevo, su boca se estaba convirtiendo en una droga para mí…
-Eres como esta rosa…- dijo cogiendo la única rosa que había sobrevivido a nuestro arrebato amoroso- Suave, fresca, cálida, preciosa, hermosa, inocente y sobretodo inolvidable- dijo mientras pasaba la rosa por mi brazo desnudo, haciendo una línea imaginaria.
-Tú lo eres todo para mí- le confesé y me ruboricé levemente al darme cuenta cómo miraba mi cuerpo desnudo…
-Y roja también…- dijo burlón pasando sus dedos por mi cara caliente y yo lo abracé con todo el cariño y amor que sentía por él.
Estuvimos un largo tiempo así, no necesitando nada más, tan sólo la compañía del otro y escuchando nuestras respiraciones acompasadas.
Mi estómago rugió clamando un poco de atención y Emmett se carcajeó.
-Ey, no te rías- dije separándome de él, simulando enfado y él me atrapó de nuevo y me acercó a su enorme pecho.
-Vamos- me besó en los labios- Vístete, hoy comeremos comida chatarra- dijo burlón y yo sonreí feliz.
Era tan él…
Nos vestimos entre bromas en mi habitación y me decanté por algo sencillo, unos pantalones vaqueros pitillo oscuros, con una blusa blanca con fruncidos del mismo color, regalo de Romina, por supuesto y unos tacones rojos.
-Estás perfecta- me cogió de la cintura y me besó apasionadamente de nuevo.
-Termino en cinco minutos- le besé de nuevo y él asintió.
-Te espero afuera- me acarició el brazo y salió de la habitación y la sensación que noté no me gustó nada… Notaba soledad y frío, frío al ausentarse el calor de su cuerpo…
Me maquillé suavemente en menos de dos minutos y arreglé el desastre de coleta que tenía.
-Lista- le dije saliendo a la habitación, encontrándome a mi hombre viendo un partido de fútbol americano.
-Preciosa- se levantó y se acercó a mí con su andar tan característico- Te amo- me dijo por no se cuánta vez… y cómo me gustaba esas dos simples palabras de sus labios.
-Si quieres pedimos comida aquí y así puedes ver el partido- dije señalando la enorme televisión que me hizo comprar a medias mi querida amiga, según ella para ver las arrugas de las famosas más de cerca…
Lo dicho… estaba loca, pero aun así la quería demasiado.
-Para nada, tú eres más importante que cualquier otra cosa- me cogió la mano y me la besó. Apagó la televisión y cogí mi bolso y las llaves antes de cerrar la puerta.
Me llevó a un Burguer King, si y no hubiera podido ser más perfecto, lo dicho, comimos comida chatarra entre risas, conversando de nuestras familias y nuestras aspiraciones.
Emmett pertenecía a una familia rica, pero quería hacer su vida sin ser un “niñito de papá”, se parecía tanto a mi Rom, tenían el mismo carácter, los mismos gustos e incluso las mismas aspiraciones…
Emmett quería invertir en una nueva cadena de talleres de coches de lujo y me sorprendió muchísimo, era lo mismo que quería hacer mi amiga Romina para cuando terminara el proyecto.
Creo que por eso me llevaba tan bien con Emmett… y sobretodo porque lo amaba.
-Vaya… mi amiga también quiere hacer eso- dije antes de meterme una cucharada de helado en la boca.
-¿Así?- dijo incrédulo.
-Si, pero ella hará el proyecto aquí, hay una profesora que le tiene mucha envidia y ha hecho todo lo posible para que no vaya a Chicago.
-Vaya… se podría cambiar conmigo- dijo burlón y yo le sonreí.
-Uf… la verdad espero que esa profesora la apruebe de una vez- dije desesperada- Tiene notas excelentes en todas las materias.
-Bueno… siempre hay esas movidas en las universidades… pero le tiene que tener bastante manía como para no mandarla a Chicago por sus notas…- dijo antes de robarme un beso- ¿Te apetece ir a la playa?- dijo separándose de mí un poco y el delicioso sabor a chocolate de sus labios me derritió por completo…
-Por supuesto- le besé una última vez antes de levantarnos de la mesa y encaminarnos hacia el enorme jeep.
Estuvimos en la playa, echados en la toalla que tenía Emmett en el maletero y que estaba impregnada de su aroma tan varonil.
La cálida brisa del ambiente, la suave arena y el ruido de las olas era todo lo que nos acompañaba en nuestra hermosa velada, porque a pesar de hacer bastante calor, estábamos en un lugar recóndito para cualquier persona.
-¿A qué hora saldrás de aquí?- le dije acurrucándome más en su enorme pecho.
-Sobre las siete de la mañana, quiero estar allí temprano para meter todas las cosas en mi apartamento nuevo- dijo antes de besarme en el cuello.
-Te amo muchísimo- le sonreí y él hizo lo mismo, nos fundimos en un tierno beso y así sellamos nuestro amor.
Esperaría un año, dos, cinco y diez con tal de estar a su lado…
Era lo que deseaba y sabía que sin él mi vida no tendría sentido…


PVO ROMINA.


Después de la noche que había pasado con Jassper, mi perspectiva sobre varias cosas ciertamente había cambiado sobre manera... haberme entregado a él, no hacía que me quisiera menos sino más, después de que me terminara de arreglar, Jazz me llevó al apartamento donde no encontré a Yess, al ver la hora me di cuenta que era demasiado tarde supuse que ya estaría en sus clases.

-¿Te veo mañana?-. Preguntó Jazz esperanzado mientras yo abría la puerta de mi apartamento.
-Claro, no puedo esperar a que las horas pasen-. Dije sonriendo dándole un gran beso, en el cual sentí como una sonrisa se extendía por el rostro de mi novio.
-Sexy ladie...-. Timbró mi móvil en el celular, mientras yo gruñía por lo bajo porque hubiesen arruinado mi perfecto momento.
-¿Diga?-. Contesté recobrando un poco el aliento, no saludé de otro modo ya que no reconocí el número.
-¿Señorita Romina Kalisti?-. Cuestionaron al otro lado de la línea hombre de voz  cansina y vieja.
-A sus órdenes, ¿Quién me busca?-. Inquirí lo más profesional que pude sonar, mientras mi querido novio me miraba con intriga.
-Llamamos de parte de la Universidad Utopía, su Universidad tiene un programa para hacer intercambios con la nuestra y por el nivel de sus notas estamos encantados en recibirla para su tesis, la oficina directiva me ah dado este número para encontrarla a usted-. Explicó nuevamente el hombre.
-¡Oh, qué gusto me da escuchar eso!, ¿Cuándo empezaríamos los trámites?-. Dije queriendo tener toda la información ya.
-Nosotros no sabemos eso, justamente llamábamos porque la profesora Arnoldi quedó en enviarnos sus papeles hace más de 6 meses y no hemos recibido nada-. Mencionó contrariado aquel hombre de voz cascada pero sabia.
-Veré a que se han debido los problemas y en cuanto tenga todos los detalles les comunico de inmediato todo, ¿Puedo llamar a este número a dar los informes?, por cierto... ¿Con quién tengo el gusto?-. Dije con la única neurona de mi cerebro que no estaba danzando de gusto por saber que me iría a Chicago a terminar mi tesis.
-Sí, ah este número comuníquese y yo soy el Profesor Hugo Cabret. Un gusto señorita, estaremos en contacto-. Murmuró amable antes de cortar la comunicación.
-¡¿Has oído eso?!-. Pregunté a Jazz dando brincos de alegría.
-Sí, muchas felicidades cariño-. Dijo con voz llena de júbilo, para después proseguir: -¿Te llevo a tu edificio?, vas tarde a tu tercer clase y según sé, la profesora Arnoldi que mencionó el sr. Cabret es la misma que te complico la vida con tu tesis, ¿Qué no es así?-. Dijo Jassper recordando.
-En efecto, pues entonces vayámonos-. Dije tomando la mano de Jazz y corriendo escaleras abajo, hacia el edificio central, una vez ahí me despedí de mi novio, entré a clase y hablé con mis compañeros, dándome cuenta así que solo yo y  otro chico de la universidad habíamos sido elegidos para este intercambio.
Después de hablar lo más civilizadamente que se pudo con la maestra Arnoldi, ella terminó por ceder y devolverme los papeles los cuales le entregué al director, quién amablemente me informó que oficialmente me iría a Chicago dentro de una semana, pero este fin de semana debía ir para ver donde me alojaría y cuál sería mi cuadrícula de estudios.
Una vez que lo supe me fui directo a casa, debía de comentárselo a Yess cuanto antes, me daba mucha pena dejar a mi pequeña amiga sola, pero me quedaba el consuelo de su novio... quien la cuidaría en mi ausencia.
-¡Yess!-. Grité alegre mientras abría de un portazo la puerta, mi amiga quien estaba reclinada en un sillón dio un brinco al escucharme llegar y me sonrío con una alegría que no llegó a sus ojos, así que deje de lado mis noticias por un momento y me fui directo a ella:
-¿Qué pasa hermosa?-. Cuestioné preocupada, no era normal que estuviera así, no después del día que tuvo ayer.
-Nada, es solo que Emmett se va a Chicago por lo de su carrera y partió hoy... mi corazón quedó herido Rom... muy herido-. Sollozó bajito mi amiga.
-Oh, pequeña no estés mal, ya verás que vuelve pronto, no pasa nada hermanita todo va bien… seguro encontrará una manera de verte lo más seguido-. Consolé abrazando a mi amiga, ella era como una hermana menor para mí y me dolía que las noticias le llegaran dobles, por lo que me dediqué a consolarla y me guardé toda la información sobre este fin de semana para esperar un mejor momento.
-Si lo sé-. Dijo sorbiendo por la nariz mientras me sonreía.
-¿Hay algo más?-. Pregunté mirando a mi hermana, quien bajo su mirada pero después volvió a sonreír, ese gesto solo lo hacía cuando se sentía culpable, no era por  mi porque si fuese así ya estaría diciéndomelo entonces… ¿Por qué su culpabilidad?.
-Nada, nada… lo extrañaré mucho, es todo-. Dijo un poco más tranquila mientras suspiraba y me daba un gran abrazo para después correr a la cocina, seguro había dejado algo en la lumbre.
-¡La comida ya casi está hice tus favoritos, rabioles a la carbona!-. Gritó mi amiga desde la cocina, con un tono zalamero, supongo que le quedaron bien…. Mi estómago rugió fuerte y claro, recordándome que con todas las emociones del día no había tomado ni un bocado.
-¡Oh hermanita, eres mi salvación!-. Grité de vuelta poniendo pies en polvorosa para correr hacia la barra de la cocina que era donde acostumbrábamos comer.
-Ja,ja,ja… si eso ya lo sé-. Dijo rodando los ojos restándole importancia a su gesto mientras servía los platos y los dejaba en la mesa, para después ir y rebuscar en nuestra pequeña cava de vinos, regresando con un Cabernet Sauvignon reserva de 1960, sorprendida miré a Yess expectante.
-Un pequeño pajarito me contó que hoy es un día muy especial para ti, amore, ¡muchas felicidades!-. Dijo mientras dejaba dos copas servidas en la mesa y brincaba a darme un gran abrazo.
-¿Cómo te enteraste?-. Pregunté con los ojos abiertos como platos mientras sonaba la risa cantarina de mi hermana.
-Pues sólo hay dos becas en TODA LA UNIVERSIDAD para la carrera de Mecánica, los rumores aquí no se acallan jamás, aparte… tú sabes que soy amiga del rector-. Sonrió con petulancia, en ocasiones olvidaba que a pesar que me encantaba mimarla y llenarla de regalos mi pequeña amiga sabía muy bien hacer de las suyas con sus contactos.
-¡TE QUIERO TANTO HERMANITA!, gracias, gracias…-. A media frase mientras yo brincaba emocionada abrazada aún de mi amiga, Yess completó mi frase:
-Gracias por ser  y existir pequeña-. Dijo dándome un beso en el tope de mi cabeza y regresando a su lugar con su típica mirada y actitud maternalista.
-Me siento mal porque te dejo sola este fin de semana Yess-.  Murmuré entre bocado y bocado de mi deliciosa pasta.
-No te preocupes por mí, el Lunes tengo que ir a una nueva clase por mi matrícula el fin de semana debo ir a comprar algunas telas para un vestuario que haré, aparte…. ¡dos días pasan rápidos cariño!, EXISTE-LA-COMUNICACIÓN, ¿sabes?-. Bromeó con el humor lleno de sarcasmo y alegría a la vez.
-Lo sé-. Reí bufando por lo bajo, nuestra relación de hermanas/amigas nunca sería normal y agradecía por ello, más tarde cuando terminamos de comer llamé a Jassper, tenía que verlo con urgencia había olvidado que ayer fue Jueves… aún no hacía mis maletas ni me despedía de él y realmente lo extrañaría demasiado; así que le envié un texto a su móvil:
Amor:
Quiero verte, ¿puedes en dos horas en el parque cercano a la universidad?,
Quiero hablar… te  quiero demasiado.
Tuya: Romina.
Me fui a mi habitación para hacer mis maletas, ¡cuál fue mi sorpresa al ver mis dos maletas ya hechas! y un conjunto divino de falda y campera rojas, con unos zapatos Prada al tono de mi blusa (la debilidad de mi amiga) la cual era beige de escote en “v”, sonreí mientras negaba con la cabeza, siempre seríamos así ambas sorprendiéndonos la una a la otra.
Caminé hacia la cama de Yess, quien estaba plácidamente dormida, tanto que ni siquiera se percató de mi presencia, así que sonreí, la arropé y salí del apartamento rumbo al parque una vez que me cambié con el conjunto hecho por mi “hada madrina”.
-Mi niña-. Dijo Jazz al verme llegar al parque, miré con los ojos algo turbios a mi amor, ya que las lágrimas comenzaban a querer reclamar la oportunidad para salir libres.
-Hola cariño-. Susurré abrazándolo con todas mis fuerzas sin quererlo soltar nunca, estar con él era como sentirme plena y en paz.
-¿Qué pasa?, me has dejado muy preocupado con tu mensaje-. Dijo mientras caminábamos aún abrazados hacia la banca, en la cual hasta hacia unos segundos mi novio había estado sentado.
-Este fin de semana me voy a Chicago y quería verte, ya que no me agradan las despedidas y bueno… ya mañana es Sábado mi avión parte a primera hora y no podía irme sin un último beso, sin una última caricia… sin una última mirada de tus ojos que me envuelven-. Susurré antes de lanzarme a su boca en un beso salado, lleno de lágrimas que caían por mis ojos libremente, un beso lleno de pasión y necesidad, necesitaba besarlo hasta que me faltara oxigeno…. Necesitaba convencerme de que hacía lo mejor en irme.
-Yo… si…siempre….te… es…esperaré….no…lo…dudes…. te….quiero….con… el…corazó….corazón-. Me dijo como si entendiera lo que mi beso significaba.
-Deseo que este tiempo pase rápido y pronto vuelva a estar a tu lado, envuelta en tus brazos siendo solo tuya-. Dije mientras nos separábamos por falta de aire aún un tanto agitada.
-Confío en ti amor, todo irá bien ¿Ok?, no te pongas nerviosa, vale la pena este pequeño sacrificio, es lo que te gusta hacer y eres la mejor no lo dudes-. Me dijo dándome ánimos mientras me daba un casto beso en la mejilla y me atraía a su regazo.
-¿Te veré cuando vuelva?-. Pregunté ansiosa.
-¡Claro!, en cuanto llegues te recibo ¿vale?-. Sonrío antes de fundirnos en un tierno beso sin sabor a despedida sino a comienzo…




A varios cientos de kilómetros,
Puede tu voz darme calor igual que un sol
Y siento como un cambio armónico
Va componiendo una canción en mi interior.
Seque seguir no suena lógico
Pero no olvido tu perfume mágico
Y en éste encuentro telefónico,
E recordado que estoy loco por ti.
Que todo el mundo cabe en el teléfono
Que no hay distancias grandes para nuestro amor,
Que todo es perfecto cuando te siento
Tan cerca aunque estés tan lejos.
A varios cientos de kilómetros
Tiene un secreto que decirte mi dolor
En cuanto cuelgues el teléfono
Se quedará pensando mi corazón.
Que todo el mundo cabe en el teléfono
Que no hay distancias grandes para nuestro amor,
Que todo es perfecto cuando te siento
Tan cerca aunque estés tan lejos.
Que todo el mundo cabe en el teléfono
Que no hay distancias grandes para nuestro amor,
Que todo es perfecto cuando te siento
Tan cerca aunque estés tan lejos.......
Tan lejos....

                    

                    


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