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Capítulo escrito por
Flopii.
Capítulo 7: Comida familiar.
POV. Edward
Me desperté mas temprano que lo que consideraba
normal en mis días, mis piernas estaban enredadas en las sabanas de la cama y
tenia el rostro lleno de sudor y el cabello pegado a la frente.
Me dolía la espalda de lo tensos que estaban
mis músculos, al parecer, la pesadilla había durado más de lo que recordaba.
Me levante lentamente, tenia lagrimas recorriéndome
el rostro, frescas y calientes; derramando dolor en cada una. ¿Por qué había
tenido un sueño como aquel? ¿Qué lo había provocado si todo era perfecto en mi
vida? Tenia a Bella, a mi único amor, una familia, amigos muy especiales,
leales y pacientes ¿Por qué entonces había soñado que lo perdía todo de
repente?
Me restregué las manos por la cara, no quería
pensar en cosas absurdas, el día anterior había sido maravilloso y ya tenía
todo preparado para el almuerzo de hoy y presentar a mi nueva novia
formalmente, aunque claro, mamá ya lo sabia.
Me quité toda la ropa de camino al baño y me
di la ducha mas larga de mi vida, me había levantado temprano y tenía tiempo de
sobra antes de ir a buscar a Bella para ir a desayunar, tal cual ella me lo había
pedido…
De solo imaginarme sus ojos brillantes, su sonrojo
y su sonrisa del día anterior me basto para que la vitalidad regresase a mi
cuerpo y pudiese ser el mismo que era siempre, dejando atrás los viejos
despojos de la pesadilla que me había rondado en la noche.
Ridículo. ¿Cómo podía perderla? Aquello nunca pasaría.
Salí a la habitación y noté como la piel de
mis hombros ardían, no me había dado cuenta de lo caliente que estaba el agua.
Me vestí con unos jeans cómodos y una camiseta de color oscuro y tomé mi
chaqueta por si el día, ya de por si nublado, empeoraba.
No quería que mi novia se enfermara…
Novia, que bien se oía.
Cuando bajé las escaleras supe de inmediato
que mi madre ya estaba levantada; el olor a especias y a salsa de tomate me hizo
gruñir el estómago. Esme, siempre que tenia invitados para almorzar, comenzaba
sus tareas de cocina desde muy temprano y no dejaba a nadie entrar en la
cocina, seguramente conmigo haría una excepción…
— Buenos días mamá —le salude acercándome a
ella, quien estaba revolviendo la suculenta salsa casera que tan bien le salía…
— Hola cariño —me respondió inflando su
mejilla para que se la besara—. No te atrevas a tocar nada —me advirtió, sin
poder evitarlo.
— No lo haría jamás. Ya me iba a buscar a
Bella, iremos a desayunar —le dije.
Estaba apoyado en la encimera y desde allí
pude ver que sonreía, intentando que yo no me diese cuenta.
— Me parece muy bien —comentó—. Le dije a Alice
que invitase a Rosalie, ¿Tú has invitado a Emmet verdad? —preguntó.
— No, pero no te preocupes, se invitara solo
—le contesté recordando la personalidad de mi amigo.
Me despedí de mi madre y abrace a Alice cuando
ella bajaba las escaleras, bostezando y con el albornoz naranja puesto. Estaba
tan dormida que apenas si se dio cuenta quien era…
De camino a la casa Swan me distraje con un
poco con música clásica. Al llegar a su hogar me estacioné y toqué la puerta
con los nudillos.
Sentía el sudor resbalándome por la parte
posterior del cuello, quería tenerla entre mis brazos lo mas pronto posible, no
estaría tranquilo hasta ver que estaba bien, aunque no sabia por que sentía eso
exactamente.
Mi nueva suegra me recibió en la puerta, con
un delantal verde y su sonrisa característica.
— ¡Oh Edward! Que alegría verte cariño —me
saludo dándome dos besos en la mejilla.
— Hola Reneé —le salude, miré por encima de su
hombro, al parecer la casa estaba vacía y en silencio. Me puse aun más
nervioso.
— Tranquilo, Bella bajara en un segundo —me
dijo calmándome al ver mi expresión.
Respiré profundo mientras Reneé me dejaba
pasar y se iba a la cocina, me pregunté que estaría haciendo.
Caminé por el pequeño recibidor de un lado a
otro durante unos minutos, dando fugaces miradas a la escalera esperando a que
mi amor bajase hacia mí. Intentaba contenerme, si fuese por mi, hubiese subido
las escaleras de dos en dos derecho a su habitación, pero quedaría muy
maleducado y la verdad es que no quería toparme con el señor Swan, al menos no
todavía.
De pronto sentí un gruñido, subí la mirada y allí
estaba, aunque no lo que esperaba: Danco me observaba desafiante a mitad de las
escaleras, con su hocico fruncido y las orejas hacia atrás. Genial, lo que me
faltaba. Miré hacia donde estaba la puerta entre abierta de la cocina, donde podía
escuchar a mi suegra tararear una canción. Me pregunte, si quedaría demasiado
cobarde que le pegase un grito para que sacara al perro. Yo pensaba que si.
Lo mejor en ese momento, y lo único que se me ocurría,
era intentar hacer las paces con ese animal tan particular. Era de la misma
raza que la perra de mi hermana, era coincidencia ¿o a todos los perros de
aquella especie yo les caía realmente mal?
— ¡Danco! —gritó alguien cuando vi que el
perro se me estaba por subir encima. Era Bella.
Estaba increíblemente adorable con esa
camiseta azul y el cabello húmedo cayéndole en ondas sobre sus hombros. Mire
maravillado como el animal le hacia caso de inmediato y se perdía por el
pasillo con aspecto molesto.
No le quité los ojos de encima hasta que se
fue, solo cuando Bella me rodeó el cuello con sus frágiles brazos.
— ¿Estás bien? —me preguntó.
—Ahora mejor que nunca —le respondí acercándome
a su boca.
Nos besamos lento, disfrutando de cada rose.
Era la gloria. No había palabras suficientes que describieran como me sentía al
tenerla entre mis brazos, sintiendo su aliento dentro de mi boca…
Ella gimió, bajito y quedo, cuando enredé mi
mano entre sus húmedos cabellos castaños profundizando el beso hasta que
nuestras lenguas se tocaron rudamente.
Cuando vi que sus piernas perdían fuerza
separe su rostro del mío y la abrace contra mi pecho fuertemente mientras recuperábamos
nuestro aliento. Aunque con Bella respirando agitadamente contra mi cuello no
era una tarea muy fácil distraerme de las ganas de tocarla.
Después de un corto y último beso en los
labios salimos en mi coche hacia el centro, en busca de una cafetería para
desayunar.
Un café con leche y varios pastelitos después estábamos
acurrucados en mi coche, teniendo unos minutos de paz antes de ir a mi casa
para presentar a Bella formalmente como mi novia. Yo estaba emocionado pero
Bella muy nerviosa por esa me había pedido que nos quedáramos en el coche antes
de partir.
Mi padre se tomaría medio día y estaría en
casa a la hora de almorzar y según el mensaje que me había mandado Alice y como
ya lo sospechaba, Emmet iría también, acompañado de Rosalie por supuesto.
“Tranquila” estaba repitiendo Bella por lo
bajo durante todo el camino lo cual, naturalmente, me hacia reír. Usaba toda mi
fuerza y encanto por hacerla sentir más cómoda.
Al llegar a mi casa vi que Emmet y Jasper se
nos habían adelantado y ya estaban allí, seguramente pegadas a sus novias.
Intente no visualizar en mi mente la imagen de mi mejor amigo con mi hermana
juntos, aun no me tragaba bien ese tema, aunque en realidad, podía decir que
estaba algo celoso, ya no era lo mismo con Alice parecía que estaba creciendo
cada vez mas.
Tomé la sudorosa mano de Bella cuando bajamos
de mi Volvo, me reí de su expresión, en verdad estaba nerviosa. Nos paramos en
la puerta y antes de entrar la miré y la besé con todas ganas que tenia.
POV. Bella
Me separé de Edward cuando el aire comenzó a
fallarme. Lo miré sonrojada y cómplice con la intensidad con la cual nos habíamos
besado.
—
¿Lista? —me preguntó con sus ojos
emocionados y la mano en el pomo de la puerta. Tragué en seco, era hora de ver
a mis suegros, aunque claro, ya los había conocido en la fiesta de Esme antes
de fin de año y venia seguido a rastras de Alice para sus pijamazas.
Pero ahora era diferente, ya no me verían como
la amiga de Alice, sino como la novia de su hijo. No sabía que expectativas tenían
ello para la mujer de su niño, esperaba que coincidiera con algunas.
Edward abrió la puerta y entramos de la mano,
apenas si dimos dos pasos cuando ya tenia a Alice colgada de mí.
— Oh
Bella, ¡Te extrañe tano! —gritó en mi oído.
— Yo también Alice —le contesté intentando
apartarla, cuando quería, tenia una fuerza increíble.
Luego de la pequeña me saludo Jasper quien ya
tenía dos libros en las manos de la gran biblioteca de Carlisle. Salude a mi
hermana con ironía, parecía que no se podía escapar de Rosalie, me la
encontraba por todos los rincones, justamente en la mañana me había tropezado
con ella en el baño y en el pasillo.
Emmet estaba allí con ella, por supuesto, y me
saludó revolviéndome en pelo como si fuera una niña pequeña.
De la nada Edward me tomó de la mano con
firmeza, lo miré y él observaba hacia delante. Hacia donde venían sus padres.
Tragué en seco y me puse recta a su lado, él
se rió entre dientes ante mi reacción. Agradecí internamente a los demás por
dejarnos a solas, estaba a punto de anunciarme frente a mis suegros, necesitaba
la menor presión posible.
Esme me saludó con un beso en la mejilla y
miró nuestras manos unidas. Luego de que Carlisle me saludara la madre de
Edward lo rodeo con sus brazos. No había tenido la suerte de conocer tanto a
Carlisle, la mayoría del tiempo el estaba en el hospital.
— Madre, padre. Les presento a Bella, aunque
ya la conozcan, ahora ella es mi novia —dijo Edward, demasiado pronto para mi
gusto, no me había dado tiempo a prepararme.
Miré atentamente sus reacciones; Carlisle se sorprendió
un poco pero sonrió al igual que Esme mientras esta última le dirigía una
mirada cómplice a Edward.
— Es un placer que estés con nuestro hijo
cariño, eres un encanto —me dijo Esme. Le sonreí.
— Me alegra que Edward haya encontrado una
señorita tan especial y maravillosa como tu Bella, también es un placer para mí
que estés con Edward —me dijo Carlisle. Respiré hondo.
— Muchas gracias, por todo —les respondí.
— ¡MAMÀ! —gritó Alice de pronto. Debía de
estar en la cocina.
— ¡Oh! Parece que ya esta listo el almuerzo,
vayan a sentarse a sus lugares —nos apuró Esme haciéndonos señas con las manos
hacia el comedor, y con ello salio disparada hacia la cocina con Carlidsle de
su mano, como si fuesen dos adolescentes.
— ¿Los ves? ¿Tan malo fue? —me preguntó Edward
una vez que sus padres nos dejaron solos. Lo miré, tenía una sonrisa torcida
puramente irresistible y podía notar claramente la autosuficiencia en su
mirada.
— No, no fue malo. Fue genial —estuve de
acuerdo con el. Me dejé llevar por la emoción que sentía y lo bese en la boca
con ternura.
Me rodeó mi cintura con sus pétreos brazos y
me atrajo hacia su pecho, yo en cambio, enredé mis manos en su cabello.
— ¡Hey tortolos! Mamá dice que hay que poner
la mesa —el comentario de Alice nos hizo separarnos de un salto. Yo escondí mi sonrojo
entre mi cabello y Edward miró molesto a su hermana. Ésta le sacó su pequeña
lengua y se fue.
— No la mires así —le regañé, no podía imaginar
a alguien peleando con Alice, simplemente o saldría lastimado él o se metería
en problemas.
— Lo se, es que…, odio que hagan eso. Que nos
interrumpan, me gustaría tener tiempo contigo a solas —comentó abrazándome con
la cintura—. Sólo contigo—.
— Ya tendremos tiempo Edward —le contesté besándole
la punta de su nariz.— Ahora estamos en un almuerzo familiar, y hay que estar
en familia.—
Él hizo un gracioso mohín pero me dejo libre y
fuimos a ayudar a Alice que, con su grácil andar y energía, ya tenía casi todo
el trabajo hecho.
Ella nos coordinó a todos y nos sentó donde
ella quería, en parejas por supuesto pero estratégicamente sentados para que
las chicas quedaran lo mas juntas posible.
Agradecí aquello, en lo que llevaba conociendo
al grandote de Emmet no hacia otra cosa que hablar de deportes.
Esme me sonrió cuando le ayude a repartir los
platos. La lasaña estaba espectacular y la salsa casera era una delicia. La
mesa la súper felicito por la maravillosa comida.
A la hora del postre y como venia haciendo
desde que me senté en la mesa le tome la mano a Edward, mientras el acariciaba
el dorso con su dedo.
Todo fue tranquilo, bueno, claro, obviando la
parte en la que Emmet se puso sarcástico haciendo todo tipo de comentarios,
primero con Rosalie haciendo que ella le golpeara y luego avergonzándonos un
poco a Edward y a mí.
Cuando estuve tan sonrojada que creí que me
iba a desmayar Edward decidió meterse. Aunque por poco hubo una guerra de
comida Emmet se mantuvo callado, o medianamente callado en todo caso.
— ¿Qué tal te la estas pasando? —me preguntó
Edward mientras mirábamos una película acurrucados en el sofá de su casa.
— ¿Estás de broma? Me lo pase genial —le respondí
acariciándole el brazo que me rodeaba el estomago. Podía sentir perfectamente
los duros músculos bajo el tacto de mis dedos.
— Me alegro mucho, te dije que no seria nada
malo —comentó.
Giré la cabeza y le regalé una sonrisa antes
de acercarme hasta sus adictivos labios.
— Si, lo dijiste, pero no fanfarrones —le dije
antes de besarlo. Instantáneamente él me abrazó con fuerza y yo le rodee el
cuello con mis brazos. Esto si era el paraíso.
— Oye —comentó separándose de mí—. ¿Sigue en
pie lo del tiempo a solas? —me preguntó. Le sonreí y miré a Alice dormida sobre
el regazo de Jasper, en igual de condiciones, en el sofá de al lado.
— Claro que si —le respondí—. Huyamos —susurré
en un tono cómplice.
Nos levantamos con sigilo, no queríamos
despertar a Alice ya que le habíamos prometido su noche de películas pero prefería
cien veces mas estar con mi novio.
De puntitas de pies salimos de la casa de
Edward y nos montamos en su coche, en cuanto entramos no pudimos evitar reírnos
a carcajadas.
— ¿A dónde? —preguntó con ojos brillantes de
excitación.
— ¿Contigo? A donde sea… —le respondí tomándole
de la mano.
Se inclinó hacia mi lado para besarme profundamente
antes de arrancar el Volvo y partir hacia algún lugar desconocido.
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