*************************************
***********************************
Capítulo escrito por Romiina.
Capítulo 4: Especial.
Bella pov.
Por fin
había llegado el día de mi cita con Edward…
Tenía que
decir que estaba bastante nerviosa…
¿Saldría
todo bien? ¿Le gustaría salir conmigo?
En ese
momento, mi hermana entró por la puerta de mi habitación sin siquiera llamar,
provocando que Danco, que se encontraba en su cama, le ladrase como un poseso…
-Maldito
perro…- dijo poniendo su mano en la parte de su corazón, se había asustado
bastante…
-Danco, ven
aquí- lo llamé, él obedeció de inmediato acercándose a mí con cara triste… y yo
inmediatamente lo acaricié.
-¿Qué haces
así todavía?- dijo dejando una bolsa encima de la cómoda y mirándome con
sorpresa.
-¿Así
cómo?- le dije con una ceja alzada.
-Por Dios
Bella… sólo faltan dos horas para tu cita con Edward- dijo como si fuera lo más
obvio…
¿Cómo? ¿Dos
horas? ¿Tan rápido había pasado el tiempo?
Miré
rápidamente el reloj y tenía razón…
Eran las
doce de la mañana y yo había quedado con Edward a las dos de la tarde…
Salté como
una posesa de mi cama, tanto pensar en la dichosa cita me tenía nublada la
mente y ni siquiera había podido dormir bien esta noche y mucho menos salir de
la cama…
Miré de
soslayo a mi hermana mientras me levantaba y vi cómo me miraba con su cara de
triunfo…
-Vamos, en
el baño ya tienes todo preparado- dijo cogiendo le pomo de la puerta para salir
de mi habitación.
-¿Cuándo me
has preparado todo?- dije dirigiéndome a mi baño.
-Pues
cuando he podido entrar a pesar de tus ronquidos… Dios… espero que tardes en
dormir junto a Edward…- dijo con una sonrisilla socarrona y yo inmediatamente
le tiré el cojín que tenía en el sofá de mi habitación…- Ey- se quejó al darle
de lleno en la cara.
Yo entré
corriendo al baño y cerré con pestillo.
-Más vale
que tardes siglos en salir Bella Swan o seré tu peor pesadilla- dijo medio en
broma medio enserio cerrando la puerta de mi habitación de un fuerte portazo.
Genial…
Absolutamente
genial…
Había
enfadado a mi hermana en un día clave como hoy…
Me pregunto
que me hará después…
Oh, oh…
Bella has metido la pata hasta el fondo…
¿Cómo se te
ocurre enfadar a tu querida hermanita justamente hoy? Te torturará con la
plancha, las tenacillas y el secador… Y ni mencionar los altos zapatos que te
hará poner y la dichosa vestimenta…
Con esos
tortuosos pensamientos me metí en la bañera y encendí el grifo del agua
hirviendo. Tenía que relajarme de alguna manera…
Poco tiempo
me duró mi momento de paz, pues mi hermana ya empezaba a ser insistente…
-Isabella
Swan más te vale salir de ahí en menos de dos minutos o llamaré a los bomberos
para que derriben la puerta- gritó desde el otro lado de la puerta y pude
escuchar cómo se sentaba en mi cama…
Madre mía…
No pude más
que reír ante su comentario, amortiguándolo con el ruido el agua caer, lo menos
que necesitaba era que también se diera cuenta que me estaba riendo de ella…
Me puse mi
ropa interior, que inexplicablemente era nueva… ¿Cuándo…?
-Te faltan
diez segundos- aporreó la puerta y yo me estremecí…
Me puse el
conjunto nuevo sin rechistar y salí ante el huracán…
-Hasta que
al fin te dignas a salir…- dijo avanzando hacia mí con cara malvada.
Oh, oh…
Me hizo
sentarme enfrente del espejo y comenzó su “obra maestra” según ella…
Comenzó a
secarme el pelo suavemente con una sonrisa en los labios…
Esto no me
gustaba nada… algo estaba tramando…
-Vamos,
tienes que ponerte la ropa- dijo cuando me hubo secado el pelo. Dejó el secador
encima de la mesita y se dirigió hacia mi armario.
Sacó la
percha del armario y lo que vi me gustó inesperadamente…
Eran unos
vaqueros oscuros con las costuras rojas, totalmente pitillos y muy ajustados al
parecer…
-Toma,
póntelos, ahora te daré la camisa- dijo tendiéndome los pantalones y se volvió
a dirigir hacia el armario.
Le hice
caso y me los puse. Me miré al espejo y tenía que decir que me quedaban de
muerte.
-Perfectos-
susurró mirándome a través del espejo- Ahora toma, ponte esto- me dijo dándome
una camisa roja, lisa totalmente, con unos botones en el centro. Tenía un
escote de pico y era de mangas cortas.
-¿No hace
mucho frío para esto?- le dije cogiendo la fina camisa. Aun así me la puse al
ver la cara de asesina de mi hermanita…
-Para estar
guapa hay que sufrir…- dijo su frase eterna y yo tragué en seco- Además
llevarás este jersey encima- me dijo enseñándome un jersey azul marino- Y un
abrigo encima, no te quejes más y siéntate.
Me empujó literalmente hacia la silla de nuevo
y comenzó con mi tortura personal… Aunque he de decir que se comportó esta vez…
Me hizo la
plancha con mucha delicadeza, tanta que casi me duermo con los suaves masajes
que me daba mi hermanita para que me relajara. Luego cogió un coletero del
mismo color que mi pelo y me hizo una cola alta, dejando unos mechones
alrededor de mi cara, tenía que decir que me estaba gustando todo de momento…
-No sonrías
como una idiota aún- dijo cogiendo una brocha para aplicarme el maquillaje y yo
la miré a través del espejo confundida- Ni que se te pase por la cabeza que no
te estoy torturando por nada- me dijo con una sonrisa malvada.
-¿A… a qué
te refieres?- dije alzando una ceja.
-Pues que
yo estoy siendo buena contigo, porque tú serás buena conmigo- dijo diciendo lo
más obvio. La miré más confundida aún y ella rodó los ojos…- Me contarás con
pelos y señales toda tu cita con Edward y no hay un no por respuesta- dijo sin
ningún tipo de réplica. Yo sólo puse asentir.
-Estás
lista- dijo sonriéndome.
Dirigí mi
mirada al espejo y me maravillé con lo que vi…
Mi cara
estaba perfectamente maquillada, muy natural. Mis ojos tan sólo tenían un poco
de lápiz negro, perfilándolos sutilmente y mis labios tenían un brillo muy
natural.
Estaba
perfecta.
-Gracias
Rose- me levanté y la abracé con mucho cariño.
-Si, si,
para que después digas que soy mala contigo- se separó de mí y me sonrió. Yo la
besé en la mejilla y cogí el jersey para ponérmelo.
-Toma- dijo
dándome un abrigo rojo, era precioso.
-¿Y esto?-
dije maravillándome con la elegante tela, pero sin ser nada ostentoso.
-Esto es mi
regalo de anticipación por haberte salido estupendamente la cita con Edward- me
sonrió y me besó ligeramente en la mejilla. No querría estropear mi maquillaje…
-Gracias de
nuevo Rose- dije colocándome el abrigo y me fijé en mis pies- Rose me fal…
-Si, lo sé,
ten- me interrumpió tendiéndome unas manoletinas rojas, igualando con el
abrigo.
-¿Na… nada
de tacones?- dije extrañada cogiendo mis amadas manoletinas.
-No, por
esta vez…- me miró pícara- Tendrás que estar cómoda en tu primera cita, ¿no
crees?
-Si-
suspiré aliviada y ella soltó una sonora carcajada.
-Ya te
acostumbrarás a los tacones, a los chicos les encantan- me guiñó un ojo y me
dejó un bolso rojo muy bonito, era pequeño y sus asas eran largas, para
llevarlo en el hombro y que te cayera hasta la cintura.
-Es
perfecto.
-Tú estás
perfecta hermanita, a Edward le encantará- dijo dando un saltito, típico de
Alice, su continua compañía estaba haciendo estragos en nosotras y sólo pude
sonreír feliz- Ya me contarás después, ahora tengo que prepararme para la cita
con Emmett.
-¿Otra
cita?- pregunté incrédula.
-Si, ¿no es
genial?- dijo feliz- Bells, ese hombre está calando hondo en mí- dijo
melancólica antes de abrir la puerta de mi habitación- Que tengas mucha suerte
y dale recuerdos de mi parte al bombón Cullen- me guiñó un ojo antes de salir
de mi habitación y cerrar la puerta tras ella.
“El bombón
Cullen”…
Mi hermana
tenía toda la razón, no podía ser más perfecto.
Miré el
reloj y eran las dos de la tarde, Edward estaría aquí en cualquier momento. Y
ni siquiera me dio tiempo a calzarme los zapatos cuando el sonido de la puerta
se escuchó en el piso inferior.
-Buenas
tardes Reneé- se escuchó su aterciopelada voz.
-Hola
Edward, ¿qué tal estás?- se escuchó a mamá antes de escuchar un par de besos.
No escuché
nada más y puse mis cosas en el bolso y salí de mi habitación con mi ego subido
considerablemente, si mi hermana decía que estaba perfecta, yo me lo creería y
además, qué carajo, estaba perfecta.
Comencé a
bajar las escaleras con una sonrisa y mi madre y Edward dirigieron sus miradas
hacia mí.
Miré a esas
dos esmeraldas verdes intensamente y tuve que dejar de mirarlas por miedo a
caerme… Provocaba algo demasiado fuerte en mí…
Me fijé en
su cuerpo y Dios… tuve que suspirar como una tonta, ¿podía estar más perfecto?
Absolutamente
no…
Su jersey
negro de cuello vuelto y esos vaqueros desgastados lo hacían ver como un puto
modelo de pasarela… Dios, dame fuerzas para no caer…
Terminé de
bajar las escaleras y mi sonrisa se ensanchó aún más…
-Hola- dije
tímidamente ante su intensa mirada.
-Hola…-
suspiró mirándome embobado…y yo me ruboricé al instante, gracias que tenía
maquillaje y el rubor se notaría menos.
-Hija,
estás preciosa- dijo mamá dándose cuenta de nuestro comportamiento.
-Gracias,
mamá- le sonreí y le besé en la mejilla.
-Cuídala,
Edward- dijo mamá dándole un golpecito en el hombro a Edward, lo que causó una
sonrisa por parte de él.
-Por
supuesto Reneé- me tendió su mano y yo se la cogí de inmediato. Me sonrió y me
la besó con esos perfectos labios.
-Me
recordáis tanto a Charlie y a mí de jóvenes- dijo mamá melancólica y nos
volvimos a ruborizar violentamente…
Un momento…
¿Edward Cullen ruborizado? ¿Desde cuando pasaba eso?
-Que os
divirtáis- cortó mamá mis pensamientos y Edward tiró de mi mano hacia la salida
de mi casa.
Edward pov.
Estaba
charlando con Reneé tranquilamente, la verdad esta mujer me caía mejor cada
día, cuando la preciosidad más grande que había visto jamás, llamó mi atención
por completo…
Bella
estaba enfundada en un precioso abrigo rojo que le llegaba por encima de la
rodillas, haciéndola elegante y a la vez desinteresada… Y para rematar, llevaba
unos vaqueros demasiado ajustados para su propio bien…
¡Edward!
Contrólate, eres un pervertido…
Es tu
primero cita y ya estás pensando en su cuerpo…
Nunca le
había visto con el pelo recogido en una cola y sinceramente, le quedaba
espectacular…
-Hola- dijo
tímidamente.
-Hola…-
suspiré como un retrasado observando su belleza embobado… Ella se ruborizó casi
al instante al notar mi intensa mirada y me reprendí mentalmente…
-Hija,
estás preciosa- dijo Reneé cortando la incómoda situación en la que nos
habíamos metido por nuestras miradas…
-Gracias
mamá- los labios de Bella formaron una perfecta sonrisa y besó la mejilla de su
madre.
-Cuídala
Edward- me dijo Reneé dándome un golpecito en el hombro y yo sólo pude sonreír.
-Por
supuesto Reneé- le tendí la mano a Bella para que la cogiera y así lo hizo. Yo
besé su suave piel y le sonreí.
-Me
recordáis tanto a Charlie y a mí de jóvenes- dijo Reneé y Bella y yo nos
ruborizamos bastante…
-Que os
divirtáis- escuché decir a Reneé y sin dudarlo en ningún momento, tiré de la
mano de Bella y salimos al exterior de la casa.
Nos
encaminamos hacia mi coche y abrí la puerta para ella.
-Gracias-
me miró y me sonrió. Soltó mi mano y sentí la ausencia de su calor.
Rodeé el coche
y me senté en el lado del piloto.
-¿Adónde
vamos?- dijo emocionada e intrigada.
-Pues es…
una sorpresa- le regalé mi mejor sonrisa y ella se ruborizó de nuevo. Cómo me
gustaba cuando se ruborizaba… parecía todo un ángel…
Encendí el
motor del coche y nos encaminamos hacia nuestro destino. Mi mente divagó entre
su reacción, ¿le gustaría la sorpresa?
Después de
una hora de camino, ya estábamos en Seattle.
-¿Seattle?-
dijo intrigada.
-Si- le
sonreí y dirigí mi mirada de nuevo a la carretera.
Aparqué en
el aparcamiento del restaurante, que estaba cerca de nuestro destino,
simplemente quería que la sorpresa durara más tiempo y bajé del coche
rápidamente apara abrirle para puerta a Bella.
-Gracias-
dijo nuevamente al abrirle la puerta y ayudarle a bajar del coche- ¿Me puedes
decir ya a dónde vamos?- me cogió la mano y nos paró en seco a ambos. Me miró
con carita de cachorrito abandonado, típico de Alice y sólo pude sonreírle.
-Ya estamos
cerca, no seas impaciente- le besé en la mejilla y ella se sorprendió, pero
después me dedicó una preciosa sonrisa. Yo sólo pude sonreír feliz.
Comenzamos
a andar de nuevo y pronto llegamos a nuestro destino.
La miré
inmediatamente y ella sonrió feliz e incrédula.
-¿El nuevo
restaurante italiano?- dijo mirándome con adoración.
-Si, pensé
que te gustaría y…
-Gracias-
me cortó y me abrazó efusivamente- La comida italiana es mi favorita- me cogió
de la mano y tiró de mí para meternos en el local.
No pude
evitar que mi sonrisa se ensanchara aún más, había acertado de lleno y no podía
estar más feliz por ello…
-Buenos
tardes, soy Clara- me sonrió la recepcionista a mí en particular cuando
entramos.
-Buenas
tardes- dijimos Bella y yo al unísono- Hice una reserva hace dos días- dije con
mi sonrisa más educada.
-Claro,
¿cuál es su apellido?- dijo batiendo sus pestañas intentando ser sexy y a mí me
resultó gracioso… Pues parecía que se le había metido algo en el ojo…
-Cullen-
dije intentando no soltar la enorme carcajada que estaba a punto de salir de
mis labios por su intento de ser “sexy”…
Bella
enrolló su brazo en el mío y cómo lo agradecí… La miré y no parecía muy
contenta con nuestra recepcionista…
¿Acaso
estaría celosa? Por Dios Edward… qué cosas piensas…
La chica en
cuestión parecía que no había utilizado un ordenador en su vida… Pues estaba
volviendo a abrir y cerrar la misma carpeta desde hacía cinco minutos…
Me había
dado cuenta gracias a las gafas, de decoración hay que decir, que reflejaban la
pantalla del ordenador…
-Si,
Cullen…- dijo sonando ¿coqueta? Por Dios a esta mujer tendrían que darle unas
clases de educación… Sentí el agarre de mi brazo más fuerte y miré a Bella.
Ella estaba
sonriéndole a la recepcionista con ironía, saltaba a la vista y lo que escuché
a continuación me dejó perplejo…
-Señorita,
¿podría hacer el favor de dirigirnos a la mesa a mi novio y a mí con la mayor
brevedad posible?- dijo con su cara de niña buena y la tal Clara perdió todo el
color de su cara, poniéndose blanca completamente…
¿Había
dicho novio? ¿Acaso ella quería que yo lo fuese?
-Por
supuesto- dijo la chica después de recomponerse- Vengan conmigo- nos dijo
levantándose de inmediato y nosotros fuimos tras ella.
Pronto nos
sentamos en nuestra mesa y la chica desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
Ayudé a
Bella a que se quitara el abrigo y lo dejé en el respaldo de su silla. La ayudé
a sentarse y ella me regaló una preciosa sonrisa.
-¿Qué fue
eso?-le pregunté sorprendido.
-Edward, ya
veo que no te ves cómo lo que eres realmente…- me dijo diciendo lo más obvio…-
La chica en cuestión iba a saltarme encima y la verdad no quería perder más
tiempo allí afuera- me dijo con una sonrisa triunfal en los labios.
-¿Y cómo
soy realmente?- dije intentando saber qué le parecía a ella…
-Por Dios,
es obvio, todas las chicas que están ahora mismo en este lugar han volteado
mínimo un par de veces para mirarte- dijo cogiendo su carta de menús.
-¿Estás
segu…?- no pude hablar, ya que el camarero me cortó. Aunque saludó a Bella
directamente…
-Buenas
tardes señorita, ¿qué desea tomar?- dijo coquetamente mirando hacia el escote
de Bella y de repente lo empecé a ver todo muy rojo…
¿Quién
carajos se creía que era este imbécil para mirarla así?
-Perdone,
¿nos podría recomendar a mi novia y a mí el mejor vino?- le dije con una
sonrisa triunfal en los labios y miré a Bella de reojo y ella me miraba muy
atenta y sólo sonreía…
-Cla… claro-
se fue, seguro no sabía distinguir entre un rosado y un blanco…
Gilipollas…
-¿Edward
qué ha sido eso?- preguntó Bella lo mismo que yo hace escasos unos minutos…
-Devolverte
el favor- dije lo más convencible que pude y en su rostro vi desilusión… ¿Acaso
ella quería que yo estuviese celoso?
Pues claro
imbécil, a cualquier mujer le gusta que su hombre esté celoso…gritó la
vocecilla de mi conciencia…
-¿Edward?-
me dijo Bella agitando sus manos delante de mi cara.
-¿Si?
-Te decía
que pediré lasaña de carne- me dijo sonriente- ¿Y tú?- ni siquiera había mirado
la carta aún…
Joder…
estaba más paranoico de la cuenta…
-Ehm, si…
pediré lo mismo que tú- le sonreí feliz, esta mujer causaba estragos en mi nublosa
mente…
En ese
momento vino el gilipollas del camarero muy sonriente y de nuevo se dirigió
solamente hacia Bella.
-Señorita,
¿ya se ha decidido?- dijo con “una encantadora sonrisa”… puf…
-Si, pero
quiero que mi novio decida el vino, ¿verdad cariño?- me sonrió seductoramente
Bella tocándome la punta de los dedos con delicadeza…
Yo sólo
pude sonreír como un verdadero idiota y miré al gilipollas…
-Por
supuesto preciosa- ella se ruborizó bastante, pero no quitó su mano de la mía-
¿Qué tal un vino rosado para acompañar a la carne?- le sonreí y le guiñé el
ojo.
-Sería
estupendo- me sonrió y luego miré al subnormal, se había ido de inmediato…
-Gilipollas…-
susurré demasiado alto, ya que Bella me miró divertida…
-¿Qué te
pasa Edward?
-¿Qué, qué
me pasa?- dije mirándola intensamente- Me pasa que en la primera cita que al
fin tengo con la persona que me está importando de verdad, lo la esté jodiendo
un gilipollas que parece subnormal de tanto sonreír.
Bella me
miró ilusionada y después soltó una sonora carcajada.
-Eres
absolutamente adorable- se levantó y se acercó a mí con paso decidido- Me gusta
mucho que te preocupes tanto por nuestra cita- me susurró cerca del oído,
provocándome un escalofrío por toda la columna vertebral por su aliento cálido,
antes de besarme suavemente en la mejilla derecha.
-Gracias,
supongo- le dije mirando cómo se sentaba de nuevo frente a mí- Quizás tenga que
decirte esas cosas más a menudo…
-Me
encantaría- me sonrió y en ese momento llegó nuestro vino seguido de nuestros
platos, la verdad habíamos hecho una buena elección, parecía delicioso.
-Que
aprovechen- dijo el camarero por primera vez dirigiéndose a ambos.
-Al fin se
ha dado cuenta de que estabas presente- soltó una risilla Bella y me resultó el
sonido más maravilloso de todos.
-Si…- dije
maravillándome con su perfecta risa.
De nuevo
apareció el dichoso camarero con el abre corchos para nuestra botella de vino,
la abrió y nos sirvió el contenido en dos copas. Nos miró a ambos, deteniéndose
más en Bella y se fue sin más…
Bien, ahora
sí nos llevaríamos bien…
Comenzamos
a comer nuestra deliciosa comida, porque estaba espléndida, y conversamos de
todo un poco.
-Mmmm, está
delicioso- dijo cerrando los ojos por lo exquisita que estaba la comida y me
dio un tirón en la entrepierna…
Joder… ese
había sido el sonido más erótico que había escuchado jamás…
-Si,
exquisito- dije yo ignorando por completo ese pensamiento obsceno…
Me enteré
que sus flores favoritas eran las rosas rojas y blancas y que su color favorito
era el verde, inesperadamente, ya que todas las chicas sueñan con el color
rosa…
-Y dime,
¿no has tenido novia nunca?- me dijo vergonzosa.
-La verdad
tuve dos novias hace mucho, ni siquiera las volví a ver más- le sonreí y ella
suspiró tranquila. Al parecer no querría ver a mis antiguas novias… y eso era
bueno, ¿no?
-Y, ¿tú?
-¿Yo?- se
rio a carcajadas- Para nada, nunca he tenido ningún novio, a pesar de que
Rosalie no paraba de insistir- me reí al imaginar a Rosalie como posesa
buscándole un novio a Bella.
A sí es que
nunca había tenido nunca novio… Me encantaba…
-Me alegro-
le sonreí y ella se ruborizó tenuemente- ¿Qué te apetece de postre? Aunque
tengo una idea mejor que esto…- dije señalando la carta de postres, que nos
había traído el “simpático” camarero, nóteseme el sarcasmo…
-¿A sí? ¿Y
cual es esa idea?- dijo acercándose a mí peligrosamente y yo me contuve a
besarla… de verdad que era lo que más deseaba…
Su dulce
olor me incitaba en extremo…
-Bueno… es
otra sorpresa- le dije guiñándole un ojo.
-Espero que
merezca la pena- me sacó la lengua como una niña pequeña y me sonrió de nuevo.
-Por
supuesto- la miré intensamente a los ojos y ni siquiera me molesté en quitar su
hermosa mirada, llamé al camarero con la mano y le pedí la cuenta.
-Edward
pagaremos a medias, no quier…- dijo cuando vino trajeron la cuenta.
-Nada de
eso, pagaré yo, quiero hacerlo, de verdad- nunca corté nuestra mirada y en ese
momento le cogí la mano y la acaricié suavemente. Le sonreí y ella pareció
acceder.
Bien…
-Edward,
por esta vez será así, pero la próxima vez pagaré yo- dijo levantándose
rápidamente, parecía enfadada… Había accedido, pero se veía que no le hacía
ninguna gracia…
Le ayudé a
ponerle su abrigo y yo me puse el mío. Nos encaminamos hacia la salida del
restaurante y de nuevo la “sexy” recepcionista nos atendió…
-Espero
verle por aquí pronto- me dijo exactamente a mí, ignorando completamente a
Bella y ésta la miró con un enfado increíble.
-Mire
señorita- remarcó esta última palabra- Volveremos por supuesto, mi novio y yo-
me cogió del brazo y me acercó a ella. Yo encantado accedí con una sonrisa
ladina en mi cara- Pero con un cambio, cuando le despidan de este lugar,
gracias- dijo envarada y yo no pude evitar mirar la cara de la chica…
Estaba más
pálida que un folio, si se podría comparar… Creo que le daría un ataque en ese
mismo momento…
Bella tiró
de mí para salir de aquel lugar, ante la atenta mirada de la recepcionista, que
se había quedado con una “o” en su boca.
Cuando
salimos al frío ambiente de la calle, no pude evitar soltar una carcajada por
imaginarme de nuevo la cara de la chica y ver a Bella enfurruñada, totalmente
enfadada delante de mí. Se volvió hacia mí cuando escuchó la risa y se acercó
peligrosamente a mí…
-¿De qué te
ríes Edward Cullen?- Joder… baja Dios y ayúdame ante tal carácter… ahora no
había nada de la dulce Bella…
-Bueno…-
sofoqué la carcajada que estaba a punto de salir de nuevo, la verdad es que
estaba bellísima enfadada…- Me reía por la cara de…de la chica…- solté otra
sonora carcajada ante su atenta mirada de claro enfado…
-¿De la
chica? ¿Acaso te parece gracioso que me ignore completamente?- dijo con una
ceja alzada.
-No, no
quería decir es…- me cortó.
-Ya claro,
el guapísimo, dios adonis, Edward Cullen se ríe porque ignoren completamente a
la chica junto a él porque otra buscona no para de mirarlo…- se calló
completamente cuando se dio cuenta de lo que había dicho…
¿Guapo?
¿Dios adonis?
La miré
intensamente a los ojos, buscando la broma, pero no la había… En lugar de eso,
había puro nerviosismo y vergüenza… no había rastro de enfado…
-¿Guapo?
¿Dios adonis?- le dije mientras me acercaba a ella y ella se mordió su labio
inferior, en un claro signo de nervios…
-S…si, verás…-
dijo intentando explicarme, pero yo la corté de inmediato.
-No tengo
más ojos que para ti- le dije acercándome aún más a ella y ahora estábamos a
unos tres centímetros de distancia…- Me he reído porque sabes defender
perfectamente lo que es tuyo y eso me fascina- no pude contenerme más y la
besé, la besé con un simple roce en los labios…
Pensé que
me partiría la cara o simplemente se enfadaría conmigo, pero en vez de eso,
puso sus pequeñas manos en mi pelo, acariciándolo suavemente en círculos,
mientras me acercaba más a ella para profundizar el beso. Mis manos se
dirigieron hacia su hermosa cara de corazón y así estuvimos demasiado poco para
mi gusto…
-¿Mío?-
dijo aún sobre mis labios sin abrir los ojos.
-Completamente-
le sonreí y ella volvió a juntar nuestros labios…
Ahora sí
que era el hombre más feliz del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!