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EL AMOR CONTRA TODO.
Disclaimer: Casi todos los personajes pertenecen a la maravillosa S. Meyer. Flopii y yo sólo jugamos con ellos y hacemos lo que nuestra imaginación nos dicta.
Raiting: M
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¿Podrá sobrevivir el amor ante algo imperdonable? ¿Podrán perdonar para ser felices?
Capítulo escrito por Flopii.
Capítulo
1: Conociéndote.
POV.Bella
Estaba disfrutando de mi muy
placentera siesta, aprovechando que mi hermana no estaba para molestarme con los
preparativos para la noche.
Me había salvado olímpicamente
de ir a la peluquería con Rose, alegando un dolor de cabeza y vómitos
inexistentes. Sabía que a ella no le gustaban las enfermedades y menos aun
cuando estas implicaban alguna segregación mucosa y/o asquerosa.
“Adiós Paz” Pensé cuando oí la
puerta de entrada cerrarse con un portazo y los inconfundibles tacones de mi
hermanita resonando en el parquet del suelo.
Danco, mi perro, salto de mi
lado de mi cama y corrió a la puerta entre abierta y salió de mi habitación por
el espacio que quedaba libre, seguramente a investigar que era ese ruido.
Se decepcionaría mucho cuando
viese que solo se trataba de Rosalie, digamos que ella, no le tenia mucha simpatía
después de que casi se comiera a su gatita.
Cerré los ojos, intentando
dormirme de nuevo, aunque claro no sirvió de nada. Los tacones de Rosalie volvieron
a oírse por el suelo del pasillo, la oí dirigirse hacia mi habitación, entró y encendió
la luz como si nada.
Gemí y me cubrí con la
almohada.
-¿No deberías estar levantada
ya? Mamá ya se está preparando y tu deberías estar saliendo de la ducha, no en
el mismo sitio donde te dejé.-Se quejó mi hermana mientras rebuscaba en mi
ropero el vestido que habíamos comprado para que yo llevara puesto esta noche.
Como vio que no estaba
dispuesta a hacer nada por cuenta propia, Rose me levantó casi a rastras y yo, quejándome
entre tropezones, llegamos a la ducha.
Una vez estuve más o menos
despierta, Rose me paso en hermoso vestido azul noche y me ayudo a colocármelo
con cuidado.
Era perfecto, ajustado hasta
por arriba de las rodillas, con brillantes en la parte superior y un lazo que
cruzaba por mi cintura.
Como siempre mi hermana me opacaba
por completo con su escultural cuerpo de diosa enfundado en un vestido Carolina
Herrera color violáceo, ajustaba sus grandes y firmes pechos y luego caía libre
hasta los pies.
Ella me arregló el cabello y me
maquilló con una sombra azul y un labial cereza, aunque no se comparaba con su
espectacular peinado y su maquillaje que resaltaba su rostro como una escultura
de hielo tallada a mano.
No es que estuviese celosa,
amaba a mi hermana, solo que ella había tenido mas suerte saliendo a mama, con
su cabello rubio dorado y sus ojos celestes.
Rose siempre me decía que mis
ojos eran igual de hermosos como los de papa y aun mas profundos que los de
ella misma y que mis rizos naturales eran algo digno de envidiar.
Si, tenia la mejor hermana del
mundo. La amaba con locura, ella era la mayor y nos cuidábamos mutuamente, si hubiese
nacido con la genética de mama, se podría decir que hasta éramos gemelas.
Charlie y Reneé, nos esperaban
abajo, mama con un vestido largo de color canela con piedras brillantes en la
parte superior y papa con un esmoquin que al parecer no le agradaba mucho. Su
cara era todo un poema, daba risa de solo verlo.
Con mucho cuidado de no
estropear los vestidos nos dirigimos a donde seria la gran fiesta de esta
noche, en la casa de una de las amigas de mama.
Rose me miró de manera
confidente a mi lado y me tomó de la mano, como hacíamos siempre y me dio un
apretón, supuestamente mamá había dicho que había alguien que quería
conocernos.
Nos miramos en el reflejo del
espejo y ambas sonreímos.
Las Swan estaban listas.
POV.Jasper
Me encontraba leyendo
tranquilamente mi nuevo libro sobre el Ejército Confederado, esperando a que el
reloj marcase las ocho para arreglarme decentemente para la fiesta de esta
noche.
Edward y yo nos conocimos hace
muy poco tiempo en el gimnasio, sin querer él había dejado caer una pesa de
mano sobre mi pie, destrozándolo por completo. Se disculpó infinidad de veces y
me llevó al hospital diciéndome que su padre era médico.
Cuando llegamos y su padre
Carlisle me quitó la zapatilla, mi pie estaba hinchado y negro, parecía como
una carne envuelta en algo a punto de reventar.
Por suerte no fue nada grave y
me mejoré rápidamente, desde ese día, que fue hace solo dos meses, nos habíamos
llevado de maravilla y mi pie hacia dos semanas que no se quejaba.
La paz que me daba mi libro
sobre la guerra civil se vio interrumpida cuando el bruto de mi hermano me
saltó encima. Había que tener huesos de gomas si querías sobrevivir con Emmet.
-¡¡Emmet ya basta!! ¿Qué
quieres?-Grité molesto mientras acomodaba las hojas arrugadas de mi libro
nuevo. ¡Que terrible era!
-Mamá dice que nos vistamos que
tenemos que irnos.-Dijo con sus brazos en la nuca, todavía tirado en mi sillón,
con sus piernas sobre las mías, a punto de cortarme la circulación.
Miré molesto sus ojos color azul
oscuro, replica exacta de papá, en contraste con los míos que eran de color
miel, iguales a los de mamá.
Emmet había salido a él y yo idéntico
a mamá, hasta el mismo cabello rubio castaño. Él, en cambio, tenía los hoyuelos
que tenía papá de pequeño, salvo que a él no se le habían quitado jamás y el
mismo pelo negro que le caía por los ojos.
Éramos iguales de altos, salvo
que el tenia mi triple de peso en músculos.
-Está bien.-Dije entre dientes.
No me gustaba que interrumpieran mi lectura, yo era alguien tranquilo y pacífico,
todo lo contrario a la mole de mi hermano.
Me encerré en el baño y como
era tan característico en mi personalidad, el enfado que había sentido cuando
salto sobre mí, se esfumó por completo dejando paz nuevamente y algo de humor
por la patética escena.
Me puse mi pantalón de vestir,
mi camisa blanca con pequeñas líneas verdes y el saco de esmoquin encima.
Cuando estuve vestido, con toda
la calma del mundo, bajé las escaleras y esperé al resto de mi familia en el porche
en silencio. Poco después mis padres y mi hermano bajaron ya listos para ir a
la fiesta en la Casa Cullen.
Mi hermano me tomó del cuello
con uno de sus brazos y me obligó por así decirlo a que nos miráramos en el
espejo.
-Que guapo están los hermanitos
eh ¿Jasperin?-Me insinúo Emmet moviendo las cejas sugerentemente. Rodé los ojos
y nos miré en el espejo, en verdad nos veíamos bien, pero no para tanto.
Sea como sea los Hale ya
estaban listos.
POV.Alice
Abrí la puerta de la habitación
de mi madre y la ayudé con su muy complicado vestido de tirantes negro. Ella se
veía radiante y muy pero muy feliz, siempre había querido hacer una fiesta de vísperas
de año nuevo y le emocionaba la idea de que se celebrara en su casa, bueno, nuestra
casa.
Una vez terminada la ayuda a mi
madre, ella bajó a comenzar a recibir a los invitados que estaban llegando.
“Justo a tiempo” Pensé emocionada.
Me encontré con mi hermano de
camino escaleras abajo.
-Estás hermosa, Alice.-Me dijo
con una sonrisa.
-Tu también, guapo.-Le dije con
guiño, claro que estaba hermoso, mi hermanito Edward se dejaba vestir por mí,
bueno… solo en ocasiones muy especiales como ésta, aunque él aplicaba el dicho
de “torturar”.
Bajé rápidamente las escaleras
con una gran sonrisa en mi rostro, observé a mi alrededor que la decoración seguía
en perfectas condiciones y los invitados parecían realmente felices con la
atención caballerosa de los mozos.
Había bocadillos en la sala que
conecta con la entrada, mamá y yo le decíamos la sala media, no sólo por la
decoración de esa época que contenía, si no por el tamaño de ésta, que no se
comparaba con la sala enorme donde sería la cena, ni tampoco con la sala
pequeña donde estaba el televisor, la computadora y los videojuegos.
Los ramos de flores que habían
llegado en la mañana estaban en sus sitios, los manteles bien puestos, como había
ordenado y las alfombras nuevas daban un toque espectacular.
Saludé a todos los que conocía
y mis padres me presentaron a los que no. Había personas de casi todo el pueblo
y también de todas las edades aunque no había muchos niños, esas cositas
pequeñas y adorables a veces podían traer problemas, o eso decía mi madre,
algunas mujeres no querían pasar ningún tipo de vergüenza si sus hijos rompían
algo de la casa de la familia Cullen. Tonterías, los niños eran como muñequitos,
tiernos, lindos, abrazables y cien por ciento manejables a la hora de la ropa.
Estaba emocionada por conocer a
las chicas Swan, había conocido a Reneé, su madre, cuando había venido a casa
una vez. Estaba muy bien vestida, y cuando la felicité por su buen gusto ella
alegó que era todo obra de una de sus hijas, solo “una”, había aclarado. Pero no
importaba, me llevaría muy bien con las dos ya que a la otra la podría entrenar
¿no?
A lo lejos vi a mi hermano,
hablando animadamente con un muchacho enorme, Edward me vio y me hizo señas
para que me acercara.
-Hey Alice, el es Emmet Hale,
Emmet, ella es Alice, mi hermana pequeña.-Nos presentó y estrechamos nuestras
manos en forma de saludo. Él tenía unos bellos ojos azul oscuro, cabello negro
y unos graciosos hoyuelos cuando sonreía.
-¿Qué tal Alice?-Preguntó Emmet
con su sonrisa de niño travieso.- ¿Eres soltera?-Me preguntó sin quitarse un
pelo, a Edward se le transformó la cara y golpeó a Emmet en un costado en
cambio yo me reí.
-¿Y ahora qué? Lo decía por
Jasperin no por mi tontín, ya te lo dije, yo todavía estoy esperando a la mujer
de mis sueños.-Le aclaró a mi hermano.
¿Jasperin? Miré a mi hermano en
busca de respuestas.
-Su hermano Jasper fue al baño
te lo presentaré en un minuto.-Dijo con los dietes apretados, si que a veces
podía ser sobreprotector.- Y Emmet, Jasper no necesita ninguna novia por ahora,
nos lo aclaró el otro día y si por alguna divina razón cambió de opinión, no
consideres a Alice como una de tus candidatas para él.-Le dijo a Emmet.
“Hombres” Pensé rodando los
ojos. Me incliné hacia atrás a sabiendas de que había un escritorio alto y
delgado donde mamá ponía su bolso y sus llaves cuando regresaba de su clase de
arte, apoyé las manos y con lo que me encontré casi me da un espanto.
Saqué mis manos de mi espalda y
me las miré. ¿Agua? ¡¡Agua!! Me volteé a ver y abrí los ojos, completamente
petrificada. Las llaves y el bolso los había guardados arriba, lo recordaba, y
había puesto uno de los tantos floreros que habíamos comprado el día anterior
con unas rosas blancas y rojas.
¡Pero además de eso había agua!
El agua chorreaba de una grieta en el florero que ya se había vaciado y había
mojado toda la mesita y gotas gordas caían por un costado hacia el suelo. ¡Qué
desastre! ¡Qué vergüenza! Tomé las flores entre mis manos y volé hacia la
cocina, recordaba que habían sobrado dos floreros más, lo reemplazaría por uno
de esos, dejaría el roto en la cocina para tirarlo mañana y le diría a alguien
de los mozos que limpiase, no podía hacerlo yo, con mi vestido no podría
agacharme y menos arriesgarme a arruinarlo.
Jamás llegué a la cocina, en
medio del desértico pasillo que me llevaba a ella, mi tacón resbaló con el agua
de las flores que aún goteaban.
No fue un simple resbalón, iba
de caída de culo al piso, cerré los ojos esperando el impacto, el rasgón en mi
vestido que de seguro tendría arruinándolo por completo, pero… el impacto jamás
llegó.
Unos fuertes e irreconocibles
brazos me agarraron firmemente de la cintura, impidiendo mi caída. Me puso de
pie lentamente, las flores las tenía pegadas a la cara impidiéndome verlo. Sus
brazos no abandonaron mi cintura y reuniendo valor, dejé las flores a un lado,
que se interponían entre nosotros.
Se me cortó la respiración, el
muchacho era alto, dejando caer toda su sombra sobre mí, muy hermoso, su
cabello rubio castaño, ojos color miel, casi dorados, me miraban fijamente con
curiosidad, parecía un auténtico modelo, y no solo por su figura y su bellísimo
rostro sureño, tenía un gusto bastante elegante con la ropa.
Él notó que todavía me tenía
entre sus brazos y me soltó con cuidado, sentí la pérdida de su calor y mi rostro
decayó un poco.
-¿Está usted bien, señorita…?-Preguntó
con caballerosidad, su pregunta había quedado al aire y me di cuenta de que no sabía
mi nombre.
-He… bien, si… yo…-¡Dios Alice!
¿Quién te comió la lengua? ¡Di algo inteligente!
-Jasper Hale.-Dijo él con una
inclinación de cabeza. Hale. ¿Él era el hermano de Emmet? Dios mío…
-Alice Cullen.-Susurré, todavía
sorprendida. Extendí mi mano para estrechársela, pero él la tomó delicadamente
y la besó tiernamente sin apartar su mirada de la mía.
-Todo un placer, señorita.-Me
susurró. El contacto de nuestras pieles era casi mágico y me sentí volar en una
nube. No sabía qué o por qué, pero sentía que él y yo estábamos hechos para
formar algo grande, algo único y destinado.
-Jasper, te va sonar raro, pero
creo que me necesitas tanto como yo a ti.-Contesté. Él me miró nuevamente con
curiosidad.
-Estaría encantado de oír el por
qué.-Dijo dulcemente con una sonrisa.
Me ofreció su brazo y encantada
entramos juntos a la cocina.
POV.Jasper
Los padres de Edward eran
amables y maravillosos, pero no podía evitar sentirme enojado con el que había
hecho los planos de aquella casa. Demasiadas puertas.
Mi necesidad de ir al baño se
hacia más importante a medida que pasaban los minutos y yo como un idiota
paseado como un explorador en la planta alta. Apenas sabía por donde había
venido.
Quince puertas después pude
encontrar un lujoso baño al final del pasillo número 2 a la derecha, eso lo
recordaba claramente.
Lo que me incómodo de
sobremanera era que parecía ser un baño de damas, lleno de maquillaje, un gran
espejo rodeado de luces y un conjunto de ropa interior de encaje negro
demasiado pequeño para alguien mayor, colgado en un gancho al lado de la ducha,
no lo miré en los tres minutos que estuve allí, debía de ser de la hermana de
Edward a decir por el tamaño…
Mierda Jasper ¿En que momento
te habías vuelto en un experto en ropa interior femenina y tamaño de pechos?
Esos eran los efectos por
entrar en un ambiente tan femenino.
Salí rápidamente, pero asegurándome
de dejar la tapa baja y limpia. Me acomodé la corbata mientra bajaba las
escaleras, ya que me la había estado tocando en todo el rato que había estado
metido dentro de aquel lugar. Me estremecí.
Al final de las escaleras noté
que había terminado en un pasillo, me volví a mirar las escaleras y noté que no
eran las mismas por las que había subido, esto parecía un autentico laberinto. Tenía
la opción de regresar y volver a perderme en el mar de puertas o seguir y ver
hacia donde me llevaba aquel pasillo.
Seguí por ese lugar que luego
se dividía en dos: a la izquierda había una puerta y la derecha seguía el interminable pasillo.
Abrí la puerta de la derecha y había
una gran y moderna cocina, bien, me di la vuelta y seguí caminando por el
pasillo con la mirada baja.
Oí resonar unos tacones en la
madera y levanté la vista para ver a una niña acercarse hacia mí, con un ramo
de flores que le tapaba la cara y goteaba agua hacia abajo. Me quedé confundido
por un minuto, eso si que era extraño, pero cuando solo estaba a un paso de mi,
la chica resbaló y se fue directo al suelo.
Antes de que su cuerpo tocase
el suelo, la rodeé con mis brazos por la cintura y la levanté. Su corazón latía
rápido contra el mío. Luego, de un momento, ella apartó las flores de su cara revelándome
su perfecto y hermoso rostro.
En una palabra podía decirse
que era magnífica. No era una niña como había imaginado, era bastante madura
para serlo, pero parecía divertida y diferente, su cabello azabache estaba
cortado corto con las puntas apuntando en diferentes direcciones, su piel
blanca y suave a la vista, sus ojos de un intenso y hermoso color verde
esmeralda.
¡Despierta Jasper! Me dije a mi
mismo cuando iba a acercarme a su rostro. Era inevitable su aroma me traía
loco.
-¿Esta usted bien, señorita…?-Pregunté
educadamente, dejando la pregunta abierta para que me dejara saber el nombre de
esa mujer con esos labios rosados tan preciosos.
-He… bien, si… yo…-Dijo
sonrosada todavía sin decirme su nombre. Tal vez se sentiría más cómoda si yo
le dijese el mío….
-Jasper Hale.-Me presenté
inclinando la cabeza. Ella me miró con sorpresa, tal vez, reconociendo mi
apellido.
-Alice Cullen.-Susurró ella.
¿Alice? Que nombre tan perfecto ¿Cullen? ¿Ella era la dueña de esta casa? Peor
¿Ella era la hermana de Edward? ¿Me golpearía si le pedía que me diera el número
de su hermana? No, no haría eso. Me dejaría caer una pesa sobre mi otro pie.
Tomé su mano extendida hacia mí
y la besé suavemente.
-Todo un placer señorita.-
-Jasper te va a sonar raro,
pero creo que me necesitas tanto como yo a ti.-Susurró.
Ok, eso si no lo esperaba, pero
su voz había sonado tan confiada y segura que ese mismo sentimiento se había
instalado en mí. La pequeña Alice y yo teníamos que hablar, tenía que
conocerla, ella tenia razón, lo necesitaba.
-Estaría encantado de oír el
porque.-Le dije con una sonrisa ofreciéndole mi brazo y juntos entramos en la
cocina.
POV.Rosalie.
Mama nos presentó con educación
frente a Esme y Carlisle, los padres de la familia Cullen. Aunque todavía no habíamos
conocido a los hijos y los Hale no aparecian por ningún lado.
Mi hermana Bella, para hacerme
enojar, me dijo que estaban tal vez con sus novias y yo la miré feo, si me
hacia enojar lo único que se ganaba era una visita al Spa conmigo, lo cual ella
odiaba. No es que quisiera un novio para mi, claro que no, los hombres eran
demasiado idiotas, grotescos y egoístas, además de babosos, sólo pensaban en
una cosa: sexo, salvo en algunos extraños casos. Lo que yo quería era un novio
para Bella, ella jamás había tenido uno, alguna que otra cita obligada por mí,
pero nada más, después de eso, por esa razón en cuanto me enteré del chico
Cullen y de los chicos Hale casi bailo de alegría, ellos si que tendrían que
ser educados y cuidadosos con los padres que tenían.
Le había dicho a Bella que yo
estaba levemente interesada, y era cierto, salvo que ella pensó que podría
cazar a alguno de los muchachos, le di la razón, si quería cazarlos… para ella,
jeje.
-Oh permítanme presentarles a
mi hijo mayor, Edward. Edward ellos son Renée y Charlie Swan y su hija Rosalie.-Dijo
Esme. Miré al muchacho, era alto, musculoso aunque no en exceso, cabello color broncíneo
y unos espectaculares ojos color verde.
-Hola, un placer
conocerlos.-Dijo. También educado, este si me gustaba. Extraño era que Esme se había
olvidado de presentar a mi hermana. No importa, yo lo haría. Miré a mi lado y
me sorprendí al ver que Bella no estaba. ¡¿Qué?! ¿No le había dicho claramente
que no se apartara de mi lado? ¿Cómo iba a llevar a cabo mi plan si desaparecia
de esa forma?
-Disculpen.-Murmuré por lo
bajo, aunque mis padres estaban muy ocupados hablando con los Cullen. El joven
Edward miró con curiosidad mi cara de querer matar a alguien, pero yo lo
ignoré, agarré mi vestido levantándolo levemente y caminé hábilmente a pesar de
mis altos tacones por la mansión.
Disimuladamente, tratando de
ocultar mi enojo, recorrí la sala donde se llevaba a cabo la fiesta, vi a la mayoría
de las personas que nos habían presentado y a algunos conocidos, pero no vi por
ningún lado a mi hermana, la busqué por los pasillos vacíos, pero no me atreví
a ir mas allá, no sería educado ir paseándome por la casa y la intimidad de la
familia, lo cual significaba que Bella tampoco lo haría, Entonces… ¿Dónde
mierda estaría? ¡¡Tenia que presentarle a Edward!!
Mi rostro se iluminó de repente
y paré mi caminata. ¿Y si estaba fuera? A ella le encantaba salir a tomar aire,
especialmente cuando se ponía nerviosa.
Me dirigí directamente hacia
fuera, el aire estaba frío y me estremecí ligeramente. En el parque lleno de
flores y un impecable césped había un par de parejas que paseaban a la luz de
la luna tomados de la mano. No pude evitar suspirar ante aquella escena, para
mí, me era muy difícil conseguir el verdadero amor, a los hombres que había
conocido solo les interesaba exhibirme como un trofeo. Las chicas que me veían
pasar envidiaban mi cuerpo, pero ignoraban que había algo más importante que
eso. Como el amor.
Caminé por el asfalto del
estacionamiento, desde allí se podían ver a todos los lujosos autos, aunque no
todos eran tan lujosos como mi BMW. Desde allí podía verlo perfectamente, sus
vidrios tintados, sus ruedas negras y grandes, su color rojo pasión haciendo
contraste con el entorno verde del bosque, un hombre mirando por debajo…
¡Un momento! Me paré en seco y
casi me caigo, ¿Qué hacia un hombre husmeando de esa forma, casi metido debajo
del coche? ¿Estaba intentando robarlo?
Descarté eso de inmediato al
verlo vestido de etiqueta, quise acercarme y ver lo que estaba haciendo, pero
su contextura era parecida a la de un oso, alto, musculoso, y sumándole esa a
que estaba todo oscuro, gritaba peligro por todos lados.
Mi idea era dar media vuelta y
regresar adentro, pero esos planes se fueron a la basura en cuanto lo vi pasar
su mano por todo el capo de mi coche. ¿Qué? ¡Lo había mandado a lustrar!
¡Estaba tocando a mi bebé!
Con la furia contenida camine rápidamente
hacia allí con la intención de explotar frente a él y que conociera a Rosalie
Lillian Swan.
-¡Hey tú!...-Le grité en cuanto
estuve lo suficientemente cerca. Él se sorprendió y me miró, sorprendiéndose
aun más.- ¿Acaso vas por ahí metiendo mano a autos estacionados? ¿No se te ocurrió
que eso es de mala educación o de que tal vez el dueño se pasa horas para que
el auto esté en perfectas condiciones como para que personas como tú vayan y
pongan su cochina mano arruinando el lustrado?-Le grité en la cara, aunque
parecía imposible, él se veía aun más sorprendido.
-Yo… emm, lo siento, no pensé…-Tartamudeó
mirándome de arriba abajo.
-¡Si, no pensaste!-Le grité. Él
se acercó a mí y pude ver su rostro bajo la luz de la luna. Tenía los ojos
azules más hermosos que había visto jamás, combinando con su pelo color negro
que le caían levemente por los ojos y unos graciosos y tiernos hoyuelos en las
mejillas. Tal como predije, era alto y muy, muy musculoso. Su hermosura
distrajo mi enfado por un instante.
Él me miró como si le acabasen
de decir que se había ganado la lotería, entre feliz, confundido y anonadado.
-Mi diosa…-Sólo murmuró dejándome
con la boca abierta, ¿Y a éste que le
pasaba?
Estiró su mano y temiendo que
yo mordiera, la acercó a mi mano y la tomó con cuidado, yo todavía no podía
decir nada, tenía pensado soltarme de su agarre y darle una buena bofetada,
pero cuando nuestras manos se tocaron, mi enojo se esfumó por completo, junto
con las ganas de darle la bofetada y quería acercarme a él en vez de alejarme.
Nos miramos a los ojos y me perdí
por completo en mi propia mente.
-Soy Emmet Hale.-Susurró
todavía sosteniendo mi mano y sonriendo con una sonrisa radiante resaltando sus
hoyuelos.
-Soy Rosalie Swan.-Le dije presentándome.
-Rosalie…-Susurró con
vehemencia mientras colocaba mi mano sobre su musculoso pecho, sintiendo su
respiración y el errático golpeteo de su corazón.-Eres hermosa.-Susurró.
No lo decía por mi aspecto
superficial, por su forma de hacerlo, también mencionaba mi interior aunque no
nos conociéramos. Ese hecho, el que él era diferente, me hizo sonreír estúpidamente.
-Gracias, Emmet.-Dije sonrojándome.
Él no respondió, sólo me sonrío.
-Lindo carácter.-Comentó
haciendo que mi color aumentara de tono.
No se necesitaron mas palabras,
en mi interior sabia que lo que estaba ocurriendo era algo fuerte y nuevo para
mi.
Tomados de la mano, nos
quedamos hablando bajo la luz de la luna.
POV.Emmet
-Enseguida vuelvo.-Me dijo
Edward.-Mi madre me está llamando.-
Claro, claro, dejen solo al
pobre Emmet. Primero se fue Jasper, luego Alice y ahora Edward. ¿Estaban en
complot contra mí?
Miré sobre mi hombro al
estacionamiento allí detrás, tenía unas ganas locas de salir a respirar un poco
de aire. Me estaba asfixiando de aburrimiento allí encerrado. Vi a Edward con
sus padres y otras dos personas más y me hizo señas para que me acercara.
-Charlie, Renée, el es un
amigo. Emmet Hale, Emmet ellos son Renne y Charlie Swan.-Me dijo presentándome
a los padres de las chicas Swan, ellos estaban allí pero… ¿Dónde estaban las
famosas chicas Swan? Estreché las manos de Charlie y luego de Renée… renacuajo,
¿Tendría algo que ver? No seguro que no, la señorita Renée era muy hermosa.
-Parece que mis niñas se han
ido.-Comentó Charlie.-En cuanto regresen se las presentaré-
Qué aburrimiento, dejé de
escuchar su conversación, no tenia ganas de nada y cada vez me sentía más
encerrado en esa casa. Quería hacer algo, cualquier otra cosa, ¡Ni siquiera había
chicas! Al parecer todas estaban desaparecidas.
-No lo sé, creo que salió
afuera.-Le contestó Edward a la señorita renacuajo, digo, a la señora Renée… Esperaba
que no se me escapase en voz alta.
-¡Yo voy!-Dije de un salto y
antes de que alguien me detuviese, salí pitando de allí hacia salida, saltando
ágilmente los escalones de la entrada y respirando satisfecho el aire frío.
La verdad es que no tenia idea
de a quién o qué tenía que buscar, pero la intención era lo que cuenta ¿No? Además
me había dado una perfecta excusa para salir de allí sin ser un maleducado ¿No?
Caminé por el estacionamiento
en silencio, sin nada que hacer realmente, pero por lo menos allí fuera podía
moverme. De repente mis ojos se toparon con algo grande y de color rojo. Lo
miré con la boca abierta. ¡Era el auto de mis sueños! Un hermoso y bien cuidado
BMW descapotable, eso si que debía de valer una fortuna. Me acerqué con
cuidado, temiendo que aquel coche tuviera algún tipo de sistema de detector de movimiento
que impedía que te acercaras a menos de cinco metros del auto, pero como no sonó
ninguna alarma y no vino la policía me acerqué aun más.
Tenía los vidrios tintados,
pero si ahuecaba las manos a cada lado de mi cara y me acercaba podía ver el
tapizado de cuero blanco. Una belleza. Lo observé desde todos los ángulos
posibles y pase una mano delicadamente sobre el reluciente capó.
-¡Hey tú!...-Me gritó una voz
femenina. Me sorprendió y volteé a ver una hermosa chica, con un vestido de
gala largo y de color gris, me había gritado-¿Acaso vas por mi metiendo mano a
autos estacionados? ¿No se te ocurrió que eso es de mala educación o de que tal
vez el dueño se pasa horas para que el auto este en perfectas condiciones como
para que personas como tu vayan y pongan su cochina mano arruinando el
lustrado?-Me gritó en la cara como si fuese un muchacho en vez de una señorita,
la miré de arriba abajo, tenía unos imponentes tacos, unas piernas magníficas,
¡todo su cuerpo era magnífico!, tenia el rostro más bello que había visto jamás,
con unos ojos celeste claros, pero filosos como cuchillos, una melena rubia
dorada, en contraste con su cremosa piel de seda y unos labios rojos como para comérselos.
-Yo… emm, lo siento, no pensé…-Tartamudeé,
en mi mente, la diosa con la que soñaba que hasta ahora no tenia rostro fue
adoptando su forma.
-¡Si, no pensaste!-Me gritó. Me
acerqué a ella, con miedo a que se desvaneciera. Era tan magnífica… no podía
dejar de mirarla.
-Mi diosa…-Pensé en voz alta
sin querer y a ella se le trabaron los insultos que de seguro me iba a decir.
Tenía un gran genio.
Estiré mi mano lentamente y
tomé la de ella, parecía que por un momento iba a golpearme por como levanto su
mano libre pero luego se arrepintió y aflojó su mano atrapada por la mía.
Esperaba que esto fuese real, que no estuviese en realidad inconsiente en el
suelo mientras me desangraba por caerme de las escaleras o algo parecido, no quería
que ella desapareciera.
Ante mi contacto ella pareció
ablandarse un poco
-Soy Emmet Hale.-Susurré presentándome
y le regale una gran sonrisa estilo Emmet.
-Soy Rosalie Swan.-Me contesté,
esta vez sin gritarme. Que nombre…
Así que ella era una de las
chicas Swan, debían de estar buscándola. Ja, había encontrado a mi diosa y a la
que había ido a buscar. Dos pájaros de un solo tiro. Hablando de pájaros, Le
iba a presentar a Jasper a las chicas Swan y a la hermana de Edward, pero
Rosalie no… Si se la presentaba algún día a mi hermano seria como su futura
cuñada.
-Rosalie….-Susurré. Dejándole
en claro a mi mente que esto era real.-Eres hermosa…-Le dije mirándola
intensamente haciendo que ella se sonrojara con un bonito tono pastel.
No lo decía solo por parte
superficial, lo decía también por su interior y ella pareció entenderme y
alegrarse por ello.
-Gracias, Emmet.-Respondió
apenas.
-Lindo carácter.-Le felicité,
era de armas tomar. Una chica ruda y valiente, pero estaba seguro de que podía
ser tierna y compasiva. Ella se sonrojó aun más. Esto de hacerla ponerse
colorada resultaba muy fácil y divertido. Lo haría más seguido.
Nos quedamos en silencio hasta
que sin darnos cuenta entrelazamos nuestras manos y nos quedamos hablando tranquilamente
debajo de la luna, que hacia que su hermoso cabello rubio resplandeciera.
En realidad ella resplandecía
por si sola.
POV.Edward.
-No sabia que Emmet conociera a
Rosalie.-Comentó Reneé una vez que Emmet se hubiese ido como si la casa se estubiese
prendiendo fuego.
-No la conoce de hecho. Pero
Emmet escucha solo la mitad de lo que le dicen no le hagas caso.-Le respondí lo
más cortés posible.
Me di media vuelta, recordando
la misión que tenia pendiente. Encontrar a Jasper.
Ya había pasado mucho tiempo,
el pobre de seguro andaría perdido por algún rincón de la casa y no le haría
mucha gracia si lo dejaba por ahí toda la noche.
Atravesé el pasillo de la
planta baja en dirección a las escaleras. Todo estaba en silencio. Bueno… casi
todo, pues cuando pasé junto a la puerta de la sala de música lo que oí me hizo
parar en seco.
-¡Eres terrible! ¿Siempre estás
tan excitado?-Dijo una voz jadeante de una chica. ¿Acaso estaban…?
¡Que asquerosidad! Dios Mio… de
solo pensar que allí dentro había probablemente dos adolescentes… ¿Cómo se atrevían
siquiera?
Me aterré al darme cuenta que
lo único plano allí dentro era el suelo y… mi piano de cola.
-¡No, no! ¿Y si dejamos lo de
la lengua para después?-Volvió a decir la misma voz de la chica. Esa fue la
gota que colmo el vaso. Si estaban profanando mi piano…
Cerré mi mano en un puño y
aporreé la puerta con fuerza. La chica gritó como si hubiese visto un fantasma.
-Dios, dios, dios, dios, dios.-Comenzó
a murmurar en el mismo estado agitado y por un momento pensé que ni siquiera tuvieron
la decencia de detenerse, pero podía oír los taconeos de la chica por la sala
de música. ¿Estaba buscando la forma de salir por la ventana?
-¡Abran la puerta!-Les grité
para dejarles en claro que los habían atrapado, sin embargo no sentí ningún
ruido a ropas acomodándose o a algún muchacho maldiciendo mientras intentaba
ponerse los pantalones.
-¡Ven aquí, escóndete!-Volvió a
decir la chica.
Volví a oír el taconeo, luego
un resbalón, un golpe sordo y un: “auch” por parte de la chica. Me armé de
valor y abrí la puerta con la intención de defender mi piano, bueno y mi casa
por supuesto.
Auque lo que vi no me lo esperaba
ni en un millón de años.
Una hermosa chica con un
vestido azul y unos tacones blancos estaba con el trasero en el suelo, las
piernas despatarradas, todo el cabello despeinado, el labial color cereza esparcido por la mejilla
y un perro entre los brazos como si fuese un bebé.
Dejé escapar una risa, no me
esperaba aquello. No había ningún chico en la sala y nada tenía el aspecto de
haber sido profanado, ni siquiera ella, que me miraba con terror y mucha
vergüenza.
Me acerqué conteniendo la risa como
era costumbre, pero el perro jodón comenzó a ladrarme.
-Está bien, suéltala.-Le dije.
La puerta la había cerrado y no iría a ningún lado. Ella obedeció y la perra de
mi hermana comenzó a dar vueltas alrededor del piano con la lengua afuera. Le extendí
una mano a la chica y ella la tomó vacilante.
Cuando la toque fue… espeluznante,
ya que un estremecimiento me recorrió la espalda. Su piel era suave y traslúcida.
Tenía el rostro en forma de corazón, unos hermosos labios, una cabellera color
chocolate que le caía hasta la cintura a juego con sus ojos, grandes e
hipnóticos. Esos ojos traían paz con solo mirarlos.
-¿Estás bien?-Le pregunté. Tenía
el vestido lleno de pelos de perro y tenía el aspecto de haber corrido una maratón.
Saqué un pañuelo nuevo de mi bolsillo y se lo tendí.
-G-gracias.-Dijo ella con la
cara colorada y comenzó a limpiarse la mejilla y luego a acomodarse el pelo con
las manos.
-¿Me vas a decir que paso
aquí?-Le pregunté con un sonrisa traviesa y ella pareció confundida y… ¿Deslumbrada?
-He… si, no. Yo estaba… ya
sabes, quería… esto, tomar aire pero… me perdí.-Dijo tartamudeando hasta que
apartó la vista de mis ojos y pudo hablar más claramente.-Me perdí y comencé a
abrir puertas al azar para al menos salir afuera pero…-Desvió la vista hacia
Laika, que se revolcaba por el piso.-Esta señorita salió corriendo de una de
ellas y me obligó a perseguirla por todos lados.-Admitió un tanto avergonzada. Me
reí entre dientes sin poder evitarlo, lo contaba todo como si le pasase
seguido. Tendría que tener muy mala suerte para que justo abriera la puerta del
despacho viejo, donde habíamos dejado a Laika precisamente para que no
molestase.
Le tendí una mano para presentarme
y ella la tomó.
-Edward Cullen.-Ella abrió los
ojos con sorpresa cuando le dije quien era.
-¿Tú, tú vives aquí?-Me
preguntó sin darse cuenta de que yo tenia agarrada su mano y no pensaba
soltarla. Asentí con la cabeza en respuesta.
-Oh Dios, siento mucho lo que
paso aquí, yo…-Comenzó a disculparse. Se veía bastante nerviosa.
-No te preocupes, con Laika se
puede esperar cualquier cosa.-Le contesté en un intento de que no se sintiera
culpable, después de todo, no había hecho ningún desastre en la sala de música.
-Que alivio que no te
enfadaras. Oh por cierto soy Bella Swan.-Dijo agitando un poco nuestras manos
unidas y luego soltándome. Extrañé su calor.
Bella… ¿Bella Swan? Vaya suerte,
la había encontrado antes que su furiosa hermana.
-Ven, dejemos a Laika en su
lugar y luego buscaremos a mi hermana Alice para que te ayude con tu
vestido-Dije señalándole la falda arruinada por los pelos de perro.
-Oh, gracias.-Dijo ella con una
radiante sonrisa.
Me prometí a mi mismo hacerla sonreír
mas seguido.
POV.Bella
Miré por encima de mi hombro
para asegurarme de que Rosalie no me había descubierto huyendo de ella. No
tenia la culpa en verdad necesitaba un rato a solas y con mucho, pero mucho oxígeno.
Pasé junto a unas inmensas escaleras donde un chico alto, rubio y con un toque
sureño las subía elegantemente. No sabia quien era y tampoco iba a preguntar,
ni tampoco a donde iba.
Paseé por la planta baja, como
es muy típico de mí, me perdí al instante, ¿seguía en la planta baja? No recordaba
haber subido escaleras así que suponía que si. Pase por un pasillo lleno de
puertas y adornos que podían romperse con facilidad. Genial, justo yo, con esos
molestos tacones en un angosto pasillo lleno de vidrios y rarezas, gracias a mi
hermana ahora estaba en peligro de morir toda cortada.
¿Cuál de las puertas llevaba
afuera? Una vez en el patio debería de ser fácil ubicarme si estaba en la parte
del frente o en la parte y de atrás y luego buscaría la sala donde estaba la
fiesta que casualmente tenía unos enormes ventanales que hacia que se viese por
todo el patio.
Intenté guiarme por los
murmullos de los invitados, pero cuando creía acercarme cada vez había mas
silencio. ¡Esto era imposible! Me preguntaba si alguien más ya se había
perdido…no seguro que no, estas cosas solo me pasaban a mí.
Abrí una puerta al azar y me encontré
con una gran biblioteca a oscuras. Esa no. Abrí otra puerta y me encontré con
un baño. Esa tampoco. Abrí otra puerta y me lo encontré lleno de cajas y a
diferencia de las otras esta tenía la luz encendida. Y al ver mejor me di
cuenta del por qué.
Un perrito sentado en el medio
de ese despacho me miraba fijamente moviendo su colita, perrita mejor dicho ya
que tenía un collar extravagante y de color fucsia. Casualmente era de la misma
raza que Danco y de la nada me vino a la mente una boda para perros y luego un
montón de cachorritos todos iguales.
La perrita vino hacia mí y yo
me incliné para acariciarla, tenía pinta de ser una perrita fina con el pelo
tan suave y oliendo a canela. Leí el nombre en su placa: “Laika”.
-Que bonito nombre.-Le dije y
ella me lamió la cara. Ella me ladró y puso sus patas delanteras extendidas en
el piso y la cola hacia arriba en posición de juego.
-No cariño, no puedo jugar
contigo ahora por…-No me dejo terminar y se lanzó como un torpedo por el lado libre
que tenia la puerta y salió del despacho a toda velocidad dejándome sola y… totalmente
estúpida engañada por un perro.
-¡Espera!-Le grité mientras corría
tras ella por el pasillo, ¡iban a matarme! ¡No era mi casa!
La muy… perra me hizo dar
vueltas por todos lados, a la izquierda, a la derecha, otra vez a la derecha. Internándome
aun más en la mansión. Dando vueltas por todos los pasillos, había veces que pasábamos
por un pasillo varias veces, yo solo los podía diferencias depende del color de
las paredes o de alguna decoración en especial. En cambio ella parecía conocer
la casa de memoria. Había una puerta abierta en un lugar de esos pasillos y se metió
por ella. Yo entre también, encendí la luz y cerré la puerta.
La tenía atrapada. Era una sala
de música, con unos estantes donde había un reproductor de CDs, un hermoso
piano de cola negro y un chelo a un lado de una silla rústica junto a la
ventana. La sala estaba ambientada y decorada levemente.
Intenté agarrar el perro, pero
sabía moverse y sin darme cuenta me tenía corriendo alrededor del piano, dando vueltas
y vueltas. Mi peinado se desarmó y estaba empapada en sudor, hice una pausa y
me pasé inconscientemente la mano por la cara, esparciendo mi maquillaje hacia
un lado. Este perrito estaba comenzando a irritarme.
-¡Eres terrible! ¿Siempre estás
tan excitado?-Protesté a sabiendas de que de igual forma no iba a responderme.
Ahora se había movido hacia debajo del piano, pero no pensaba agacharme y menos
con lo cansada que estaba, me apoyé contra el piano jadeando y la sentí que
asomaba la cabeza para lamerme los dedos de los pies.
-¡No, no! ¿Y si dejamos lo de
la lengua para después?-Le pregunté. Amaba los besitos de perritos, pero
precisamente ese no era el momento, estaría mas tranquila cuando Laika volviese
a su lugar.
Alguien aporreó la puerta
rudamente y yo pegué un grito de espanto.
-Dios, dios, dios, dios, dios.-Empecé
a murmurar mientras iba de un lado a otro por la habitación sin saber que
hacer. ¿Qué pasaba si me encontraban en ese estado lamentable con el perro de
los dueños de la casa?
-¡Abran la puerta!-Bramó una
voz del otro lado. ¿Por qué no entraba y ya? Yo no le había puesto pestillo a
la puerta. Estaba acabada, sería humillada por quién estuviese del otro lado y
probablemente nos pedirían a mí y a mi familia que nos retiráramos de la
fiesta.
-¡Ven aquí, escóndete!-Le dije
a Laika agarrándola por el collar justo en el momento en que se había distraído
al mirar la puerta, la cargué en brazos como un bebe y la lleve a un extremo de
la sala donde había otra ventana. Aunque claro, mi torpeza hizo lo suyo y me resbalé,
golpeándome el trasero contra el suelo.
En ese momento la puerta se abrió
y miré a quien había entrado con pánico y vergüenza, aunque el muchacho que
atravesó el umbral me dejó sin aliento. Era alto, musculoso pero sin exagerar,
con el cabello cobrizo más hermoso que había visto nunca, desordenado hasta el
ultimo mechón, un barbilla recta, una piel suave y pálida, unos labios
levemente rosados y bien formados, quería acercarme y tocarlos con los dedos,
aunque sin duda lo mas atrayente e impactante de toda su gloria era
posiblemente sus ojos verdes esmeraldas que me miraban con una intensidad
abrumadora.
Dejó escapar una risa en cuanto
me vio y yo me sonrojé. Su risa era perfecta, al igual que sus blancos dientes.
-Está bien, suéltala.-Me dijo mirando
al perrito ere mis brazos. Le hice caso y miré como Laika daba vueltas
alrededor del piano.
Él se acercó a mí y me extendió
su mano, extendí vacilante la mía y cuando el tomo firmemente mi mano su tacto
casi me hace desfallecer de satisfacción y seguridad.
-¿Estás bien?-Me preguntó con
su hermosa voz y me tendió un pañuelo para que me limpiase.
-G-gracias.-Le dije mientras me
limpiaba la mejilla y me acomodaba el cabello.
-¿Me vas a decir que paso
aquí?-Me preguntó con otra de sus risas traviesas. La cabeza me dio vueltas, me
había deslumbrado y sin ninguna intención de hacerlo.
-He… si, no. Yo estaba… ya
sabes, quería… esto, tomar aire pero… me perdí.-Dije tartamudeando ante la
mirada de sus ojos verdes que me hacían perder la cordura. Desvíe la vista para
hablar como se debía.-Me perdí y comencé a abrir puertas al azar para al menos
salir afuera pero…-Miré acusadoramente a Laika que se revolcaba en el piso.-Esta
señorita salió corriendo de una de ellas y me obligó a perseguirla por todos
lados.
Él volvió a reírse y yo volví a
marearme. Mierda ¿Qué me estaba pasando? Él me tendió una mano y yo se la
estreché, confundida nuevamente por el estremecimiento que me causó su toque.
-Edward Cullen.-Dijo él. Un
momento, ¿Cullen? ¡Dios Mio! ¿Él era el dueño de todo esto? ¿Acaso estaba
enfadado conmigo por haber revisado por su casa como si fuese mía y encima de
eso casi haber provocado un desastre con el perro?
-¿Tú, tú vives aquí?- Él
asintió con la cabeza, yo estaba totalmente ida.
-Oh Dios, siento mucho lo paso
aquí, yo…-Intenté disculparme, pero el me cortó, además ¿Qué podría decirle?
-No te preocupes, con Laika se
puede esperar cualquier cosa.-Me tranquilizó.
-Que alivio que no te
enfadaras. Oh por cierto, soy Bella Swan.-Me presenté agitando levemente
nuestras manos que aun seguían unidas, luego lo solté, a pesar de que no quería
hacerlo.
-Ven, dejemos a Laika en su
lugar y luego buscaremos a mi hermana Alice para que te ayude con tu vestido.-Me
dijo señalándome la falda llena de pelos. Suspiré de alivio al no tener que regresar
a la fiesta en ese estado, esperaba que la tal Alice tampoco se enfadara con lo
que había pasado y que no le molestase ayudarme con mi desarreglo general, si
Rosalie me veía provablemente le daría un infarto.
-Oh Gracias.-Le dije con una
sonrisa, la cual el me devolvió.
Él tomó a Laika entre sus
brazos, ella se resistió un poco, pero luego se dejo estar. Caminamos juntos
hasta el despacho donde la había encontrado y la dejó allí dentro. El me había
ayudado a mí, así que le dije que lo ayudaría a encontrar a su hermana.
Cualquier cosa con tal de estar
un rato más con este Edward que parecía ser el pecado en persona.
Esto... estoy algo confusa... ¿no habiais hecho ya este capi?, ¿porque se repitio?... ¿hubo algún cambio? O.o.
ResponderEliminarSabes que en lo personal amo re.leer los fanfics, solo que me ah pillado con la guardia baja, como dicen acá.
Te quiero un monton hermosa, y Floppi y vos seguir igual, que sos grandíosas! <3.
Besos y abrazos
Yess*.*