******************************
****************************
Capítulo 8:
Descubriendo la verdad.
Edward pov.
Estaba
llegando a la casa de mi hermana Alice, pues había quedado con ella para que me
informase de todo lo referido con la mentirosa de Tanya...
Aún
no podía creer que Tanya no fuera la persona que yo creía que era... Era
chocante.
Pensar
que la mujer que te va a dar un hijo era una arpía, era algo que no se podía
asumir rápidamente.
Aparqué
en el estacionamiento que pertenecía a la residencia de mi hermana y me bajé
rápidamente, pues la verdad estaba ansioso por saber toda la verdad.
Subí
por el ascensor y llamé al timbre, encontrándome a una preciosa Alice tocándose
su barriguita.
-Hola
enana- le dije con mucho amor besándole las mejillas y abrazándola con mucho
cuidado.
-Hola
Edward, yo también te he echado de menos- me dijo deshaciendo el abrazo y
sonriéndome dulcemente.
-¿Dónde
está Jasper?- le dije cerrando la puerta y dejando mi abrigo en el perchero
-Ha
ido a comprar unas cosas para mí, tengo mucha hambre Edward y se me antojan
cosas que jamás comería- me dijo con una mueca graciosa.
-Eso
está bien, sigues estando muy delgada, come todo lo que quieras pero sin
pasarte con algunos alimentos- le dije en mi papel de médico.
-Si
doctor cañón, a sus órdenes- me dijo con un gracioso saludo militar y no pude
más que reírme y ella se unió.
-Así
que... ¿doctor cañón?- le dije tomándole el pelo.
-Claro,
todas tus pacientes babean por ti hermanito, mírate, estás muy bueno- me dijo
con picardía y me guiñó un ojo. Se sentó en el sofá y golpeó a su lado para que
me sentase- Bueno hermanito todo lo que ves en la mesa es toda la información
que Peter ha podido conseguir, hay más de lo necesario para sacar a esa arpía
de tu vida- dijo esto último más para sí misma que para mí.
Me
incliné unos centímetros sobre la mesa y me horroricé con lo que vi.
Había
información de todo tipo: fotos, mensajes, documentos firmados, de todo...
En
las fotos aparecía Tanya con un hombre que me resultaba bastante familiar y
miré a mi hermana con la foto en la mano.
-Si,
es lo que piensas, ese hombre se llama James, es su amante, estaba en la fiesta
de fin de año, no sé cómo lo hizo, pero se infiltró en la fiesta demasiado
bien, pues ni Garrett se dio cuenta y ya sabes lo eficaz que es en su trabajo-
me dijo despacio para ver mi reacción. Miré de nuevo a la foto y la dejé encima
de la mesa. Cogí otra foto y en está salían ellos dos pero muy acaramelados, se
estaban besando apasionadamente y el paisaje era lo que me pareció ser el
bloque de pisos donde vivía la supuesta amiga de Tanya. Lo conocía porque la
había recogido un par de veces.
Qué
estúpido fui...
La
supuesta amiga no existía, era su amante y los dos se estaban riendo de mí en
mis narices... Pero eso era lo último que haría Tanya a mi lado.
Ahora
tenía que averiguar el supuesto plan de ambos...
-No
puede ser...- dije incrédulo a todas las imágenes que me mostraba mi hermana.
-Es
mala Edward, no tiene corazón y estas fotos no son lo peor, hay documentos que
tengo que enseñarte, aunque sé que te causará dolor, tienes que saber la
verdad.
-Alice
no la amo, ni siquiera la quiero, la única mujer a la que he amado es a Bella,
eso lo sabes de sobra- le dije muy seguro, no había estado más seguro en mi
vida.
-Lo
sé Edward y tengo que decirte lo feliz que soy gracias a que al fin os hayáis
decidido a amaros- dijo con una sonrisa perfecta- Pero tienes que ver estos
documentos- me dijo tendiéndome varios folios y cambiando su sonrisa por una
mueca de enfado.
En los
folios había toda la vida de Tanya, antes de haberla conocido.
Era
increíble...
Tanya
había sido pobre toda su vida, nada que ver con la lujosa casa que
supuestamente poseía en su país y con el porche que tenía, me los había
enseñado en fotos. Ahora todo encajaba...
Tanya
era ambiciosa y su mayor deseo era el de ser rica, por eso se había
encaprichado en estar conmigo, aunque le dijese que ya no sentía lo mismo por
ella, sólo quería mi dinero...
Era
una zorra.
Miré
a mi hermana incrédulo.
-Lo
sé Edward, yo sabía que era mala, pero no para llegar a ese extremo.
Seguí
ojeando los folios y leí lo siguiente. Si lo de antes me había dejado de
piedra, lo de ahora me daría un infarto... pero de lo enfadado que estaba...
Tanya
se había dedicado a la prostitución hasta antes de conocerme y su tal amiguito
James era su chulo, al que le daba todo el dinero y así vivían... En un
asqueroso apartamento de no más de 30 metros cuadrados y del que debían el
alquiler por meses...
Era
incríble...
Las
fotos demostraban todo, el horrendo apartamento, a Tanya vestida como una
cualquiera, lo que era, montándose en un coche, seguro para ejercer sus
servicios...
Una
puta...
Cuando
llegara a casa la pondría de patitas en la calle, ahora estaba más que seguro
que ese bebé no era mío, porque ahora me acordaba de que la noche que estuve
ebrio me quedé dormido completamente y la dejé enfadada con todas las ganas de
hacer el amor, aunque, ¿eso era lo que verdaderamente pasó o no? No estaba
seguro del todo...
Lo
que quería era hacerme creer que ese bebé era mío para poder ponerle mi
apellido y así sacarme todo el dinero posible cuando me dejase después de eso.
Era
fría y calculadora...
-Alice
es increíble- le dije dejando todos los documentos encima de la mesa y poniendo
mi espalda en el respaldo del sofá, estaba pensando en lo imbécil que había
sido todo este tiempo.
-Edward
cariño- me dijo Alice acariciándome el pelo y yo cerré los ojos, me gustaba
como mi morena de ojos marrones me los acariciaba, pero mi hermana Alice me
tranquilizaba mucho- Lo que tienes que hacer es aguantar, me dirás que estoy
loca, pero tienes que confiar en mí, esa arpía pagará por haberse involucrado,
pero tienes que soportarla por tres meses más- abrí los ojos y la miré con cara
de horror. Estaba completamente loca- No me mires así, Edward Anthony Cullen,
la soportarás, porque la humillación será más grande si esperas, de eso me
encargaré yo, te lo juro hermanito- dijo Alice con mucha seguridad.
-¿Cómo
quieres que la soporte Alice? Sabiendo todo lo que sé...
-Fácil,
la soportarás hasta que el bebé nazca, porque ahora mismo tenemos muchas
pruebas hermanito, pero verdaderamente no sabemos con seguridad que ese bebé no
pueda ser tuyo. Cuando nazca, podrán hacerle la prueba de paternidad y será
coser y cantar- me dijo levantándose del sofá y cogiéndome la mano para que la
abrazase. Nos fundimos en un abrazo muy fraternal y me murmuró un “confía en
mí”.
Nos
despedimos y me dirigí hacia la casa de mi verdadera mujer...
Bella pov.
Hoy
era el día de reyes, 6 de enero, y estaba de lo más nerviosa, pues hoy habría
otra espléndida cena en casa de los Cullen, cómo no, todo gracias a Alice. Ella
decía que el día de hoy merecía ser especial y claro, un día especial para
Alice incluye vestirse elegante y calzarse tacones de infarto, si no, no estaba
contenta...
Se
había encargado el conjunto perfecto, el cual yo me había resistido a ponerme
millones de veces, pero ella nunca se da por vencida y me montó una escenita de
llantos en medio de la tienda, todos los presentes nos miraban, a mí con cara
de horror y a ella con cara de pena, por supuesto, porque su embarazo daba
ternura y hacer llorar a una mujer embarazada no tenía precio... Tuve que
calmarla diciéndole que me llevaría el conjuntito y que me lo pondría para
dicho día... Era un angelito endemoniado...
Por
otra parte estaba mi querido dios griego, mi Edward.
Había
estado conmigo todo el fin de semana, pues la odiosa de Tanya se iba a casa de
una amiga a dormir, yo sinceramente no me lo tragaba, pero eso nunca se lo
diría a Edward.
Ya
no me sentía mal por ser la “otra” o la “segundona”, él me había demostrado que
no era así, que yo era su única mujer y que le pertenecía en cuerpo y alma. Me
había cuidado como el diamante más preciado de todo el universo, era tierno,
bueno y comprensivo conmigo, no podía ser más perfecto... Me lo había
demostrado justo este fin de semana, pues caí en un resfriado horrible y él fue
el encargado de hacer mi comida, de darme los medicamentos a las horas exactas,
había limpiado toda la casa e incluso había arrancado a mi precioso bebé, mi
hermoso coche, para que no se quedara congelado con las heladas de las noches.
Era
todo un ángel.
Mi
dios griego.
Mi
Edward.
En
todo eso estaba pensando cuando estaba tumbada en la cama, pues aún no me
encontraba demasiado bien. Edward se había ido a trabajar esta mañana después
de darme indicaciones muy estrictas sobre mi salud. Era muy sobreprotector,
pero para algunas cosas me encantaba.
Me
levanté y me di una rápida ducha caliente y me envolví en una bata de algodón
azul y me dirigí hacia la cocina para prepararme un té caliente. Cuando estuvo
listo, me senté en una de las sillas de la cocina y contemplé la soleada mañana
mientras sorbía mi taza de té.
Estuve
bastante tiempo pensando en lo mucho que amaba a Edward y lo mucho que él me
amaba a mí. Estaba muy feliz, al fin estaba con el único hombre que había
querido a mi lado.
Me
levanté y fregué la taza y la coloqué en su sitio. Cogí los antibióticos y un
vaso de agua y me los tomé enseguida, me sentía mucho mejor con esas pastillas,
ya casi no tenía nada del resfriado.
En
ese momento el teléfono sonó y me encaminé al salón para cogerlo y sentarme en
le sofá, esas pastillas me hacían muy bien, pero también me dejaban muy cansada.
-¿Si?
-¡Bella!
-Hola
Alice, ¿qué tal?
-Estupendamente,
pero cuéntame tú, ¿cómo estás? ¿Estas mejor?
-La
verdad es que sí, Edward tiene manos de santo.
-¿Manos
de santo? ¿Qué pasa con mi hermanito? Aprovechándose de una pobre enferma...
-Alice,
no es lo que estás pensando.
-Oh,
claro que no Bella, el doctor sexy te habrá revisado constantemente para saber
de tu salud, es su trabajo- me dijo con tal ironía que no se lo creía ni ella.
-Alice
ya basta, desde que nos vistes a los dos juntos en la casa de tus padres estás
de lo más metiche.
-Esa
es mi virtud Bells, saber de todo el mundo y claro que me interesa saber
vuestra vida, en breve serás mi cuñadita.
-Alice
estamos muy bien así, además él tiene oficialmente su novia y no puedes decir
eso, tú tienes una cuñada encantadora- Ahora me tocaba a mí ironizar un
poquito...
-Isabella
Marie Swan- Dios... No podía haber enfadado de nuevo a una mujer embarazada...-
Que sea la última vez que te diriges a esa arpía como encantadora, no lo es y
lo sabes mejor que yo- dijo muy enfurecida.
-Vale,
pero tú no vuelvas a hacer comentarios de ese tipo Ali, no más.
-Bueno
eso se verá...- No se rendía nunca- Te llamaba para saber cómo estabas y para
recordarte que el conjunto te lo dejé en tu armario.
-Si
Alice, es imposible que se me olvide.
-Así
me gusta, póntelo y estarás deslumbrante- me dijo seguro con una sonrisa.
-Si,
claro Alice, después nos veremos, un besito para mi ahijado o ahijada- le dije
con una involuntaria sonrisa.
-Claro
cómo no... A mi bebé si y a mi no...- dijo con falsa tristeza.
-Claro
que no Ali, para ti uno más grande.
-Así
me gusta, un beso cariño, después nos vemos, adiós.
-Adiós
Ali.
Colgué
y me levanté para una sesión de belleza. Si, porque ahora no me reconocía, pues
ahora quería estar perfecta para cada ocasión y antes me daba igual, pero
siempre siendo la mujer más sencilla del mundo.
Pasaron
varias horas y sólo me quedaba quitarme la mascarilla de chocolate que tenía en
mi cara, pero el timbre de casa sonó y salí corriendo hacia la puerta para abrirla.
-¿Bella?-
dijo mi dios griego con su perfecta ceja alzada y con cara de estar a punto de
partirse de risa.
-Dios
Edward- le dije corriendo de nuevo para lavarme la cara enseguida. ¡No me podía
ver así por más tiempo! Sentí la puerta cerrarse cuando yo iba a medio camino y
sentí su fuerte pecho en mi espalda.
-No
huyas de mí, siempre estarás hermosa, aunque tengas la cara verde- me dijo
susurrándome y pasando su lengua por el lóbulo de mi oreja. Después me dio un
beso húmedo justo en mi nuca, mi piel más sensible y sentí un escalofrío por
toda mi espalda- No sabes lo que provocas en mí hermosa- me dijo restregando su
prominente erección por mis nalgas.
-Edward-
le dije en advertencia.
-Bella
sabes que lo deseas tanto como yo- me dijo pícaramente y me giró para quedar
cara a cara con él. Tenía los ojos de un verde oscuro, mostrando deseo, mucho
deseo y eso me volvió loca.
Avancé
los pocos centímetros que nos quedaban y le di un beso de película. Un beso
mostrando la lujuria que sentía por él. Él en respuesta, puso cada mano en cada
una de mis nalgas y me subió aguantando todo mi peso en sus fuertes brazos.
-Estás
más fuerte que de costumbre, es un pecado que vayas por ahí así- le dije
sonriéndole y pasando mi lengua por mis labios, sabía que lo volvía loco, su
mirada seguía todos mis movimientos y su mirada se puso aún más oscura, eso me
enloqueció aún más. Seguidamente comencé a besarle el cuello con besos húmedos.
-Y
tú me provocas demasiado como para hacerme esas cosas- me dijo apuntando a mis
labios con su barbilla y yo le dediqué mi sonrisa más sexy.
Comenzamos
a besarnos de nuevo y él apretó más mis nalgas y de mis labios salió un gemido
involuntario.
-Mmmm
me fascina cuando gimes mi vida- me dijo con voz ronca y comenzamos a movernos,
a lo que supuse era mi habitación.
-Edward
tengo que quitarme todo esto de la cara- le dije cuando me puso encima de la
cama y se iba quitando la camisa.
-De
eso nada, te lo quitaré yo con mi lengua- me dijo pasando su lengua por toda la
comisura de mis labios- Mmmm no he probado un chocolate tan bueno nunca, debe
ser por la mezcla de tu piel de caramelo con ese chocolate tan dulce, eres una
diosa- me dijo esto último susurrándome lentamente en mi oído y lamer el lóbulo
de la oreja, me volvía loca.
-Edward
me vuelves loca- le dije mientras le besaba en el cuello y le succionaba levemente. Gruñó
levemente y comenzó a desatar el camisón que llevaba. Lo deslizó y me lo quitó
con rudeza. Yo gemí más alto que antes y él me miró y me sonrió de lado, este
hombre sería mi muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son la base inicial que todo escritor necesita para que su inspiración fluya. Tu opinión es muy importante para mí.
Por favor, ¡NO TE VAYAS SIN COMENTAR!