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Capítulo 16: Incontrolable.
Edward pov.
Había visto decenas de pacientes y estaba más en la llamada de Bella que en
ellos...
Esa mujer era mi tentación y estaba seguro que sería mi muerte, de sólo
pensar en cómo se retorcía de placer, dejando sonoros gemidos por el otro lado
del teléfono...
Era perfecto.
Era mi ángel y cuando quería podía ser un demonio...
-Doctor Cullen, ¿qué debo hacer?- dijo la chica enfrente de mí. No tenía
más de 17 años y probablemente podría estar embarazada...
-Jennifer- le dije con confianza y ella sonrió, tenía que tranquilizarla y
era la mejor forma- Te haré una prueba de embarazo y veremos lo que pasa, ¿está
bien?- le dije con mi mejor sonrisa y ella se ruborizó, recordándome a mi
castaña de ojos marrones. Aunque su sonrojo no tenía nada que ver con el
precioso rubor de mi ángel.
-Cla...claro- dijo casi con lágrimas.
-Ven, no te preocupes- le dije levantándome y me acerqué a ella para darle
un abrazo- ¿Sabes quién es el padre?- le dije pausadamente y con tranquilidad
para que no pensara que estaba diciendo que se acostaba con el primero que
veía.
-Si, es mi novio- dijo apretando el abrazo y yo sonreí como un idiota,
recordando a mi preciosa mujer con tan sólo 17 años... su belleza era
inigualable.
-Mejor- susurré y deshice el abrazo y le di el pase para la prueba de
embarazo- Ve a hacértela, yo te estaré esperando, eres mi última paciente- le
sonreí de nuevo y ella estaba recompuesta, salió de la consulta y de nuevo mi
ángel ocupó mi mente.
Aproveché para llamar a mi hermanita para saber cómo iban los preparativos
para la fiesta.
-¿Ali?
-No, soy Rosalie, ¿qué pasa Edward?- dijo mi hermosa cuñada seguro con una
sonrisa.
-Hola Rose, ¿cómo vais?
-Genial, con la enana al mando ha sido posible...- susurró cansada y yo no
pude evitar soltar una carcajada- Si, si, ríete, las hormonas del embarazo nos
la estamos tragando nosotras... parece un verdadero coronel Edward...- dijo
bajito para que no se enterase la enana y yo no pude evitar reír de nuevo.
-Vale, perdonad, pero es por una buena causa- le dije con una sonrisa- Dile
a la enana que se ponga, la tranquilizaré- le dije seguro.
-Eso espero, porque tu hijo te verá castrado- dijo con malhumor y ahí
comenzaban las hormonas de su embarazo... No sólo había que soportar las
hormonas de la enana, si no que también las de Rose... me pregunto cómo estará
mamá...
-¡EDWARD!- gritó la enana y tuve que apartar el móvil del oído...
-Dios Alice me vas a dejar sordo...
-Sordo y castrado- dijo segura y yo tragué en seco...- Menos mal que estoy
aquí para arreglarlo, ni siquiera me has dicho a qué hora volvía Bella y tu
salida la sabemos por papá, por Dios Edward, ¿en qué piensas?- dijo envenenada
y yo solté una carcajada disimulándola con tos...
-En mi mujer...- dije sin más.
-Ya veo, pues más te vale que Bella no aparezca antes de las 7 o si no todo
será un desastre- dicho esto me colgó y mi sonrisa se ensanchó recordando la
reunión de Bella y que seguro terminaría más tarde de las 7...
Enseguida llamó alguien a la puerta y yo puse el móvil encima de la mesa.
-Adelante.
-Doctor- dijo Jennifer con una sonrisa en su rostro.
-Pasa Jennifer, ¿qué ha pasado?
-No estoy embarazada- vino corriendo hacia mí y me abrazó efusivamente, se
parecía a mi hermana Alice, a pesar de su pequeño cuerpo, tenía bastante
fuerza.
-¿Ves pequeña? No hay que adelantarse a los acontecimientos- le dije
deshaciendo el abrazo y besándole en la mejilla, esta chiquilla me había caído
de maravilla.
Le di otro pase para que viese a Carmen, mi amiga y ginecóloga y nos
despedimos.
Miré mi reloj de muñeca y ya eran casi las ocho, tenía que darme prisa si
quería llegar antes que Bella.
Colgué mi bata y cogí mi maletín y el móvil, apagué la luz y cerré la
puerta.
Me encaminé hacia mi coche y me monté rápidamente, mirando que el coche de
mi papá ya no estaba, probablemente ya estaría en nuestra casa, qué bien sonaba
ese “nuestra”.
El trayecto que normalmente tardaba 20 minutos, lo hice en 8... La verdad
que había pisado el acelerador en demasía...
Llegué y aparqué en el parking subterráneo rápidamente, golpeándome más
recuerdos... la noche en la que Bella y yo hicimos el amor en su coche...
Estaba total e irrevocablemente enamorado de Isabella Swan.
Subí lo más rápido que pude por las escaleras, sin esperar al ascensor y me
adentré en el apartamento, viendo como toda mi familia me miraba feliz y
sonriente.
-Edward, hijo- dijo mamá viniendo hacia mí y me abrazó con fuerza y yo le
besé en la mejilla y le abracé feliz- Enhorabuena hijo, me alegro tanto de que
tú y Bella os vayáis a casar, es el sueño que había deseado desde que os vi
juntos- dijo esto último susurrándome en el oído y yo sonreí aún más.
-Gracias mamá, es lo que deseo.
-Tú señorito “deseo” ven a darle un beso a tu hermana- dijo una Alice con
la panza enorme y yo le sonreí feliz.
Me acerqué a ella y le di un abrazo cálido y miles de besos en su cara,
ella reía feliz y puse mi mano encima de su panza, tocando a mi sobrinita y
ahijada.
-Hola Megan- le dije con cariño y en ese momento sentí una patada, miré a
Alice con sorpresa y felicidad y ella me miró de igual forma- ¿Lo has sentido?-
dije incrédulo, a lo mejor era producto de mi imaginación...
-Claro que si Ed, es para darte la bienvenida- me dijo mi hermosa hermana
con la sonrisa más maravillosa que le había visto jamás.
La abracé más fuerte, pero siempre con delicadeza y amor y ella me
correspondió de igual manera.
En ese momento Yuna se acercó y puso sus patitas encima de mis piernas, yo
le sonreí y la cogí.
-Hola preciosa- le dije besándole en el tope de su cabeza y ella me lamió
en respuesta- ¿Se ha portado bien?- les dije a todos.
-Oh si, es un amor- dijo la enana cogiéndola y Yuna le lamió en la mejilla
y mi hermana sonrió.
-Venga vamos, hay que regirse al plan- dijo Rosalie y todos nos quedamos
callados.
Primero se escuchó la puerta del ascensor abrirse y el inconfundible
taconeo de mi preciosa mujer, elegante y fino y Jasper apagó las luces y nos
quedamos callados en un silencio sepulcral, me había encantado esta idea.
Bella pov.
Llegué al aparcamiento subterráneo y aparqué el coche rápidamente, quería
llegar y abrazar a mi Dios griego.
Esperé a que el ascensor llegara y subí hacia nuestro departamento.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, miré extrañada hacia la puerta
del departamento, no se escuchaba nada, ni siquiera la televisión y no había
ninguna luz encendida, ¿acaso aún no había llegado Edward?
Abrí con tristeza y de repente se encendieron todas las luces del salón,
dejando ver a la increíble familia Cullen, mi familia y mi rostro se iluminó
por tanta felicidad.
-¡BELLA!- dijeron todos al unísono, pero yo sólo tenía ojos para mi Dios
griego, que me miraba con una preciosa sonrisa en su rostro y me guiñó el ojo,
yo le sonreí en respuesta.
-Felicidades mi amor- dijo maternalmente Esme y me abrazó efusivamente, yo
le respondí de igual modo, poniendo mi cara en el hueco de su cuello y gruesas
lágrimas comenzaron a bajar por mi mejilla- No llores cariño- dijo Esme
consolándome.
-No puedo evitarlo Esme, estoy tan feliz...- dije con voz quebrada y en ese
momento unos brazos muy conocidos para mí me abrazaron por la cintura y me besó
el tope de la cabeza.
Me volví y me encontré con ese par de esmeraldas que me miraban con
adoración.
-Te amo- le dije antes de besarlo y él me correspondió efusivamente y todos
estallaron es silbidos y aplausos, yo sólo tenía ojos y oídos para él.
-Yo más preciosa- me dijo besándome en la punta de la nariz y tocó mi
vientre- Hola bebé- le dijo con ternura.
De repente, alguien demasiado conocido para mí, me agarró del brazo
suavemente y me giró hacia ella.
-Señorita sabelotodo, ¿cuándo pensabas decirme que te ibas a casar con mi
hermano?- dijo una endemoniada Alice.
-¿Ahora?- dije lo más obvio.
-Oh por Dios- dijo besándome en la mejilla y abrazándome- Eres peor que
Edward.
-Vamos Ali levanta el ánimo, dejaré que te encargues de la boda- le dije
deshaciendo el abrazo y su cara se iluminó.
-¿De verdad?- dijo ilusionada y Jasper soltó un “Oh Dios, lo que
faltaba...” y todos estallamos en sonoras carcajadas, por supuesto Edward me
abrazó de nuevo, y puso su cara en el hueco de mi cuello.
-Si, pero hay una condición- dije volviéndome para ver a la persona más
importante de mi vida- Nos casaremos dentro de un mes, no quiero que mi panza
sea un obstáculo para mi luna de miel- dije lo más calmada y sincera que pude.
Edward me cogió en brazos y me besó toda la extensión de la cara, de nuevo
una ronda de aplausos y silbidos, esto último, por supuesto, por parte de
Emmett.
-Gracias mi amor, gracias- me dijo con una preciosa sonrisa en su rostro y
sus ojos estaban cristalinos.
-Te amo más que a mi propia vida- ya no me daba vergüenza reconocerlo
delante de todos y lo gritaría a los cuatro vientos si hiciera falta.
-Me haces el hombre más feliz del mundo princesa- me besó en los labios con
mucha ternura y yo cogí su cara con mis manos y la acaricié suavemente.
Después de un rato, Emmett le vino una improvisada tos y Edward y yo no
pudimos más que reír.
-Felicidades hija- me dijo Carliste con una sonrisa abrazándome.
-Gracias Carliste.
Todos me felicitaron con el mayor cariño de todos y Alice, Rosalie y yo
empezamos a quejarnos por el hambre...
-Me pondré como una vaca- dijo Alice sentándose en la mesa y todos la
seguimos con una sonrisa.
-Ah, pero ¿no lo estás ya?- dijo el muy idiota de Emmett y todos nos
volvimos hacia él con cara de asesinos... sobretodo Jasper, el pobre parecía
soportar todos y cada uno de los difíciles antojos de Alice...
-Emmett eres un completo idiota- dijo levantándose y dándole una sonora
colleja en la nuca.
-“Auch”, sólo era una broma- dijo el aludido tocándose la nuca.
-Pareces que no has aprendido nada de ayer, ¿No?- dijo Jasper con una
sonrisa, se lo estaba pasando en grande, viendo como su hormonal mujer
arremetía contra todos...
-Perdóname Ali- dijo Emmett acercándose a ella.
-No te quiero ver a menos de 5 metros de mí, OSITO- dijo en tono de enfado,
pero todos sabíamos que era sólo para amedrentar al pobre de Emmett y no
pudimos más que estallar en carcajadas por el mote que le decía Rosalie.
-IDIOTA- dijo Rosalie golpeándolo en el brazo.
-“Auch”, ¿por qué me pegas bebé?
-Por ser un insensible, idiota, imbécil...- dijo sentándose al lado de
Alice y todos nos reímos de nuevo.
-Vamos Bella pégame tú también, eres la que falta- dijo derrotado el pobre
de Emmett.
-De momento no lo haré, pero procura no meterte conmigo- le dije
apuntándole con mi dedo acusador y sentí cómo Edward y Jasper estaban
tronchados de la risa...
Emmett se sentó cabizbajo enfrente de su mujer y Alice y Rosalie le miraron
con rabia...
Pobre Emmett...
De repente de levantaron Alice y Rosalie y fueron hasta Emmett para besarle
en todos lados, la imagen era muy tierna y todos suspiramos feliz, al fin
habían enterrado el hacha de guerra.
Nos fuimos sentando, pero un cuerpecito pequeñito me lo impidió.
-Yuna, ven aquí mi amor- le dije agachándome con cuidado y la cogí en
brazos.
-No sabes lo que me gusta ese conjunto- me susurró Edward lamiéndome el
lóbulo de la oreja y yo me estremecí ante el contacto- Te lo quitaría aquí y
ahora a mordiscos- volvió a decir y me giré para encararlo.
Su mirada estaba oscurecida, producto del deseo y la lujuria contenida y
sus labios incitaban a besarlos, era una tentación andante.
-Yo te comería entero- le dije cogiendo su enorme erección- Pero ni aún así
tendría bastante para saciarme- le dije pasando mi lengua por mi labio
inferior.
-Ven aquí- me dijo cogiéndome de la mano y llevándome a la cocina.
-No hagáis cositas indebidas- dijo de repente Emmett y todos dijeron un “Cállate
Emmett”, Edward y yo soltamos una gran carcajada.
Dejé a Yuna en el suelo y se fue disparada para el salón y lo miré con
deseo.
Me cogió y me subió la falda sólo un poco para poder cogerme y sentarme
encima de la encimera de piedra. Comenzó a besarme en la comisura de los labios
y después pasó su lengua por toda la extensión de mi cuello y yo gemía
bajito...
Dios... el embarazo producía una sensibilidad increíble en mi cuerpo.
Mis manos estaban en sus hermosos cabellos broncíneos y sus manos estaban
en mi baja espalda acariciándome.
-Eres toda una tentación- susurró con voz ronca y yo lo besé con urgencia.
No sé cuánto tiempo pasó, pero toda la familia vino a mi mente y paré en
seco cuando estaba a punto de quitarle la camisa.
-Edward, tenemos que parar- le dije mirándolo a los ojos.
-Joder- dijo más en necesidad que en enfado.
-Después me tendrás sola y completa para ti.
-No puedo esperar- dijo besándome de nuevo y Yuna vino y nos ladró.
Nos separamos viendo a la pequeña mover su rabito y soltamos una sonora
carcajada.
-Después te violaré salvajemente- le dije mientras me bajaba de la
encimera.
-No digas nada más Bella, no sabes lo que me estoy resistiendo a quitarte
de un jalón la ropa y adentrarme en ti- dijo con la voz demasiado ronca.
Yo le sonreí feliz y orgullosa por conseguir que se excitara por mí y me
miré en el reflejo de los cristales del mueble.
Mi pelo estaba en un caos total y mis labios rojos e hinchados.
-Ven aquí- dijo Edward pasando sus dedos por mi larga cabellera, quitándome
los pequeños enredos y pasando su lengua por mis labios, haciendo un roce
perfecto.
Mis manos volaron hacia su pelo ahora más despeinado que de costumbre y
pasé mis manos por todos sus cabellos, domándolos como pude.
Ya estábamos presentables al menos y salimos hacia el salón.
Nadie dijo nada, ni siquiera Emmett, que nos miraba burlón. Al parecer
todos le habían leído la cartilla...
Nos sentamos y comenzamos a comer la rica comida que había preparado Esme
con Alice y Rosalie.
Estuvimos hablando de todo un poco y sobretodo nos reímos muchísimo con las
ocurrencias de Emmett.
-Bella, mañana mismo iremos de compras- dijo Alice feliz.
-Dios...- susurré con mis manos en mi cara.
-No podemos perder tiempo Bella, me has dado tan sólo un mes- dijo
histérica.
-¿Qué problemas tienes? Te dará tiempo de sobra- dijo Edward con toda la
razón del mundo.
-Hombres... cómo se nota que no sabéis lo que es preparar la boda del
siglo...- dijo pensando seguro en los modelos de todas las cosas...
-Alice no te pases, la queremos hacer íntima- dijo Edward y yo asentí.
-Nada de eso, habrá de todo y por supuesto no faltaran las personas más
importantes del país- dijo segura- Jasper, vámonos, tengo mucho que pensar-
dicho esto se levantó y fue seguida por el pobre de Jasper, que al parecer estaba
agotado...
Pobre...
-Mi hermana lo tiene consumido- dijo Edward bajito para que la demonio no
se enterase.
-Edward Anthony Cullen Masen te he escuchado- dijo antes de abrir la
puerta- Adiós- dijo desapareciendo y Jasper sólo hizo un asentimiento de cabeza
y cerró la puerta.
-Pobre Jasper- les dije a todos.
-Si, la enana está inaguantable- dijo Emmett y todos asentimos, por primera
vez estábamos de acuerdo con él.
-Bueno chicos nosotros también nos vamos- dijo Carliste besando la mano de
Esme, se veían tan enamorados a pesar de los años...
-Bella, ¿conseguiste vencer a la náuseas con las galletas?- dijo Esme
cuando me estaba levantando para despedirme de ellos.
-Si, la verdad funcionó bastante bien- le dije con una sonrisa y Edward me
besó en la mejilla.
Nos encaminamos hacia la puerta y nos despedimos.
-Bella cariño cuídate mucho, mañana te veré seguramente con la loca de
Alice- me dijo abrazándome y yo sonreí por lo último que dijo.
-Tú también Esme y gracias por venir y hacer esto- le dije refiriéndome a
todos los preparativos para mi sorpresa.
-Nada de gracias, es lo menos que puedo hacer por mi nieto- me besó
tiernamente en la mejilla mientras acariciaba suavemente mi vientre, yo le
sonreí feliz.
-Edward cariño, cuídala mucho y dale todos los caprichos, se merece todos y
cada uno de ellos- le dijo a su hijo mientras lo abrazaba y Edward y yo nos
miramos intensamente.
-Claro que si mamá, es lo menos que puedo hacer por la mujer más
maravillosa de todas- me dijo mirándome embobado.
-Qué amor...- suspiró Esme y nosotros sonreímos.
-Bella nos veremos pronto, cuida de mi nieto- dijo Carliste mientras me
abrazaba.
-Por supuesto- le dije antes de besarle en la mejilla.
-Adiós hijo, mañana te veré en el hospital.
-Claro, adiós papá- le dijo con una sonrisa y vimos cómo Rosalie y Emmett
se levantaban de sus asientos.
-Nosotros también nos vamos, queremos dejar a la parejita feliz hacer e...-
no terminó Emmett, pues Rose le dio una colleja bastante fuerte.
-“Auch”- se quejó Emmett y Edward y yo soltamos una gran carcajada.
-Emmett ten un poco de educación- dijo Carliste severo, pero Emmett le
sonrió como un niño, dejando aparecer sus hermosos hoyuelos tan adorables.
-Si, pa- le dijo como si nada y todos se fueron después de hacerle prometer
a Esme que mañana nos veríamos y que por supuesto compraríamos cosas para el
bebé.
-Qué día...- susurré cerrando los ojos y Edward se puso enfrente de mí.
-¿Estás cansada preciosa?- me dijo cogiéndome en brazos.
-Sólo lo justo- le dije pícaramente y él me sonrió torcidamente, no pude
evitarlo por más tiempo y lo besé.
Lo besé con todo el amor que sentía hacia él, con todo el deseo que tenía
desde esta mañana de hacerle el amor y por supuesto con una lujuria
incontrolable.
-Te amo- me susurró para volver a atacar mis labios.
-Y yo a ti mi vida- le dije cuando cerró la puerta de nuestra habitación
con el pie.
Me dejó suavemente encima de las suaves sábanas y se colocó encima de mí.
Comenzó a besarme en toda la extensión de mi cuello y creí venirme en ese
momento.
-Edward...
Me miró intensamente y me besó con un simple roce en los labios y bajó
presuroso a quitarme los zapatos y ponerlos en algún lugar de la habitación.
Me cogió de la cintura para quitarme la blusa y la falda. Mi blusa
desapareció rápidamente, pero mi falda no...
Tiró de la cremallera hacia abajo con una delicadeza y suavidad imposibles
mientras me miraba pícaramente. El roce de sus dedos con mi piel era algo
exquisito...
Me puso de pie y me quitó completamente la falda. En segundos tan solo
tenía el tanga de encaje blanco que me había regalado Alice hacía unos meses y
que Edward no había visto...
-Eres preciosa- dijo antes de besarme intensamente y mis manos fueron hacia
su hermoso cabello jalándolo suavemente, incitándolo... Me empujó con suavidad
de nuevo contra el colchón y su camisa desapareció. Mis manos le impidieron
seguir desnudándose y lo empujé hasta quedarse debajo de mí, ahora me tocaba a
mí...
Me senté a horcajadas encima de él y restregué mi centro con su miembro.
-Bella- susurró con voz ronca y él tocó mis sensibles pechos, yo gemí en
respuesta.
Mis manos acariciaron suavemente su tonificado pecho y mi mirada se volvió
de deseo puro.
Era completamente hermoso y sólo para mí, ante este pensamiento sonreí y él
me miró interrogante.
-¿De qué te ríes?- dijo con la voz más ronca aún.
-De que eres sólo para mí- le dije bajando hasta su altura para besarle, él
puso sus manos en mi pelo y jaló aún más hacia él, nuestras lenguas comenzaron
una batalla que ninguno estábamos dispuestos a perder. Pronto, demasiado pronto
para mí nos quedamos sin aire y él comenzó a besar mi cuello.
-Tu piel es una droga para mí- susurró contra mi piel y yo me estremecí.
Me separé suavemente de él y mis labios se acercaron a su ardiente piel.
Comencé a besarle con lentitud, dejando un sendero de besos húmedos por
doquier, él gemía audiblemente y yo me sentía poderosa.
-Eres perfecto- le dije mirándole con deseo.
No dejé que me contestara, simplemente seguí con mi camino y mis manos
bajaron hasta la hebilla de su pantalón, quitando el estorboso cinturón y mi
lengua pasó involuntariamente por mi labio inferior.
-Bella...- gimió ante mi actitud y yo le sonreí pícaramente.
Desabroché el pantalón y comencé a bajarlo a la vez que dejaba suaves besos
en el nacimiento de su pubis.
Él me ayudó a bajar el pantalón totalmente y me dediqué a jugar un poco con
él, ante todo quería torturarlo...
Mis manos comenzaron a bajar su bóxer con una lentitud casi imposible y él
gemía incontrolablemente a la vez que yo sonreía orgullosa y poderosa.
Cuando mis manos bajaron totalmente el bóxer, su miembro saltó agradeciendo
la liberación que le daba, yo lo miré atentamente, era enorme...
No es que no me hubiera dado cuenta antes, pero a esta altura parecía un
tamaño imposible.
-¿Te gusta lo que ves?- dijo con la voz más ronca que le había escuchado
jamás.
-Me encanta- dije antes de meterme la punta en la boca y sus manos viajaron
hacia mi pelo, jalándolo suavemente.
-Bella- gimió más alto y yo sonreí con su miembro en mi boca.
Bajé mi boca aún más, llenándola por completo y aún no tenía ni la mitad
dentro...
-Dios Bella.
Yo me dediqué a bombear suavemente y Edward se retorcía de placer.
Mis manos me ayudaron en la tarea, bombeando suavemente y rudamente en
otras ocasiones, Edward llenaba la habitación con sus hermosos gemidos y yo
sonreí para mis adentros triunfalmente.
Edward pov.
Dios, dios y dios...
Esta mujer era la diosa del sexo y yo sólo me podía concentrar en su
hermosa boca bajando y subiendo, con una delicadeza infinita, en mi miembro...
En ese momento me miró y en su mirada había mucho deseo y gemí sin cortar
su penetrante mirada. Mi mirada estaba cargada de desesperación y agonía,
quería venirme, pero no podía venirme en su boca sin avisarle, sería poco
cortés...
-Bella me voy a...- no terminé la frase porque ella sacó su boca
completamente y me calló.
-Quiero que te vengas en mi boca- dijo demandante y volvió a meterla en su
boca y yo perdí la cordura en ese momento, me dejé llevar por la locura y me
derramé en ella en pocos segundos...
La miré desconcertado y ella se lamía toda la comisura de sus labios para
tragar todo el líquido blanco que se derramaba de su boca.
Era la escena más erótica que había visto jamás y mi miembro se puso duro
de nuevo, era insaciable con esta mujer...
-Ven aquí- le dije cogiéndola por sus pequeñas muñecas y la alcé para que
se pusiera a horcajadas encima de mí.
Mis labios fueron hasta su sonrosada e inflamada boca y se la comí
literalmente. Ella por su parte se colocó perfectamente para que nuestros sexos
estuvieran unidos y a la primera estocada ya estaba gimiendo como un poseso...
La imagen de su perfecto cuerpo de diosa sobre mí retorciéndose de placer
era algo INOLVIDABLE.
-Edward...- gimió y me miró con lujuria.
-Eres preciosa- le dije anonadado por su penetrante mirada y yo alcé mis
caderas provocando que me adentrara más en ella, como si eso fuera posible...
-Edward...- dijo y sabía que estaba a punto de llegar a su clímax.
-Eres perfecta- le dije antes de morder uno de sus pezones erectos y ella
empujó más fuerte y yo enloquecí.
Cada vez hacía más calor y nuestros cuerpos resbalaban por el sudor...
-Edward me vuelves loca- dijo fuera de sí y gimió aún más. Yo sonreí feliz
y orgulloso por ser causante de tanto placer.
-Eres tan estrecha- dije a punto de llegar.
En ese momento sus paredes me apretaron y mi sexo se sentía deliciosamente
bien por tanta estrechez y calidez.
-Y tan cálida- dije aferrando mis manos a sus caderas más fuertemente y los
dos llegamos a nuestro esperado orgasmo.
Ella cayó encima de mí y yo le acaricié el pelo suavemente.
Nuestras respiraciones volvieron a la normalidad poco a poco y ella tenía
su oído en mi corazón. Yo le acariciaba su espalda en pequeños círculos y le
besaba el tope de su cabeza.
-Ha sido...- dijo sin poder hablar, su respiración aún era anormal.
-Maravilloso, genial, fantástico- ella se volvió para mirarme y me besó con
mucha felicidad.
-Me alegro de que te haya gustado- me dijo mirándome a los ojos, sabía que
era su primera experiencia de sexo oral.
-No tengo palabras para describirte cómo has estado, pero un “perfecto” se
le aproxima un poco- le dije besándole en la frente y ella me sonrió
pícaramente.
Bella sólo pudo sonreírme en respuesta y yo le sonreí de lado.
-Voy a ducharme, ¿vienes?- me dijo levantándose.
-No podría negarme señorita- le dije guiñándole un ojo- En breve señora de
Cullen- le sonreí y ella me sacó la lengua.
Se volvió y se encaminó hacia el balo, mostrando su perfecto cuerpo ante
mis ojos...
De verdad era una tentación...
Nos metimos en la ducha y Bella comenzó a cerrar los ojos como una niña
pequeña, su cara descansaba en mi pecho y yo la enjabonaba suavemente.
La enjuagué rápidamente y la cogí en brazos para secarla, se estaba
quedando dormida.
La sequé con mucho cuidado besando a mi hijo y ella me acarició levemente
el pelo.
-Te amo más que a mi vida- me susurró antes de caer a la inconsciencia.
Yo sólo pude sonreír y la llevé hasta la cama, la abracé y nos tapamos.
-Eres
mi vida- le susurré antes de que el cansancio me venciera.
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