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INOLVIDABLE.
Disclaimer: Casi todos
los personajes pertenecen a la maravillosa escritora S. Meyer. Yo sólo juego
con ellos y hago lo que mi imaginación me dicta.
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Porque una experiencia para muchos, puede ser INOLVIDABLE para otros...
Capítulo 1: Reencuentro y algo más...
Bella pov.
Estaba en mi despacho, ordenando unos papeles,
cuando la llamada de mi secretaria me distrajo.
-Señorita Bella, su amiga Alice está en la línea
1- Alice, mi mejor amiga desde la infancia, siempre hemos estado juntas con
Rosalie, nunca nos separamos las 3. Las quiero como si fueran mis verdaderas
hermanas, las que nunca tuve.
Alice, Emmet y por supuesto Edward eran hijos de
Esme y Carlisle. Esme fue la madre que nunca tuve y todavía nos queremos como
tal, podría decir que la quiero más que a mi propia madre, aunque esté feo
decirlo, pero es lo que siento y también porque mi verdadera madre Reneé, se
fue a vivir su vida, cuando yo tan sólo tenía 2 años y me quedé con Charlie, y
Carlisle era mi segundo padre y mi doctor privado claro, porque estaba más
tiempo en el suelo que de pie y claro, ahorrarte irte al hospital pues era un
beneficio muy grande, suerte que ya no era tan patosa como antes.
-Muy bien Ángela, pásamela, gracias- le dije
-¡Hola Alice! ¿Qué quieres ahora?- Le tomé el
pelo y reprimí una carcajada, imaginándome su cara de duendecillo.
-Hola Bella, yo estoy muy bien, gracias por
preguntar- Solté la carcajada y mi amiga me siguió.- Te llamaba para que
comiéramos juntas, creo que últimamente lo haremos muy a menudo...
-¿A sí? ¿Y eso por qué?- le pregunté dudosa.
-Porque tengo una fantástica noticia que darte
Bella, me han otorgado el puesto de directora de Vogue, ahora dirijo yo la
empresa Bells, ahora sí que podré hacer lo que quiera- Me dijo muy emocionada.
-Oh Alice, eso es genial, es fantástico cariño,
felicidades, aunque siempre has hecho lo que has querido- yo sí que estaba
emocionada.
-Graciosa, bueno te veo a las 2 en la "Bella
Italia"-seguro que estaba sonriendo- Te quiero Bella, adiós.
-Adiós Alice.
La mañana se pasó volando y estaba agotada de
toda la semana, por fin era viernes. Me despedí de Ángela, y me encaminé hacia
mi coche.
Llegué al restaurante y por supuesto, mi amiga ya
se encontraba en la puerta.
-¡Bella!- me saludó Alice con un efusivo abrazo,
tenía demasiada fuerza para ser tan pequeña.
-Hola Alice- le dije devolviéndole el abrazo con
una sonrisa.
-Vaya, vaya, veo que por fin hiciste caso a mi
sugerencia de ropa- me dijo pícaramente y yo asentí. Era verdad, desde hacía
años, mi querida amiga no paraba de decirme que cambiase mi "look",
no es que vistiese como una vieja, pero nunca me ponía tacones debido a mi
torpeza y más bien prefería ropa ancha que estrecha. Ayer me dije y ¿por qué
no? y me lancé en picado hacia la moda. Iba vestida con unos zapatos de tacón
de Prada, color frambuesa, cortesía de Alice claro, una blusa blanca con
botones en el centro, de medias mangas, que iba metida en la falda de tubo
negra que llevaba. Un "look" bastante formal, elegante y acorde con
la situación. Ahora tenía más tacones que zapatos planos, pero siempre
vistiendo para estar cómoda.
Entramos al restaurante con reservación Cullen
claro, pues si no, no hubiésemos entrado, estaba hasta arriba. Llegamos a
nuestra mesa y pedimos dos coca-colas y pedimos nuestra comida.
-¿Cómo te va con tu nueva secretaria Bella?- me
dijo Alice mirándome fijamente, pues había tenido problemas últimamente con mis
secretarías... no encontraba la que buscaba y no era especial, simplemente
tenían que hacer su trabajo bien, por eso tuve que despedir a 3 en el último
mes...
-Genial Alice, cuando Ángela vino para el puesto
vacante, sabía que sería para ella, pues como sabes estudió con nosotras y
siempre fue muy estudiosa, es muy competente- le dije con una sonrisa en mis
labios.
-Me alegro, porque yo he tenido que despedir a 2,
estaban coqueteando con sus jefes, ¿te puedes creer?, imagínate Bella- me dijo
con una mueca que me pareció muy graciosa. En ese instante llegó el mesero con
nuestros platos y seguimos conversando de trivialidades hasta que Alice habló de
él...
-Bella echo mucho de menos a Edward, quiero que
vuelva pronto, lo extraño demasiado, supuestamente viene en 1 mes como ya
sabes...- claro que lo sabía...¿era tan obvio? la respuesta era sí, lo quería
demasiado como para disimularlo, no lo había visto desde que se casó Alice, sí
porque aquí mi amiga se casó con 18 años, una locura suya que le salió GENIAL,
como todo lo que hace, de eso hace ya 6 años, ahora ya sería un prestigioso
médico como Carliste, su padre. Alice y Edward eran mellizos y estaban muy
conectados por eso su partida nos afectó tanto a las 2...
Aún recordaba lo guapísimo que estaba con ese
traje de chaqueta y no era para menos, pues los genes de la familia Cullen eran
maravillosos, estaba perfectamente proporcionado, no había visto nunca una cosa
igual. Era tan perfecto que dolía.
-Tierra llamando a Bella- me dijo Alice, pasando
sus manos por mi cara y elevando una ceja. Estaba muy ensimismada con mis
pensamientos...
-¿Qué decías Alice?- la miré como si nada- Estaba pensando…
-¿De verdad estabas pensando?, no me había dado
cuenta- soltó con ironía en su voz-¿Acaso pensabas en Edward, Bella?- me dijo
pícaramente, ella mejor que nadie sabía que sí.
-¡No! digo sí...pensaba en lo perfecto que es
Alice, yo también lo echo de menos.
-Jajajaja, Bella, cariño, deberías plantearte
reconquistarlo cuando vuelva.
-Ni hablar Alice, ¿estás loca?
-Oh venga ya Bella, sabes que los dos estáis hechos
el uno para el otro, los dos terminaréis juntos y lo sabes- muchas veces temía
a la pequeña duendecillo, pues suponía cosas que luego pasaban...
Alucinante, y la verdad sea dicha, me encantaría
que tuviese razón.
-Sí Alice sigue soñando- no pude terminar de
hablar, vi a mi amiga que cada vez se ponía más blanca que de costumbre, estaba
totalmente pálida y se fue inclinando hacia la mesa sin ningún tipo de vida,
fuí más rápida que ella, no sé cómo lo hice pero la pude sostener a tiempo,
para que no se golpease la cabeza.
-¡Que alguien me ayude!- grité lo más fuerte que
pude, estaba fuera de sí. Nuestro mesero nos vio y salió corriendo, poco
después traía consigo un pañuelo blanco impregnado en alcohol. Se lo acerqué a
la nariz y fue despertando lentamente. Me miró y me sonrió.
-¿Cómo te encuentras Alice?-la miré a esas
intensas esmeraldas- Te llevaré al hospital y no acepto un no por respuesta-
sólo asintió, me vería la cara de máxima preocupación que tenía.
Pagué la comida y salimos del restaurante, la
sujetaba con una mano por la cintura y la otra por el vientre y ella me pasaba
un brazo por los hombros. Quité mi mano de su vientre para coger las llaves del
coche y abrirle la puerta, con un cuidado extremo para evitar una desgracia.
Llegamos al hospital y pregunté por el Doctor
Cullen, menos mal que Carlisle era médico y tenía sus ventajas, por lo que nos
iríamos lo más rápido posible. Entonces me di cuenta de que la secretaria me
miraba con cara de superioridad y asco, ¿pero qué le pasaban a las secretarias
de hoy en día?
De locos...
Tenía cara de marcar su propio territorio, creo
que estaba demasiado preocupada y me afectaba todo y exploté...
-Mire señorita, aquí se encuentra su HIJA-
recalqué con mal humor- Y lo necesita y si no quiere problemas más le vale que
le avise ahora mismo- miré a Alice de reojo y vi cómo aguantaba una carcajada,
ahogándola con tos, la secretaría tenía los ojos como platos, no se lo
esperaría seguro.
-¿Qué te hace tanta gracia?- murmuré para Alice
solamente para evitar que escuchase la secretaria.
-Nada Bella que aparte de cambiar tu vestimenta
también te cambió el carácter...- me dijo riéndose.
-No, Alice, lo que pasa es que me molesta que las
secretarias estas se crean las dueñas del lugar- Alice no pudo soportar más la
carcajada y rio escandalosamente.
La maldita secretaria nos miró raro y nos dijo
que esperásemos.
Después de 20 malditos minutos, nos dijo la
secretaria que podíamos pasar. No creía lo que vi en esa consulta, la persona
que menos esperaba ver, no podía ser posible, me quedé de piedra...
Era..
Era él… y
estaba más espectacular que nunca, con su bata blanca y su estetoscopio, mmmm
para comérselo.
Edward pov.
Hacía tan sólo unas horas que me había
incorporado al hospital y no había tenido ni un hueco libre en toda la mañana,
por fin era las 3 de la tarde, pronto me iría a casa con mi mujer y mi... Dios
qué difícil era decirlo todavía, no me podía creer que fuera a tener un hijo, a
mi tan solo 24 años, pero es el destino el que se pone en nuestro camino y hace
cosas que jamás nos pensaríamos que pasarían... Mi secretaría cortó el hilo de
mis pensamientos.
-Doctor Cullen, una señorita pregunta por usted,
quiere verle, dice que es su hermana, Alice Cullen- no pude evitar sonreír
cuando mi secretaría me dijo que Alice Cullen estaba afuera.
-Claro Victoria, hágala pasar inmediatamente- ¿se
habría enterado antes que nadie que estaba aquí ya? Porque se supone que volvería
en una semana, no ayer, sólo lo sabía papá, ¿se lo habría dicho? No me
importaba era mi hermanita y quería verla con todas mis fuerzas.
-¿Edward?- hay estaba la pequeña diablillo
llamándome con lágrimas en los ojos, y yo por supuesto no me quedé atrás, me daba
igual que me dijeran marica o nena, no podía evitar emocionarme por tantos años
sin verla, exactamente 6 años, cuando se casó con Jasper, nos afectó mucho a
los 2, pues éramos uña y carne, mellizos, aunque no nos parecíamos mucho, salvo
por los ojos color verde, heredados por mamá. La abracé como si el mundo
dependiera de ello, la amaba con todo mi ser.
-Alice, te extrañé tanto...- era verdad, Emmet
también era mi hermano y también lo quería con todo mi ser, pero con Alice era
diferente, ella y yo estábamos conectados, me identificaba con ella en
muchísimas cosas.
-Y yo a ti también, Edward, como no te imaginas-
me dijo besándome en las mejillas- ¿Y por qué no has avisado de que vendrías
antes?- uff aquí estaba la pequeña diablillo diabólico- EDWARD ANTHONY CULLEN
será mejor que contestes en este mismo instante-me dijo apartándose de mí ¿Qué
hacer aquí?
Pues abrazarla lo más fuerte que pude.
-Perdóname Alice, pero quería daros una sorpresa
y después papá me llamó para que cogiera la vacante que quedó libre tras
jubilarse un doctor y no me quedó tiempo ni para llamar, he estado liado toda
la mañana.
-Te perdono porque estás aquí conmigo hermanito-
me dijo abrazándome otra vez y yo le sonreí.
Alguien carraspeó y hasta ese momento no me di
cuenta que había alguien más en la habitación, se había quedado en la puerta y
era...
Era ella...
Mi verdadera mujer, porque la quería como tal,
aunque el destino ahora mismo me impidiera estar con ella, era Bella... Estaba
más bella que nunca, Alice no se quedó atrás cuando me lo decía por teléfono
cuando hablaba con ella. Su pelo estaba recogido en un moño informal, donde le
caían unos mechones por su cara perfecta en forma de corazón, tenía un
maquillaje suave, sólo destacaba sus labios, que eran de un color frambuesa exquisito,
esa blusa blanca le quedaba demasiado bien para su seguridad, y esa
falda...realzaba sus curvas como una diosa, Dios esta mujer sería mi muerte por
provocarme de esa manera...
Y lo que terminó por matarme fue esos preciosos
tacones que se veían espectaculares en esos pies finos, estilizaban muchísimo
sus piernas de diosa…
Me llevé demasiado tiempo mirándola y ella bajó
su mirada avergonzada. Un adorable rubor se extendió por sus mejillas. ¿Por qué
tenía que ser inocente y a la vez sexy?
Juro que me mataría...
¡EDWARD, BASTA YA!, TIENES UNA MUJER ESPERÁNDOTE
EN CASA CON UN HIJO EN CAMINO Y ELLA ES PRECIOSA, me gritaba mi conciencia.
-Bella- fue lo único que pude decir.
-Edward- sonaba mejor ahora mi nombre en sus
labios que antiguamente, con esa forma de suspiro sexy, Dios...
¡Edward para!
-Ven a darle un abrazo a tu viejo amigo- no lo
pude evitar, deseaba tocarla con anhelo, aún recordaba las descargas eléctricas
que producía el choque de nuestras pieles desnudas...
Ella asintió y se fue acercando a mí, con ese
taconeo suave que llevaba... Me abrazó cogiéndome por la cintura como
antiguamente lo hacía y lo adoraba...estaba sonriendo de una forma tímida, mi
columna vertebral sufrió una pequeña descarga, qué bien se sentía, ella también
lo notó porque pegó un respingo.
-Yo también te extrañé demasiado- me murmuró y yo
me quedé de piedra. ¿Ella echándome de menos? ¿Ella aún me quería? ¿Podía ser
eso posible? No podía ser posible, pero a mí me encantó…
Nos sentamos los 3, ellas en las sillas de
paciente y yo en mi sillón, pero algo era extraño, ¿qué hacían en el médico? ¿Les
habría pasado algo?
-Me encanta haberos vuelto a ver, pero me estáis
preocupando, ¿qué hacéis aquí? ¿Os encontráis mal?- les dije preocupado.
-Pues aquí mi amiga Bella, la cabezota- la miré y
estaba rodando los ojos, no pude evitar sonreír- me ha traído hasta aquí por un
simple desmayo.
-¡ALICE CULLEN, SERÁ MEJOR QUE NO VUELVAS A DECIR
DESMAYO DE NADA, PORQUE NO LO FUE, POR POCO TE ABRES LA CABEZA POR DIOS!- dijo
una Bella bastante cabreada, estaba demasiado sexy cuando se enfadaba.
- Está bien Alice, ¿has notado síntomas raros
últimamente? ¿Has tenido más mareos?
-La verdad es que he notado muchísimo cansancio,
algo inusual en mí- me dijo con una pícara sonrisa, yo sabía que la palabra
cansancio mezclada con la palabra Alice no era compatible...
-Bueno, te haré unos análisis para quitarnos de
problemas, podría ser anemia, estás muy delgada enana- le dije tomándole el
pelo.
-Ehhhh, yo estoy bien- me dijo señalándome con el
dedo y sonriendo,
-Ahora te llevará una enfermera a laboratorio
para hacerte los análisis, te acompañaré hasta allí. Bella, ¿vienes o te
quedas?
-Yo me quedaré aquí, no creo que Alice le pase
nada contigo- me dijo con una preciosa sonrisa.
-No, claro que no le pasará nada a mi hermanita
pequeña, pues ahora vuelvo, no tardo nada- le dije con mi sonrisa torcida, esa
que tanto sabía que le gustaba en el pasado y lo que obtuve fue un precioso
rubor por su parte, eso era señal de... ¿Qué aún le gustaba mi sonrisa? No pude
evitar ensanchar más mi sonrisa si eso fuera posible.
Acompañé a Alice hacia el laboratorio y le dije a
la enfermera las pruebas que quería que le hiciesen y me encaminé a mi oficina.
Cuando entré vi a Bella en el mismo lugar.
-Espero no haber tardado nada- le dije mientras
me sentaba.
-No, para nada Edward.
La miré a esos orbes marrones que me gustaban
tanto, transmitiéndome todos los sentimientos que le pasaban por su adorable
cabeza, me miraba intensamente como yo a ella, estuvimos así mucho tiempo, no
sé cuánto, pero no quería que se acabase nunca.
me encantò
ResponderEliminar...besos..