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Capítulo
19: Solo tú…
Edward pov.
Estaba
en el salón de mis padres hablando con todos los invitados en general hasta que
la mujer más hermosa de todas, comenzó a bajas las escaleras como una auténtica
diosa…
-Es
preciosa- escuché detrás de mí.
-Es
guapísima- dijo otra voz.
-Qué
mujer…
Pero
yo no podía contestar a todas esas voces, simplemente tenía ojos y oídos para
mi esposa.
Avanzó
con la elegancia que la caracterizaba.
-Qué
piernas…- dijo otro, pero yo no podía contestarle y mandarlo a la mierda, sólo
podía verla a ella…
Ese
vestido blanco le llegaba hasta encima de las rodillas, dejando ver unas
torneadas y esbeltas piernas…Dios… y para rematar esos hermosos tacones la
hacían ver como a una diosa…
Ese
escote sería mi muerte… Sus pechos ahora estaban más llenos por el embarazo y
eran deliciosos… Estaban a la altura perfecta y para colmo no llevaba
sujetador…
D-I-O-S
Mi
cara tenía que ser todo un puto poema… parecería un retrasado con la boca
abierta y sin pestañear…
Me
miró a los ojos y una perfecta sonrisa se asomó en sus labios.
Terminó
de bajar las escaleras, dejando babear a todos los hombres que había en la sala
y matando de envidia a todas las féminas del lugar…
-Estás
hermosa hija- dijo mi padre abrazándola y se puso se espaldas hacia mí…
Ahora
sí…
J-O-D-E-R…
El
escote de la espalda le llegaba hasta el nacimiento de su trasero, dejando ver
toda su perfecta y sedosa espalda…
-Gracias-
le sonrió y se giró hacia mi dirección, mirándome con lujuria y deseo, sus ojos
marrones estaban casi negros del deseo…
Avanzó
hacia mí sin dejar de sonreír y cuando llegó hasta a mí, puso sus manos en mi
nuca y comenzó a besar mis labios.
Mi
pequeño Eddie reclamaba un poco de atención y sin querer, mi miembro rozó su
pierna, haciéndola gemir…
Gracias
que cuando comenzamos a besarnos, todo el público comenzó a aplaudir y a silbar
sugerentemente, por lo que no escucharon nuestros audibles gemidos…
Muy
pronto tuvimos que separarnos por falta de aire y rocé por última vez sus
labios de caramelo. La miré y le sonreí como un idiota.
-Estás
preciosa, nunca me cansaré de decírtelo- le susurré.
-Tú
también estás muy guapo, como siempre- me guiñó y un nuevo calambre de instaló
en mi entrepierna…
-Vamos,
chicos o perderéis el avión- dijo la enana cogiéndonos a ambos de las manos y
dirigiéndonos hacia el exterior, donde el volvo de Edward estaba listo.
-Pasadlo
bien- Jasper nos guiñó un ojo y le tendió las llaves del volvo a Edward- Yo
recogeré a la pequeña Yuna- nos dijo con una sonrisa.
-Seguro
y cuida mucho a esa diablillo- dije mirando a mi mujer con deseo y lujuria
contenida…
-Cuida
de mi bebé Jasper, de verdad te llevarás genial con ella, es tan nerviosa como
Alice…-dijo mi esposa sonriente y a Jasper puso cara de miedo. No pudimos más
que sonreír.
Nos
fuimos despidiendo de todos los invitados, poco a poco, aunque no nos dio ni
tiempo de despedir ni a la mitad…
-Bells,
cuídate mucho hija- le dijo mamá a mi mujer- Ponte protección solar y come lo
que quieras y sobre todo bebe mucha agua- le sonrió y le abrazó tiernamente.
-Claro
que si Esme- le besó y le sonrió con una sonrisa radiante.
-Hijo,
cuídala mucho, esa mujer vale mucho- dijo mi mamá mientras mi papá se despedía
de Bella.
-Si,
mamá, la cuidaré más que a mi vida, lo es todo para mí- le sonreí y le besé en
ambas mejillas.
-Hermanito,
hermanito- aquí venía el pesado de Emmett…- Ten mucho cuidadín con la pequeña
Bells, ahora está en un estado sumamente delicado y no es bueno las embestidas
fuer…- Rose le dio una buena colleja- “Auch” joder bebé, le estoy aconsejando
y…
-Emmett
Cullen será mejor que te calles o esta noche no dormirás si quiera en el sofá-
dijo mi cuñada amenazante y yo pude evitar reírme.
Emmett
se fue a despedir a Bella con la cabeza gacha y yo me reía aún más…
-Hombres…-
dijo mi cuñada antes de abrazarme- Edward cuídate mucho y cuídala a ella, se lo
merece tanto como tú- me besó y me sonrió.
-Por
supuesto- le dije devolviéndole la sonrisa.
Agarré
la mano de Bella y ésta me sonrió feliz.
-Hijos-
nos abrazó papá a ambos- Espero que disfrutéis de estos días- nos sonrió- No os
tengo que decir que os cuidéis y que cuidéis a mi nieto- dijo acariciando a mi
hijo. Los dos sonreímos feliz y asentimos.
Nos
despedimos rápidamente de todos los que nos quedaban, incluido Jacob.
-Adiós
Bells- dijo con una sonrisa.
-Adiós
Jake- le abrazó- Leah, cuídate mucho, ya nos veremos- le besó en la mejilla y
yo hice lo propio.
Ayudé
a mi esposa a subirse al coche y yo me monté rápidamente, no quería estar ni un
segundo más lejos de ella.
Nos
encaminamos hacia el aeropuerto con mucha felicidad.
Bella
pov.
Yo
sostenía la mano de mi esposo en todo el camino, no la había soltado en ningún
momento y no esperaba hacerlo en el resto de mi vida.
-Mi
amor- le llamé.
-Dime-
me sonrió y volvió su mirada a la carretera, ya nos faltaba poco para llegar.
-¿Dónde
vamos?- dije con la voz de más pena que podía encontrar en este momento.
-Es
una sorpresa- me dijo aparcando el volvo cerca de las puertas principales del
aeropuerto.
-Jo…-dije
como una niña pequeña.
-No
te exasperes- me dijo calmándome- Te gustará- me guiñó un ojo antes de besarme.
Se
bajó del coche muy rápido y en un pestañeo ya lo tenía a mi lado.
Cogió
las maletas del maletero y cuando estábamos entrando por las puertas del
aeropuerto, se escuchó una voz del interfono “Señores clientes, los vuelos con
destino a Río de Janeiro, pasen por la puerta 2 en menos de dos minutos”.
Edward
y yo nos miramos con cara de horror y comenzamos a correr. Si, ahora me
alegraba de todas las carreras que había dado con Alice en el centro comercial
encima de altos tacones…
Comencé
a reírme por la cara de desesperación de Edward, todos los que nos veían
estarían pensando que estábamos locos, Edward estaba cogiendo la multitud de
maletas con una sola mano, ¿cómo lo hacía?
Dios
esa camisa pegada hacía que los músculos en tensión se notase de una forma
putamente erótica…
-Dios…-gemí
mirándolo con deseo…
-¿Qué
pasa?- dijo dejando las maletas en la cinta.
-Que
eres putamente sexy- le dije sin ningún pudor y me abalancé a él con esmero. Le
besé como si mi vida dependiera de ello…
-Bella,
no me hagas esto- dijo con la respiración agitada y juro que mojé mis bragas…
-“Señores
pasajeros, el vuelo con destino Río de Janeiro está cerrando sus puertas”…
-Joder-
dijo Edward agarrando mi mano para avanzar rápidamente hacia los eternos diez
metros que nos quedaban…
Llegamos
muy justo, tanto que le tuve que hacer ojitos al capitán que se disponía a
subir al avión…
-Claro
preciosa- dijo invitándonos a entrar en
el avión. Edward me agarró más fuertemente la cintura y salió un gruñido de su
pecho…
Cómo
me gustaba ponerlo celoso…
-Perdone,
quisiera presentarle a mi esposo- le dije con total sensualidad y Edward
ensanchó su sonrisa. El pobre hombre se fue murmurando por lo bajo cosas sin
sentido…
-Gracias-
me susurró mi esposo una vez que nos sentamos en nuestros asientos de primera
clase.
-¿Por
qué?- le miré confundida.
-Por
hacerle saber a ese malnacido que eras mi mujer- me sonrió y me besó.
-Bueno,
no he dicho ninguna mentira- le sonreí y volvimos a besarnos.
Al
fin podía respirar tranquila, ya estábamos con destino a nuestra querida luna
de miel…
No
sé en qué momento me dormí, pero lo único que sentí en todo el vuelo fue a mi
hermoso esposo despertarme con mucha suavidad.
-Despierta
amor, ya hemos llegado- me dijo sonriéndome como él sólo sabía hacerlo.
-Me
encanta este despertar- acerqué los pocos centímetros que nos separaban y le
besé tiernamente.
-Mmmm,
recuérdame despertarte más a menudo- me sonrió y me ayudó a ponerme el cinturón
de seguridad para el aterrizaje.
-¿Cuánto
he dormido?
-Unas
cinco horas- me dijo acariciándome la cara.
-¿Cinco
horas?- me alarmé.
-Shhh,
tranquila, es mejor que hayas dormido o no hubiera soportado tenerte a mi lado
sin hacerte el amor- me susurró con voz sensual…
JODER…
¿Podía
ser más sexy?
Absolutamente
no…
-“Señores
pasajeros ya hemos llegado a su destino”- dijo una voz nasal por el interfono.
-Vamos
princesa- me sonrió de lado y me ayudó a levantarme.
Un
chofer nos esperaba en la misma puerta del aeropuerto, no sé por qué pero no me
extrañaba…
Alice…
El
hombre nos saludó con una educación excelente y nos abrió la puerta del coche
de lujo… Seguidamente metió las maletas, que por arte de magia las había traído
un hombre nada más salir del aeropuerto, en el maletero…
-Déjame
adivinar- le dije a Edward cuando nos subimos al coche. Él sólo pude sonreír.
-¿Quién
más si no? No pude negarme…- se acercó a mi oído- Mi esposa se merece eso y
mucho más- me besó el lóbulo de la oreja y juro que el chofer nos miró mal
cuando oyó el gemido que salió de mis labios- No puedes hacerte una idea de lo
bien que te queda ese vestido…
Vale…
estaba jugando con las hormonas de una mujer embarazada y eso era malo, muy
malo…
-Edward
Anthony Masen Cullen- dije envarada- Será mejor que no juegues conmigo, no
estoy en situación- cogí su mano y la llevé debajo del vestido, notó toda la
humedad que había por él y gimió audiblemente. Yo enseguida acallé ese gemido
con un beso…
-Joder…-
dijo cuando pudo respirar…
El
chofer paró el coche en una calle muy transitada por personas de todas las
partes del mundo y Edward se bajó rápidamente.
-¿Vamos?-
dijo abriendo la puerta y yo bajé inmediatamente ante la atenta mirada del
chofer.
-¿Dónde
vamos?- pregunté cuando el coche empezó su marcha hacia el lado opuesto de
donde nos encontrábamos…
-A
ver Río- me dijo como si fuese lo más obvio. Yo sólo asentí y le cogí de la
mano.
Estuvimos
andando por una gran avenida donde había tiendas de todo tipo, desde
supermercados hasta discotecas con personas de todos los lugares.
Edward
y yo teníamos las manos agarradas, sin soltarlas por nada.
Pisamos
un enorme corazón dibujado en el suelo y miramos a nuestro alrededor…
Todas
las parejas que allí había se estaban besando, al parecer era como una
tradición o algo así, así que Edward no esperó a nada y juntó nuestros labios
dulcemente.
Mis
manos acariciaban su suave cabello y él acariciaba mi espalda expuesta.
-Te
amo más que a mi vida preciosa- me susurró antes de comenzar a andar
nuevamente.
-Tú
lo eres todo para mí- le dije besando su mejilla y él sonrió feliz.
Muy
pronto llegamos al puerto pesquero y nos adentramos en el puerto donde se
encontraban infinidad de yates…
-¿Qué
hacemos aquí?- dije viendo al mismo coche que nos había traído al lado de un
hermoso yate.
-Pues
ir a nuestro destino.
-¿No
nos quedamos en Río?- dije sorprendida.
-No,
sólo estamos de paso- dijo sonriéndome pícaramente.
El
chofer sacó las maletas del maletero y las dejó en el suelo del hermoso yate.
Nos miró con simpatía y le tendió unas llaves a Edward.
-Que
lo pasen bien- dijo antes de montarse en el coche e iniciar su marcha.
-Es
un íntimo amigo de papá- me explicó Edward- Es un poco serio, pero muy bueno en
su trabajo.
-Si,
ya lo veo- dije antes de que Edward me cogiera por la cintura y me alzara a su
altura.
-Ahora
señora Cullen iremos a nuestro verdadero destino, espero que te guste- me dijo
antes de besarme y dejarme suavemente en el suelo del yate.
¿Cómo
lo había hecho tan rápido?
Ah
si, ya, sus enormes brazos musculosos… Dios…
Edward
inició la marcha y yo me sorprendí.
-¿Hay
algo que mi dulce esposo no sepa hacer?- le dije acariciándole el brazo
sensualmente.
-Si,
no tener la suficiente vida para amarte- me dijo sin más y yo sólo pude
besarle.
Nos
separamos y pronto vimos una isla, que se veía totalmente iluminada en la noche
mariscal.
-Es
la isla Esme- dijo con una sonrisa en sus preciosos labios- Carliste se la
regaló a mi madre cuando se casaron.
JODER,
¿Casliste le había regalado una isla paradisiaca a su mujer?
-Joder…-
dije sin más y provoqué la risa de Edward.
Edward
paró el yate y me ayudó a bajar de él. Él se bajó con las maletas en la mano y
yo inmediatamente me quité los zapatos para sentir la cálida arena de la playa…
Qué
bien se sentía la suave arena rozando mi piel.
Avancé
con mis zapatos en la mano y con los ojos cerrados, disfrutando la cálida brisa
del ambiente. Hasta que me topé con una enorme casa blanca completamente con
grandes ventanales que daban a la playa en dónde nos encontrábamos…
-Es…
es preciosa- dije emocionándome por momentos viendo la preciosa casa, que se
alzaba majestuosamente ante nosotros.
-No
tanto como tú- dijo soltando las maletas en la entrada de la casa y cogiéndome
en brazos.
-Te
amo- le dije antes de besar sus finos labios.
Él
me estrechó aún más en sus brazos, sintiendo cada músculo, cada parte de su
cuerpo en mi piel.
-Soy
muy tradicional- me dijo antes de besarme de nuevo- No sabes lo afortunado que
soy al tenerte a mi lado- me dijo mientras abría la puerta con un pie y me
dejaba observar la estancia.
Era
perfecto…
Había
jarrones con flores por todas partes y la iluminación estaba en los sitios
claves… El enorme sofá blanco se encontraba justo en el centro de la
habitación, haciendo de barrera para ver la televisión, que se encontraba justo
enfrente, y para jugar al ajedrez, que se encontraba justo detrás del sofá.
Aunque
la verdad lo que menos haríamos sería jugar al ajedrez…
A
la izquierda había un enorme pasillo, que supuse daría a las habitaciones y a
la derecha se encontraba la cocina, que se podía observar al no tener puerta.
Estaba
todo decorado sumamente elegante, gritaba “Esme Cullen” por todos lados…
-¿Te
gusta?- me dijo Edward abrazándome por la espalda, pues si siquiera
proponérmelo, había avanzado tanto por la estancia, que me encontraba
acariciando el suave sofá.
-¿Cómo
no iba a gustarme?- me giré hacia él- Todo esto es perfecto mi amor, tengo al
hombre perfecto a mi lado, a un hijo en camino y hoy he unido mi vida a la
persona que más amo en esta vida- le dije acariciándole la cara- Y todo esto
es… perfecto, claro que me gusta- le dije para terminar de unir nuestros
labios.
-Gracias,
por amarme y haber unido tu vida a la mía para siempre- me besó y me volvió a
coger en brazos.
Nos
encaminamos por el enorme pasillo y me dejó en la puerta de lo que supuse sería
nuestra habitación…
La
abrió y efectivamente, era nuestra habitación…
Había
una enorme cama con cuatro barrotes, de los que colgaban un fino dosel blanco,
parecía una cama de princesas de cuento…
No
podía ser más hermoso y romántico…
A
la altura de la cama, había dos mesitas de noche con sus respectivas lámparas,
iluminando el lugar tenuemente…
Me
acerqué a la cama y toqué el fino dosel con mis dedos. Cerré los ojos, ante
tanta maravilla y Edward me dejó mi espacio, se fue de la habitación para coger
las maletas, supuse…
Miré
hacia le gran ventanal y me fijé que daba directamente a la playa, habiendo
unos escasos cinco metros de donde se encontraba el mar…
Era
un paraíso…
-¿Estás
cansada?- me dijo acariciándome el brazo.
-No,
he dormido suficiente en el avión- dije segura.
-¿Te
apetece un baño?- me susurró Edward girándome hacia él.
-Suena
estupendo- le sonreí y le besé nuevamente, nunca me cansaría de besarle.
-Perfecto-
me dijo mirándome con mucho deseo.
-¿Me
das dos minutos?
-Claro,
no tarde demasiado, señora Cullen- dijo avanzando hacia el gran ventanal. La
abrió y se fue quitando la camisa en el proceso…
-Vale,
vale, vale…- dije nerviosa y me giré para coger el neceser que descansaba en la
maleta…
Joder…
este hombre no podía ser más sexy, ¿qué carajo tenía que hacer yo ahora?
Estaba
más nerviosa que la primera vez que había hecho el amor con Edward, ¿cómo era
posible?
Avancé
hacia el baño que tenía la propia habitación y me cepillé los dientes, me
cepillé el pelo y me refresqué la cara para relajarme, pero lo único que
conseguí fue que mis nervios aumentaran…
Me
quité toda la ropa, menos la ropa interior, quería que mi esposo me viera con
la famosa “prenda”.
Me
dirigí de nuevo hacia la habitación y avancé hasta el mismo ventanal por dónde
había salido Edward…
De
nuevo, sentí alivio y tranquilidad, por primera vez, cuando la piel de mis pies
rozó la suave y cálida arena. Me tranquilicé totalmente, parecía una
quinceañera hormonada… Y era la noche de bodas, por Dios…
Mientras
avanzaba veía cómo la ropa de Edward estaba tirada sobre la arena con
elegancia, todo era elegante en él…
Mis
pies tocaron el agua y me sorprendí al encontrarla caliente…
Yo
no quité la mirada sobre el cuerpo de Edward en ningún momento… Su pálida piel
resplandecía bajo la luz de la luna, haciéndolo parecer casi irreal…
Su
sexy lunar en su enorme espalda destacaba en su piel de crema y el agua rozando
su piel era… totalmente provocador… Dios…
Edward
se giró y me miró con el mayor deseo que le había visto jamás…
-Hermosa-
susurró saliendo del agua…
Su
cuerpo estaba totalmente mojado y… desnudo…
Avanzó
hacia mí y me subió a su altura, para poder besarme sin ningún tipo de
restricción por la diferencia de nuestras alturas…y mis piernas rodearon su
cintura y sus manos bajaban y subían con desesperación por mi espalda…
Sus
ojos verdes esmeraldas estaban oscurecidos por el deseo…
-Dios…
cómo te amo…- sus labios se dirigieron hasta mi cuello y comenzó a darme besos
húmedos por toda la extensión, hasta el nacimiento de mis pechos…
Edward pov.
Salí
de aquella habitación antes de que me abalanzara sobre ella y la hiciera mía
sin ningún tipo de pudor… No podía concentrarme con ella tan cerca y menos
soportar esos besos tan deliciosos que me regalaba su preciosa boca…
Me
fui quitando la camisa justo cuando abrí el ventanal y avancé hasta el agua,
quitándome toda la ropa en el proceso.
Pasó
demasiado tiempo para mi gusto, hasta que sentí los suspiros de mi hermosa
esposa…
Me
giré rápidamente y la vi en todo su esplendor…
Estaba
enfundada en un sexy conjunto de ropa interior color marfil, el mismo color que
el vestido de novia… simplemente precioso…
Sus
suaves curvas hacían que la fina tela se ajustara a su cuerpo en los sitios
perfectos… Sus pechos estaban al descubierto por supuesto, tan sólo tapaba su
monte de venus de una manera deliciosa…
En
fino encaje tapaba lo justo y necesario…
No
pude soportarlo más y salí del agua rápidamente, avanzando hacia ella con paso
feroz…
-Hermosa-
le dije sin quitar mi mirada de su perfecto cuerpo.
Cuando
llegué a ella, vi en su mirada lujuria. Me miraba sin ningún tipo de pudor toda
mi desnudez y me sentí orgulloso.
La
cogí sin ningún problema, cada vez agradecía más mis horas de gimnasio… y ella
puso sus piernas alrededor de mi cintura, sintiendo las redondeces de sus perfectos
pechos en mi anatomía… Gemí audiblemente y besé esos labios de diosa… Mis manos
bajaban y subían por su pequeña y fina espalda con desesperación, no soportaba
más no estar dentro de ella…
-Dios…
cómo te amo…- le dije acercándome a su cuello, aspirando esa fragancia suya que
me volvía loco…
Dejé
un sendero de besos húmedos por toda la extensión de su cuello.
-No
estamos en igual de condiciones- le dije señalando mi desnudez y ella se
ruborizó como la primera vez que le hice el amor…- A pesar de que te queda…-
dije pensando en alguna palabra que se acercara…- Perfecto, es lo que más se
asemeja, tengo que quitártelo ahora, no puedo estar más sin hacerte el amor- le
dije mirándola a esos ojos oscurecidos por el deseo.
La
tumbé en la arena suavemente y comencé a besarle por todo el cuerpo, mientras
mis dedos jugaban con la fina tela del tanga.
-Edward…-
gimió cuando mis dedos encontraron la suave piel de su sexo…
El
pequeño Eddie reventaría en cualquier momento, pero de momento iba a
concentrarme en ella solamente…
Bajé
hasta sus pechos y lamí esos montes rosados endurecidos… ella gimió más alto y
yo no estaba mejor…
Nuestras
respiraciones estaban agitadas y que ella me tocara la espalda sexymente no
ayudaba en nada…
Seguí
ascendiendo hasta que toqué su vientre, donde se encontraba mi precioso hijo.
-Te
amo peque- le dije besando en la parte donde estaría y subí mi mirada hacia
Bella, estaba preciosa bajo la luz de la luna, con todo el pelo esparcido por
la arena y varias lágrimas rodaron por sus mejillas.
¿Qué
le pasaba? Me alarmé inmediatamente, pero ella rozó mi cara y supe que se había
emocionado por lo que le había dicho a nuestro hijo…
-Te
amo- me dijo cerrando los ojos cuando yo adentré más mis dedos en su sexo.
-Bella…-
gemí cuando noté toda la humedad que había en la fina tela…- Dios… estás tan
mojada…
Se
lo quité de una forma tortuosa para ella y por supuesto para mí…
Lo
tiré en algún lugar de aquella playa, bajo la luz de la luna, que sería la
única testigo de nuestro amor
Volví
a mirar ese cuerpo de diosa y me dejé llevar completamente.
Mi
boca se dirigió hacia su sexo, ante su atenta mirada y mi lengua embistió sin
ninguna interrupción en su cavidad. Ella gimió alto agarrando mi pelo
fuertemente y creí enloquecer…
-Dios… Edward…- gritó cuando mi dedo se
introdujo en su cavidad, al igual que mi lengua…
-Dime
qué es lo que deseas y lo haré- dije sin poder hablar más nada. Estaba
totalmente a su merced.
-Quiero
que te introduzcas en mi ya- dijo exigente con los ojos mirando hacia mi sexo y
eso fue lo que faltó para colocarme sobre ella y penetrarla suavemente…
Muy
pronto el calor de su cuerpo llegó hasta el mío…
-¡Edward!
-Bella…
Empujé
más y casi tenía mi miembro completamente metido, no podía meterlo más al
fondo, pues su pequeña cavidad no podía abarcar mi enorme miembro…
-¡¡Ed…ward!!-
Gritó sin contemplación alguna con la respiración muy agitada…
-Oh…
Bella… eres tan estrecha- la penetré de nuevo- Y tan caliente…- puse mis manos
en su trasero para poder abarcar más la penetración y al parecer le encantó
como a mí, pues sus manos fueron hasta mi espalda y comenzó a arañarme
suavemente primero, para ser una auténtica gata después. Nuestras respiraciones
eran ya erráticas…
-¡¡¡EDWARD!!!-
mordí su cuello mientras la embestía más fuerte y ella mordió el lóbulo de mi
oreja…
-¡BELLA!-
mi orgasmo estaba próximo, el no haber hecho el amor durante este último mes me
estaba pasando factura…
-Edward
llega para mí- dijo cuando su orgasmo la llenó por completo… Sus uñas se
clavaron sin compasión en la piel de mi espalda, pero no me importó, no noté
dolor, tan sólo un orgullo infinito por ser el causante de ese placer… Su sexo
apretó al mío deliciosamente y yo no esperé más, después de dos estocadas más,
mi tan esperado orgasmo salió a flote, dejándome totalmente abatido…
Bella
me acarició la espalda suavemente, notando quizás los leves arañazos que
probablemente tenía, pero me daba igual…
Dios…
había sido fantástico y aún no había acabado la noche y por supuesto, ni quería
que acabara…
-¿Y
ese baño?- me susurró en el oído, lamiéndome el lóbulo de la oreja…
No
le contesté, simplemente me levanté y la cogí nuevamente en brazos para correr
con ella hacia el agua y zambullirnos literalmente juntos.
-Dios,
eso ha sido…- dijo con la respiración aún agitada…
-¿Maravilloso?
¿Espléndido? ¿Perfecto? ¿Fantástico?- le dije en tono pícaro.
-Eso
puede ser un breve resumen- dijo lamiéndome el labio inferior y pegándose aún
más a mi cuerpo.
-Eres
preciosa- le dije mirándola con el pelo mojada completamente e iluminada bajo
la luz de la luna.
-No
más que tú, estás…- dijo mirándome hacia abajo, directamente a mi miembro, pues
el agua nos llegaba a las rodillas ahora mismo…- Estás buenísimo- dijo con los
ojos llenos de lujuria y yo ataqué sus labios sin ninguna piedad.
Se
subió con una facilidad increíble a mi cintura y comenzó a moverse con ritmo
encima de mi sexo… mi pequeño amiguito no había terminado con el primer orgasmo
cuando ya estaba erecto de nuevo…
Ella
me miraba traviesa y yo mordí su labio inferior, provocando un precioso gemido
por su parte…
Ella
se movió perfectamente y pronto mi miembro estaba dentro de ella de nuevo…
La
agarré por su trasero y caminé un poco más al fondo el mar, llegándonos el agua
hasta debajo del pecho…
Comenzó
a moverse y yo me sentí en el cielo…
-Mmmh…-
gimió en mi oído y puso sus manos en mis hombros para impulsarse más
fácilmente.
-Bella…-
apreté más su trasero y gemí en el acto, mi miembro se adentró aún más, como si
eso fuera posible…
-¡Edward!-
me besó en los labios con rudeza y pronto mi lengua se introdujo en su hermosa
boca, acariciando toda su cavidad- Más fuerte.
Yo
la complací encantado y de nuevo, nuestras respiraciones eran erráticas…
La
escena no podía ser más erótica…
Bella
se impulsaba al mismo ritmo que yo introducía mi miembro en su cavidad,
haciendo una fricción perfecta y sincronizada. Mis manos no dejaron jamás su
trasero, apretándolo con fuerza y mi boca le besaba el cuello y los labios,
acallando un poco sus fuertes gemidos. Su boca actuaba igual que la mía, con
hambre y rudeza y se retorcía de placer debajo entre mis brazos…
-Mmmmm,
estás tan fuerte- dijo acariciando mi espalda suavemente.
-Y
tú estás tan buena…- dije con sinceridad… No había visto cuerpo más perfecto
que el de ella, jamás, a pesar de haber visto a muchas mujeres desnudarse ante
mí en la universidad, nada se comparaba con esto.
-Quiero
que me hagas gritar como nunca Edward Cullen- dijo demandante y yo le sonreí de
lado aceptando las órdenes de mi ama…
Embestí
tan fuerte como pude, el agua salpicaba por todas partes cuando nuestros sexos
hacían esa fricción deliciosa, y era sumamente erótico.
-Dios…
vo… voy a explotar- dijo clavando las uñas de nuevo en mi espalda.
-Vente
para mí preciosa, yo no puedo aguantar más…- le dije embistiendo una, dos,
tres, hasta que sentir su sexo apretarme y venirse totalmente para mí. Yo
terminé en la quinta estocada, mirándole a los ojos directamente, su cara de
placer no tenía precio…
Nos
miramos y nos volvimos a besar con toda la pasión y el amor que sentíamos.
Iba
a ser una noche muy larga…
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